Dahiana Belfiori y Luciana Caudana, son parte de “Socorristas en Red, Feministas que abortamos”. Un espacio que funciona en red y como dispositivo de acompañamiento a mujeres que toman la decisión de abortar de forma segura, acompañadas y mediante el uso de Misoprostol. Participan de distintos espacios políticos (Las Pepas Colectiva Feminista y Mala Junta/Patria Grande Rosario) y conforman la Red, junto a otras cuarenta colectivas feministas de toda la Argentina, desde donde realizan la tarea de acompañar mujeres en la práctica del aborto y – al mismo tiempo- exigen al Estado el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Por Laura Charro
[dropcap]A[/dropcap]l bar acordado para la entrevista llegó primero Luciana. Nos encontramos en la puerta, entramos y pedimos un exprimido de naranja para cada una; pedido que Luciana ya tenía decidido desde antes de entrar. A los pocos minutos llegó Dahiana, con libreta y el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en mano. Ella pidió un café. Arrancamos la entrevista/charla que fue lo esperado: un encuentro sororo entre mujeres que reflexionan sobre la propia práctica militante y feminista, la construcción colectiva en una red heterogénea y el acto de poner el cuerpo socorriendo a mujeres que llaman a las líneas telefónicas de la Red para obtener información, contención y acompañamiento.
Dahiana, durante la entrevista, escribió en su cuaderno conceptos e ideas que no quería olvidar de decir. Luciana no llevaba papel y lápiz pero optó por tomar una servilleta para escribir algunas palabras que oficiaron de ayuda memoria. Es que ellas saben y reconocen la importancia que al hacer le sigue el decir. La importancia de la instalación y difusión de discursos basados en la experiencia socorrista que ponen en tensión otros discursos instalados socialmente en torno a la práctica del aborto. La charla, las opiniones, las reflexiones sobre la propia praxis militante – dentro y fuera de ese bar -son inagotables. Sobre todo, cuando se habla de la práctica y la decisión personalísima de abortar y sobre la práctica y la decisión colectiva de acompañar.
¿Cómo fue su acercamiento a las Socorristas en Red?
Dahiana Belfiori: En mi caso empecé mi activismo feminista en el 2004 en la ciudad de Córdoba, dentro de la colectiva feminista “Las histéricas, las mufas y las otras”. En el 2005 se empieza a gestar la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y ahí comenzamos a participar. Desde de la Campaña se instala fuertemente la demanda por la legalidad del aborto en la arena pública. Es así que a través de los años y como parte de esa demanda las mujeres se nos acercaban con la urgencia de resolver la situación de un embarazo no deseado “aquí y ahora”. Sabemos que el Estado no responde a la realidad del aborto como una práctica cotidiana en la Argentina. Entendimos que había que darle alguna respuesta a esto y más teniendo una tecnología al alcance que es el Misoprostol, medicamento recomendado por la OMS.
En el marco de una plenaria de la Campaña en Córdoba, en un almuerzo, definimos empezar a gestar esta Red, siendo al comienzo 5 colectivas. Hoy son 40 colectivas y más de 200 compañeras que formamos parte. Me acerco al feminismo primero y, desde ese lugar, muy fuertemente al aborto. Además yo aborté y sentía un compromiso personal-político activar por el derecho al aborto en la Argentina.
Luciana Caudana: En mi caso, contacté con el activismo feminista desde un lugar inicialmente más académico, en un espacio de la Facultad de Ciencia Política, hoy Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género (CIFEG). En un momento, el recorrido académico no fue suficiente y empecé a activar en la colectiva Mala Junta y es desde la cual activo a la Red de Socorristas. Hoy es mi activismo feminista más importante. Este dispositivo, y lo que tiene de maravilloso y complejo también, es el encuentro con otra y la politización del cuerpo. La temática del aborto y su clandestinidad siempre me pareció el emergente más crudo, sintetizado y complejo de la estructura patriarcal.
¿Cómo vivieron el proceso de aprendizaje dentro de la Red y con una militancia que tiene un fuerte grado de puesta en juego del cuerpo para llevar a cabo el acompañamiento de mujeres que deciden abortar?
DB: Hay un camino allanado. En mi caso, he pasado por distintas etapas. Allá por el 2012 yo tenía miedo, había muchos más miedos por todo. Desde cómo acompañar, cómo funciona el medicamento, cómo nos encontramos con las mujeres. Todas esas dudas que fuimos armándolas artesanalmente y luego desarrollando en el encuentro con las otras, con las mujeres que abortan y que abortaron, afinando y armando otros dispositivos que a la vez están siendo continuamente revisados en nuestra práctica.
