Ana Prada, Itatí Schvartzman y Pata Kramer conjuran un espectáculo de poesía feminista y canciones yeguas. El arte, la música y hasta la ciencia puesta al servicio del sentir. De sentir todo lo más posible en tiempos hostiles. Contra el patriarcado, sus voces son trincheras y la poesía, un arma cargada de presente.
Por María Cruz Ciarniello / Foto: Gentileza de Amalia Di Santo
[dropcap]I[/dropcap]tatí tiene sus rulos dorados y con Ana comparten esa misma complicidad. Se conocieron hace muchos años atrás, en el Barrio Sur de Montevideo. Eran vecinas y se hicieron amigas, muy amigas, apenas se vieron. Mates, charlas, política, música, libros, arte, vinos y sororidad, sobretodo eso, sororidad. “Lo anecdótico solo vendría a confirmar lo intuitivo”, dice Ana. «Celebro bailando que mis rulos sean tan hermanos de tus rulos», escribe Itatí. Porque Itatí escribe. Escribe desde que tiene memoria. Ana canta, compone y su música, y su voz, es una maravillosa melodía de sentires. Itatí acaba de publicar su primer libro de poesía. Es feminista, es militante. Es poeta.
Ana, con tres discos editados, la prologó con sus palabras que fueron también las de Pata Kramer. Las dos cantan; las dos hacen que su música, junta y revuelta, explote desde las fibras más íntimas. Desde las fibras personales que, como sostiene el feminismo, son también políticas.
El Centro de las Juventudes de Rosario las cobija. La noche tiene vida aunque rotas estemos por dentro. Aunque el machismo explícito se empecine en quitarnos a una de nosotras cada día. Porque querernos vivas es también encontrarnos, aún en la intemperie.
Abrazarnos aunque todo sea abismo.
Algo especial burbujea en el aire. La bandera del Colectivo Ni Una Menos Rosario, del que Itatí forma parte, se acomoda en el escenario. Un sillón, una luz tenue y a un costado, dos enormes cantautoras uruguayas: Ana Prada y Pata Kramer.
En el otro rincón, Itatí Schvartzman y su poderoso libro “Ni Una Menos”: poemas escritos desde el cuerpo; el dolor, las vísceras. Escritura de sobrevivencia, de mujeres que habitan un mundo invivible y que pesar de ello, hacen poesía desde el amor antipatriarcal, hacen poesía desde la música que habla en la piel, hacen poesía para denunciar todo lo que está mal y atesorar todo aquello que está y nos hace bien.
“A Itatí la conocí en Uruguay, éramos vecinas, todos los días comíamos y cenábamos juntas, fue una etapa muy fuerte y muy linda para ambas. Y en esos verdaderos aquelarres se hablaba de todo, y eso nos unió muy rápido, yo sentía que la conocía desde antes”, cuenta Ana.
En esos aquelarres, Itatí, nacida en Concepción del Uruguay, y Ana de Paysandú; tejieron su hermandad. Tiempo después se encontrarían, las dos junto a Pata Kramer, en un espectáculo de música y poesía profundamente conmovedor, sobretodo cuando las mujeres soportamos un femicidio cada 18 horas; cuando el patriarcado nos mata y nos sepulta bajo tierra; o nos esconde en cañaverales, o nos arroja al costado de un camino rural, o nos asfixia en alcantarillas o bolsas de residuo. Sobretodo, cuando el feminismo que construimos cada día es la autodefensa más potente que tenemos para hacer frente a tanta crueldad contra nuestros cuerpos, contra nuestras vidas. Sobretodo porque sabemos que nosotras nos tenemos. Que a nosotras nos mueve el deseo, nos mueve el amor.
“Las tres armamos un espectáculo que pretendíamos que sea dinámico, ágil, y lo estrenamos en Concepción del Uruguay y estuvo buenísimo”, apunta Ana Prada. A su lado, Itatí suma sus palabras: “Pata puso una frase que a mí me encantó: que desde el arte mejore algo. Las tres somos mujeres fuertes, las tres damos nuestras luchas desde diferentes lugares, compartimos la preocupación del contexto. En Uruguay van 10 femicidios oficiales y es una barbaridad, Uruguay es un país muy chiquito. En Argentina, ayer estábamos llorando a Araceli y hoy hubo dos femicidios más. Algo tiene que cambiar. Las tres, cada una da muchas luchas, las chicas tienen una historia de mucha sensibilización social a través del arte en Uruguay, desde cada letra, cómo lo dicen, desde qué escenario lo dicen y para quién lo dicen, y yo milito desde que tengo memoria, y creo que nos faltaba poner otro grano de arena más que tenemos en el lomo, como todas las mujeres que andamos en esto. Yo escribo desde el feminismo, no me sale otra cosa. No sé hacer otra cosa que decir”.
