Tanto la Marcha de la Resistencia como la de la Gorra son dos momentos de esperanza. Las calles repletas de gente suelen ser esperanzadoras. Pero también son señal de que algo no anda como quisiéramos.
Por Fernando Tebele (Publicado en Mucho Palo Noticias)
[dropcap]E[/dropcap]l 10 de diciembre de 1981 las Madres de Plaza de Mayo todavía estaban agrupadas en la misma organización. Juntas, decidieron extender la marcha habitual de cada jueves y permanecieron 24 horas en el lugar que las vio nacer como una referencia de dignidad y perseverancia que no se mancha con ninguna diferencia. Las Madres son las Madres.
Así nació la Marcha de la Resistencia.
La principal virtud de las Madres quizá sea haber sostenido la organización en el tiempo, aún cuando en los primeros años consiguieron pocos resultados en su búsqueda; hasta sufrieron la temible infiltración del genocida Alfredo Astiz, quién haciéndose pasar por un familiar desesperado, señaló al mejor estilo Judas a Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y Mary Ponce de Bianco, que fueron secuestradas, desaparecidas y arrojadas aún con vida al mar. A pesar de todo siguieron. Se levantaron de ese y otros golpes asestados por brazos cargados de impunidad. Consiguieron constituirse como un movimiento con peso político, pero tampoco pudieron evitar las leyes de impunidad. Siguieron organizadas y en la calle hasta el día de hoy. El próximo jueves 8 de diciembre realizarán una nueva Marcha de la Resistencia.
El 20 de noviembre de 2007 se realizó por primera vez la Marcha de la Gorra, con la consigna “Por que tu gorra sí y la mía no”. En las cabezas de aquel grupo de jóvenes que la impulsaron, en algún lugar más o menos conciente, es más que probable que retumbara algo de la leyenda de las Madres. Sufrieron, allí en Córdoba, momentos especialmente duros, como el de la desaparición de Facundo Rivera Alegre, por citar solo un caso emblemático, pero los pibes de los barrios sufren la violencia de parte de las fuerzas de seguridad cada día de sus vidas; y las pibas también conviven con el fantasma bastante real de la trata de personas, con Yamila Cuello como caso testigo. Siguen juntos, siguen organizados. No consiguieron derogar el Código de Faltas maldito con el que los uniformados les joden la vida a toda hora, pero saldrán nuevamente a las calles el próximo viernes.
Tanto la Marcha de la Resistencia como la de la Gorra son dos momentos de esperanza. Las calles repletas de gente suelen ser esperanzadoras. Pero también son señal de que algo no anda como quisiéramos. Si no, no habría necesidad de estar allí.
Las Viejas continúan dando vueltas a la Pirámide de Mayo cada jueves, porque siguen buscando a sus hijos. Los pibes y pibas de los barrios pobres, las familias de los desparecidos de la democracia y de los asesinados por gatillo fácil, continúan en las calles cuando pueden y como pueden, pero aún no han encontrado una organización propia. Han recibido el cobijo de otras organizaciones sociales y políticas, se abrigaron con ellas y se sumaron en algunos casos, pero no tienen su propia organización de familiares o de víctimas. Nada como Madres de Plaza de Mayo nació aún entre los nuevos sujetos perseguidos por el poder o sus familiares. Sin embargo, hay dos hechos que se repiten desde hace años que dan cuenta de que algo está gestándose. Uno ocurre cada final de enero y es impulsado en Buenos Aires por los Familiares y Amigos de Luciano Arruga. Este año llegaron tantos familiares de víctimas de todo el país que la jornada quedó corta, algunas madres incluso ni siquiera habían sido invitadas y vieron allí un espacio para denunciar. El caso de Luciano Arruga es tan emblemático y el grupo de Familiares y Amigos tan fuerte, que se convirtieron en una referencia alrededor de la que parece estar gestándose algo parecido a aquello. Quizá alumbre, quizá no, pero está asomando la cabeza. El otro sucede en Córdoba; la Marcha de la Gorra marca otra referencia de confluencia de sectores sociales y políticos diversos que cuando el enemigo se aclara apuntan juntos hacia el mismo lado. En ambos casos, como con las Madres, se mezclan la sensación de esperanza con la de que pasó otro año y todo sigue igual, incluso peor. Pero si Ellas siguen, cómo podríamos nosotros volver a casa.