En este momento pienso más en el fortalecimiento de la colectivas feministas – las Pepas Colectiva Feminista está cumpliendo un año en Rosario- y el fortalecimiento y posicionamiento de la Red a nivel nacional. Posicionamiento que tiene que ver con disputar sentidos en torno a lo que entendemos por las prácticas de aborto en un contexto de legalidad por causales en Argentina.
LC: La práctica socorrista tiene distintas dimensiones. Uno muy intenso corporal y cotidiano en los acompañamientos que nunca los dejamos de hacer. Ahora, es cierto que un montón de chicas se están sumando porque también hay todo un trabajo acumulado de muchísima visibilización y de respetabilidad de la experiencia. En nuestra colectiva acá en Rosario, hemos ido modificando formas de trabajo, sobre todo al compás de la demanda y de los cambios coyunturales en el corto plazo. (…) Lo que permite el socorrismo como dispositivo es esa puesta en acto de los principios de sororidad, de compromiso con la otra, de encuentro corporal, de ligar un territorio que no es específico, que no está anclado solamente en un lugar geográfico, sino que tiene que ver con nuestros cuerpos en relación.
¿Qué plus tiene que todo esto se de en el marco de una Red nacional?
DB: Creo que las feministas no concebimos la vida sin redes. Afectivas, políticas, de todo tipo. Entonces, no seria posible un trabajo que no fuera en red. No solo la red desde una articulación de colectivas de distintos puntos del país sino también la red como un gran desafío y posibilitadora de articulaciones con otros actores políticos como por ejemplo el sistema de salud, legisladores y legisladoras, docentes.
Al estar articuladas en una Red podemos tener una visión mucho más certera de lo que ocurre en el país, poder evaluar en términos políticos también la heterogeneidad en que vivimos en cuanto al cumplimiento o no de ciertas leyes. Nos posibilita un respaldo.
LC: Hay zonas del país donde la realidad es absolutamente otra, teniendo los mismos instrumentos legales. Entonces eso da una una posibilidad de respaldo.
Coincido que es propio del movimiento feminista: nosotras no nos pensamos solas. Todo el tiempo componemos con otras. En la Red es cierto que tenemos definiciones políticas más básicas que nos hacen ser parte de una misma construcción, pero hay hacia adentro una heterogeneidad que es súper interesante también. Aun así hay una solidez de la construcción que tiene que ver con una especificidad de cómo construye el movimiento de mujeres feminista en los contextos más fuertes.
DB: Todos los años tenemos como Socorristas una declaración anual y hay algunos delineamientos y posicionamientos políticos que tienen que ver con cómo nos vemos como Red y cómo vemos la realidad. Desde ese lugar la Red está posicionada como feminista, como anticapitalista, como anticolonialista. Todas estas cuestiones tienen que ver con un feminismo que queremos habitar y que estamos construyendo y que se ve en la propia praxis socorrista, en el encuentro con la otra.
Sistematización de la práctica
Según datos nacionales sistematizados y publicados por la propia Red, en el año 2015 se realizaron 2894 acompañamientos, con un promedio de 8 abortos diarios.
¿De qué se trata la sistematización de datos y experiencias de las mujeres que acompañan?
DB: Los datos nos sirven para saber quiénes son las mujeres que acompañamos a abortar. Hay un registro de lo vincular y la relación que no existe en otros lugares. Pero también para ir destrabando y desarmando esos mitos que corren en torno al aborto y vamos a repetir hasta el hartazgo. ¿Quiénes somos las mujeres que abortamos?: somos todas.
Además, tenemos una decisión política como red que es rescatar las experiencias de las mujeres que abortan y eso es fundamental, porque ni el dato, ni los argumentos para demandar la legalización me parece que alcanzan para desarmar los discursos anti derechos y anti abortistas. Creo que tenemos que hacer foco en las experiencias de las mujeres que abortan porque hay algo del orden de la singularidad de la experiencia que es irrepetible y que conmueve a las demás.
¿Qué relación hay entre la práctica de la Red y el sistema de salud?
LC: Otra de las estrategias del dispositivo es poner en discusión a la medicina hegemónica y sus prácticas. No porque no sea válido el saber médico sino que también es recuperar un saber del propio cuerpo y la posibilidad de hacer, reconocernos en nuestra especificidad, capacidad de vincularnos y como personas.
DB: Una cosa es el saber médico, que lo rescatamos y valoramos, y otra cosa es la medicina hegemónica, pensada por el sistema médico hegemónico. Es un valor de las Socorristas el haber podido establecer un diálogo con efectores y efectoras del sistema de salud; y digo médicos, médicas, enfermeras, asistentes sociales, trabajadores y trabajadoras de la salud; que nos permite dimensionar que, incluso dentro de las estructuras donde se sigue reproduciendo la lógica de la medicina hegemónica tradicional, hay resistencias y son las que ahuecan y fisuran el sistema. Conciben desde adentro otro modo de la salud y garantizan las prácticas de aborto. Un ejemplo es la existencia de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir con la que articulamos en todo el país.