No son momentos para quedarse en silencio. Con esta frase, Itatí define su poesía. Escribir para que no nos gane el miedo. Que la palabra sea también un arma cargada de presente. De este presente que tanto duele. Y la sonrisa se devela a través de su mirada. Itatí sonríe, sonríe porque lucha. Porque su vida, como la de tantas mujeres, está atravesada por dolores y amores, por cicatrices que hieren y por afectos que salvan. Su garganta es una bocanada de poéticas simples y filosas: necesarias para gritar al aire la hipocresía de un mundo profundamente desigual y heteropatriarcal. Para agitar una bandera imprescindible: no a la baja de edad de punibilidad para los pibes. Para escupirle al machismo todo lo que es. Para revelar las voces valientes:
Somos las que parimos con dolor y sangre y sudor
A cada vástago y sentimos arder nuestros pezones
Ante cada mordisco sediento de todas las crías
Y de todos los hombres que nos tomaron
Contra nuestra voluntad
Porque ellos no respetan
No hay rima sino una conjunción de palabras que, una tras otra, irrumpen, sacuden, interrogan e interpelan. La metáfora cargada de sentido. Impregnada de feminismo.
Ustedes los valientes sin miedo
Ustedes con quienes queremos
Un presente igualitario,
Ustedes con quienes soñamos albañilear el futuro,
Porque en ustedes aún creemos,
Ustedes que son como ellos
Son ustedes
Quienes con el femicidio nuestro de cada día
Son ustedes
Quienes están fracasando.
Pata Kramer, certera y precisa, apunta claro: “Para mí la batalla más grande que da el arte es la de permitirse sentir en un mundo donde sentir se vuelve cada vez más complejo. Es una especie de trinchera. Ita decía que todo su arte no puede dejar de ser feminista. Yo me encuentro con canciones mías que quizás no han sido pensadas desde ese punto de vista, pero cualquier cosa que se piense desde el amor, el sentir, termina siendo parte de lo mismo. Creo que la gran batalla es la de seguirse permitiendo que algo te conmueva y tratar de invitar a que el resto se conmueva, si puede, con lo difícil que es eso. A todas nos pasa que cotidianamente se nos abre una puertita en la que seria más fácil blindarse, y hay que animarse, a que me rompa pero que me atraviese”.
Ni Una Menos es el nombre del libro de Itatí Sharvtazman. Pero el espectáculo, con las canciones de Ana Prada y Pata Kramer, se potencia con otra palabra que el patriarcado utiliza como insulto, que el feminismo la transforma en trinchera. Yegua.
“Ana y yo cantamos juntas con una propuesta que eran canciones yeguas, que invitaba un poco a lo mismo que invita Itatí con su Ni Una Menos. Y nos pareció interesante pensar que cuantas más maneras de decir que vayan a un mismo ideal, mejor, que todas nuestras maneras y nuestros discursos en algún punto se toquen”, explica Kramer.
“Canciones Yeguas se entrelazan reivindicando la belleza”, anuncia el dossier que invita al espectáculo. Y sigue: “UNA mujer presenta su poemario, invitando a pensar, a asumir, que el silencio, la violencia y la hipocresía no pueden ganar la batalla contra la igualdad, la vida compartida y el respeto al amor y la diversidad. DOS mujeres suman sus canciones con ganas de ser trinchera.
Entienden que lo mejor que pueden hacer con ese pedazo del mundo hostil a las sensibilidades, es tratar de seguir sintiendo todo lo más posible.TRES mujeres se juntan, con la presentación de un libro como excusa. Desde distintas miradas. Desde lo complejo de transitar por este mundo. Desde la aún más compleja realidad de ser mujer.”
Sentir todo lo más posible. Sentir que la escritura puede ser todo eso que es y, además, una vital manera de apuntar contra el Estado cuando es el Estado el responsable de cada uno de los femicidios que se suceden día tras día. Cuando sabemos que a Araceli no la buscaron como tampoco buscaron a Nerea. De apuntarle al aparato judicial misógino cuando es también el responsable cada vez que desoye las denuncias de las mujeres y revictimiza su palabra; cuando sentencia sin perspectiva de género. Cuando absuelve “a cada imputado en cada caso de trata, en cada caso de violación, en cada caso de violencia de género, en cada caso de acoso sexual, en cada caso de acoso laboral, en cada caso de acoso policial.”
Serán ustedes entonces Señores Jueces
Quienes encabecen la cobarde lista de
Responsabilidades
En este cobarde país femicida
Cuando al fin se sepa mujer
La justicia
Escribe Itatí. Escribe desgarrada; escribe apasionada. Escribe con la boca llena de rabia. Escribe en guerra, en sueños. Escribe para reivindicar el amor libre. Le escribe a su hija, le escribe a las trans, a las travestis, a las putas. Le escribe a todas las mujeres de este mundo; le escribe al amor antipatriarcal. Le escribe a los varones. Le escribe a su abuela. Le escribe a cada una de las pibas que nos faltan porque la Trata las desapareció, porque los machos las asesinaron. Le escribe a la hipocresía de las personas indiferentes. A la complicidad patriarcal.
