El Feriante es un documental transmedia que propone repensar cómo se atraviesa el encierro en las cárceles de Rosario. El poder de lo colectivo y del encuentro como estrategias clave para transformar la lógica carcelaria.
Por Vanina Cánepa / Fotos: El Feriante
¿Cómo viven las personas que están en la ćarcel? ¿Y las que salen? Cuando se dice que alguien está detenido ¿qué cosa significa eso? Detenido es estar quieto como una estatua, inmóvil, suspendido en el tiempo que dura la condena. Habituarse a ciertas expresiones, es también naturalizar ciertas formas de estar en un lugar. Los presos están privados de su libertad perao se puede estar preso y estar también en movimiento.
Esa es la esencia de El Feriante, una historia de lo posible, el documental transmedia que invita a repensar cómo las personas atraviesan el encierro y cómo esas circunstancias inciden en el futuro, cuando el sujeto que cumplió la condena recupera la libertad.
La producción, realizada por la Facultad Libre y el colectivo político de talleristas La Bemba del Sur, es un relato luminoso que desafía el rumbo sombrío al que parece estar destinada la mayoría de las personas que salen de la cárcel. El proyecto tuvo su estreno formal el miércoles 25 de octubre en Distrito 7 (Ovidio Lagos 790) y hasta allí se trasladaron algunos presos de distintas unidades penitenciarias que participaron del documental.
En cinco capítulos de 10 minutos, la serie documental -que es el soporte madre- cuenta la vida de Ángel Abregó, un hombre que al salir de la prisión, se abre camino en la vida llevando al circuito de ferias de la ciudad los objetos que se producen en las cárceles rosarinas. La figura del feriante aparece como un puente que conecta el adentro y el afuera del penal y en ese devenir entre la institución penitenciaria y el espacio público se vuelven visibles las historias colectivas. Encuentros que nacen en los talleres culturales de la cárcel y que intentan alterar el desasosiego de la prisión y construir lazos solidarios aún en el encierro. A la manera de un espejo, Ángel representa una esperanza para los presos que aún cumplen condena, la certeza de que cuando se construyen vínculos sólidos con otros es posible diseñar un futuro distinto.
La producción se detiene en el trabajo que se hace en los distintos talleres, procesos de creación que son la materia prima para el resto de los soportes que conforman este proyecto transmedia. La serie desborda sus límites y explota en nuevos formatos. Quizás ese sea el gran hallazgo de la propuesta, la posibilidad de ver, por ejemplo, cómo los presos componen canciones junto al rapero Leitoh MC y mientras se observa ese proceso, hacer un paréntesis, bucear en el sitio web y escuchar cómo quedó finalmente el disco terminado “Silencios desatados”. Lo mismo sucede con el resto de las piezas que integran la iniciativa: La revista Conexiones, la serie de postales gráficas interactivas, los micros de radio y el libro “A pesar del encierro”.
Patricio Irisarri es Licenciado en Periodismo y uno de los coordinadores del proyecto. Desde la Facultad Libre aportó su experiencia y el conocimiento en el formato transmedia, que tiene como premisa básica la particularidad de narrar utilizando una variedad de medios. “La narrativa transmedia pero principalmente el documental abocado a este tipo de proyectos que están por fuera del canon mediático, por fuera de las industrias del mercado, aplicado con cierto rigor, metodología y calidad técnica, logran un empoderamiento colectivo, en el sentido que uno ata lazos que están ahí difusos, un poco invisibles y los pone de manifiesto en un mismo tiempo, en un mismo espacio y bajo la lógica ésta de contar con muchos medios y con la presencia de las redes sociales como un espacio de interacción y expansión de todos estos contenidos”.
Después del estreno del miércoles, todas las producciones quedarán alojadas en el WebDoc de El Feriante, el sitio que integra todas los soportes y actúa como mapa para navegar las piezas narrativas.
Construir desde lo derruido
Patricio Irisarri cuenta que el proyecto El Feriante se desarrolló el año pasado luego de que la iniciativa resultara ganadora en la categoría Transmedia de la convocatoria Espacio Santafesino, un programa del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe dedicado a fomentar las industrias culturales en la provincia. Sin embargo, dice que el origen de la idea hay que rastrearlas varios años antes, cuando La Bemba del Sur y la Facultad Libre empezaron a desarrollar actividades para pensar críticamente el encierro y “todo lo que rodea al ámbito carcelario en el sentido de pensar qué hay antes, qué hay durante y qué hay después del sujeto que pasa por una unidad penitenciaria”.
