«Diario del Juicio Guerrieri – Amelong» es el primer libro de una serie editorial que publica la Cooperativa de Prensa la Masa. Se trata de un conjunto de crónicas periodísticas escritas al calor de lo que fue el primer juicio de lesa humanidad transcurrido en Rosario, en el año 2009. Es una escritura política que contiene en su mayoría, testimonios de los sobrevivientes que fueron querellantes en el histórico proceso judicial. La presentación fue acompañada por Chiche Massa, Madres de Plaza 25 de Mayo y Olga Moyano, testigo de la causa.
Por María Cruz Ciarniello
Foto: Viviana Chaminaud
[dropcap]C[/dropcap]hiche Massa toma el micrófono y el silencio en la sala del subsuelo del Museo de la Memoria la acaricia. Sus ojos son dos faroles que ofrecen luz aún en tiempos oscuros. Chiche es una de las eternas Madres de la Plaza 25 de Mayo. Habla de Ricardo, su hijo. De aquellos tiempos en que comenzó a transitar la historia que cambiaría su vida para siempre. Chiche se transformó en una Madre que busca. Que no claudica. Que ronda. Que abraza. Que en esa búsqueda que escriben sus pasos y acompaña su pañuelo blanco, no se resigna.
Es que para Chiche “Ricardo es una presencia viva” en cada uno de los rincones de su hogar. Y también lo es en su intachable memoria, capaz de recordar y poner en palabras momentos de pleno dolor como aquel día en que la bomba destruyó su casa.
Chiche deposita la esperanza en los más jóvenes. Serán ellos, dice, quienes puedan hacer posible el sueño de los 30.000. Escucharla es viajar en el tiempo y volver con la garganta llena de nudos. Es recorrer esa historia que es suya, personal, política. Pero es también la de tantas otras Madres que fueron sus compañeras de lucha. Que lo siguen siendo. Y que las encuentra cada jueves en la Plaza 25 de Mayo. “La Plaza siempre me hizo bien. Y me sigue haciendo bien. Es un remanso para mí porque me siento acompañada de gente que ha pasado lo mismo que yo. Es como encontrarse con una gran familia”, dice. Porque todas vivieron el mismo dolor: las atraviesa la desaparición de sus hijos y la incertidumbre de lo que con ellos hicieron. Las atraviesa la fortaleza y la resistencia. La rebeldía, la valentía. Chiche es la ternura que nos ayuda a vencer. “Todos los días tendrían que ser jueves”, le dice la señora que la acompaña por las noches. Es que los jueves, la plaza reconforta.
“Yo creo que el último pensamiento de Ricardo lo tuvo para nosotros”, señala Chiche. “Nunca he soñado con mi hijo, y creo que es porque mi subconciente no ha aceptado o se niega aceptar la triste realidad de su ausencia”.
Chiche es puro testimonio. Lo es Norma, Lila, y tantas Madres de nuesta plaza. Por eso su presencia en la presentación del libro editado por la Cooperativa de Prensa La Masa, “El Diario del Juicio”, es imprescindible. Es que hablamos de testimonios, de memorias y del sentido político que tienen los juicios de lesa humanidad en nuestro país. Hablamos de Chiche y de todas ellas, las Madres.
A su lado, Olga Moyano. Sus primeras palabras están marcadas por la emoción y un profundo agradecimiento a tres mujeres, dice. A las Madres en primer lugar. A Delia Rodriguez Araya, una de las primeras abogadas en asumir la valentía de exigir la aparición con vida de los desaparecidos. A Cecilia Nazábal y la fiscal de la causa Guerrieri – Amelong, Mabel Colalongo, “otra imprescindible”.
Olga es una sobreviviente que con su voz hace posible que otros/as hablen: sus compañeros desaparecidos, sus compañeros querellantes en el juicio. Es una responsabilidad histórica para Olga poder dar testimonio del horror. Y que además, sus palabras sirvan como prueba para que los genocidas reciban su condena. “La palabra de los testigos fue una prueba colectiva de que habíamos pasado por ese horror”, dice. “Vengo a testimoniar porque no están, eso fue un mandato y una obligación. Recordar. Pero también como testigos fue una obligación no recordar porque sino la vida no hubiera sido posible”.
Olga agradece y también menciona la plaza. El “aguante”, el afuera de los juicios. Los abrazos que la recibieron cada vez que tuvo que declarar frente a un Tribunal, con la presencia de los represores en la sala. “Yo nunca me voy a olvidar la soledad que fue testimoniar en el Juicio a las Juntas”, compara.