Itatí escribe con su sangre ardiente; le escribe a la memoria, al país sin justicia, al amor sin sexo. Itatí nos escribe; a todas cuando paramos el mundo, a todas cuando nos revelamos, a todas cuando decimos Ni Una Menos, Vivas Nos queremos.
Ana y Pata sacan el alma con sus canciones yeguas. Y sacuden también el corazón, las venas, la sangre, el llanto. Sacuden absolutamente todo, con la voz cargada de potencia, con el susurro de sus voces.
“Eran canciones irónicas, o que te hacían llorar, canciones que apelaban justamente a eso, a sacudir la modorra. Que en definitiva exista la diversión, la dispersión, pero también decir algo que te sacuda un poco las tripas, que te comueva desde algún lugar”, describe Ana Prada. “Es una manera de luchar”, agrega. Para Pata Kramer “la música y el arte en general, es como una excusa para juntarse. Y eso nunca puede estar mal”.
Itatí: “Todos los días, la justicia nos muestra que seguimos sin ser escuchadas, que la palabra de la mujer sigue sin valer nada. Entonces, me parece muy importante decir que somos tres mujeres que acá estamos y ponemos la palabra. Y si sirve mi pequeño poemilla o las canciones maravillosas de las chicas para que alguna mujer diga “eso es lo que a mi me pasa”, yo ya estoy satisfecha”.
Esa es la idea del éxito, resume Prada. El éxito es que una niña se acerque para agradecer la canción “Soy pecadora”, porque gracias a ella “yo le pude decir a mis padres que estaba enamorada de otra muchacha. Primero le puse la canción y después me animé, y gracias a eso fue todo más fácil”. “Ese es el éxito”.
El espectáculo está por comenzar y la charla previa de más de treinta minutos divaga también en la importancia de conservar y cuidar espacios. Itatí se ocupa de remarcar lo que representa el Galpón que desde hace ya muchos años, convoca a jóvenes de Rosario. Un lugar que se sostiene con el laburo constante de sus trabajadorxs y que, dice Itatí, “hay que cuidar porque también, en este contexto, podemos perderlo”. “El galpón es también una trinchera”.
«Trincheras que salvan. ¿Qué nos salva?”. El amor, el arte. Y también la ciencia. ¿Por qué la ciencia? Pata Kramer es química. Sí, química además de una de las mejores compositoras que tiene Uruguay. “La ciencia es amiga del error, una gran aprendiz del error. Continuamente todo es una hipótesis que puede comprobarse o llevarte a concluir que todo lo que pensabas estaba equivocado. Ha sido muy manoseado el concepto de ciencia, y hasta incluso, muchas veces está puesto como una mala palabra. Conceptualmente, las ganas de mejorar, de analizar, de poder visualizar qué de lo que creo no es correcto, todo eso es la ciencia. Y desde ese punto de vista, soy una convencida de que abre la cabeza a que todo lo que crees puede no ser así. Y que está bueno animarse a ponerse a prueba. Y desde ese punto de vista es maravillosa”.
La ciencia junto a la poesía: rompiendo moldes, estructuras, mitos, el “orden natural” que nunca es tal. La poesía y la ciencia subvirtiendo. Haciendo canciones, escribiendo poemas. Poemas feministas. Y entonces, se escucha la voz de Itatí: “Yo soy mujer en este contexto, y no sé si tengo futuro. Tengo presente y hago poesía, es un arma cargada de presente. A mí me importa mucho escribir fácil, cada día más, que me entienda cada gurisa joven del Galpón. Mi lucha es ser cada vez más simple, más presente”.
El espectáculo finaliza con muchas más mujeres sobre un escenario diciendo “Vivas Nos Queremos”. Que así nos queremos, cantando, alzando las voces, sosteniendo banderas, marchando, haciendo poesía.
Dice Ana Prada sobre el libro de Itatí: “Este libro, estas verdades, nos invitan a continuar, a generar pensamiento crítico, a incomodar, a mover la poltrona de los poderosos de siempre y a sacudir la naftalina de la hipocresía de esta falsa moral que sostenida por hombres y mujeres intenta dejar todo quietito”.
Y dice Itatí que decía su abuela Berta, la otrora débil ucraniana Basia: “ una terquedad a tiempo siempre huele a valentía. Y que a las mujeres se las quiere vivas. Tercas y vivas”.
1 comentario
Magnífico análisis de ese recital inolvidable de tres mujeres ÚNICAS. Felicitaciones a Itatí Schvartzman, Ana Prada y Pata Kramer. Y a la autora de esta crítica que refleja exactamente lo que pensamos las mujeres feministas.
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