A Jonatan Ojeda lo mató un policía de civil hace un año en el sudoeste rosarino. Como otras veces, hay versiones contrapuestas de los hechos pero el Ministerio Público de la Acusación sigue el relato policial. El jueves 20 a las 10 se realizará una conferencia de prensa frente a la Fiscalía de Homicidios.
Por Fabian Chiaramello
Jonatan Ojeda había cumplido 17 años hacía menos de dos semanas cuando un policía de civil lo asesinó en la esquina de su casa, en la zona sudoeste de Rosario. El entonces cabo primero César Martín Robledo le disparó en el rostro en un supuesto enfrentamiento luego de un robo. Pero las irregularidades y las sospechas de que se trató de un caso de gatillo fácil aparecieron desde el primer momento.
La noche del sábado, Jonatan había ido con sus amigos a una fiesta en el Club 25 de Mayo. Alrededor de las 5.30 del domingo fue a la casa de una amiga, Nadia (en Santiago y Juan Canals), y luego emprendió la vuelta (en dirección sur-norte) a su hogar junto a un amigo que lo acompañó hasta las vías que están frente al Pasaje Margis, a pocos metros de donde sería asesinado unos minutos más tarde. Desde ese punto, las versiones se contradicen.
La versión del policía, formulada por Robledo a dos agentes, es la que consta en el acta labrada por el Inspector Luciano Vallejos. Según este relato, el domingo 18 de octubre, alrededor de las 7 de la mañana, el joven habría asaltado a una vecina del propio oficial que, alertado por su esposa, se levantó de su cama y salió con su auto a correr al pibe de «gorra roja, campera negra y jean» que se escapaba por calle Marruecos en dirección oeste. Desde la casa del oficial en Pasaje Omnes al 4200 -a metros de Boulevard Oroño- hasta la esquina de Rodríguez y Pasaje Margis, Ojeda disparó dos veces hacia el VW Vento de Robledo. Siguiendo el acta policial, en esa intersección el joven «toma posición de disparo»: colocó una rodilla en el suelo y tomando el arma con sus dos manos disparó nuevamente contra el policía y este lo «repeló» con su arma reglamentaria; uno de los tiros le dio en la cara a Jonatan. El oficial bajó de su auto y lo requisó en búsqueda de un celular desde donde llamó a una ambulancia que tardó varios minutos en llegar. Cuando eso ocurrió, Jonatan ya estaba sin vida. Ningún testigo pudo confirmar la versión oficial, pero sí aparecieron quienes la contradijeron.
Según varios testimonios, el policía le disparó a Jonatan y luego le plantó un arma y una billetera (elementos que luego fueron entregados a la policía por el propio Robledo, que los había «resguardado» de los vecinos que se acercaban furiosos a la escena del crimen). En el acta policial también se constató un robo cometido unos quince minutos antes de las 7 por un pibe «de similares características» en la esquina de Biedma y Ovidio Lagos. Las tres jóvenes asaltadas declararon después, en la Unidad Fiscal Especial de Homicidios, que el joven asesinado no era el autor del robo ya que a éste lo habían vuelto a cruzar.
Un video filmado por una mujer pocos minutos después del disparo da cuenta de que varios vecinos vieron cómo el oficial «boleteó» a Jonatan y que le plantó el arma. Uno de esos testigos, que mostró predisposición desde el primer momento para declarar lo que había visto, fue intimidado por Robledo en dos oportunidades por lo que no se presentó a ratificar lo que había contado a los familiares. Adriana Ramírez, madre del joven, denunció la presión hacia los testigos y un accionar, de mínima, irresponsable por parte de la Fiscalía: ella misma se acercó para presentar los datos de los testigos, pero se desentendieron y la enviaron a la Jefatura para que le acerque la información a la sumariante Jaquelina Crosetti. «Le presento los datos de los testigos y a la tarde el policía los va a amenazar», contó Adriana, sin mucho que agregar.
Al día siguiente del asesinato, Robledo y su esposa Luciana Cisneros se presentaron en la Fiscalía para denunciar amenazas de represalias contra su familia y su propiedad, por lo que le otorgaron custodia policial. También «recordó» que en el celular «que tomó para llamar al 911, del cuerpo del fallecido, podía verse una foto del mismo con un arma de fuego»; además aclaró que pudo ver en el Facebook otras fotos. La intención del policía fue justificar la muerte a partir de una supuesta peligrosidad del joven. Su pedido fue tomado y las fotos de la cuenta personal de Jonatan y de su celular fueron sumadas al expediente. Otro tanto hicieron algunos medios, como el diario La Capital, que jerarquizó desde su titular que el joven tenía antecedentes.
