El cuerpo habla: con toda su piel entintada gritando lo que el feminismo potencia como lucha y política. Una poética de la resistencia que crece y se enriquece en cada Encuentro Nacional de Mujeres. ¿Qué decimos? ¿Qué gritamos?. Qué palabras son las que elegimos para describir lo que durante tres días nos moviliza, nos encuentra y nos hermana. La revolución será feminista, o no será.
Por María Cruz Ciarniello
[dropcap]L[/dropcap]as fuccias pelucas de la Socorristas en red. La plaza llena de vida. Ferias, puestos de comidas con largas colas para conseguir la torta asada rellena, el pancho o la hamburguesa vegana. Libros, pines, remeras. Toda, absolutamente toda la economía autogestiva feminista se planta en las plazas en cada Encuentro Nacional de Mujeres. La de Resistencia no fue la excepción, como tampoco fue la de Rosario. Minutos antes de la gran marcha, ya se palpita la previa. La piel pintada, las consignas que nos identifican. Esa poética de la resistencia feminista que no para de crecer y multiplicar frases que además son cuerpo.
En las calles hay marchas. Lo hubo el día sábado cuando travestis y trans se dirigieron hasta la Municipalidad para reclamar la implementación del cupo laboral. “Señor, señora, no sea indiferente. Se mata a las travestis en la cara de la gente”, se canta. Y se siente. “Repudiamos que el Intendente todavía no reglamentó la ordenanza del cupo laboral trans y hay compañeras que todavía están esperando el acceso a un trabajo real. Es nuestro derecho y tenemos que hacerlo valer. Hace un año y un mes que no la reglamentan. En Chaco, lamentablemente no tenemos apoyo de ningún tipo para la diversidad sexual. No existe una dirección a nivel provincial donde una pueda ir con los reclamos de toda la provincia. Y lo mismo pasa con el artículo 11 de la ley de identidad de género. Chaco directamente ni adhiere. Hay muchas compañeras que se están muriendo por las siliconas líquidas que se están pudriendo en nuestras pieles”, dice Dalex Galloso, presidenta del Consejo Consultivo de la Diversidad Sexual de Chaco.
El taller de las trabajadoras sexuales desborda en grupos. “Nuestro principal proxeneta es la policía” dicen las putas feministas. Orgullosas de serlo, de esa lucha que vienen dando para que se reglamente el trabajo sexual. Y dan la batalla en cada Encuentro, desde el año pasado.
Uno de los talleres nuevo fue el de activismo gordx. También la rompió, dicen. Es que las problemáticas que nos atraviesan cotidianamente no paran de multiplicarse, y la necesidad de debatirlas, de encontrarnos en esa mirada que también es la propia, se hace latente en cada nuevo Encuentro de Mujeres.
Por primera vez, en este 32 Encuentro Nacional, la Marcha de las Tortas se incluyó en la grilla oficial. Y fue un desborde de fiesta que culminó en la plaza Belgrano. De plaza en Plaza. De escuela a escuela. La autogestión feminista todo lo puede. El protocolo de autocuidados, los mensajes de wasthapp, los bidones de agua para paliar el calor. Las viandas, el abrazo, la mirada cómplice. El feminismo te cambia eso: la forma de ver y entender un mundo tan profundamente patriarcal.
¿Qué palabra resume lo que se vive en estos tres días de octubre, cada año? Son muchas, tantas como las 70 mil mujeres que participan.
Felicidad. Furia. Confianza. Tranquilidad. Sororidad.
Por primera vez, mujeres de la Corriente Clasista y Combativa viajaron desde Rosario. Para Gladys fue una experiencia increíble. Valentina tiene solo 16 años. “Es mi primer encuentro y estoy muy feliz”, dice y la sonrisa la delata. “Salís de acá con mucha más información de la que tenías. Es muy importante la confianza que siente una en su cuerpo, y lo tranquila que te sentís. Te sentís vos en tu máximo esplendor. Siempre quise venir pero no encontraba con quién, y este año vine con Mumalá. Estuve en el taller estrategias para abortar y estuvo muy bueno”. También se sumó al de Educación Sexual Integral para ver cómo articular la lucha docente con la estudiantil. Valentina está feliz y se le nota.
Lucha y emoción son las palabras que elige Yamila de 29 años. Es la tercera vez que participa y siempre se suma a las intervenciones en la plaza. Junto a sus compañeras colocan sábanas y telas para que las mujeres dejen alguna frase referida a las fantasías, a los sueños, a los miedos que el feminismo nos quitó. “Para que saquemos los trapitos al sol”, dice. “Las culpas a la iglesia”. “Reir sin miedos”, “Cogerme a un amigo del trabajo sin culpa”, se lee y se disfruta.
