La película cordobesa ´Las calles´ fue proyectada en la 14ª Muestra de BAFICI Rosario y sus realizadores estuvieron en la ciudad para encontrarse con el público. María Aparicio ganó con su ópera prima el premio a Mejor Directora en la Competencia Latinoamericana del último BAFICI, el festival de cine independiente más importante de Latinoamérica. Junto con Santiago Sgarlatta, camarógrafo de la película, charlaron con enREDando.
Por Tomás Viu
[dropcap]E[/dropcap]n Puerto Pirámides la única calle que tenía nombre era Julio Argentino Roca. El resto de las calles eran anónimas. Por iniciativa de la maestra de la escuela, los alumnos estuvieron haciendo entrevistas durante tres años a los antiguos pobladores para construir la historia del lugar y elegir los nombres de las calles del pueblo. Roca fue rodeado por los ´Nativos´, los ´Pueblos originarios´ y las ´Personas relevantes de la historia de la Patagonia´. María Aparicio recreó y reinventó el proyecto escolar desde una experiencia cinematográfica. Con la actuación de Eva Bianco y la aparición de Osvaldo Bayer, la película propone un cruce permanente entre la ficción y el documental y muestra el lado no turístico de la Patagonia: pescadores y marisqueros, historias de migraciones, las putas de San Julián y la poeta orillera.
¿Cómo llegaron a la historia?
María- La historia del proyecto real viene a través de Natalia, que es la productora de la película. Ella vivió en Puerto Madryn y tenía un vínculo con Eugenia, la maestra que inició el proyecto. Además, Natalia conocía mucha gente de Puerto Pirámides, muchos de ellos hoy están en la película. Me contó la historia. Nosotras éramos muy amigas. Natalia había hecho producción pero nunca para cine. Fue todo aventurero. Yo venía pensando mucho en el vínculo entre la ficción y el documental o en cómo resignificar la ficción a partir del trabajo con la realidad. Venía viendo muchas películas sobre eso. Una de las referencias más grandes de ´Las calles´ para mí fue ´Luz silenciosa´ de Carlos Reygadas. En ese momento había una camada de películas latinoamericanas que trabajaban en esa clave, ficciones con muchos elementos documentales. Eso a mí me fascinaba. Cuando Natalia me contó la historia me pareció ideal para aplicar en este sentido del trabajo con lo real. Se dio la posibilidad de viajar a Puerto Pirámides. En el primer viaje nos metemos de lleno en el universo del pueblo, del mar, de la pesca, de los habitantes. Volvimos y trabajamos en un guión. Pensamos en el rodaje, la cámara, los equipos.
Después del primer viaje empieza la pre-producción…
M- Exactamente. Fue bastante rápido. Empezamos a pensar la película en julio de 2013, en diciembre hicimos el primer viaje y en marzo de 2014 estábamos filmando. La productora hizo muy buena gestión para poder conseguir el rodaje, los pasajes, la comida y el hospedaje para todos.
¿Qué fue lo que te movilizó del proyecto de Las calles?
M- Para mí el proyecto en sí siempre fue fascinante. Es un proyecto que surge de la escuela, son los mismos alumnos los que salen a hablar con los pobladores viejos, a buscar esas historias, esos nombres. En la misma escuela se hace la votación para elegir el nombre de las calles. Siempre me pareció muy conmovedor. Ellos estuvieron tres años haciendo entrevistas. Y después pasó mucho tiempo más hasta que pudieron sancionar los nombres que finalmente se aprobaron. Fue un laburo enorme el que hicieron en un pueblo pequeñito de la Patagonia. Para mí eso también es muy significativo. La Patagonia está atravesada por muchas historias de lo que es la identidad. Simbólicamente me pareció muy lindo lo que ellos hicieron. Creo que tanto en la película como en la historia real los nombres de las calles, por más de que son centrales en el proyecto, no dejan de ser una excusa para producir ese encuentro entre los niños y los pobladores del lugar. En nuestro caso era la excusa para llegar a sus casas y hablar con ellos. Me parece una excusa muy linda para abrir paso a eso.
Cuando hicieron la película, ¿ya estaba aprobado y sancionado el proyecto?
M- Cuando filmamos ya estaban las callecitas con sus carteles y sus nombres. En la película se ven pero no se llegan a identificar.