Desde el equipo de El Feriante señalan que en nuestra ciudad, el grueso de la población carcelaria está compuesta por jóvenes de barrios pobres que en la mayoría de los casos no terminaron la escuela primaria y para quienes en muchas oportunidades el sistema penal y el encierro es la primera aparición que hace el Estado en sus vidas.
Para Mauricio Manchado, Comunicador Social, tallerista de la Bemba del Sur y coordinador del documental transmedia, quienes están en la cárcel “al fin de cuentas con sujetos seleccionados por un sistema penal, que ya fue generando en estos pibes una multiplicidad de vulneraciones de derechos antes del encierro, que el encierro los consolida y los refuerza y que se acentúa más afuera, cuando salen y no tienen ningún tipo de asistencia” por parte del Estado.
La Bemba del Sur se reconoce como un colectivo crítico de la institución carcelaria y de las condiciones en las que viven los presos, que en rigor, son personas que sólo están privadas de su libertad ambulatoria y que deberían, aún en el encierro, tener garantizados todo el resto de sus derechos. Desde esa mirada política entienden que la prisión dista mucho de ese modelo y en cambio, se constituye como un espacio violento, de restricciones, donde hay enfrentamientos y una lógica individual y de permanente competencia con el otro en el intento por sobrevivir entre los muros. En ese escenario interviene La Bemba del Sur, intentando construir desde lo que está roto. “Desde lo derruido tratamos de hacer. A pesar de todas estas condiciones adversas, buscamos qué cosas se pueden interpelar de ese tránsito por el encierro que nos permitan configuran otras trayectorias vitales posibles, que eviten que otra vez el sistema penal, que actúa sobre determinados sujetos, vuelva a recaer sobre esos sujetos para volver a enviarlos a la misma institución”, dice Mauricio Manchado.
En ese contexto, la historia de Angel que cuenta El Feriante, se convierte en una gema que sólo puede aparecer como posible en el marco de un proyecto colectivo que apuesta a la construcción de nuevos vínculos y formas de relacionarse con los otros. “Lo que acá tratamos de construir es que cuando se instala una lógica más de lo colectivo, de pensar a un otro no como un enemigo sino como una suerte de compañero, de par, de alguien con el que podés articular otras trayectorias, surgen este tipo de historias tanto dentro de los talleres culturales de la cárcel como fuera, cuando por ejemplo Ángel se sigue vinculando con los presos al involucrarse en el proyecto de las ferias culturales. Hay continuidades entre el afuera y el adentro”, resume Mauricio.
El poder del encuentro
El documental transmedia es la historia de todos esos encuentros. Encuentros entre los presos en los espacios culturales, en los pabellones de culto, encuentros entre los presos y Ángel, entre Ángel y los feriantes, entre Ángel y otros ex detenidos que también participan de proyectos colectivos que apuestan a “ampliar la cancha” para poder hacerle una gambeta al destino errante. “Somos personas como todos” dice Ángel en la serie web: “tenemos sentimientos y podemos cambiar, sólo nos falta que nos den una mano y que haya confianza en la persona”.
María Chiponi, Comunicadora Social, integrante de la Bemba del Sur y coordinadora del proyecto transmedia ubica justo ahí el aporte que hace El Feriante. “Los talleristas no venimos a darle a los presos algo que ellos no tienen. No se trata de darle algo a un sujeto que está vacío. Nosotros ubicamos a lo sujetos en un lugar de potencia. Hay como una paradoja ahí, porque en una institución que imposibilita todo el tiempo, también hay posibilidades y lo que nos permite eso es pensar personas con posibilidades creativas, con posibilidades colectivas, con posibilidades de entramarse con otros y pensarse en esas trayectorias vitales”.
María Chiponi dice que trabajar en la prisión “te desafía todo el tiempo a pensar un mundo más justo y con menos desigualdad”. Ella habla de las pequeñas conquistas, de esas disputas micropolíticas que se van dando en el territorio de la cárcel y que incluyen diálogos de negociación con el Servicio Penitenciario para romper de a poco con la tristeza y la desazón que plantea la lógica carcelaria. Son pequeños grandes triunfos: los talleres, los festivales de fin de año con banderines de colores, la instancia en que los presos pueden mirar una producción audiovisual de la que participan, mirarse y reírse al reconocerse. Son sutilezas, muchas veces imperceptibles, que sin embargo posibilitan la construcción de otras subjetividades en ese espacio gris.“Somos tejedores de lazos, nuestra práctica tiene que ver con eso”, concluye María.