Liberador, político, poderoso. Un Tetazo para denunciar las políticas opresoras y devastadoras contra la libertad de nuestros cuerpos. Un Tetazo para gritar por la libertad de Milagro Sala, contra el ajuste de Macri y por el Derecho a un Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Un Tetazo contra la hipocresía machista que alecciona, adoctrina, criminaliza y hegemoniza. Un Tetazo histórico contra la policía de los cuerpos.
Por María Cruz Ciarniello
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Día de tetazo histórico. Día de libertad y goce pleno. Lala Brillos agita desde el corazón del Monumento a la Bandera: . “Acá están nuestros cuerpos, nuestras voces y nuestras tetas también. Contra la policía de los cuerpos y contra la opresión del gobierno actual.”
Tetas libres. Tetas desparramadas por todo el país. Diversas, disidentes, políticas, particulares y tan iguales al mismo tiempo. Las tetas se transforman en armas. Todas juntas, ellas, dispuestas a dar la disputa por el sentido: es nuestro cuerpo, y sobre nuestro cuerpo solo nosotras decidimos.
Sí, armas que molestan cuando el capital no decide sobre ellas. Armas que intimidan cuando se resisten a ser promocionadas como objetos de un consumo machista. Armas que rompen estructuras, moldes, medidas, formas, edades. Tetas de sonrisas y goces. Eróticas, porque el erotismo también es nuestra arma.
Armas que denuncian a un gobierno misógino y represor. Armas que son nuestras tetas cuando, libres y despojadas, se rebelan a la norma. Al heteropatriarcado. Tetas desobedientes. Porque nuestras tetas son armas.
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El acto es político. Es carnalmente poético.
Es que la política se hace carne en el cuerpo; en los nuestros. Cuerpos mutilados, golpeados, oprimidos, violados, regulados; censurados, promocionados. Cuerpos precarizados, encarcelados, desaparecidos. Cuerpos deseantes que deciden aunque el patriarcado y todas sus instituciones opresoras, se arroguen el derecho a hacerlo. A decirnos cómo, cuándo, dónde.
Entonces cada movilización, cada marcha, cada acto donde cientos, miles de mujeres nos juntamos, es un acto de liberación. Así nos sentimos. Así caminamos por las calles. Así nos fortalecemos.
“Queremos aborto legal, seguro y gratuito” grita nuestra piel. “Tetas sí, Macri No”. “No somos un territorio de conquista”. “Libertad a Milagro Sala”. «Yuta transa y asesina». Consignas que son políticas porque ¿quién dijo que el tetazo no lo era? “Topless sí, topless no”, titulan los grandes medios masivos de comunicación. No se trata de eso. La antinomia vacía de sentido vende. Simplifica. Eso quieren pero no lo logran.
En una playa de Necochea, un obsceno operativo policial intentó intimidar y reprimir, con códigos contravencionales de la dictadura militar, a un grupo de mujeres que decidieron quitarse el corpiño. Eran tres mujeres contra más de 20 policías.
Lo intentaron, claro, pero no pudieron. El repudio se viralizó. Es que las mujeres ya no callamos; ya no nos silencian. El movimiento feminista sale a las calles porque sabe, porque entiende, que si tocan a una nos tocan a todas. Y así fue.
¿Querían prohibir tetas? Destaparon miles. De esas miles que el mercado no regula.
Y por primera vez en Rosario el epicentro del Tetazo fue en el Monumento a la Bandera, allí donde la estatua de Lola Mora le hace honor al cuerpo libre.
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La poesía de Rocío Muñoz Vergara, andaluza ella, es también un arma. Punza en nuestros pechos para levantarlos con más fuerza. Punza en la hipocresía de una sociedad patriarcal que se escandaliza por un par de tetas en libertad y mira hacia un costado cada vez que se archiva una denuncia por violencia machista.
Punza la poesía para metaforizar también nuestros cuerpos.
