Desde el 11 de abril al 5 de mayo, la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera) instaló frente al Congreso de la Nación la Escuela Pública Itinerante, reclamando al Gobierno Nacional simplemente el cumplimiento de la Ley. Ahora, el espacio itinerante recorre distintos puntos del país, en una crónica de lucha que se escribe con tiza, pinturitas y pasión. Una pasión que cumple con los postulados que supo delinear el pedagogo de la Patria Grande, Paulo Freyre, cuando advertía: «el compromiso sería una palabra hueca, una abstracción, si no involucra la decisión lúcida y profunda de quien lo asume. Si no se diera en el marco de lo concreto».
Por Jorge Cadús / Foto: Ctera
[dropcap]E[/dropcap]scuelas, chicos, docentes, artistas, académicos, pedagogía, poetas, artistas plásticos, músicos, organizaciones de derechos humanos y sociales, brindaron su apoyo y solidaridad a los maestros de todo el país que sostienen el reclamo en la Escuela Pública Itinerante de Ctera, levantada para reclamar al Gobierno Nacional el cumplimiento de la Ley de Financiamiento Educativo y la convocatoria a la Paritaria Nacional Docente.
Una feroz e inédita represión intentó impedir la instalación de la Escuela frente al Congreso. El repudio de la sociedad fue unánime, y dos días después, la escuela se levantó en el mismo espacio que a lo largo de tres años -desde 1997 hasta 1999- ocupó la mítica Carpa Blanca Docente.
Allí, un cartel en el corazón del aula principal explica: «Con nuestras voces y nuestros corazones defendemos la educación pública como ayer, hoy y siempre». Un pizarrón escrito con tiza recorre las actividades: charlas abiertas, encuentros musicales, lectura de cuentos, talleres de teatro o danzas folclóricas, debates públicos…
Las muestras de apoyo se multiplican en la matemática de la solidaridad: pasaron por la Escuela pública Itinerante las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, los ex soldados combatientes en Malvinas, los Curas de Opción por los Pobres, la Internacional de la Educación; y las escuelas, llegadas desde todos los puntos de la geografía bonaerense.
Escuela abierta
El gremio docente santafesino, Amsafe, sostiene también su presencia en la Escuela Pública Itinerante: por allí han pasado varias decenas de maestros en representación de todo el territorio provincial. Son miles los trabajadores que colaboran en sostener el compromiso con la Escuela Pública y además participan de ese espacio de construcción y debate que desarrolla actividades educativas, pedagógicas, culturales, académicas, con el compromiso y la convicción de defender la educación pública y los derechos de los trabajadores de la educación.
Uno de esos maestros itinerantes que participaron a lo largo de una semana de la vida en la Escuela es Rogelio Retamozo, que señala: «más allá de las actividades diarias en relación a la cultura, a encuentros artísticos, charlas y talleres, es un lugar donde se desarrollan actividades de enseñanza y aprendizaje, porque es una escuela. No deja de ser una escuela».
«Ha pasado muchísima gente, y lo importante es que se acercan a preguntar específicamente cuál es el conflicto. Desde los medios se intentó instalar la idea de una discusión netamente salarial, y si bien esa es una parte del conflicto nuestro reclamo es mucho más profundo. Pedimos que el gobierno respete la ley y convoque a una paritaria nacional, donde se discuta no solamente el piso salarial sino cada partida de dinero necesaria para infraestructura, equipamiento, financiamiento, planes educativos como el Plan Fines o el Conectar Igualdad. Para que tengas una idea, durante el año 2016 se sub-ejecutó ese presupuesto, y se recortó sobre la educación. Hay una Ley Nacional sancionada en el año 2006, y hoy nos dicen que con el gobierno nacional no hay nada que discutir», sintetiza Retamozo.
Por su parte Guillermo Monsalve, maestro de la Escuela 514 Madres de Plaza 25 de Mayo, de Rosario, sostiene que «la Escuela Itinerante es una experiencia de ésas únicas que uno vive. Muchos de los compañeros con los que estuvimos allí habían ayunado en la Carpa Blanca en la década del 90, y hoy esta experiencia que realmente no esperábamos, porque en los últimos años la escuela pública había crecido, los estudiantes argentinos sumaron experiencias, y no esperábamos tener que volver a estar en la Plaza, otra vez reclamando que se cumpla la Ley que habla de financiamiento educativo y la ley que exige paritarias».
