Antonio Cruz es docente de la Universidad Federal de Pelotas, Brasil, y estuvo en Rosario como invitado en el Pre-Foro Social Mundial. Participó en la mesa “De la prefiguración a la construcción real de otro mundo posible” y charló con enREDando sobre nuestros hábitos de consumo, la relación entre productores y consumidores y la necesidad de aprender a hacer economía de manera autónoma. Además, realizó un análisis de la situación política de Brasil planteando la necesidad del gran capital de una política antipopular de preservación de ganancias. Dijo que si Lula es candidato gana las elecciones y que esperar que la justicia sea justa es desconocer nuestra sociedad. “Lo que es una revolución es una amplísima movilización que pone a miles y millones en las calles. Eso se impone como una ola que es irresistible”.
Por Tomás Viú. Foto: Francisco Proner Ramos
¿Cómo empezó tu relación con los procesos de economía solidaria?
Antonio Cruz-Yo soy docente universitario y me acerqué a esta cuestión en los comienzos del 2000, en el mismo tiempo que hubo la crisis argentina. Allá como aquí había una tasa brutal de desempleo y estábamos preocupados por contribuir para atender a la demanda social por generación de puestos de trabajo. Era una demanda que venía de los sectores populares. Nos enganchamos en un programa de incubadora de emprendimientos solidarios que se estaba multiplicando en las universidades brasileñas. A esas experiencias las llamamos incubadoras tecnológicas de cooperativas populares. Armamos equipos de formación y asesoramiento para los equipos de los emprendimientos. A medida que fue pasando el tiempo fuimos complejizando lo que estábamos haciendo. Empezamos a asesorar a los emprendimientos desde el punto de vista de la comercialización y de la constitución de fondos de financiamiento. De unos años para acá también nos involucramos con el tema del consumo responsable. Como consumidor me hice parte de una Asociación de Consumidores Responsables.
Hay que deconstruir lo que incorporamos a través del mercado, la publicidad, la academia…¿Cómo aprendemos a consumir?
A.C.-En estos momentos estamos en un grupo de estudios que es sobre la transición del consumo convencional al consumo responsable. Cómo es ese proceso. Lo que dispara la acción que va desde la toma de conciencia de lo que está pasando, el deseo de cambiar las maneras de consumo, el acto efectivo y la permanencia en el proceso. Por supuesto que la publicidad es un factor importante en este proceso y desde nuestra mirada no es posible enfrentar con nuestra estructura a la publicidad y a la propaganda de los oligopolios, las grandes cadenas de supermercado y demás. Así como estamos aprendiendo de qué manera un emprendimiento productivo logra mantenerse vivo en el mercado oligopólico, tenemos que aprender cómo los consumidores se desplazan de una posición convencional hacia una responsable. La gran mayoría de los militantes que participan de los procesos políticos de contestación, sean feministas, ambientalistas, indigenistas o sindicalistas, todos los días van al supermercado y compran Coca Cola.
¿Cuáles son algunas experiencias concretas de Brasil?
A.C.-En general son experiencias de lo que es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, conocida como FAO. Son circuitos cortos de comercialización, relacionados con las ferias de productores locales. Hay experiencias de circuitos locales de comercio justo que involucran no solamente a productores rurales sino también a productores urbanos de organizaciones de productores de distintas ramas de producción que se reúnen para organizarse, y de consumidores que no son productores pero que están dispuestos a poner su plata en la economía solidaria. Cuando se logra organizar el consumo, en Brasil lo llamamos Grupo de Consumo Responsable. Son pocas experiencias aún pero vienen multiplicándose y son muy interesantes porque ponen de manifiesto esta posibilidad de poner en relación a productores y consumidores, con una preferencia especial por la agroecología y por la economía solidaria local y de otras partes. Queremos llevar aceite de oliva y vino orgánico producidos por la economía solidaria argentina porque en Brasil no hay. Las cosas que no hay en nuestra región las compramos en otros países que las producen mediante la economía solidaria.
¿Qué lectura hacés del momento político y social que está pasando Brasil?
