Desde Villa Oculta, en la ciudad de Santa Fe, María y Petrona le ponen nombre propio a la lucha de las trabajadoras carreras que pelean por la dignidad lxs de abajo. Contra la criminalización y estigmatización, en los barrios de la capital santafesina crece la organización de las mujeres.
Por Agustina Verano
[dropcap]L[/dropcap]a siesta en Villa Oculta puede quemar de varias maneras. Desde sus silencios respetados en las horas de calores sofocantes, o bien a través de las historias que salen debajo de un árbol en el fondo del patio de una de sus vecinas.
Siguiendo el trazo centro – oeste de la ciudad capital santafesina, y cercano a un barrio amigo, Santa Rosa de Lima, el barrio Villa Oculta es decorado con las historias que hacen que hoy pueda seguir en pie. Historias que tienen sus raíces desde hace más de 45 años, levantado gracias a las manos de familias que se dedicaban al cirujeo.
Este universo de historias va y viene a medida que se ingresa por sus calles. La primera imagen al entrar es la de un puente que esconde detrás, calles de tierra que en sus primeras pisadas son disfrazadas con asfalto. Los murales hechos por lxs chicxs del barrio acompañan la entrada y, a medida que se entra, la calle se vuelve más angosta, lo que hace que las casas estén más cerca.
Siguen las bicicletas de todos los tamaños, la mayoría manejada por pibxs de no más de 14 años que se encuentran en “la canchita”, mientras entran y salen los carros y quienes los manejan se saludan entre ellos, con un movimiento de cabezas.
– No me vas a hacer llorar
La siesta silenciosa es interrumpida por la risa de María, quien lanza esa frase y encuentra en la mirada cómplice de su compañera, “La Petro”, una manera de romper los nervios previos a la entrevista.
A María y Petrona se las puede describir simplemente como vecinas de Villa Oculta, pero faltarían algunas palabras que acompañen su definición, su historia: mujeres, cirujas, madres, compañeras, luchadoras. El mate que se pasan como posta es lo que las tranquiliza. Porque revolver las historias, a veces, pesa.
Quien se anima primero a retroceder unos años es María. La pregunta no es fácil, ni precisa.
-¿Cuándo empezaron con la lucha?
-Cuando empecé fue en el Movimiento de Desocupados en Lucha, tenía 15 años, fui mamá a esa edad, tenía que trabajar y el único medio que había era el movimiento, me anoté y ahí empecé a trabajar. Pensé que era “voy me anoto y me mandan a limpiar barrios”, no iba con la mente de voy a pelear por tal cosa, y a medida que pasó el tiempo, entre marchas y reuniones, escuchar a la gente y ver las situaciones que se estaba viviendo, mi mente se fue abriendo y viendo las necesidades y las cosas que pasaban en santa fe. Y hasta ahora seguimos, que estamos en el grupo de cirujas.
Petrona, con la mirada fija en María, aguarda paciente que ella termine de contar. Pero antes de hablar, espera. Respeta los silencios de su compañera, porque también son sus silencios. Y es en ese hueco que ella decide complementar el relato de su amiga.
-Cuando empecé en el Movimiento de Desocupados en Lucha de Santa Rosa de Lima tenía 32 años. Fue en ese momento que me había quedado sola con mis hijos, me vine a vivir a Villa Oculta y estuve tres meses sin trabajo hasta que me enteré del movimiento fui y me anote buscando un trabajo, pero también lo que más deseaba era ir, marchar y protestar para tener un trabajo efectivo, aunque nunca lo tuvimos, siempre tuvimos cuadrillas de meses, trabajamos limpiando zanjas, cortando yuyos, todos esos trabajos, pero nunca tuvimos ni quedamos en un trabajo efectivo en ningún lado.
El mate pasa más rápido, las sombras se achican en ese calor que caracteriza a los últimos días de diciembre de una ciudad en donde el clima suele traicionar. A su lado está Cacho, su compañero del Movimiento, de los tiempos donde la frustración parecía eterna, de las asambleas de cirujas, las recuperaciones y las micro luchas cotidianas. Acompañando, acompañándolas.