Y con esa arma-punzante-poética-feminista, gritar:
Destruir el lenguaje desde el lenguaje mismo. / Romperlo todo, deshacerlo todo. / Desmembrarse / volar a ras de tierra / entre ceniza y semen / y condones usados. / Vivirlo desde el fondo, desde abajo, / de bien abajo, cerca del deseo, / adentro del deseo, penetrándolo, / arañando la sed y el desatino / hasta el desgarramiento. / A ras de tierra entre colchones rotos / y pelusas / y pedazos de cosas, / hilachas, lascas de algún cacharro. / Residuando el amanecer, / reciclando la noche / para que no se gaste, / para que no se pierda. / Jugando fuerte / con todo el alcohol, con toda la sangre / que se resiste al orden. / Revolcando la estrella / hasta quebrar las puntas, / pataleando, abriendo alguna grieta / o desencadenando tempestades./ ¡Venga toda la fueria de la vida! / ¡Venga la madrugada impetuosa! / ¡Hagamos! / ¡Hagamos un hogar a ras de tierra! / Desarmemos la verticalidad. / ¡Que se canse de tanto estar parada! / ¡Que se mueva! / ¡Que venga con nosotros! / ¡Que se una! / Hagamos una casa horizontal / para amar sin abajo y arriba / y que todo esté cerca. / Sólo arrastrarse un poco y ya, / sacudirse un poco y ya / estamos más acá del horizonte / jugando al truco con el infinito.
Desde el escenario Rocío y la escritora Beatriz Vignoli sumaron poesía a la tarde. Poetizaron la política de nuestros cuerpos. Así como también lo hizo la música. Los cuerpos bailaron. Brillaron. Sudaron. Sonaron. Volaron. Los cuerpos, y las tetas de esos cuerpos, mostraron que otro mundo – feminista- es posible.
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Nuestros cuerpos regidos por la estética; por la moda; por el rating televisivo. Nuestros cuerpos exhibidos como objetos y tuneados a la perfección; borrando nuestras propias huellas. Nuestras marcas y cicatrices. Borrando nuestras manchas y nuestros desniveles. Borrando nuestra identidad en movimiento: nuestro cuerpo – memoria. Estableciendo la tiranía de la estética: un molde, un orden, una hegemonía de la belleza.
Contra todo ese artefacto que despersonaliza y despolitiza; el Tetazo fue Manifiesto. Rebelde expresión que dice que aquí, que ahora, queremos un cuerpo libre. El nuestro: así como es. Decidir sobre él, cuando y cómo mostrarlo. Para qué y por qué. Mostrarlo, esta vez para nosotras (aunque los ojos pajeros no se cansen de acosarnos) o elegir no hacerlo. Y en ese acto de elección, también denunciar la política de devastación de los cuerpos: de todos ellos. Cuerpos de trabajadoras despedidas; cuerpos de presas políticas. Cuerpos de desaparecidas en centros de exterminio. Cuerpos perseguidos por la policía, por los códigos contravencionales que nos acosan; cuerpos asesinados por la policía.
“Este tetazo significa muchas cosas. Pelear por nuestros derechos, contra los femicidios, nos matan por ser mujeres. Concientizar que tenemos una presa política que está presa por ejercer su derecho político. Liberar su palabra y su discurso porque a través del concepto de la autoestima, ella liberó a un pueblo entero. Tenemos que tomar el concepto de la autoestima para animarnos a liberar nuestro cuerpo frente al patriarcado y contra el gobierno opresor de Mauricio Macri. Esto es un acto político. La teta que se permite es la que le dá la plata al macho, no la que lucha y se empodera”, dice Carla, la actriz rosarina que le puso el cuerpo al Tetazo desde el primer instante en que comenzó a adquirir movimiento a través de las redes sociales.
Ella, con sus tetas libres, se expuso también a la violencia machista que en línea se expresa de la misma forma que fuera de ella. Porque no son dos mundos diferentes. El patriarcado también gobierna internet. “Lo sufrí terriblemente pero lo que quiero decir es que tenemos que utilizar los medios para instalar nuestra agenda”.
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Estar el día, en el momento y el lugar indicado. Eso le ocurrió a Victoria, rosarina que hace años vive en Barcelona. Emocionada; con una sonrisa victoriosa hizo de sus tetas un acto de presencia en su ciudad natal, la que dejó justamente cuando el corset de la moral comenzó a sujetarla. “Esto es un compromiso y una deuda. Lo obsceno son los despidos, el racismo, la persecución a los pibes, que se criminalice el cuerpo de la mujer, que todavía seamos territorio de conquista, me parece que deberíamos salir adelante a luchar, a empoderarnos. Las mujeres estamos cambiando el mundo y eso es lo que jode al patriarcado”.
