Un niño de diez años fue golpeado por el empleado de un bar de Rosario cuando quería vender fibrones a los clientes. El hecho trascendió por Facebook gracias a la denuncia de testigos y alcanzó el repudio del Concejo Municipal y de la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes de la provincia de Santa Fe.
La noche del 20 de diciembre Jesús, con sus diez años, estaba haciendo lo de todos los días: vendiendo fibrones en la calle y en locales de Rosario. Cuando pasadas las once y media de la noche llegó a la puerta del bar Taco Box, ubicado en Alvear 122, creyó que podía tomarse el atrevimiento de entrar a vender. Lo hizo, vendió algunos fibrones hasta que a los pocos minutos un empleado de la empresa lo agarró, lo arrastró hasta afuera del local, lo tiró contra la puerta y le dio un golpe de puño en el estómago. El hecho trascendió por las redes sociales, a través de la denuncia que por Facebook hicieron dos clientes del lugar. A partir de ahí el suceso tomó trascendencia en medios de comunicación, el Concejo Municipal y la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes de la provincia de Santa Fe.
“Lo sacó un tipo del lugar a la rastra y lo tiró contra la puerta. Luego le dio una piña en el estómago”, contó Melina, una de las testigos que colaboró en la difusión del hecho. Según contó otro testigo, también en Facebook, los empleados del bar explicaron que el chico va todas las noches al local y que “los comensales no quieren vendedores”. Es lógica y moneda corriente, tanto el hecho como la excusa de los empleados. Es la misma bronca discriminadora y racista que no descansa a la hora de cenar, que no quiere trapitos cuidando autos ni niños pobres alrededor. Es la misma bronca discriminadora y racista que, además de comida y buena atención, exige el fantasioso derecho de no ver la realidad. Y desde el bar, esta vez desde Taco Box, ofrecen ese servicio que no está en la carta.
“La violencia física nunca es justificable, pero mucho menos se entiende la bestialidad de cometer agresiones físicas a un pobre niño de diez años que estaba vendiendo fibrones para poder pagarse un plato de comida. Por ese motivo exigimos una urgente inspección del local y las averiguaciones del caso para que, de quedar verificado el suceso, se apliquen en forma inmediata sanciones ejemplificadoras de esta barbaridad”, expresó el concejal Carlos Comi. En un comunicado que se ofrece a continuación, también se expresó la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes de la provincia de Santa Fe, donde no solo se cuestiona el hecho de violencia sino también el contexto social en el cual un niño pasa las horas de la noche trabajando. Ahora, desde el bar, largaron las disculpas y la vergüenza disfrazada de lástima, ofreciendo “ayuda” para que Jesús pase una buena Navidad. Y así, implícita e inconscientemente se cuela nuevamente la ideología berreta de la buena Navidad. El resto de los días no importa. Para eso, cuando los hechos no trascienden, está lo de siempre: mirar para otro lado.
Comunicado de la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes de la provincia de Santa Fe:
La situación de público conocimiento ocurrida con un niño de 10 años en un local gastronómico de la ciudad de Rosario nos interpela como sociedad. A los adultos, pero también a las empresas en su conjunto y principalmente al Estado como responsable de garantizar los derechos y la protección de niñas, niños y adolescentes.
Desde la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes de Santa Fe entendemos que la primera infancia es el período de mayor desarrollo en la vida de una persona. Porque la educación, el juego, la salud, la protección y el cuidado durante esta etapa impactan en el bienestar presente y futuro.
Es el Estado quien debe otorgar desde el comienzo las mismas oportunidades de desarrollo a niñas y niños a través de políticas sociales eficientes que apunten a la igualdad y la equidad de unas y otros, sin diferencia de su centro de vida, de sus familias, del lugar en donde viven.
Niñas y niños tienen derecho a vivir sin miedo, seguros frente a la violencia, protegidos contra los malos tratos, la explotación y preservados del trabajo infantil que perjudica su desarrollo físico, psicológico y social, y muchas veces interfiere en su horario escolar provocando la deserción.
En los informes del Observatorio de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia de Santa Fe de la Defensoría en conjunto con UNICEF Argentina, se indica la existencia de distintas formas de trabajo de niñas y niños sin regulación ni protección.
La explotación y el trabajo infantil se expresan en contextos diversos, y en todos los casos manifiestan situaciones de vulnerabilidad, pobreza y exclusión social.
El tema es complejo y requiere una mirada crítica y en perspectiva que permita pensar el trabajo de los niños en el entramado de relaciones sociales y múltiples actores: niñas y niños, sus familias, organizaciones sociales, sindicales, empresariales y Estado. Y es necesario pensarlo en contextos de crisis económica y desocupación estructural. Porque muchas de esas niñas y niños participan activamente de la economía familiar a través de la venta en la calle. No todos están desescolarizados pero muchos realizan estas tareas a contra turno y en horarios que no son propicios para su bienestar.
Ahora bien: ¿Qué hacemos como adultos cuando vemos a niñas y niños en situación de calle y con un vínculo con el trabajo? ¿La imagen nos interpela o nos incomoda? Es necesario que esta realidad deje de ser naturalizada e incluso invisibilizada. Pero también es importante que deje de ser observada desde el prejuicio y menos aún permitir ni tolerar violencia alguna sobre las niñas, niños y adolescentes.
Esta Defensoría efectúo la correspondiente denuncia a los organismos competentes y requirió a la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica y Afines de Rosario a establecer y comunicar los “…protocolos, lineamientos de trabajo y/o indicaciones sobre el trato a dispensarse a los niños, niñas y/o adolescentes que ingresen a un local sin un adulto referente….”
Niñas y niños no deben estar expuestos a la realización de actividades inadecuadas a su edad y desarrollo. No deben estar en situaciones de explotación. No deben ser descuidados por los adultos. Pero sobre todo deben ser protegidos por el Estado. Todos los derechos, para todas las niñas y todos los niños, todos los días.