Los Pasos de un Colorado es proyecto audiovisual realizado por la cooperativa El Pulso. Este miércoles a las 20 se proyectará en el teatro del Sindicato Empleados de Comercio (Corrientes 450), con entrada libre y gratuita.
“Este proyecto surge con la idea de difundir la historia de vida de Matías Romaguera, el «Colorado poeta del Barrio República de la Sexta»”, explicaron los realizadores.
El objetivo del documental es “visibilizar una historia llena de dificultades, tristezas, pero también de voluntad y ansias de superación”. “En esa visibilización esperamos que la sociedad, de alguna manera, se apropie de estas experiencias y pueda vencer ciertos prejuicios”, señalan desde El Pulso.
En la invitación también subrayan que “El «Colo» es un personaje entrañable, como lo van a poder apreciar en el documental, pero existen muchos otros Colorados que todavía esperan hacerse visibles”.
Invitamos a la presentación y compartimos la nota que hace tiempo realizamos con Matías, en el marco de la presentación oficial de su primer libro de poesia, «Un relato colorado».
Ver Trailer
«La Sexta ya tiene quien le escriba» (publicada en enREDando, año 2014)
Por María Cruz Ciarniello
Quizá el cable a tierra de Matías Romaguera, el Colo, sea su hijo. Tal vez lo sea la poesía, sus musas, su mamá o los relatos teñidos de un rojo pasión. Quizá el cable sea su propio libro; el árbol de eucaliptus o la tierra fértil de la canchita de su barrio, las orillas de la Sexta. Tal vez sea su inmensa capacidad de soñar o su corazón de palabras que cierta vez se animó a escuchar.
Lo cierto es que Matías, el poeta de la sexta, el pibe que recita sus poemas en las aulas de la Siberia, el que sacaba fotocopias a sus escritos para venderlos en la calle, el que le pelea cada día al mundo con la poesía de su barrio, acaba de publicar su primer libro, Un relato colorado, presentado en el salón mayor de la Biblioteca Argentina Juan Alvarez.
Dicen Varón Fernandez y Martín Rios, que su pluma “tiene la música que transmite el latido de los corazones más profundos”, que “recupera la palabra que alguna vez nos robaron”, que esa pluma “te invita a ingresar a un mundo de afectos, ternuras, paciencias, desventuras y tristezas, pero sobretodo, de amor.” Dicen también que sus poemas llevan el código Bukowski en sus letras, o la cadencia rítmica del rap. Como si al leerlo, el Colo en silencio, los estuviera recitando. Hay música y hay amor en cada una de sus letras, así como también, persiste el dolor y las vivencias de quien anduvo en la calle o atravesó el encierro.
La historia del Colo no es ajena a la de tantos jóvenes que, marcados por la indiferencia social, la droga o la pobreza, deambulan en un mundo donde no hay demasiadas salidas. Sin embargo, el Colo pudo encontrar esos cables que lo trajeron de regreso a este otro mundo donde encontró abrazos y amores; donde sus ojos brillan cada vez que besan la sonrisa de su hijo. En este mundo de sueños militantes, el Colo encontró caminos.
Primero, los que trazaron el Rancho de la Música. Allí escribió un texto para el primer y único número de la revista barrial Los caranchos del rancho. Probablemente esa publicación, nos dice, haya sido el disparador para que la Municipalidad instale un desagüe cloacal en la puerta del Rancho y el alumbrado en calles donde pocas veces llega el Estado. Allí, en el Rancho, lo invitaron a conocer el espacio La Casilla, ubicado en Empalme Graneros. El Colo se acercó y participó de su taller literario. Encontró en esa organización el primer empujón para ser el poeta que es hoy. Lo alentaron a escribir, a buscarle palabras a sus deseos o sus broncas. “Para mí la escritura es una forma de desahogo”, dice el Colo.
Esa precisa definición de la escritura aparece en uno de los primeros poemas del libro: “El drogado, vago y don nadie”.
Para todos aquellos que se creyeron que nunca iba a triunfar / A aquellos que se tomaron el papel de ser superior a todo / Sí a vos te digo / Que pensaste que yo era un don nadie, un drogradicto y un vago / Mirá ahora al don nadie, al drogado / Y mirá como el vago pudo progresar…
En el poema El Callejero, el Colo relata sus andares por la calle y su escape artesanal: vender poesía a quien quiera comprarla. Ahí también, el desahogo es carne de sus palabras, del rebusque y su arte “que nace del alma”.
En el espacio de Empalme, La Casilla, leyó a Bukowski por primera vez. “Fue el primer libro que leí, lo primero que me acercó a la poesía. Bukowski menciona muchas palabras fuertes, y me quedó esa sensación de que para escribir tengo que ser yo, y yo tengo que sentirme orgulloso por eso”, dice Matías.
Después, se encontró con la poesía de Neruda y Benedetti. También conoció a César Gonzáles a quien le recitó una de sus poesías en vivo, como un golpe de puño directo al corazón: “le dije, Cesar, yo soy escritor, no soy tan grande como vos pero escribo. Entonces le recité la poesía de Búnker. Y ahí me dije que sí, que se puede”.