Jonatan tuvo dos causas por robo, pasó dos semanas por el cuestionado Instituto para la Recuperación del Adolescente (IRAR) y luego, ya con prisión domiciliaria, ingresó al programa Libertad Asistida. Desde ese espacio realizaba talleres de cine, radio y fotografía. Estaba muy enganchado; le gustaba mucho; no faltaba nunca. Coinciden familiares y los acompañantes juveniles. «Cuando se quiso poner las pilas no lo dejaron», lamentó Adriana
Otra línea que no fue atendida en la investigación es muy relevante y tiene que ver con el hostigamiento y las amenazas previas de parte del cabo primero. La noche del jueves 15 -tres días antes-, más de una decena de uniformados ingresaron, sin orden de allanamiento, al hogar de Ojeda -sobre Margis- persiguiendo a Nahuel E., un amigo del joven. Entre los policías, que además revolvieron las pertenencias de la familia y se llevaron tres mil pesos, se encontraba Robledo a pesar de no ser personal de la Seccional 15ª con jurisdicción en la zona. El oficial exigió la presencia de Jonatan, su madre le explicó que no se encontraba en su casa porque había salido con su novia, pero el policía insistió con que su hijo había participado en un robo a un familiar suyo. En ese momento le dijo que su hijo lo tenía cansado y que le iba a «armar un enfrentamiento» y lo iba a «matar como un perro». Adriana le avisó a Jonatan que un policía lo había amenazado y le ordenó que se quede en la casa de su tía por precaución. El sábado, ya en su casa, desde la vereda observó a Robledo que pasó varias veces en auto. Esa misma tarde sus amigos le avisaron que el policía les había preguntado varias veces por él. Por la noche, su papá -según consta en el expediente-, le pidió a Jonatan que no vuelva tarde de la fiesta y que tenga cuidado porque le habían avisado que desde hacía unos días, y esa misma noche, un policía lo estaba buscando. Después vino el asesinato y los hechos que aún faltan esclarecer.
Lo que pasó con Nahuel E. también es un hecho a tener en cuenta: luego de la persecución, fue detenido y, según la denuncia realizada por una defensora de menores, fue torturado por personal policial de la Comisaría 15ª. Lo golpearon y hasta le quemaron las manos.
Otros familiares también fueron testigos de las balas fáciles del policía. Según el testimonio del tío del joven, cuando se acercó para decirle que había visto todo, Robledo le disparó para que se vaya. Lo mismo hizo con su abuelo, Ismael Ojeda -que vive a pocos metros del lugar donde cayó el cuerpo de su nieto-, a quien le gatilló varios tiros en el suelo para que se aleje. Este último, además, aportó otro dato al caso: Jonatan le había contado que estaba siendo amenazado por un policía porque «lo había querido meter en la droga y él se negó».
Los familiares también denunciaron intimidaciones posteriores. La casa en la que viven los abuelos de Jonatan, a metros del hogar en el que vive Adriana junto a su hija, fue baleada en dos oportunidades. Además, Robledo pasaba con su auto por esa misma calle, «como provocando», acelerando su auto en el frente del domicilio de la familia Ojeda.
Esas son algunas de las irregularidades y contradicciones que se descubren a simple vista a partir del expediente y de los testimonios. Sin embargo, la Fiscalía no consideró la mayoría de estas líneas para realizar una investigación que pueda esclarecer lo que ocurrió esa mañana. Al contrario, priorizó el relato policial e hizo lugar a la utilización de las fotos del joven y de sus antecedentes para justificar el accionar policial. Los familiares de Ojeda señalaron la falta de celeridad y atención de parte del fiscal a cargo de la investigación, Florentino Malaponte.
Mención especial merece el historial de violencia del oficial Cesar Martín Robledo. En abril pasado, siendo entonces sumariante de la subcomisaría 22ª -lo ascendieron luego del asesinato de Jonatan-, cometió dos delitos en menos de un día. Fue denunciado por apremios y torturas contra dos jóvenes, uno de ellos menor de edad. Habían pasado pocas horas de la golpiza que dio a los dos hermanos en el calabozo cuando, desde su auto, le disparó a su mujer con el arma reglamentaria, frente a su casa en Omnes al 4200. Fue imputado por lesiones leves agravadas por el uso de arma de fuego. Sin embargo, la jueza Irma Bilotta ordenó que sea liberado y que quede internado en la clínica Alem debido a sus problemas psiquiátricos. Tenía al menos dos antecedentes por violencia de género y carpeta psiquiátrica. En otra ocasión, también fue denunciado por detener sin causa y golpear a una mujer. Con semejantes pruebas se hace aún más urgente escuchar los testimonios que contradicen a Robledo.
Para que se investigue
El lunes se presentó al fiscal Malaponte la solicitud de querella, constituida por Adriana Ramírez y patrocinada por los abogados de la Asamblea por los Derechos de la Niñez y la Juventud Analía Abreu, Salvador Vera, Guillermo Campana, Nicolás Vallet y Lautaro Gieco. En el escrito que enumera los hechos y las contradicciones manifiestan que «el Ministerio Público Fiscal restó relevancia jurídica a aportes discordantes con la versión policial» y piden nuevas medidas para avanzar en el esclarecimiento del caso y determinar las responsabilidades penales.
Este jueves a las 10, frente a la Fiscalía de Homicidios (Montevideo 2278), se va a realizar una conferencia de prensa para dar cuenta del pedido de constitución de la querella y se van a repasar los puntos más relevantes de la causa. Ya pasó un año y el asesinato de Jonatan sigue sin esclarecerse, con la impunidad como única certeza. La jornada será una oportunidad para visibilizar el caso.
La convocatoria fue impulsada desde la Multisectorial contra la Violencia Institucional, que contiene a distintas organizaciones políticas, sociales, de derechos humanos y a familiares de víctimas de la represión policial que también estarán acompañando. En ese marco, además, se va a realizar una sentada frente a la misma Fiscalía para protestar ante la falta de avances en la causa de Brandon Cardozo, asesinado el primero de enero por un policía de civil.