Santiago- No sé si se llega a percibir en la película pero hay algunas calles que sólo son entradas de tierra. Todavía no está construida la idea de calle. Pero en el diagrama del pueblo se sabe que a medida que crezca eso va a ser una calle. El pueblo es muy pequeño y tiene una topografía muy particular. Después está el tema de cómo se van adquiriendo esos terrenos para que la gente pueda construir sus calles. Es una cuestión que tiene que ver con el funcionamiento de la Patagonia en general. Hay mucho terreno fiscal. La gente ocupa y después empieza un proceso súper largo para poder adquirir esas tierras.
M- Los carteles de las calles son bastante particulares, son pequeños monumentos que tienen el nombre y la historia de la persona.
Hay un cruce permanente entre la palabra, los relatos orales y la memoria.
M- La única calle que tenía nombre previamente era la calle principal. Se llamaba Julio Argentino Roca. Ahora tiene el nombre de Avenida Las ballenas. Ese nombre fue una negociación con el municipio y las empresas turísticas de la zona porque no querían que el nombre principal fuera por ejemplo ´Hermanos Cura´, que son dos hermanos desaparecidos en Trelew.
Roca estaba rodeado…
S- Sí, no le quedaba otra.
M- Lo que movilizó a Eugenia, la maestra, fue que estaba en un pueblo donde la única calle con nombre se llamaba Julio Argentino Roca. Todas nuestras calles llevan nombres que a veces no tenemos idea de dónde vienen. Algunos de esos orígenes son bastante nefastos. Hay una gran discusión acerca de Roca y la Campaña del Desierto.
Cuando fuimos a BAFICI visitamos a Osvaldo Bayer en su casa para mostrarle la parte de la película en la que él aparece. Osvaldo vive en Belgrano y una de las calles del barrio tenía el nombre de un militar norteamericano. ¿Qué tiene que ver eso con nosotros en cuanto a la construcción de una historia, una identidad y de nuestra memoria? Son cuestiones simbólicas que están presentes. Abrir preguntas sobre eso está muy bueno, y es lo que hicieron con el proyecto de Las calles. De repente los nombres de las calles de Pirámides son los abuelos de los chicos de la escuela. Hay que pensar qué historias se quieren reivindicar, las historias enormes de conflictos sociales o las de personas simples y trabajadores del pueblo.
¿Cuáles fueron las categorías que establecieron para nombrar a las calles?
M- “Antiguos pobladores”, “Pueblos originarios” y “Personas relevantes de la historia de la Patagonia”. Hay una calle que se llama Osvaldo Bayer. Otra tiene el nombre de Hermanos Cura.
¿Cómo apareció Osvaldo Bayer?
M- Cuando terminaron de hacer las entrevistas, Eugenia y la gente que estaba trabajando en el proyecto de Las calles, estaban complicados. Pirámides es un pueblo donde hay empresas balleneras que hacen los avistajes. Para entrar al pueblo tenés que pagar una entrada, que en realidad es la entrada a la península porque es un área protegida.
S- Incluso los familiares de la gente que vive ahí, si no avisan que van a ir, llegan a la entrada y tienen que pagar doscientos cincuenta pesos por persona para ver a un tío. Hay mucho interés de algunas personas que trabajan en la península de que esa entrada se cobre.
M- A veces uno piensa que es plata para el pueblo. Pero esa entrada es un acuerdo entre las empresas turísticas de la zona. A Pirámides no va nada de ese dinero; no va nada para los pescadores. Empezaron a ver que no era tan fácil ponerle nombre a las calles porque implicaba todo un trabajo legal. Desde los lugares estatales no los estaban escuchando. Entonces se comunicaron con Osvaldo, él escribió en el diario sobre el proyecto, viajó a Pirámides y trabajó con los chicos de la escuela. Él sugiere que se incluyan a los pueblos originarios dentro de los nombres de las calles. Su presencia le dio cierta visibilidad al proyecto. Nosotros no queríamos que en la película apareciera “Osvaldo Bayer Historiador”. Queríamos que apareciera como un poblador más. Lo vemos vestido de peón de campo, jugando a los dados y contando la historia de las putas de San Julián.
¿Cómo se sumó la actriz Eva Bianco?
M- Eva es una gran actriz de Córdoba que ha filmado con muchos directores. Ha recibido premios en Cannes. Pero además de ser excelente actriz es una grandísima persona. Ella no me conocía. Uno de los chicos que estaba trabajando en el proyecto nos hace el vínculo con Eva. A ella le interesó mucho la idea de ir al sur, estar con la gente del lugar. Cuando hicimos el primer viaje en diciembre estuvimos con los marisqueros y ellos nos contaron en qué consistía su actividad. Ahí dimensionamos lo importante que era para el pueblo y para la película incluir eso. Después de que volvimos del primer viaje, hicimos con las personas del equipo y los actores un intensivo de pesca.
Al margen de que le debe haber interesado el proyecto, Eva tuvo desde el vamos una generosidad ciega. Yo tenía veintiún años y era la primera vez que iba a dirigir algo. Éramos un equipo chiquito y no teníamos plata. Para mí son cosas increíbles que suceden en Córdoba. Quizás también sucedan en otros lados pero sé que somos afortunados de tener actores y actrices de una generosidad absoluta.
¿Cómo organizaron el trabajo del equipo?
M- Siempre dijimos que si la película generaba alguna ganancia la íbamos a repartir entre todos en partes iguales. Pagamos la post producción, que fue bastante cara, pero nadie cobró los días de trabajo en el rodaje. Incluso todos pusieron sus equipos. Tuvimos apoyo de Cultura y Educación de Chubut para cubrir pasajes, alojamiento y comida.
S- El director de fotografía de la película aportó las luces. Después resolvimos con bastantes exteriores y tal vez las luces no se ven tanto, pero estaban. Otro de los chicos tenía una cámara de fotos, yo tenía dos lentes y el sonidista puso sus equipos. Cada uno se fue sumando y aportando el equipo que tenía. Por la distancia del viaje, decidir ir significaba quedarse; no había posibilidad de decir ´me cansé y me vuelvo´. Pero el lugar es mágico. El color del agua y el cielo son impresionantes.
El mar es un protagonista más en la película…
S- Hay algo que pasa con la peli que tiene que ver con una decisión de dirección que estuvo muy clara desde el principio. La idea no era mostrar el Puerto Pirámides de las ballenas sino en todo caso las historias del pueblo y de los trabajadores que conviven con las ballenas pero cuyas historias pasan por otro lado. Creo que eso hace muy particular a la película. Cuando la gente del pueblo la vio se sintió muy agradecida de estar viendo ese Puerto Pirámides: el de ellos y no el de los turistas que van a ver a las ballenas en cierta época del año. La gente del lugar no era la primera vez que veía un equipo de rodaje. Hay películas grandes que se han hecho ahí, por ejemplo ´La puta y la ballena´. Y también publicidades y documentales. Pero siempre desde la ficción pura que nada tiene que ver con el pueblo en sí o desde el atractivo turístico de las ballenas. ´Las calles´ es una película que no habla de eso. De hecho la avenida Las ballenas, que es la principal, no aparece en la película. Esas son decisiones formales de la película que hacen a la construcción de ese espacio.
M- Para mí dentro del cine es muy importante la decisión de cómo uno sale a filmar. Es algo que pensamos todos los días porque es una discusión compleja. Tiene que ver con pensar de qué forma nos vinculamos con lo que queremos filmar. Y también con los espectadores. Las personas que vieron la película proyectada en una escuela no son considerados espectadores para la industria; nadie los cuenta. Pero para nosotros es muy importante.
¿Qué implica hacer la distribución de la película de manera independiente?
M- Para nosotros sería contradictorio, habiendo hecho la película de esta manera, pagarle treinta mil pesos a una distribuidora para que se encargue de mover la película. Hacer la distribución nosotros requiere mucho trabajo pero es una libertad enorme. Yo me siento muy afortunada de que podamos decidir nosotros hacia dónde va la película. Queremos que se vea a la escala que sea.
No deja de ser azaroso las películas que están en los festivales o los materiales que son premiados. A partir del BAFICI sucedieron un montón de cosas que superaron completamente las expectativas.
La película tiene muchos hallazgos. Por ejemplo, la poeta cuya actividad era desconocida en el pueblo. ¿Cómo fue esa situación?
M- Es parte de lo azaroso. En el primer viaje que hicimos no habíamos conocido a Zenobia. Fue un descubrimiento. Nosotros no sabíamos hacia dónde iba a ir esa entrevista. Sólo sabíamos que eran pescadores y que trabajaban en la costa. La entrevista fue muy linda, y cuando terminamos de filmar, Zenobia empezó a recitar sus poemas para nosotros. Prendimos la cámara y quedó.
S- Nos habían dicho que existía la posibilidad de que esa familia no quisiera ser filmada. Fuimos, hicimos la entrevista y nos estábamos yendo. Pero Zenobia había entrado en confianza y nos dijo que ella escribía poemas. Cuando nos mostró, tenía un cuaderno lleno de poesías. Fue muy fuerte, muy sorpresivo para todos. Nadie en el pueblo sabía que Zenobia escribía y se enteraron cuando vieron la película, dos años después de haberla filmado.
M- Cuando vieron a Zenobia en la película recitando su poema, todos los pobladores se levantaron y aplaudieron. El poema habla de ellos, del lugar, del trabajo, y de nuestro país. Ella decía que vivía en los valles, siempre a la sombra. Y que cuando llegó a la península era todo llano, sin un árbol, plena costa al lado del mar.
S- Zenobia venía de San Juan y nunca había visto el mar. Cuando lo vio le dio un miedo tremendo. Llegó de noche y con luna nueva, no veía nada, sólo una cosa negra infinita. Con los años termina apropiándose tanto del espacio que le nace escribir desde ese lugar. Esa situación fue increíble en el proceso de estar haciendo la película. En las historias que se ven, se va construyendo la historia de la Patagonia: aquella persona que viene de Neuquén, los que vienen de Buenos Aires escapándose de la dictadura o los que por necesidad salen a buscar trabajo y llegan desde San Juan.
Hay un carácter de road movie que está vinculado con el movimiento de la cámara pero también con las migraciones de la Patagonia…
S- En el rodaje nos prestaron un motorhome y andábamos como familia rodante.
M- Estábamos de road movie. Nos desplazábamos entre los lugares y la película terminó teniendo algo de ese espíritu viajero.
La película es un caso testigo donde las fronteras entre ficción y documental están totalmente desdibujadas…
M- Con el tiempo llegué a la conclusión de que tiene que ver con encontrar nuevas formas de ficción. Es importante decir que la película es una ficción por cómo nosotros nos situamos en lo que estábamos haciendo. Es inagotable pensar en la ficción enriquecida a partir de todo el vínculo que se puede dar con el trabajo de lo real. Podemos apropiarnos de los conceptos más propios de la ficción y del documental.
Hay un guión pero lo central es la experiencia…
M- Estábamos todos involucrados de la misma forma, desde el equipo técnico hasta los actores. No cualquier actor va dispuesto a ver qué sucede.
S- Eva fue clave en ayudarnos con la construcción de las entrevistas. Las primeras veces nos poníamos a charlar con la gente y en un momento decíamos ´vamos a toma´. Entonces metíamos la claqueta y cantábamos la acción. En ese momento había algo que se rompía. A partir de identificar eso, nos largamos a filmar directamente.
M- Ya no hay que decir más ´acción´.
S- Larguemos a filmar, porque cuando llegamos ya estamos en acción. A partir de ahí, la dinámica fue mucho más rica. El hecho de poner una claqueta nos ubicaba en una situación más aparatosa. Tenía que ver con que estuviéramos todos atentos escuchando y viendo qué iba sucediendo.
Para los chicos era completamente nuevo entrevistar a sus vecinos e ir conociendo sus historias.
M- Los chicos que participan en la película son alumnos de la escuela pero no son los que participaron del proyecto inicial de Las calles. Lo que hicimos fue recrear y reinventar el proyecto inicial.
S- Hay algo muy valioso en el trabajo que hizo Eugenia, la maestra de la escuela. Más allá de ponerle nombre a las calles y que la gente elija esos nombres que tienen que ver con la historia del pueblo, ella hizo un censo muy profundo. Quiénes son esas personas, de dónde vienen, cuánto hace que están ahí, a qué se dedican. Me parece mucho más valioso eso que el nombre de las calles en sí mismo. Si eventualmente un día Puerto Pirámides desaparece, la historia de esas personas quedará. Lo que importa, más que los nombres, son las historias. Las calles son una excusa para conocer esa porción de nuestro país que no conocemos: pescadores artesanales; gente que se escapó de un montón de cosas y fue poblando ese lugar; que se lo apropió; que está todos los días con el viento y el mar; que se mete treinta metros debajo del agua en julio para recolectar mariscos; que todo el tiempo pone en riesgo su cuerpo.