En los últimos años las empresas del Cordón Industrial del Gran Rosario crecen de manera ininterrumpida junto al proceso de acumulación de capital. Con la misma fuerza crece la contaminación en las zonas urbanas. Cecilia Bianco, del Taller Ecologista, nos cuenta cómo viene el proceso de rezonificación y las luchas de los vecinos. A seis años de la creación del Programa de Monitoreo Continuo de la Calidad del Aire, no sabemos qué estamos respirando. Una organización que está naciendo, V.A.C.C.A: Vecinos Autoconvocados Contra la Contaminación Agrotóxica. El doctor Mariano Mussi aporta la perspectiva médica y cuenta una experiencia de mapeo colectivo en territorio. ¿Qué producimos? ¿Qué comemos? ¿Qué respiramos?
Por Tomás Viú
Fotos: Territorios invisibles y Terminal Puerto Rosario
[dropcap]E[/dropcap]n los últimos quince años se viene produciendo en el cordón industrial del Gran Rosario un proceso de rezonificación que implica el pasaje de zonas “residenciales” a “industriales”. El Taller Ecologista, con más de treinta años de organización y lucha en materia socioambiental, está acompañando la resistencia de los vecinos que viven en las ciudades sobre las cuales se erige uno de los polos agro-exportadores más grande a nivel mundial. “Se convierte en una contaminación que afecta a lo urbano porque las industrias desde el 2004 empiezan a expandirse, aumentan su escala sobre los suelos”, dice Cecilia Bianco, del Taller Ecologista, y agrega que “por diferentes maniobras que hacen las empresas en los concejos municipales, les terminan dando el uso del suelo”.
En el caso de Puerto General San Martín, hay una ordenanza de 1996 que convirtió a gran parte de la ciudad en zona para industria. Lo que actualmente se ve donde están ubicados los barrios es lo único que ha quedado como residencial. “Cuando los vecinos que se ven afectados por empresas como Bunge o Molinos van a reclamar, la empresa le compra las casas. De esa manera ya están teniendo propiedades sobre suelo residencial”, cuenta Cecilia. El cambio de uso del suelo le da a las empresas el derecho de pedir a la provincia la autorización para operar en forma industrial en esa zona. “Mientras sea residencial y haya pretensiones de actividad industrial, la provincia no lo acepta”, explica Bianco. De todas maneras, siempre es una calle la que marca el límite y la separación entre las zonas “residenciales” e “industriales”.
El 24 de febrero pasado se aprobó la Ordenanza N°3523 que habilitó el aumento del área industrial de la Empresa Molinos ubicada en la zona sureste de San Lorenzo. Una semana después los vecinos estaban reclamando porque sabían que ampliando Molinos ellos estaban siendo afectados. “La gente de Molinos hizo una manipulación extrema con los vecinos de distintos barrios. Les explicaban la ampliación que ellos querían hacer, les decían que lo que querían era el acompañamiento de los vecinos y les preguntaban qué necesitaban. Mientras más alejados están del Campo de la Gloria, más cosas necesitan”, explica Cecilia.
El Taller Ecologista fue en enero a una reunión en la cual una de las vecinales recibió a los representantes de Molinos. “Una vecina planteó la necesidad de un plan de contingencia en caso de que hubiera una explosión porque están muy próximos a empresas que tienen almacenamiento de solventes. También les pidieron a Molinos que hiciera todo lo posible para activar el Programa de Monitoreo Continuo de Calidad de Aire”. La secuencia terminó el 24 de febrero con la aprobación de la ordenanza donde Molinos presentó un breve resumen de aquella reunión en donde planteaban que esa vecinal, si bien no aprobaba la ampliación, le exigía distintas cuestiones. Cecilia dice que el Concejo Deliberante “tomó como ´consulta popular´ estas cartas que presentó Molinos con los resúmenes de las reuniones que tuvo con algunas vecinales”.