“Los pibes no saben decir más que búnker, te parás en la esquina y te dicen búnker, pero le preguntás cuanto es 2+2 y te dicen búnker, hay que poner un freno a esto, que los pibes vean la realidad de la vida, que aprendan a expresarse, que aprendan a sumar y leer, que aprendan la cultura, que sigan lo que el virreintato se llevó, que sigan la cultura del indio, que el gobierno deje de meter droga en mi barrio, que el narcotráfico no avance, que mi gente se exprese sin decir búnker”.
Como si la letra de su poema fuera un rap para cantarle a los más pibitos, el Colo cada vez que puede, la recita. Una prédica que lleva consigo, en esa mochila donde guarda el cuaderno de sus escritos que ya son casi un diario de su vida. “Búnker”, nació de la necesidad de decirle a los pibes que no anden en cualquiera, pero también a modo de desahogo por la realidad que en muchos barrios se transforma en una imagen que duele. Así dice el Colo: “tienen que ver otra realidad, que vean que pueden cambiar, que en el barrio no solo está el bunker, que hay cosas buenas.”
El libro “Un relato colorado” fue hecho artesanalmente; como los sueños del Colo, como sus poemas. Las tapas de cartón llevan el esfuerzo de quienes lo ayudaron a plasmar en hojas, esas veintena de poesías que escribía a modo de pulsión. “El libro surge de un encuentro mágico”, dice el Colo. Rigo Bisso y Mónica del Cedipf coordinaron junto a Federico Tinivella, director de la Biblioteca Argentina, la posibilidad de concretar el proyecto. “En abril de este año me sumé al espacio del Cedipf”. Allí se fue cocinando la concreción del libro, organización que le abrió otros caminos posibles. “Un día les dije a los chicos de Electricidad que necesitaba ayuda para terminarlo”. Así fue como juntos, cosieron las tapas, el lomo y la pegada de los interiores que contó con la ayuda invalorable de Gervasio Monchietti.
-Colo ¿qué significa hacer un libro de manera artesanal?-, le preguntamos.
-Es una responsabilidad muy grande. Capaz que si el libro era solo digital, hubiese sido otra cosa y yo no hubiese asumido esa responsabilidad. Yo ahora me levanto temprano, le pongo ganas.
El Colo es un militante de sus poesías; ahora lo es también de su “Relato Colorado”, el que presentó ante amigos, compañeros de militancia y familiares, en la Biblioteca Argentina. En ese amplio salón donde todo parece inmutable, el Colo provocó movimiento: su lectura, sus recitados, su andar incesante, la rítmica de su voz, la música popular que lo acompañó; los abrazos de lxs compañerxs de la vida: Cedipf, el Movimiento Martín Fierro y La Cámpora, Pampillón-; todo fue un constante movimiento de sensaciones que él mismo, envuelto en nervios y ansiedad, ofreció casi sin darse cuenta. Es que así fue su encuentro con la poesía, la que, como dicen los poetas, salva el mundo.
Después de largas jornadas descubrí la poesía/leyendo de ella/respirando de ella/ hasta sufriendo con ella/ me ensañé en mis poesías de desvelos y sueños de ilusión/y fui comprendiendo la vida con ella…
“En el 2011 retomo la escuela, hago quinto grado y paso a sexto, caigo en minoría, salí, anduve en bando, en el 2013 retomo 6to, y fueron dos meses y vuelvo a caer preso. Salí y pasó todo lo del libro, y retomé la escuela. Ahora quiero terminarla”, cuenta Matías. Y en eso anda: el Colo se levanta temprano y pasa gran parte de sus días en la Cultural Don Goyo, dando una mano donde se necesite. A la noche va a la nocturna. El Colo es un militante de la vida; un pibe que también es padre y que todos los días se enamora de su hijo de un año y medio; el Colo quiere estudiar Trabajo Social porque ese es su sueño, nos dice. “Yo sé cómo y cuándo actuar”, afirma en el documental (ver más abajo) sobre su historia, con la misma seguridad con la que se presenta frente a la entrevista: “Tengo 21 años y soy del barrio la Sexta. Nací acá y acá espero morir”.
El Colo ahora imagina un futuro; y en esa foto adelantada del tiempo, ya aparece su segundo libro, “la novela de un militante”, nos confiesa, mientras su cabeza estalla en poesía. Quizá su pluma rebelde ya ande disparando algunas líneas para llegar a más gente y a más mundos.“Quiero que vean que se puede, que se den cuenta que no todo es hacer giladas ni engilarte, que hay un futuro mejor”, dice, mientras su voz se escucha por los micrófonos de la radio comunitaria Aire Libre, en un programa de radio del que forma parte.
La frase del Poeta de la Sexta es clara y sin vueltas: “Si uno puede, todos también podemos”.
Habrá que seguir andando y militando, habrá que seguir escuchando a los muchos corazones como el del Colo. Ese es nuestro cable a tierra.