Trabajar en carro no es delito
María y Petrona parecen de la misma edad, aunque en verdad hay años que las diferencian. Pero lo que las une es la misma energía por querer cambiar lo injusto, como dicen ellas “no solo en las grandes luchas, sino también cuando vamos a tomar unos mates a lo de un compañero que no está bien, eso también es luchar”.
En esa concepción de lucha se encuentra el sentido para quien escribe, que tiene que ver con que la resistencia, y como consecuencia la esperanza firme para cambiar las cosas, se encuentra en lo cotidiano, porque como sostienen “si el compañero está mal, está enfermo, o desmotivado porque se cansó de pelear, la lucha no sirve, porque no estamos todos”.
En el año 2012, ambas se sumaron a lo que tiempo después se nombró “Asamblea de Cirujas en Lucha”, en el barrio Santa Rosa de Lima. Las reuniones se hacían todos los sábados por la mañana en la casa de Otilia Acuña, una de las Abuelas de Plaza de Mayo, con la idea de organizarse para luchar contra la discriminación y persecución que lxs cirujas vivían por parte de la policía, como también de la asociación SOS Caballos, quien además les secuestraba de manera ilegal sus caballos.
En esta etapa de sus historias, el tono de voz con el que empiezan a relatar se pone más firme, quizás porque esa firmeza es necesaria para contar un proceso que hasta el día de hoy las define, porque ser mujer arriba de un carro, recorrer las calles, y además, luchar por la dignificación y los derechos es motivo de firmeza. Porque este proceso también fue y es contra un sistema que siendo mujer oprime dos veces.
– Desde que empezamos en el movimiento de desocupados en lucha nos descubrimos como éramos, el ser luchadoras, salir adelante, de ir y luchar y decirle a quien sea en la cara lo que a nosotras nos parece justo, y pelearla con quien sea y siendo mujeres, porque siempre nos discriminan a las mujeres pero nosotras siempre tomamos la palabra, vamos al frente. Los hombres siempre acompañan, pero es muy difícil que ellos hablen, porque es como que nosotras sabemos manejar la casa, sabemos las necesidades que tenemos, como la estamos pasando, y el hombre es difícil que hable, que opine, siempre dicen “vayan ustedes que hablan más”, pero ellos acompañan. Creo que somos las mujeres las que siempre encaramos la lucha.
La mirada de María a Petrona luego de hacer esa declaración refleja orgullo, y además, empatía. Entonces, ella la completa.
– Yo pienso que a través de la lucha una cambia. Una aprende a ser solidaria, a salir a la calle, a pelear por el otro, porque yo en mi caso, con 15 años que iba a salir a la calle a reclamar por mi vecino. Te hace más humana. Y te pone mal cuando ves a un compañero que no tiene pan para darles a sus hijos, sobre todo en estos tiempos, y te afecta, también en lo familiar. En mi caso, yo me iba a la mañana y volvía a la noche, y un día, de andar tanto en la calle, se me plantaron mis hijas y me dijeron “mami vos no te olvides que tenés dos hijas en casa”. Y que se yo, yo llegaba a mi casa contenta, porque salía a la calle a pelear por mí y por todos y eso es algo que la lucha te cambia, te cambia el pensar, si tenés que salir a la calle a poner la cara lo vas a hacer porque las necesidades son todas iguales. Creo que eso se aprende a través de la militancia, el ser solidaria, el poder ayudar a alguien, así sea con ir y dar un abrazo.
Los secuestros ilegales
La asamblea de cirujas fue variando sus lugares y sus integrantes, como también sus objetivos. Se empieza en Santa Rosa de Lima en el 2012 en un momento donde la persecución hacia quienes reclamaban por la dignidad de su trabajo era diaria. Y estas dos mujeres pueden contarlo en carne propia, porque fueron víctimas tanto de esa persecución, como también del secuestro ilegal de su yegua, por parte de la asociación SOS Caballos.
Petrona lagrimea un poco pero la firmeza que todavía acompaña sus palabras espanta los resabios oscuros de esa búsqueda, de esa lucha. Porque cuando ella nombra a su yegua evidencia un sentimiento que cada integrante de la asamblea quería dejar en claro para contrarrestar el discurso “proteccionista” de esa asociación: el caballo es parte de la familia.