¿Qué sucede entre el Socorrismo y la responsabilidad estatal? ¿Las Socorristas hacen lo que debería hacer el Estado?
DB: Creo que es pensar en términos omnipotentes y estamos lejos de pensar de ese modo. Creo que Socorristas pone la red, los dispositivos y los discursos que instalamos en tensión con ciertos otros discursos.
Hay una consigna nuestra que dice ‘el Estado abandona a las mujeres, nosotras no’. Nosotras no abandonamos a las que llegan pero no estamos en el lugar del Estado. Nosotras obviamente que no las vamos a abandonar, como ninguna feminista abandonaría ningún tipo de situación de vulneración de derechos. Pero, el dispositivo esta pensado para otras cuestiones además del acompañamiento: nosotras queremos que el aborto sea vivido de esta manera ¿Es posible tener una práctica de aborto feminista? Si, es posible. Eso le estamos diciendo al sistema de salud hegemónico y a la sociedad en su conjunto. Esto estamos diciendo con la práctica: que el aborto no tiene porque ser un trauma, que no todas las prácticas de aborto son riesgosas, al contrario, lo son cuando no hay información adecuada, cuando lxs médicxs niegan las prácticas de abortos legales…
LC: El socorrismo no se piensa como sustitutivo de la responsabilidad estatal (…). Es interesante esto que tiene nuestra práctica de prefigurativa. Las compañeras que empiezan a hacer acompañamientos lo hacen en el marco de la Campaña por el Derecho al Aborto. Porque entendemos que sin descuidar esa lucha que sigue siendo nuestra bandera, no podemos desconocer como feministas que el aborto está sucediendo aquí y ahora en condiciones de clandestinidad. Y luchar por una cosa no nos impide operar sobre la otra. Por qué encerrarnos entonces en dicotomías que no son las nuestras.
¿La Iglesia y su dogma incide en el trabajo cotidiano con las mujeres que abortan? ¿Es importante que el Papa diga que autoriza el perdón a las mujeres que abortan?
LC: Una cosa es la estructura de la iglesia como factor de poder y otra muy distinta es la religiosidad de las mujeres, con la cual nos encontramos en el acompañamiento todo el tiempo. Como una forma de desarmar las ideas construidas acerca de las personas de fe, las mujeres creyentes abortan igual.
Una de las compañeras de ‘Católicas por el Derecho a Decidir’ decía que ‘valoramos de este perdón papal el reconocimiento de que somos una realidad que existe’. Pero también es cierto que hay muchísimas mujeres de fe que van a encontrar cierto valor en eso y como tal no lo desestimamos. En algún sentido puede ser reconfortante para ellas.
Otra cuestión importante es el peso que tiene el mensaje de la iglesia en la creación de imaginarios sociales. Porque si hay un perdón, hay una culpa que hay que perdonar. En eso el discurso de la iglesia católica es la concentración de las condenas sociales por el aborto.
DB: La culpa opera hasta en mujeres que no son católicas. Es la moral católica en nuestras prácticas cotidianas y vínculos cotidianos.
(…) En relación a las religiones no es sólo lo que el Papa como figura diga. Tenemos que prestar atención al avance de otras religiones del espectro del cristianismo, como la evangélica. Donde las mujeres están más restringidas en cuanto a la posibilidad simbólica de pensar lo que están haciendo en la práctica del aborto. Hay un avance de las iglesias evangélicas muy fuerte.
¿El aborto es un acto liberador?
DB: Para mi lo fué. Yo, como mujer que abortó, puedo decir que para mi fue liberador. Me liberé de ser madre, no quería. Con respecto a las mujeres que acompañamos, depende de cómo se viva el aborto, es decir, si el acompañamiento es feminista, como propiciamos, es mucho más probable que sea liberador. No digo que siempre lo sea. Es mucho más probable que sea una experiencia que incluso hasta empodere a las mujeres. Aunque tampoco siempre lo es. Las mujeres que acompañamos no son feministas y lo más probable es que nunca los sean. Pero han vivido el aborto de otra manera y pueden registrarlo de otra manera. No daría una definición tan acabada y certera…
LC: …Y yo creo que esta bueno que no la demos, porque es un aprendizaje de la práctica. Si nosotras aprendimos algo es que no podemos generalizar. El problema que tienen las mujeres que abortan, originalmente, no es el aborto sino un embarazo no deseado. Si ese aborto puede ser acompañado de una forma sana, lo más cercana posible con ese deseo de no ser madre, de una forma no violenta, no traumática – y en eso juega un papel importante toda la red que se teja, cómo esa mujer lo va a atravesar- , potencialmente puede ser liberador. Y te das cuenta cuando las volvés a ver, lo que te dicen, el cambio de gestualidad, las caras de alivio.