¿Qué significa este tetazo para Victoria?. “Una deuda pendiente conmigo misma”, asegura. “Estar aquí con mis 50 años tomando mate con las compañeras es un acto de libertad. Estoy feliz”. Libertad dice Victoria. Libertad que se escribe también en su cuerpo: “Libertad a Milagro Sala”. “Que una mujer haya sido criminalizada como fue ella, que esté presa después de un año y que ni una sola de sus causas sea motivo de estar en prisión, es obsceno. Es obsceno lo que silencian los medios que después se horrorizan por unas tetas. La libertad a Milagro Sala debería ser un reclamo de todas las mujeres: esta presa por ser india, negra, pobre. Hoy mis tetas gritan por esa libertad”.
Mi consigna, dice Edith, es “Mi orgullo, tu vergüenza”. “Se horrorizan por un pezón. Una piba muestra sus tetas en una playa y arman todo un depliegue. Es una muestra más del patriarcado y de este gobierno de turno”.
“No somos delito”, se lee en algunos cuerpos desobedientes. “Aguante la teta”, grita Lala desde el escenario. Las horas van pasando y el aire se colma de sororidad. El clima es de fiesta, es de victoria. Es revivir, en pequeña escala, aquellos días poderosos que transformaron Rosario durante el 31 Encuentro Nacional de Mujeres.
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“Este tetazo es una forma de poder mostrarnos porque queremos hacerlo y no en representación de nada ni como objeto de nadie. Es manifestarnos también en contra de este gobierno, de cómo la policía actúa, en contra del patriarcado. Todo eso significa. La teta femenina puede funcionar como símbolo de nuestras voces, de nuestros cuerpos completos”. Las palabras son de Rocío.
De fondo, Lala Brillos avisa que el 7 de marzo habrá otra gran movida por el Día de la Visibilidad Lésbica. La Pepa Gaitán está presente. Y el 8, tan solo un día después, el Paro Internacional de Mujeres. Febrero fue de tetazos monumentales. Marzo también lo será, y ahí nos volverá a encontrar, en plena calle, denunciando las políticas opresoras sobre nuestros cuerpos. La del hambre, la del neoliberalismo. La violencia extrema – machista que nos sigue matando. Tenemos nuestras tetas; tenemos nuestras voces. Nuestro grito político, poético, poderoso. Tenemos el poder hecho carne en nuestros cuerpos deseantes y rebeldes. Aunque tengamos que derribar todo un muro de patriarcado sobre ellos. Cuántas mujeres ya lo vienen haciendo. Todo un movimiento construyendo el feminismo; luchas históricas, marchas históricas. De ellas, de todas esas mujeres enormes, aprenden nuestros pasos. “Yo pienso que parar contra el patriarcado, mostrar las tetas, reclamar por el sufragio, luchar por el aborto, cualquier disrupción, es abrir los horizontes, porque como decía Michel Foucault, llega un momento en que ya no se puede pensar con los viejos paradigmas y hace falta romper las estructuras, ampliar el horizonte de las ideas, de lo posible. Así avanza -de a saltos y con conflictos, por supuesto- la humanidad. El feminismo es eso, ampliar nuestro horizonte”, dice Sonia Tessa, periodista feminista, integrante del colectivo Ni Una Menos Rosario.
Habrá paro el próximo 8 de marzo. Paro Internacional para mover la tierra. Acá y en todo el mundo. Moverla hasta la rabia, hasta la bronca, hasta las tetas, hasta la alegría, hasta el goce propio. Moverla porque vivas y libres nos queremos. Moverla para que tiemblen todos esos cimientos enraizados que adoctrinan, encasillan, criminalizan y gobiernan nuestros cuerpos, nuestros pechos, nuestras vaginas, nuestro goce y nuestra libertad.
Que tiemble todo, hasta que ese todo sea como lo soñamos.