– Cuando me sacan la yegua, que me la secuestra SOS caballos, nosotras hace un mes que estábamos participando de la asamblea, mi yegua no la tenía trabajando en ese momento porque estaba preñada de siete meses, y la tenía descansando. Eso fue en mayo, un mes de mucho frío que no hay pasto porque en el invierno se seca, entonces mi hijo la ató para ir a cortarle junco en contra de la autopista y ahí se ve que la policía lo para, se hace presente SOS caballo y me la lleva con el pretexto de que mi yegua tenia desviación crónica de columna, una enfermedad deformante en las patas y anemia infecciosa, diagnóstico del veterinario de SOS. Me la secuestran, estuvimos luchando mucho tiempo, con todos lo que conformábamos la asamblea, con organizaciones, instituciones, las abuelas de plaza de mayo que nos apoyaban, marchando, reclamando, nos llevó un año y medio. SOS caballos había dejado dicho en la comisaría de Santo Tomé que la yegua iba a estar en la ruta 1 camino al ubajay, nosotros fuimos a ver si estaba ahí, y al final en ese lugar no había más caballos. Y después cuando mi yegua malpare, el 17 de julio, nos enteramos dónde estaba la yegua por el informe del veterinario, y que estaba en Desvío Arijón. Yo por ahí no entiendo porque mi yegua malparió la cría, si SOS caballos dice que tiene veterinarios, que cuidan los caballos. ¿Por qué motivo malparió? ¿Por qué perdió al potrillo? Yo la tenía descansando, no trabajaba, yo no la maltrataba.
Después de un año y medio de luchar el juez nos devolvió el animal, y la recuperamos”
Un antes y un después. Su yegua la recuperan después de caminar una y otra vez las escalinatas de Tribunales, de presentar denuncias en INADI, de soportar la discriminación de una asociación que proclama una protección basada en la clase y que se resume en la frase de su presidenta: “La miseria no justifica el maltrato”.
La lucha hoy
Cuando Petrona repasa la lucha de estos años y la variación de sus objetivos, recae su mirada hacia abajo y empieza a enumerar. María la mira, y sonríe. Quizás describir estos años en enumeraciones breves hace que no quede otra que dimensionar cómo esos abrazos, esos mates y las tantas asambleas han virado el rumbo de ciertas cosas. Han movido algunas fichas.
– Como grupo lo bueno que conseguimos fue que los veterinarios de la facultad de veterinaria de Esperanza llegaran al barrio, atendieran los cirujas, ya hace tres años consecutivos que atienden a los caballos. También conseguimos que el proyecto contra la tracción a sangre que presentó el gobernador Lifschitz se frenara, es un logro muy grande. Además, haber frenado a la policía. Porque a los compañeros se los trata mal de parte de la policía, ya de paso del maltrato que tenemos de SOS caballos, tratarnos a los cirujas de negros delincuentes, la policía también, y golpearnos.
María, para complementar esa enumeración que hace su compañera, no puede evitar contar uno de los momentos que consideran más difíciles en este proceso.
– Nosotras estuvimos trabajando en una cuadrilla, había muchas personas que se habían quedado sin nada, y fuimos a pedir trabajo, pedimos en la municipalidad esa cuadrilla de limpieza para el barrio y estuvimos trabajando un año, y al año cumplido al señor Intendente se le da por querer desalojar a la gente que vivía en una zona que supuestamente él dice que es inundable, que es reservorio, un lugar que es alto, que no se inunda, y al oponernos a que no tumben las casas nos echaron de esas cuadrillas ,sin pagarnos ese último mes. Pero la lucha sigue porque todavía se les sigue sacando a los compañeros los caballos, los compañeros siguen estando sin ninguna fuente de laburo, y ellos lo único que te dan es una cuadrillas por cuatro o seis meses y después la gente se queda sin nada, encima para que te den esa cuadrilla tenés que entregar tu caballo, tu carro y una vez que se te termina eso ¿Qué haces?.
Ambas callan. El barrio sigue en silencio y el sol quema más. El silencio es necesario, porque a veces, repasar lo vivido, te deja sin aire. Acá hay dos mujeres que cuentan sobre una lucha que va más allá de ellas. Las atraviesa, porque como cuentan, desde aquel día en que se unieron al movimiento de desocupados en lucha, nunca más se quedaron quietas.
