Una audiencia especial tuvo lugar en la causa Guerrieri III con la declaración de Sabrina Gullino Valenzuela Negro, nieta restituida e hija de los militantes Tulio Valenzuela y Raquel Negro. Sabrina recordó en su testimonio cómo fue el proceso de restitución de su identidad, destacó la importancia de que se esté juzgando el asesinato de su madre y dejó en claro que los represores juzgados tienen información sobre el paradero de su hermano mellizo. También declaró Jaime Dri, el único sobreviviente de los detenidos en el Centro Clandestino Quinta de Funes.
Por Carina Toso
[dropcap]S[/dropcap]abrina es miembro de HIJOS, es nieta recuperada (la número 96), es mamá de una nena, es hija de desaparecidos (de Tulio Valenzuela y Raquel Negro), es diseñadora y es la hermana del “melli”, a quien busca desde que supo su verdadera identidad y que tenía a ese hermano mellizo en algún lugar. Seguramente en su vida cotidiana es muchas cosas más, pero sobre todo, Sabrina Gullino Valenzuela Negro es una de las tantas personas que decidieron transitar el camino de la búsqueda de la verdad, del pedido de justicia y la lucha por la memoria.
Una vez más (la cuarta) declaró en un juicio oral de lesa humanidad, en este caso en la tercera etapa de la causa Guerrieri, en donde se juzga, entre otros delitos, el asesinato de su madre, Raquel Negro. “Esta declaración es importante por eso. Si bien ya declaré otras veces todavía no había sido mamá. Ahora que lo soy siento que puedo participar desde otro lugar en la reconstrucción de la verdad histórica y de la justicia haciendo memoria y honor a ella, a Raquel”, dijo Sabrina a enREDando antes de ingresar a la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal N°1 de Rosario.
Otro punto particular de este momento es que una vez más se vuelve a sentar a declarar como testigo ante los represores acusados del secuestro de sus padres, de su apropiación y la de su hermano mellizo. “Siempre existe la posibilidad de que algunos de los imputados, procesados y ya juzgados en causas anteriores, puedan decir algo nuevo sobre la búsqueda del melli o la muerte de Tulio y Raquel, nunca se sabe. Igualmente sabemos que siguen cumpliendo el pacto de silencio. Ellos saben dónde está el melli y no lo dicen. Las contradicciones de estos momentos tienen que ver con eso, están ahí tan cerca y saben dónde está el melli”, expresó.
Sabrina nació a principios de marzo de 1978 en el Hospital Militar de Paraná, durante el cautiverio de su madre, Raquel Negro. Su papá, Tulio Valenzuela también estaba detenido. Ambos continúan desaparecidos. Días después de nacer, Sabrina fue abandonada en el Hogar del Huérfano de Rosario y dada en adopción. El 23 de diciembre de 2008 recuperó su verdadera identidad, se reencontró con sus hermanos mayores y juntos comenzaron la búsqueda del “melli”, como ella lo llama.
Esta vez, el único represor presente en la sala fue Eduardo Constanzo, el resto participó por teleconferencia, algo que habían pedido semanas atrás y que el Tribunal les concedió, salvo por Amelong que decidió estar presente en las audiencias pero en este caso siguió el juicio desde el penal de Marcos Paz debido a un error de comunicación. Jorge Fariña estaba a su lado. Mientras Rodolfo Isach y Walter Pagano siguieron la audiencia desde Ezeiza, Marino González desde Santa Fe, Juan Cabrera desde Córdoba y Oscar Guerrieri desde los tribunales de Comodoro Py. Por último Armando Pelliza y Ariel López estuvieron en una sala contigua.
El relato de Sabrina ante los jueces comenzó con la fecha y lugar del secuestro de sus padres: “Enero de 1978 fueron secuestrados Tulio Valenzuela y Raquel Negro, junto a su pequeño hijo Sebastián. Frente a la tienda Los Gallegos en Mar del Plata secuestran a Tulio y a Sebastián, a Raquel la encuentran a unas cuadras. Todo este operativo lo lleva a cabo la Patota del Segundo Cuerpo del Ejército”.
Raquel militó en la JP, en el MVP, en la Agrupación Evita y en las FAR. Tulio militó en la Juventud del Partido Bloquista de San Juan y en la organización ARP en la Facultad de Derecho. Luego, ambos militaron en la organización Montoneros. Sus compañeros la llamaban «María» y a él «Tucho» o «Marcos». La pareja se conoció en Rosario, y por un tiempo vivieron en Brasil. Regresaron en enero de 1978 a Mar del Plata, donde fueron secuestrados. Fueron llevados al Centro Clandestino de Detención (CCD) «Quinta de Funes». Allí, se organizó un operativo en el que Tulio fue obligado a salir clandestinamente del país junto a represores con el fin de concretar un operativo de secuestro de dirigentes políticos en el exterior. La pareja simuló aceptar el plan negociando la restitución de Sebastián a su familia materna.