«Nuestro ámbito de discusión es la paritaria nacional docente. El 2 de enero de este año el gobierno nacional dijo que no iba a dialogar con los docentes, que lo iban a hacer las provincias, renunciando a una función indelegable que es ocuparse de la educación. Quieren un Ministerio de educación sin escuelas, bueno: lo tienen. Nosotros vamos a resistir en nuestra Escuela Itinerante», puntualiza Monsalve.
La secretaria general de Amsafe Constitución, Susana Ludmer, también participó de la Escuela Itinerante. Para la referente gremial del sur santafesino, «queremos hacer visible el conflicto docente. Y creo que lo logramos. Estamos hablando de un incumplimiento de la Ley, y una campaña de estigmatización hacia los docentes y los sindicatos. Pero estamos acá y sentimos y vivimos el apoyo, eso muestra que hay un lazo muy fuerte entre la escuela pública y la población que no pudo cortar esa campaña mediática».
Postales de tiza
Hay historias que se le cuelgan a uno en los hombros, en los párpados, en la memoria profunda del corazón. Y hacen allí su espacio de cobijo. Miradas, algún verso simple, una caricia, un gesto.
Cada maestro que participa allí, en la Escuela Pública Itinerante, se lleva postales vivas de un tiempo duro de luchas, de resistencias, pero también de esperanzas encendidas.
Rogelio Retamozo las sintetiza con una historia, «que nos impactó a todos. Cuando se instala la Escuela Itinerante, viene un muchacho con su mujer, en situación de calle. En Capital hay muchísima gente en situación de calle. Este muchacho se acercó a la Escuela y dice que quiere aprender a leer. Nos dice: ‘quiero aprender a leer y a escribir’. Automáticamente se hizo cargo una maestra, los compañeros buscaron los elementos, un cuaderno, unos lápices, una goma, unas pinturitas. Y ahí, es increíble, ya van diez clases que está viniendo y se está alfabetizando. Eso es muy fuerte, porque marca que no hay una edad para aprender, siempre tenemos la oportunidad. Y por otro lado, ver muchos compañeros jovencitos que vienen de su lugar de trabajo y van a la Escuela Itinerante, y eso te da mucha fuerza para pensar la defensa de la escuela».
Para Monsalve, «hay muchas fotos, muchas historias. Todos los días hay gente llegando, abrazándote, pidiendo que no aflojes. En definitiva fuimos en representación de miles de compañeros que en todo el país piden eso: no aflojen. Pasa la gente y te pide eso, pasan autos y colectivos y te saludan… Es un abrazo fuerte del pueblo argentino en ese lugar, en la Escuela Itinerante. Si bien a nosotros nos gusta estar en la escuela, con nuestros pibes, en nuestras aulas y en nuestros patios, la verdad es que estar en ese lugar nos hizo sentir que el pueblo argentino nos acompaña. Creo que la Escuela Itinerante fue un gran paso porque pudimos contar en forma directa, todos los días, a todos quienes se acercaban, que somos docentes, que estamos en esta escuela reclamando que se cumpla la ley, que quien no cumple la ley –más allá que quieran disfrazarlo- es el gobierno nacional».
En forma paralela, Susana Ludmer relata imágenes muy conmovedoras también: «Te puedo decir una muy fuerte. Estuvo de visita una escuela especial, el martes. El martes llovió mucho, hacía frío, y las maestras y los chicos llegaron en tren y en subte para visitar la escuelita. Y esos chicos con mucha claridad preguntaron sobre el conflicto, y uno de ellos nos dijo: ‘cómo puede ser que los presidentes no entiendan’. Una escuela que vino con un afiche de apoyo y nosotros pensamos, estos chicos, si no tuvieran la escuela pública que los recibió y abrazó… Y otra postal muy fuerte fue la visita de los excombatientes de Malvinas, que vinieron a homenajear a los maestros, y a reafirmar que seguimos la misma lucha por la memoria y por los derechos».
Son historias de guardapolvos, tizas y pinturitas que todos llevamos dentro.
La crónica larga de la Escuela Pública, donde late el viejo sueño colectivo, la utopía generadora de la que hablaba Paulo Freyre: «Tenemos derecho y deber de cambiar el mundo. Lo que no es posible es pensar en transformar el mundo, sin un sueño, sin utopía y sin proyecto. Los sueños son proyectos por los que se lucha, y toda concreción de sueños supone lucha. En realidad, la transformación del mundo a la que aspira el sueño, es un acto político de igualdad…»