Algo en lo que Cecilia no puede dejar de pensar es en la complicidad del Concejo con la empresa. “Que en tan pocas horas se apruebe una ordenanza, en un momento en el que se están desarrollando las sesiones extraordinarias que fueron pautadas en diciembre, deja mucho para preguntarse”. Por otro lado, cuenta que el argumento que utilizan las empresas para expandirse, referido al aumento de los puestos de trabajo, también es un discurso utilizado por los concejales. “Los vecinos la tienen muy clara, saben que esos puestos de trabajo los pueden generar en otros lugares y que además son temporales. Por otro lado, desconfían de los números que presenta la empresa en relación con la cantidad de puestos. Vienen de varias mentiras”. Cecilia replica el deseo de los vecinos, ellos dicen: ´queremos salud y trabajo´.
Lluvia de cascarillas
Mariano Mussi es médico generalista y trabaja en atención primaria de la salud. Además hizo una especialización en epidemiología y trabaja con poblaciones en su estado histórico y social investigando los procesos de salud-enfermedad de esas poblaciones. “Investigar los temas del agronegocio, la industrialización y su impacto en la población es una necesidad de salud de los pueblos. Implica tener una postura política en relación a esos procesos de industrialización”.
Mariano sostiene que “algunos han presentado a la Revolución Verde como necesaria para la salud humana”: el monocultivo de trigo, maíz y arroz a gran escala. Trae a la mesa a Marx y al modelo de El Capital: el aumento al extremo de la productividad en el menor tiempo posible. “Esto va de la mano del monocultivo. El agronegocio y la producción en el cordón industrial no están pensados para que la gente coma, están pensados para generar ganancias”, explica Mussi, asociando estas producciones a gran escala con un mensaje: “Te dicen que si no estás a favor del modelo de explotación intensiva del agro, vamos a morir todos de hambre”. Para Mariano “está clarísimo que no es así, fundamentalmente porque hay mucha gente que hoy se muere de hambre con este modelo”. En esta misma línea, Cecilia Bianco dice que “este modelo extractivista no está alimentando con calidad ni siquiera a la zona”, y cuestiona: “Dicen que alimentan al mundo, pero no estamos exportando variedad de vegetales ni de cultivos. ¿Alimentan al mundo con soja?”.
El Doctor Mussi viene trabajando con movimientos sociales. Tiene una idea de la salud que está muy vinculada a la capacidad política. “Para mí la salud es despliegue de posibilidades. Creo que curar una diabetes va de la mano con producir políticas. Si la persona evita que le amputen una pierna, que esa pierna le sirva para militar”. Mariano fue invitado a dar una charla por una organización de vecinos que está germinando: Vecinos Autoconvocados Contra la Contaminación Agrotóxica. “El agronegocio y las industrias del cordón están íntimamente relacionadas. La ciudad de San Lorenzo está sitiada por las empresas al lado del río y por la trama de camiones que va entre la autopista y la ciudad. Los silos de Barrio Universidad son consecuencia del agronegocio”.
– ¿Viste el video? ¿Viste qué lindo?- pregunta irónicamente Luis Cuello, integrante de los Vecinos Autoconvocados Contra la Contaminación Agrotóxica (V.A.C.C.A.). El video al que hace mención Luis muestra la actividad de los silos del Puerto Rosario. Sobre el final la imagen se ve borrosa. Le pregunto si es un efecto visual. – No es un efecto visual. Hay una parte que fue filmada un sábado, cuando hay poca actividad y cortan al mediodía. La playa de camiones estaba vacía. Pero la toma final del video la grabamos un lunes con un funcionamiento pleno. Queríamos mostrar los silos con y sin funcionamiento. Una cosa es contar la contaminación de los silos y otra es ver las imágenes.
A dos minutos del Monumento Nacional a la Bandera está el FONAVI más grande de Argentina: entre las calles Uriburu, Grandoli, Lamadrid y el Bajo Belgrano hay más de diez mil departamentos en los que viven cerca de ochenta mil personas. Pegado a este Fonavi está el barrio Universidad, donde Luis vive hace veinticinco años.