Tulio salió del país con los represores y una vez que pisó suelo mexicano, se fugó y denunció los crímenes de la dictadura en Argentina. Permaneció en México y el 25 de mayo de 1978 estableció el último contacto con su familia. De Raquel se supo principios de marzo de 1978 dio a luz una niña y un niño en el Hospital Militar de Paraná. Ambos bebes permanecieron internados en la unidad de terapia intensiva de dicho hospital, y luego fueron llevados al Instituto Médico de Pediatría donde ingresaron a la niña como «Soledad López» y al niño como «NN López». Las fuerzas de seguridad abandonaron a la pequeña en la puerta de un convento y fue dada en adopción a la familia Gullino.
“Todo lo que sé, lo sé porque en noviembre de 2008 recuperé mi identidad. Siempre supe que mi familia era adoptiva. Justo en esa fecha yo había decidido contactarme con Abuelas de Plaza de Mayo a través de Iván Fina (hoy presidente de la sede de la organización en Rosario). Pero al mismo tiempo, llegó la citación de la Justicia de Paraná para mis padres adoptivos y para mí. Según el testimonio del Tucu Constanzo, se supo que Amelong y Pagano me habían dejado en la puerta del Hogar del Huérfano en Rosario. Habían dejado un fósforo en el timbre para que quede sonando y salieron corriendo. Cuando se empiezan a buscar los datos comprueban que sí, que habían abandonado una bebé en esa fecha y que había sido dada en adopción a la familia Gullino”, continuó diciendo la mujer de 38 años en su testimonio.
Para Sabrina este fue una declaración diferente y les explicó a los jueces el por qué: “Esta declaración para mi es especial porque se juzga el asesinato de Raquel. Por ser la hija y por ser mujer siempre sentí la necesidad de exigir justicia y participar. También es especial porque fui mamá y por atravesar un embarazo. Ella no pudo vivirlo con libertad sino en un estado de tortura permanente. Me imagino lo que debe haber sido para ella haber estado secuestradas con dos bebés en la panza y un nene chiquito. Con ella y otras mujeres militantes embarazadas hubo una saña particular porque eran doblemente transgresoras”.
La búsqueda del “melli”
Para saber más sobre la búsqueda de Sabrina y sus hermanos:
La restitución de identidad de Sabrina
Sabrina busca a su hermano mellizo
Jaime Dri: “Yo viví porque era prisionero de Massera”
Fuente: El Eslabón
El único sobreviviente de los militantes montoneros secuestrados en la Quinta de Funes, Jaime Dri, declaró el viernes pasado en Rosario en una nueva audiencia del juicio Guerrieri III, el tercer proceso oral y público contra los represores del Batallón 121 de Inteligencia del Ejército. “La dictadura apuntó a degradarnos moralmente a través de la tortura y a quitarnos la identidad con la desaparición de los cuerpos”, exclamó el testigo.
Dri, puso a disposición de los jueces sus declaraciones anteriores, la primera de las cuales tuvo una larguísima duración. “Recuerdo que comencé a las nueve de la mañana y terminé a las diez de la noche”. Además, planteó que su testimonio también está reflejado en el libro Recuerdo de la Muerte, de Miguel Bonasso, que relata parte de los hechos ocurridos en la Quinta de Funes.
El testigo, venido desde Panamá –lugar en el que vive desde hace años–, hizo un relato que comenzó con su secuestro en diciembre de 1976 en Uruguay, continuó con su paso por el centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), y el posterior traslado a la Quinta de Funes. Sobre ese último lugar, brindó detalles de sus particulares características, que se expresaron en un perverso esquema montado por Leopoldo Galtieri, jefe del Segundo Cuerpo de Ejército.
El sobreviviente apuntó los nombres de cada uno de los represores y también de sus compañeros detenidos, todos víctimas de la causa.
Dri hizo un planteo especialmente dirigido a quienes alguna vez señalaron a los detenidos desaparecidos como “traidores”. “¿Cómo podemos hablar de la conducta de los prisioneros en esas condiciones?”, se preguntó. “Se han dicho muchas cosas, decían que (a los cautivos) los estaban recuperando, pero la realidad muestra que terminaron matando a todos”, dijo, y añadió: “Yo viví porque era prisionero de Massera”.