A.C.-Después de la crisis de 2008, hubo una profundización de la crisis y las políticas económicas anticíclicas que desde un punto de vista neoliberal intentaban contrarrestar el proceso de crisis se fueron agotando. En 2014 se agotaron definitivamente. En estos momentos la pregunta es quién paga la cuenta de la crisis. El gobierno del PT, que se había construido en su mayor parte en un tiempo donde no había crisis, tenía que elegir de qué lado del muro iba a estar. El gobierno del PT era un gobierno de concertación, había gente de la izquierda socialista y gente del gran capital. Era un gobierno con un compromiso democrático y de crecimiento económico, con distribución de los ingresos. Cuando la economía capitalista está en una ola de expansión la cosa es más o menos tranquila pero cuando viene la crisis todo se complica. Lo que hizo el gran capital fue derrumbar un gobierno sobre el cual no tenía confianza de que tomaría las medidas necesarias para que las ganancias y los ingresos del gran capital fueran preservados. Por esto derrumbó al gobierno de Dilma. El gran capital necesitaba que esa política de concertación fuera sustituida por una política claramente antipopular de preservación de las ganancias. Eso es lo que está rigiendo ahora.
Es necesario detener a Lula para que no pueda ser candidato a la presidencia. Es sencillo. Hubo un gran acuerdo de las élites donde están la mayoría de los diputados que fueron elegidos en la alianza que había conformado el PT. Quienes derrumbaron el gobierno del PT fueron sus aliados, o sea, la derecha que estaba en el gobierno de concertación. Ahora esa derecha necesita que Lula no sea candidato porque si es candidato gana las elecciones.
¿Cómo ves a la resistencia popular?
A.C.-No es una cuestión de justicia. No es un juicio jurídico, es un juicio político. Yo no me acerco a discutir si jurídicamente está bien o está mal porque ese no es el tema. El hecho es que a lo largo de los doce, catorce años del gobierno del PT las fuerzas sociales fueron desmovilizadas porque el gobierno de concertación exigía que los sectores populares estuvieran tranquilos, colaborando con el orden. Los sectores populares lo hicieron porque la política económica permitía que los pobres pudieran mejorar su vida. En este momento retomar una política de redistribución de ingreso tendría que ser efectiva, o sea, los más ricos tendrían que perder ingresos en favor de los más pobres. En este momento el PT clama para que la gente salga a la calle y defienda a Lula.
En mi opinión hay que defender a Lula, no hay ninguna evidencia o prueba de que Lula haya recibido coimas. Hubo gente que las recibió y es evidente, hubo corruptos y están siendo atrapados, pero es selectivo porque los corruptos de la derecha no están siendo atrapados. Los empresarios que participaron del proceso de corrupción son atrapados y enseguida están sueltos y vuelven a sus puestos en las empresas. Desde el punto de vista jurídico es un circo. Es algo brutal. Todo se explica desde el punto de vista de la correlación política de las distintas fuerzas sociales que juegan para un lado o para el otro. Esperar que la justicia sea justa es desconocer lo que es nuestra sociedad.
Se pasa de las dictaduras de décadas pasadas a los golpes blandos. El fenómeno es regional…
A.C.-Ahora estará la VIII Cumbre de las Américas con los jefes de Estado. El tema es cómo combatir a la corrupción para garantizar la vuelta del crecimiento económico. Es surreal.
Lo que se propone en el Pre-Foro Social Mundial es construir caminos hacia el Buen Vivir…
A.C.-Estamos discutiendo una salida de larguísimo plazo. No es una salida para el año que viene ni de acá a diez años. Si alguien me pregunta cómo se puede resistir a lo que está pasando en Brasil, bueno, Brasil tiene 200 millones de habitantes, con 100 millones en la calle se podría resistir. Si no podemos hacer eso seguiremos siendo como somos, o construimos la manera de tener 100 millones de personas en la calle. Eso nos permitirá confrontar las fuerzas de violencia y desplazar esas fuerzas hacia la posición del pueblo. Combatir a un avión o a un tanque de guerra no es posible. Lo que ha pasado en Vietnam o en Cuba no va a pasar otra vez porque nosotros no somos los únicos en aprender las cosas, la derecha lo aprende mucho más rápidamente. Lo que es una revolución es una amplísima movilización que pone a miles y millones en las calles. Eso se impone como una ola que es irresistible. Lo que estamos tratando de hacer aquí es decir ´miren, así como la clase trabajadora supo aprender a hacer política 150 años atrás, tenemos que aprender a hacer economía de manera autónoma´.