– La zona es Acceso Sur, que es la continuación de Belgrano, Teniente Coronel Juan Carlos Sánchez, Ayolas y Uriburu. Está la Unidad VI y VII del ENAPRO (Ente Administrador Puerto Rosario). Hay 180 silos en medio de la ciudad. Desde el punto de vista urbanístico, ¿nadie ve eso? El 15 de julio hubo un acto en el que participaron Miguel Lifschitz, Mónica Fein, Antonio Bonfatti y Ángel Elías, Director del ENAPRO: inauguraron un nuevo muelle que tuvo una inversión de setenta millones de pesos y que va a optimizar la posibilidad de cargar más cereal. O sea que sí conocen el lugar y la situación.
Los Vecinos Autoconvocados de barrio Universidad empezaron a juntarse hace cinco meses. En el grupo hay una enfermera, docentes, empleados de comercio, cuentapropistas y empleados públicos. Uno de los motivos por el que empezaron a reunirse fue el hecho de encontrar cascarillas de las semillas de trigo, maíz y soja en las puertas de las casas. Luis asegura tener en su casa un frasquito con las cascarillas que fue juntando. “El polvillo es una cosa increíble. Le pasás un trapo al televisor y al otro día tiene polvo. O lavás el auto y al día siguiente aparece cubierto de nuevo”. Hasta hoy hicieron cuatro reuniones y el grupo oscila entre diez y quince personas. “Es un tema que se ha instalado en el barrio”, dice Luis.
Desde V.A.C.C.A. hacen un trabajo de a pie. Luis cuenta que charlan con la gente, ponen ´cartelitos´ en los negocios y reparten volantes. “Cuando hablamos de contaminación algunos la relacionan con los silos. Los vecinos han visto las cascarillas. Pero sabemos que no va a ser una cosa inmediata y que hay que lidiar con la indiferencia y el escepticismo”. Luis dice que hay mucha naturalización y para ilustrar la cotidianeidad, cuenta que en las escuelas de la zona barren las cascarillas en los patios. “Nuestro interés es poder sumar al movimiento de los docentes. Hasta el momento no lo hemos logrado”.
Preguntas necesarias
El Dr. Mussi explica que hay temas que el resto de sus colegas suelen no tomar porque hay pocos investigadores y porque son temas ríspidos. Trabajó en Brasil, Ecuador y dio clases en Australia. Esas clases fueron su única financiación en diez años. “No hay un interés porque la medicina occidental, fuertemente fomentada por el mercado, va de la mano del modelo industrial”. Para Mariano es necesario tener un objetivo claro e inmediato para convocar. “Eso es tecnología política y es necesaria. Sin política no transformás nada”. Pero su planteo es más complejo. Dice que pedir el retiro del silo o pedir que no se fumigue tiene que estar necesariamente de la mano de una construcción política que responda a la pregunta de qué queremos comer y cómo lo queremos producir. “En el momento en que se entiende que atacar ese proceso es atacar el precio de los alimentos en la góndola, la cosa tiene más cotidianeidad y profundidad. Sin esta construcción política, el reclamo de la comunidad tiende a perecer rápidamente”.
Mussi plantea que es complicado exigirle al Estado, ya sea municipal, provincial o nacional, porque “el Estado se mueve en función de cómo poder agendar políticamente una demanda. Si la demanda política que agendás es ´sacá el silo´, no hay más que decir, es sí o no. Pero si la demanda es ´cómo comemos, qué producimos, cómo nos enfermamos´, la cosa cambia”. Mariano pone en tensión al modelo en términos integrales con algunas preguntas necesarias. “¿Es verdad que si no hay industrias en el cordón nos quedamos sin trabajo? ¿Es verdad que si no hay revolución verde nos quedamos sin comida?”.
Mariano hace mención a la experiencia de algunos países vecinos en relación con la producción alimentaria. “El MST en Brasil, si bien tiene una historia mucho más larga que los movimientos en Argentina, ha logrado que alrededor del cincuenta por ciento de las verduras que consume un brasilero están producidas por pequeñas familias”. Por otro lado, plantea que a pesar de que en la provincia de Santa Fe hay muchas industrias lácteas, éstas no llegan con sus productos a la mesa porque no tienen cadena de distribución. “Los que llegan son los grandes monopolios que concentran toda la actividad como La Serenísima o Sancor. Eso en Uruguay no se ve”. Para Mariano no se trata de un proyecto agroalimentario utópico porque hay experiencias en países limítrofes que Argentina podría impulsar. “Me parece que estos movimientos barriales son una oportunidad para tener una discusión seria”.