“Es un encuentro entre nosotras, entre nuestra heterogeneidad. Es la tercera vez que vengo y cada vez me vengo más enamorada del feminismo y de nosotras. Sororidad es la palabra que lo define”, dice Juliana de La Plata. “El encuentro para mí es la energía y lo zarpado de estar rodeada de un montón de mujeres con un montón de ganas iguales a las tuyas, y sentirte acompañada”. Energía feminista. Esa es la palabra que elige Celina para describir los encuentros de mujeres. Resistencia es la que Martina piensa y suelta. “Hay que cuidar los encuentros, fortalecerlos”. Para Florencia, los encuentros se resumen en una frase contundente: solidaridad entre mujeres. Por eso hay que cuidarlos, por eso hay que luchar cada año para hacerlos posible.
“Igualdad, autonomía, libertad”. “Vengo hacerme transfusiones de juventud para seguir luchando por nuestros derechos. Acá se trabaja por la educación, porque la sexualidad deje de ser tabú. Acá se lucha por el aborto, por la educación, por igual salario. Es un semillero y es sumamente emocionante”, dice otra de las mujeres, de las miles que cruzamos en la plaza.
En uno de los tantos rincones, se encuentran las feministas del Abya Yala. Por allí pasan las voces latinoamericanas de la lucha feminista popular y comunitaria. Por ahí se escuchan las denuncias de los Estados que violentan, que asesinan, que son cómplices del saqueo y del despojo de las tierras. Ahí se amplifica lo que significa la gran matria latinoamericana. Este año, y coordinado por la feminista popular Claudia Korol, en el Encuentro Nacional de Mujeres comenzó el Tribunal Etico Popular feminista para juzgar a la justicia machista. Un Tribunal que continuará en el encuentro feminista que se organiza en Montevideo y el 2 de marzo, cuando se cumplan dos años del asesinato de la activista Berta Cáceres.
Miriam Duranda estuvo presente en la mesa feminista del Abya Yala. Ella es hondureña, es activista, y dice: “Tenemos que empezar a cuestionar ese modelo de desarrollo que nos han impuesto. Hay un reto grande de humanizarnos. Vengo de una zona que en el 2010 se convirtió en el país donde del 70 % del narcotráfico que llegó al norte pasó por Honduras. Eso cambia la vida, la cultura, el pueblo. Mi comunidad está en la costa atlántica. Nos hemos tenido que involucrar en la defensa de la vida, de la paz. De cómo podemos vivir en armonía cuando estamos enfrentando el crimen organizado. Secuestran niños, crean economías ficticias y crean muerte, en nombre de una industria que al norte no le interesa desaparecer. Y militarizan y violentan los derechos humanos de las comunidades en nombre de la guerra contra el narcotráfico”. Miriam habla de un problema global. Miriam habla de lo que pasa en su país pero es también lo que nos pasa en muchos otros países. Miriam habla de una lucha que no es ajena, que es colectiva. “Nosotras estamos ejerciendo soberanía en un territorio recuperado de las manos del crimen organizado que se llama Vallecito. ¿Y que nos ayudó? Nuestra identidad cultural, nuestros tambores. Las mujeres tenemos mucho poder, y ese poder es la capacidad de transmitir nuestras formas de lucha, lo que somos. Tenemos que cuestionar también ese sistema democrático que nos obliga únicamente a ejercer el voto. Tenemos que empezar a cuestionar qué significa vivir en un supuesto modelo de desarrollo cuando hoy, por ejemplo, acaban en un mensaje muy claro, Milagro Sala fue secuestrada prácticamente de su casa para ser llevada a la cárcel. Tenemos que acuerparnos. Acuerpar nuestras luchas. Lo que tú sientes, yo lo siento, y significa que acuerpar las luchas es estar siempre, hoy, mañana y siempre, en las resistencias para construir un mundo mejor”.
Berta vive, dice Claudia Korol. Y mientras lo dice, presenta a una de las compañeras del movimiento de mujeres de Kurdistan. “Para nosotras la autodefensa es organizarse”, señalan con la fuerza y la potencia de una revolución feminista indescriptible como la que llevan adelante las mujeres kurdas.