Y habla de un proyecto político que hizo posible la reapertura de los juicios. “Hubo un proyecto político que tomó esto y lo puso en la agenda pública. Creo que la construcción que se hizo en todo este tiempo va a ser posible en la medida que sigamos escribiendo la memoria.”.
La memoria se escribe y es testimonio. Eso representa el libro del “Diario del Juicio” de la causa Guerrieri –Amelong, el primer juicio de lesa humanidad que tuvo lugar en Rosario, allá, por agosto de 2009.
“Es un trabajo colectivo”, reitera Juan Emilio Basso, integrante de Hijos Rosario y director del semanario El Eslabón. Es quien redactó en su gran mayoría, cada uno de los capítulos que conlleva la publicación, la primera de la serie editorial Tiempo, Memoria y Justicia, proyecto que emprende ansiosamente la Cooperativa de Prensa La Masa. Ya en las primeras páginas se entiende que el trabajo fue de todos. Correctores, diseñadores, editores del Eslabón y del equipo jurídico y de investigación de Hijos Rosario.
El libro es también una excusa para encontrarse y volver a poner en palabras el significado y la importancia de los juicios de lesa humanidad, en un contexto donde todo está puesto en juego. Por eso, el libro viene a ser una herramienta política fundamental para defender el proceso de juicio y castigo a los genocidas, huella histórica en la política de derechos humanos de nuestro país.
Juane recuerda, quizá como punto de partida para el nacimiento de este libro, aquella masiva convocatoria en Sitratel, días antes de que se iniciara el juicio. Fue masiva, claro que sí. Porque más allá de las identidades partidarias, lo que convocó fue la necesidad de acompañar a los testigos sobrevivientes que contarían su verdad en un juicio que además, haría historia en Rosario. Y también les agradece. “Un agradecimiento histórico” expresa, porque esto no hubiese sido posible sin la valentía de cada uno de los querellantes.
Juane también recuerda el nombre de Néstor y Cristina Kirchner. “Este proceso fue posible gracias a las decisiones políticas que se tomaron. No era todo lo mismo. No es todo lo mismo. Y es importante decirlo. La única manera que tenemos para empezar a ponerle freno a este proceso es juntando fuerza, fuerza para cuidar los puestos de laburo de los compañeros, para decir que no van a poder frenar el juicio y castigo, para sostener todo lo que hemos logrado, para construir una nueva mayoría que nos permita recuperar el Estado y que ponerlo al servicio de las mayorías nacionales y populares y para que los juicios finalmente pueda sentar a los Magneto, a los Mitre, a los Blaquier.”
El libro del “Diario del Juicio” “es una recopilación de crónicas realizadas en el marco de la cobertura del primer juicio que se sustanció en Rosario contra criminales de la última dictadura cívico militar. Los artículos fueron redactados al calor de las audiencias que se llevaron a cabo en el Tribunal Oral Federal N° 2 de Rosario”, señala el equipo editor en el prólogo. “Lo que aquí se va a leer es una obra colectiva, como los sueños que encarnaron los desaparecidos, como la lucha de las Madres de la Plaza, como los avances en materia de derechos humanos conquistados en los últimos años”. Y aclara, este mismo prólogo, que tras la asunción de Mauricio Macri en el gobierno, “algunos de los programas y áreas dedicadas a apuntalar desde el Estado nacional el proceso de condena a los genocidas comenzaron a ser vaciadas en sus contenidos”.
De allí la relevancia de contar con un testimonio escrito de lo que fue este largo e intenso juicio en Rosario. Contiene lo más poderoso que tuvo el proceso; el testimonio de los sobrevivientes.
Se vendrán más libros en esta serie que propone la Cooperativa la Masa. “El objetivo es amplificar, sacar de las cuatro paredes de los Tribunales y darle mayor difusión públicos a los juicios a los represores para que esto ayude a comprender las razones por las que se montó el aparato represivo más sanguinario de nuestra historia”. Fue el 31 de agosto de 2009 el día en que comenzó el juicio de la Causa Guerrieri I. Habían trascurrido veintisés años de impunidad.
Siete años después, la memoria de ese juicio vive en cada una de las crónicas que integran el Diario: testimonios, alegatos y la histórica sentencia a cadena perpetua. Y es además, este Diario, la memoria colectiva que construye un presente necesario y que desde la escritura política que supone este minucioso trabajo periodístico, defiende un proceso de Verdad y Justicia imprescindible y reparador.