Territorios invisibles y cartografías sociales
“Estamos preparando un mapa”, dice Luis mientras agarra una servilleta y empieza a dibujar: “Acá está el Paraná, acá los silos, acá hay una escuela, acá un centro de salud. Nosotros estamos acá”. Luis ve los silos desde tres ventanas distintas de su casa. “Los silos para mí son omnipresentes. Están siempre. Cuando sopla el viento del noreste es terrible. Y cuando hay viento sur lleva la nube al centro de la ciudad”.
Mariano Mussi, en conjunto con el Taller Ecologista, participó de una experiencia de mapeo social que se llamó ´Territorios invisibles´. Fue un proyecto que empezó en 2010 y consistió en la realización de encuentros y talleres para construir una cartografía participativa junto a los vecinos, organizaciones ecologistas y políticas de Puerto General San Martín, San Lorenzo y Pérez.
Mariano cuenta que había por parte de la comunidad una “gran necesidad de la palabra científica”, es decir, la necesidad de demostrar que el glifosato hace mal. “Pero este conocimiento ya es accesible, y de hecho hay estudios norteamericanos sobre la vinculación entre anomalías congénitas como linfomas, leucemias o cáncer de mamas y diferentes productos industriales asociados a los cultivos”. Mussi menciona un estudio de Minnesota en el cual el glifosato está significativamente asociado a determinadas enfermedades, y por lo tanto, se pregunta qué biología diferente tendríamos los argentinos para no ser afectados como los norteamericanos. “Es la misma extrapolación que se hace para darte cualquier medicación. No hicimos una prueba de efectividad de la penicilina en Argentina y sin embargo damos penicilina”.
Mariano dice que “todo el mundo sabe lo que produce el endosulfán y el glifosato” y que la palabra de la ciencia “ya está emitida”. Para él, la pregunta debe ser por qué se sigue usando. “El problema no tiene que ver con conocer el daño de la salud sino con transformar el mundo. La ciencia ya habló. No se trata de ver qué dice la ciencia sino qué decimos nosotros en relación con estos problemas”. Para el trabajo de cartografía los vecinos salieron a hacer un safari fotográfico y audiovisual en los puntos de conflicto ambiental. En Pérez el principal problema es el basural y el negocio armado en torno a él. “Los vecinos se metieron en el basural y empezaron a armar lenguaje con la basura. Hay una foto en donde vemos en el medio de la basura un corazón de almohadón rojo que dice ´Te quiero´. El título de la foto es ´Hasta acá llegó mi amor´. El arte también opera como método de denuncia”.
Este sitio está abierto para cargar información sobre problemas ambientales en las localidades del Cordón Industrial del Gran Rosario. Para agregar una denuncia, haga clic aquí. Si necesita ayuda, puede descargar el instructivo.
Cuando entramos a la página (https://cordonindustrialrosario.crowdmap.com/main) nos encontramos con un mapa interactivo en el que hay, entre otras cosas, fechas, datos, denuncias, actividades y propuestas. Es una herramienta colaborativa. La pueden usar los vecinos de las distintas localidades para comunicarse entre sí y compartir las experiencias de lucha contra los conflictos ambientales. El objetivo de la herramienta es darle visibilidad a los problemas de los territorios y a las luchas que se llevan adelante. “La ciencia no lo puede hacer por sí sola porque es pura enunciación. Lo que debemos hacer es tomar lo que dice la ciencia y llevarlo a un modo de acción”, dice el médico Mussi.