De Paraguay, mujeres de Conamuri denuncian lo que también nos ocurre acá en Argentina: el devastador efecto de los agrotóxicos. Las realidades se parecen tanto que duelen. Y ahí están las mujeres, denunciando el modelo. “Nuestra compañera Petrona Villasboa envió a su hijo a la despensa a comprar carne, y en ese momento se estaban haciendo fumigaciones de soja transgénica. Silvino fue envenenado, y el mismo tractorista que hizo la fumigación subió al niño al tractor y lo acercó hasta la casa con la carne que también fue fumigada en ese momento y la compañera Petrona cocinó con esa carne, toda la familia consumió esa carne fumigada”. Silvino Talavera tenía 11 años y murió como consecuencia de la ingesta de carne envenenada. Lo mismo ocurrió en Corrientes, cuando Nicolás Arévalo falleció luego de estar expuesto a un peligroso agrotóxico con que el que rociaban la tomatera lindera a su casa. “Este caso lo tomamos en Conamuri y es el único caso que después de muchos años de luchar se pudo ganar, el único que judicialmente se pudo probar que fue envenenado por agrotóxicos”.
“Estamos luchando por la tierra y somos perseguidas por el gobierno en complicidad con fiscales, jueces y los supuestos dueños de la tierra. Pasamos 4 desalojos violentos, mujeres sufrieron golpes. Atacaron la escuela, tiraron gases lacrimógenos, balines de goma y realmente es triste tener que compartir esas cosas. Pero hay que denunciar al gobierno tan corrupto de Horacio Carter”, dice una de las mujeres de la Federación Campesina de Paraguay.
Muchas de las voces dieron testimonio de lo que significa la violencia machista. De las desapariciones de mujeres como Maira Benitez en Chaco. De los femicidios como el de Mariel Fernandez, asesinada por su pareja en Resistencia. Uno de los casos que se presentó es el de Victoria Aguirre, detenida desde hace dos años y 9 meses en un penal de Posadas. Tuvo un juicio machista y patriarcal. “Estamos exigiendo su excarcelación”. Está acusada de haber asesinado a su hija Selene aunque no exista ni una sola prueba que la incrimine. Por el contrario, lo que denuncia Victoria es la violencia machista, el maltrato y los abusos que su ex pareja, Rolando Lovera ejercía contra ella y su pequeña hija. Pero Victoria está presa, lleva más de dos años detenida y lo que engrosa el expediente son las pruebas que dan cuenta del contexto de violencia patriarcal al que estaba sometida. El juicio fue suspendido ya que el Tribunal fue rechazado por su parcialidad. Lo que se reclama es su liberación. Ese es el grito que también se escuchó en este 32 Encuentro Nacional. Y no fue el único.
“Esta fue la apertura de un juicio a la justicia patriarcal. Esperamos ir incrementando los lugares donde se hagan las audiencias y culminar del 2 al 8 de marzo, con audiencias simultáneas en Centroamérica, en Honduras, cuando se cumplan 2 años del crimen de Berta Cáceres, el 8 de marzo, a un año del crimen de las niñas de Guatemala. Presentamos casos bien concretos, y queremos abrirlo a distintos territorios, y producir una especie de documento final que pueda ser entregado a los medios de comunicación y también a instancias del poder judicial para que puedan analizarlo. Hay una mirada del poder judicial que entendemos que está legitimando la violencia patriarcal”, explica la activista feminista Claudia Korol.
Esas voces que denuncian se entremezclan con otras que dan cuenta de todo lo que produce el movimiento feminista. De la creatividad, del arte. Eso se vió en la plaza 25 de mayo de Resistencia, capital de Chaco. Se vió también en la potencia de la marcha donde columnas que ocuparon casi 40 cuadras caminaron otras tantas más. Con cantos, con las pieles y las banderas llenas de consignas que hablan de todo lo que el feminismo escribe en las calles y en las luchas.
Una de las remeras decía claramente: “La revolución será feminista”. No hay forma que no lo sea cuando es el feminismo el único movimiento capaz de colmar con más de 70 mil mujeres una movilización totalmente autoconvocada y autogestiva. No puede ser de otra manera después de ver cómo se organizan los Encuentros Nacionales cada año. No es posible pensar una revolución antipatriarcal y anticapitalista sino es con el movimiento en toda su diversidad, con todos sus colores, con toda su furia avanzando en las calles.
No tenemos miedo, decimos hasta el hartazgo. Y aunque muchas veces lo tengamos, sabemos que juntas, hermanadas, ese miedo deja de existir. Se transforma en poder feminista, en pura sororidad. Cada Encuentro de Mujeres reafirma el camino: es por acá, la lucha feminista, la manada no se detiene aunque pretendan atacarnos y amedrentarnos. Si no hay revolución feminista, entonces que no haya nada.