Petrona ríe cuando escucha la última pregunta, que en realidad va acoplada a las anécdotas que cada dos por tres cuentan sobre los días en que salían ellas dos, con su yegua a cirujear.
-¿Qué significaba para ustedes salir a cirujear?
Maria: Salir a cirujear para nosotras, aparte de trabajar, era como, viste que en la casa vos tenés que lavar, limpiar, cocinar, el salir era nuestro descanso, no era decir “oh, tenemos que salir a cirujear”, no. No veíamos la hora de salir, atar el carro y a cirujear, nuestro momento.
Petrona: Siempre en la calle algo te pasa, y salir a cirujear era como cuando alguien dice “tengo un descanso me voy al shopping, al parque, a pasear”, bueno nosotras era ir a cirujear, ese era nuestro momento. Siempre nos reíamos, nos pasaba algo gracioso, y traíamos cosas para la casa, ya sea comida, ropa, calzado. Sacábamos nuestra buena moneda, para su casa y la mía. Y nos divertíamos mucho.
-¿Qué es lo que extrañan de salir?
María: Ahora, si nos ponemos a pensar, vemos la necesidad. Porque ahora si un hijo nuestro no tiene zapatillas, en ese tiempo salíamos a cirujear y conseguíamos. Ahora es como que el no poder salir porque te quitan los caballos, no podes entrar a la zona céntrica que es el lugar donde la gente tira más cosas, y que vos podes conseguir algo, ya no lo podes hacer porque ya prohibieron la entrada al centro y la única entrada que está disponible para salir a cirujear son las zonas bajas ¿qué podes juntar ahí?, la gente que es igual que nosotros. Y en una zona que tenías veinte carros cirujeando ahora tenés cincuenta, porque ya no podes entrar más al centro. Ahora tenés que elegir entre comer o comprar un par de zapatillas.
Petrona: Para mí es muy triste lo que hizo el gobernador de presentar el proyecto para que se prohíba la tracción a sangre en toda la provincia, sin tener proyectos de trabajo para la gente. Y más en este difícil año que vivimos, donde la desocupación fueron miles de empleados despedidos, empresas y comercios que han cerrado por la situación económica. Lanzar este proyecto, donde en toda la provincia van a quedar miles de familias sin trabajo y sin que nadie se haga responsable del bienestar de esas familias. Es ver a los compañeros con la cabeza gacha, que te dicen “no tengo nada, perdí los negocios, no tengo para darle de comer a mis hijos”. Te da tristeza decir “no quiero salir porque tengo miedo de que me agarre SOS caballos o la policía y me quite el caballo” “Tengo miedo de salir a trabajar”¿vos entendés lo que es eso? Y al gobierno no le conviene que venga el turista y vea la pobreza, entonces sacaron los carros del centro. Sí vemos las mejoras que se están haciendo, en los barrios no hay nada. Tenés que salir y cortar una ruta para pedir que en tu barrio se eche una mierda de ripio. Pero los bulevares se los viven arreglando, ponen planteras en el medio de la calle, escaleras mecánicas, estacionamientos subterráneos que te tiran a la mierda un parque, los árboles, no les importa. ¿Y el pobre? Pobreza cero. Hay que exterminarlo al pobre, que no cirujeen más, que se caguen de hambre.
3 comentario
Dos mujeres con la mayor fuerza para dar dignidad a la ciudad de Santa Fe. Son nuestro ejemplo para aprender a vivir. Magnífica entrevista
Dos mujeres valientes, dos amigas queridas a las que hace mucho que no veo. Deberíamos recuperar el documental que hicimos para Canoa, es todo un testimonio.
Lo que dicen de Coral es cierto,quiere esconder la pobreza,que no pasen los boulvares ,en vez de ver la manera (que la hay) de que sigan viviendo de la recolecion pero de una forma organizada y digna como existe en otras ciudades y paises.Si el gobierno tuviese la voluntad de ayudarlos,se terminaria el cirujeo y a traccion a sangre…simplemente creando espacios recicladores o cooperativas adonde las empresas recolectoras le lleven los residuos secos que nos hacen separar pero despues los tiran al mismo lugar que los otros,el relleno municipal,prque no tiene adonde llevarlos,…Pero en epoca de campaña van a ir al barrio a mentirles y los van a votar como la ultima vez.
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