Mariano cuenta que de la mano de este mapeo participativo viene otra estrategia que se llama “de guerrilla de comunicación” y que busca exactamente lo mismo: poner en la agenda pública un problema que por cotidiano y repetido se invisibiliza. “Una de las propuestas de los vecinos fue ´truchar´ los boletines del ´Plan Estratégico San Lorenzo´. Cambiaron el contenido respetando el lenguaje y la seriedad y describieron un proyecto que consistía en mudar a toda la comunidad a Quitilipi, Chaco”. Junto al proyecto había fotos del lugar al cual la comunidad se iba a mudar. “Obviamente que nadie se lo creía pero a partir del absurdo habilitás a pensar. Son estrategias que han utilizado activistas de otras partes del mundo”. Un ejemplo son las acciones de The Yes Men, un dúo de activistas que trabaja en pos de desenmascarar a las multinacionales. Treinta años después del desastre de Bhopal, considerada la mayor tragedia de la industria química en donde quinientas mil personas fueron envenenadas, The Yes Men se hizo pasar por Dow Chemical y anunció públicamente por la BBC de Londres que iban a indemnizar con doce mil millones de dólares a las víctimas. “Era una mentira pero obligó a Dow Chemical a salir en escena a reconocer que no era verdad y que no iban a pagar nada”, explica Mussi.
Qué respiramos
Cecilia Bianco dice que en el aire que respiramos hay material particulado, es decir, elementos sólidos muy pequeños que son los restos del polvillo del grano. Se ha analizado que el cáncer de pulmón está vinculado al material particulado y que diferentes diámetros de ese polvillo provocan otros problemas en la salud humana. Las partículas que tienen un diámetro de 10 micrómetros son capaces de pasar a través de la nariz y avanzar sobre las vías respiratorias. Pero también se encuentran particulados de 2,5 micrómetros que terminan directamente en los alveolos, es decir, que no quedan en la parte superior de las vías respiratorias sino que ingresan a nivel sanguíneo. “Por eso es necesario medir esas partículas en el aire. Cuando estamos en los puertos con movimiento de granos es muy posible que cubramos ese tipo de medidas. Si la partícula viene de un grano que ha sido fumigado, lo más probable es que transporte un porcentaje de agrotóxicos”, describe Cecilia.
Hoy ya pasaron seis años desde la creación del Programa de Monitoreo Continuo de la Calidad del Aire. Todavía no hay datos concretos de qué estamos respirando. “El año pasado retiraron el equipo que estaba sobre el techo de la vecinal de Bouchard porque aparentemente no estaba tomando bien los datos. Habían dicho que ese sería el primer punto que iban a monitorear y a la fecha no han vuelto a colocar el equipo”, cuenta Cecilia, mientras agrega que “antes habían tenido problemas con el software y después lo sacaron porque se rompió”. Hay otro equipo del que no tienen novedades pero Cecilia dice que los datos de esas mediciones “no pueden ser buenas porque el equipo está ubicado en un pasillo y debajo de un árbol”.
Cuando desde el Taller Ecologista le pidieron los datos al gobierno provincial, recibieron la información en crudo sin ninguna elaboración ni procesamiento. “Algunos días superaban el límite que permite la resolución y nos llamó la atención. Preguntamos qué tipo de problemas se podían producir tomando las mediciones de esos días que estaban mal. Nos dijeron que ellos no podían responder eso, que de eso se encargaba el Ministerio de Salud. Te van derivando, es notable”.
Cecilia explica que son distintos aspectos los que hay que analizar en lo que se refiere a la calidad del aire. Además del material particulado, hay que evaluar los gases de escape que pueden tener dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno. “Hay empresas en el norte de Rosario que tienen como materia prima el azufre. En esos casos pueden provocarse lluvias ácidas. Son cosas que deberían aparecer en las mediciones si los equipos anduvieran”.
Negocios a buen puerto
Luis saca el celular para hacer una cuenta sobre el movimiento de los silos del Puerto de Rosario: “Pueden cargar 210.000 toneladas por día. Supongamos que el precio de la tonelada de soja sea de trecientos dólares. Entonces mueven sesenta y tres millones de dólares por día”, calcula. Lo primero que vemos al entrar a la página oficial del Puerto de Rosario es un video institucional cuyo título esconde más de lo que muestra: “Eficiente y amigable con el medio ambiente”. Los orígenes del Puerto se remontan a principios del siglo XIX. “Siguiendo un camino de constante crecimiento logra en 1970 posicionarse como el primer exportador de cereales del país”, explica orgullosa la voz en off del video. En otra pestaña de la página leemos la descripción de la infraestructura: la Terminal del Puerto Rosario posee 1600 metros de frente de atraque divido en tres muelles y un área de apoyo de más de 65 hectáreas. El título de este apartado es un poco más elocuente: “Negocios a buen puerto”.