El testigo volvió a relatar el desenlace de la historia de la Quinta de Funes y cómo el proyecto de Galtieri –de hacer trabajar a los detenidos para infiltrar a la conducción montonera en México– fue desarticulado cuando Tucho Valenzuela se escapó en el país azteca y denunció la maniobra. Y también cómo fueron trasladados los detenidos apenas se conoció internacionalmente el tema.
Dri recordó que, junto a sus compañeros, fue llevado a la Escuela Magnasco, lugar en el que permanecieron unos 15 días y de donde luego él fue llevado nuevamente a la Esma, de donde se terminó escapando.
Como se ha relatado varias veces en estas páginas, el destino de los otros detenidos –salvo Raquel Negro– concluyó en la quinta La Intermedia, lugar en el que los presos políticos fueron fusilados, y desde donde, según el relato del represor Eduardo Costanzo –presente en el lugar–, sus cuerpos fueron tirados desde un avión a la bahía de San Borombón.
Por último, en un tramo de su testimonio, el sobreviviente vinculó el pasado de la dictadura con el actual gobierno. “Hoy los que gobiernan son los mismos que hicieron caminar en pata a los pibes durante la dictadura de Uriburu, los mismos que en el ‘55 derrocaron a Perón, los mismos que impulsaron la dictadura, y los mismos que hoy hacen cerrar las fábricas”, concluyó.
Sobre el juicio
Los diez represores que serán juzgados por los crímenes de lesa humanidad cometidos en dichos centros clandestinos de detención contra 47 víctimas del terrorismo de Estado, 24 de ellas desaparecidas son: los ex militares Pascual Oscar Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Jorge Alberto Fariña, Marino Héctor González, Alberto Enrique Pelliza y los personales civiles de inteligencia (PCI) Walter Salvador Dionisio Pagano, Eduardo Rodolfo Costanzo, Ariel López, Juan Andrés Cabrera y Rodolfo Daniel Isach (quien además fue comisario de la policía provincial).
Entre otros delitos, en el proceso se investigarán los asesinatos y se buscará conocer la verdad del destino de los desaparecidos Jorge Horacio Novillo, Eduardo José Toniolli, Stella Hillbrand De Del Rosso, Carlos Rodolfo Juan Laluf, Marta María Benassi, Miguel Ángel Tosetti, Oscar Daniel Capella, Ana María Gurmendi, Fernando Dante Dussex, Héctor Pedro Retamar, María Adela Reyna Lloveras, Teresa Soria De Sklate, Raquel Ángela Carolina Negro, Marta María Forestello, Liliana Nahs De Bruzzone, Alberto Barber Caixal, Fernando Rubén Messiez, Aníbal Morcabel, Héctor Larrosa, Ernesto Víctor Traverso, Guillermo White, Fernando Feliz Agüero, Rubén Daniel Flores, Edgar Tulio Valenzuela –cuya desaparición ocurrió tiempo después de los hechos juzgados– y Jorge Luis Ruffa –cuyos restos fueron identificados.
También se imputa a los acusados los secuestros, privaciones ilegales de la libertad y tormentos de los ex detenidos y sobrevivientes Jaime Feliciano Dri, Carlos Alberto Novillo, Alejandro Luis Novillo, Graciela Inés Zitta, Susana Elena Zitta, Emma Stella Buna, Rafael Bielsa, Carmen Cantalejo, Patricia Beatriz Coria, Francisca Daniela Domínguez, Mercedes Domínguez, Eduardo Francisco Ferreyra, Daniel Ángel Luis Fuhr, Diego Aníbal Walter Fuhr, Juan Carlos Gesualdo, María Amelia González, Luis Megias, Viviana Nardoni, Adriana Del Huerto Quaranta, Laura Esther Repetti, María Luisa Rubinelli y Elena Sarnari.
La acusación está a cargo de la Unidad Fiscal de Asistencia para causas por violaciones a los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado, a cargo de Adolfo Villatte.
Los querellantes Alicia Gutiérrez, Eduardo Leandro Toniolli, Fernando Dussex, Sebastián Álvarez, Sabrina Gullino Valenzuela Negro, Pablo Del Rosso, Ignacio Laluf, María Rosa White, serán representados legalmente por Nadia Schujman, Matías Gómez, Sofia Barros Fosin y Franco Porporato –integrantes del equipo jurídico de la organización Hijos–. Santiago Bereciartúa y Natalia Moyano serán los abogados por la querella de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación.