En la capital de la provincia una organización feminista trabaja en el acompañamiento a mujeres que deciden abortar. Compartir información y conocimientos como forma de consolidar una herramienta imprescindible mientras se continúa en la pelea por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Por Agustina Verano y Ángeles Guerrero, desde Santa Fe
“No hay libertad que no sea su ejercicio”
La frase se lee, se escucha y se dice hasta en silencio.
El lugar no es grande y está lleno. Las sillas forman una ronda y los cuerpos se van acercando, como una forma de hacer visible la sororidad, que es la manera de nombrar la vinculación afectiva y política que comparten las mujeres que se juntan para dar batalla a la opresión. Diría Marcela Lagarde, antropóloga mexicana, que la sororidad es la «amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario». De eso se trata el encuentro. Mientras cae la tarde en la ciudad de la Setúbal, un grupo de mujeres cuentan a otras que han decidido reunirse políticamente para enfrentar lo que el patriarcado quiere invisibilizar: que estamos, que somos, que fuimos y que seremos. Que no callamos más.
Es 9 de Junio y uno de los locales de la CTA en la ciudad de Santa Fe está lleno de pañuelos verdes. Esos pañuelos que ya no necesitan su frase escrita en blanco, aunque no esté de más repetirla: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
Es la presentación oficial de Las Anamaría: Socorristas por el derecho a decidir, una organización feminista que se conformó a principios de 2016, para acompañar a mujeres que deciden abortar. Les brindan información, las acompañan. Comparten con ellas la instancia de acudir a un efector de salud a reclamar algo que es un derecho: la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) cuando éste proviene de una violación, o cuando afecta la salud bio-psico-social de la mujer gestante. Las Anamaría se proponen un trabajo articulado con el Estado, entendiendo que es éste el que debe garantizar la práctica sin objeciones ni discriminaciones de ningún tipo.
En la presentación participaron y acompañaron distintas organizaciones feministas de la ciudad, representantes del Estado y militantes de derechos humanos.
“Como mujeres, vivimos en una realidad adversa que impacta en nuestras vidas y en nuestra salud, en la que nuestros derechos son vulnerados de diversos modos. Frente a esta situación, nos conformamos como un grupo de feministas que comenzamos a organizarnos y a acompañarnos en la garantía de nuestros derechos sexuales y reproductivos”. Así comienza el comunicado que se fue pasando de mano en mano, cual si fuera una posta entre pares, un pase que resignificó lo que podría ser visto como una simple hoja A4 impresa; desde una acción que nos caracteriza como mujeres que luchamos: el tocarnos las manos, sentirnos cerca, y hacer que hasta el pasarse un comunicado pueda ser un acto de sororidad.
El nombre “Las Anamaría” no es un tema secundario. Porque desde el nombre es de donde la organización se para: desde la reivindicación, desde la memoria, desde lo que no puede ni tiene que volver a pasar.
“Elegimos este nombre para reivindicar a Ana María Acevedo, quien es un emblema en nuestra lucha”. Cuando una de las compañeras dice “Ana María Acevedo” el lugar termina de apagar los pocos ruidos que quedan sonando.
Porque Ana María fue una mujer que representa a las tantas miles que son doblemente oprimidas en este sistema: por ser pobres, y por ser mujeres. A las tantas que mueren por hacerse abortos clandestinos, o por negárseles un aborto que les pertenece.
Y, en la ciudad de Santa Fe, terreno que quedó marcado por esa “objeción de conciencia” que terminó con la vida de Ana María en 2007, el contexto actual hace que sean necesarias Las Anamaría.
“Pese a los avances en materia legal, y a la existencia de profesionales de la salud pública comprometidxs con la garantía de los Derechos Humanos, las santafesinas debemos enfrentar los principios morales y conservadores -transversales a todas las instituciones-, y las lógicas corporativas que se erigen como un obstáculo para que podamos ejercer el derecho a decidir sobre nuestra salud, nuestra vida y nuestros cuerpos. Muchxs profesionales responsables de garantizar este derecho dicen ser objetores de conciencia, aunque no estén inscriptos en el registro oficial. Este contexto hace que, cuando las mujeres solicitemos la ILE, nos encontremos con un sinfín de obstáculos: violencia, revictimización y negación de nuestros derechos, empujándonos en muchas oportunidades a acudir a métodos clandestinos inseguros”, argumentan.
Un socorrismo que exige al Estado
En cuanto a la concepción del trabajo de acompañamiento, Las Anamaría sostienen que “el acceso a la ILE es un derecho que debe garantizar el Estado”, por lo que su posición entiende el acompañamiento desde la articulación con los efectores de salud pública.
“Proponemos trabajar como un grupo facilitador, articulando con lxs profesionales comprometidxs, tanto en los centros de salud como en los hospitales. Nuestros acompañamientos pretenden ser un puente, en cuanto al acceso de las mujeres al sistema de salud pública. Es importante que esta pretensión se lea como el repudio enérgico a la arbitrariedad existente: todos los centros de salud y hospitales deberían estar sujetos a la legislación y garantizar la ILE, independientemente de los pretextos de sus integrantes”, sostienen las integrantes.
En cuanto a la forma de trabajar, explican que los acompañamientos son hasta las doce semanas de gestación, período en el cual la persona puede interrumpir su embarazo con pastillas, método seguro y aprobado por la Organización Mundial de la Salud. Pero la sororidad no termina en las doce semanas, si la gestación supera este período, la idea de las socorristas es acompañar a dichas mujeres derivándolas a los efectores de salud correspondientes.
Metodología de socorro
-Contamos con una línea telefónica pública a través de la que se contactarán las personas y se iniciará el trabajo de acompañamiento de quien necesite interrumpir un embarazo.
– Luego del contacto telefónico, se realizará una entrevista personal con la mujer, en la que generaremos un espacio de escucha y de contención, para que puedan plantearse dudas y compartir información.
– Con posterioridad de la entrevista, nos ponemos en contacto con el efector de salud y acompañamos personalmente a la mujer a una primera entrevista con la médica o el médico del centro de salud u hospital; contribuyendo a un espacio de comodidad y respeto en que la mujer pueda realizar preguntas, solicitar información sobre el procedimiento y firmar el consentimiento informado en el marco del Protocolo para la Atención Integral de las Personas con Derecho a la Interrupción Legal del Embarazo.
– Una vez llevado a cabo el procedimiento, desde nuestro grupo se realizará el acompañamiento telefónico y/o personal necesario y singular en relación a cada situación.
Cómo colaborar
Podés colaborar con esta causa difundiendo el número y aportando dinero a través de la realización de cargas a nuestro número de celular: (0342) 154465147 (Empresa Personal)