Luis se refiere a la lógica del poder y a las decisiones políticas. “Tenemos que preguntarnos por qué los silos están ahí y no en otro lado. Estaban en refinería pero hubo una decisión política de convertir esa zona en un gran negocio inmobiliario. No me imagino las torres de Puerto Norte con los silos al lado. Pero sí me imagino los silos en el lugar donde están, rodeados de marginalidad, hacinamiento, edificios destruidos y basurales”.
Desde V.A.C.C.A. no desconocen que hay otras urgencias y que para muchos la prioridad no son los silos. “Los pibes naturalizan el hecho de caminar sobre la basura y el agua podrida. Como se naturaliza que haya tiroteos todos los días”. Por eso, Luis cree que el problema de la contaminación en la zona del puerto debe enmarcarse en un contexto más amplio para evitar cualquier reduccionismo. “Sabemos que es una construcción. No queremos hacer algo testimonial como llamar a los medios, hacer la denuncia y quedarnos tranquilos”, explica.
El modelo extractivista está basado en la agro-industria, la megaminería y el fracking. Cecilia plantea que a partir de las resistencias de los vecinos se puede obligar a las empresas a reubicarse pero dice que “no hay un replanteo de que esto no va más”. Explica que en el procesamiento del grano hay dos métodos: el mecánico y el químico. El químico usa solventes y el mecánico trabaja por presión sobre el grano. “Pero como ese método no extrae hasta la última gota lo dejan totalmente de lado”, dice.
Vamos caminando
Mariano dice que Israel no tiene monocultivo y que en los campos se ven rabanitos, lechuga y zanahoria. La biodiversidad es una política de Estado que tiene que ver con la soberanía alimentaria: no depender de que otro te venda el alimento. “Como bien sabemos el Estado de Israel está muy lejos de ser progresista o democrático, pero eso no necesariamente entra en la discusión, es una forma de gobernabilidad que puede pertenecer a cualquiera”, opina Mussi, mientras trae a la mesa la trama de referencialidad de los para qué que planteaba Heidegger. “Si lo hacemos con el agronegocio y la industrialización, la cadena sería: ¿Para qué necesitás producir soja? Para que la vendemos al exterior. ¿Por qué necesitás venderla al exterior? Porque necesitamos divisas. ¿Y para qué necesitamos las divisas? En realidad nosotros no necesitamos las divisas, el que las necesita es el empresario”, aclara Mariano. Según él, mientras siga el juego económico en el cual “un gran dueño de campo pueda utilizar la tecnología que quiera para producir intensivamente el cultivo que se le ocurra”, el problema va a ser el mismo. “El control social sobre las producciones es vital”.
Cecilia dice que hay luchas que vienen desde hace muchos años y que todavía no han tenido respuestas pero que hay otras que están empezando. “Los vecinos se dan cuenta de que hay derechos que no les están respetando. Antes eran más lentos los procesos de organización. Estaba más naturalizado”. Bianco plantea que es la Justicia la que realiza las acciones que no ejecutan los ministerios que deben hacer los controles. “Bienvenido que aparezca la Justicia, pero cuando actúa ya se produjo mucho daño. Aparece una vez que los vecinos llevan un listado con los casos de cáncer o las muertes”. Para Cecilia no queda otra que la auto-organización: “Hay que insistir”.
Luis sabe que el trabajo que vienen haciendo trae, entre otras cosas, problemas políticos. “Nosotros apostamos a generar un movimiento que, aunque sea chico, sea real. Que tenga vinculaciones y gente que sepa y que se mueva”. Mira hacia atrás para ver los avances pero automáticamente vuelve a mirar para adelante. “Arrancamos dos personas poniendo papelitos y hoy somos alrededor de quince. Hasta dónde llegaremos no lo sé. Es un laburo de hormiga. Iremos viendo de qué manera, con quién y hacia dónde vamos”.