En Rosario, revistas culturales gráficas y medios digitales volvieron a presentar el proyecto de ordenanza para el fomento de las publicaciones independientes. Nucleados en Arecia (Asociación de Revistas Culturales Independientes) impulsan un proyecto de ley local para que el Estado municipal promueva políticas de promoción y distribución frente a la concentración mediática y las enormes dificultades que atraviesa el sector.
Por María Cruz Ciarniello
Una revista que habla de la danza y el cuerpo; otra que comparte literatura, poesía. Una apología de las crónicas de calle; ilustraciones y el barrio en escena. La diversidad y la disidencia sexual. Reportajes e investigación. Aquellas voces que el silencio apabulla bajo el rugir de los ecos que resuenan desde los grandes medios de comunicación.
Por abajo, subrepticiamente, se construyen otros tejidos culturales. Por esa trama, irrumpen cientos de publicaciones en todo el país. Son autogestivas. Son más de trescientas. La pasión las hace ser. ¿Cómo se explica que un colectivo de pocas personas emprendan el enorme desafío de editar una revista, con un número al mes o tres al año? No es la razón la que prima, mucho menos la búsqueda de un negocio.
El motor es el hacer; la necesidad del decir. De buscar otros relatos, otros modos de narrar. Que esos gritos humanos trasciendan, constituyendo voces propias. Rompiendo moldes, estableciendo otras formas de hacer cultura o ejercer el periodismo.
Y ahí estan, persistiendo frente a la adversidad. Por prepotencia de trabajo; por tenacidad, por convicción. Así nació la Asociación de Revistas Culturales que nuclea a revistas gráficas y medios digitales de todo el país. Lograr la sanción de una ley nacional que fomente la producción independiente fue y sigue siendo el gran objetivo.
“Nosotros armamos AReCIA como una herramienta para trabajar, dar batalla pero también para construir formas comunes con todas las publicaciones que sean independientes y autogestionadas, para enfrentar grandes problemas que tenemos y por otro lado crear soluciones comunes. Nuestro gran problema no es distinto al de cualquier argentino, nuestro gran problema son las corporaciones. Salir de un paradigma de la concentración, cuyo eje emblemático fueron los años noventa pero que continúan hoy consolidándose otras formas de concertación, frente a lo que significa y, mucho más a nivel del periodismo, independiente, lo que significa la dispersión del poder que está representada en la palabra diversidad. Entonces salir de un paradigma para ir a otro implica muchas cosas, la primera pelearte con los malos, la segunda, que todo está armado para los malos, tenés que construir nuevas formas de comercialización, de distribución, de relación entre nosotros, en relación con el estado, en relación con los canales de distribución, de venta, de comercialización, con los mercados publicitarios que están todos acostumbrados a flexionarse de los que tienen la batuta”, decía la periodista de la Cooperativa de Prensa La Vaca que edita el periódico Mu, Claudia Acuña a la Agencia Paco Urondo tras ser consultada por la creación de Arecia.
Al no contar con ningún tipo de legislación que proteja y contemple a la producción gráfica y digital independiente, Arecia se volcó a la redacción de un proyecto de ley que fue presentado en el Congreso de la Nación por el diputado Jorge Rivas.
“La Ley de Fomento para la Producción Independiente y Autogestiva de Comunicación Cultural por medios gráficos e Internet, desde la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA) la entendemos como la otra pata de la ley de medios, porque con el mismo espíritu propone intervenir en un sector también amenazado por la concentración mediática”, expresaba otro de los integrantes de Arecia a nivel nacional, Daniel Badenes. “AReCIA reúne actualmente a más de 300 revistas culturales. Algunas tienen más de 20 años y, sin publicidad oficial, sobrevivieron a distintas crisis, corralitos, prácticas monopólicas y otras pesadillas de la economía argentina. Otras son recientes y muestran la vigencia de los medios impresos para expresar la diversidad cultural de las comunidades. Todas implican otra forma de producir, que no busca la maximización del lucro para considerar sostenible a un medio, sino la justa remuneración del trabajo realizado en forma autogestionada. La mayoría son del mal llamado “interior” del país. Tras ellas hay organizaciones sociales, centros culturales, grupos de jóvenes, cooperativas de trabajo, editores con vocación por lo que hacen. No venden silencios, como los grandes medios comerciales, sino que hablan sin restricciones de política, de cine, de género, de música, de filosofía, de artes visuales y prácticas corporales, entre otros temas. No tienen otros dueños que quienes las llevan adelante ni intereses comerciales por detrás de sus medios. Y no son marginales: se calcula que el sector aglutina un promedio de dos millones de lectores mensuales, y que realiza un aporte significativo a la industria gráfica, que asciende a los 3,5 millones de pesos por mes destinados a pymes en distintas regiones del país. Constantemente amenazadas por el precio del papel y las condiciones desfavorables para la circulación, estas revistas culturales sobreviven porque las sostienen las y los lectores.”
La ley nacional presenta cuatros aspectos fundamentales: un tratamiento impositivo más equitativo; un fondo económico destinado a la inversión, desarrollo y consolidación del sistema de producción independiente y autogestivo; el acceso prioritario a créditos, licitaciones y concursos, y garantías en los mecanismos de circulación y difusión: medios públicos, bibliotecas y centros culturales, entre otros.
Los nodos dan la batalla
En Córdoba, Tucumán, Misiones, La Plata, Mendoza, Mar del Plata y la Patagonia ya se conformaron los nodos de Arecia. Son revistas locales que se agruparon para dar la batalla en sus territorios.
Aquí, en nuestra ciudad, este año nació el Nodo Rosario, con ocho publicaciones –gráficas y digitales- que decidieron empezar a generar un espacio propio y a partir de allí, pelear por la sanción de una ordenanza municipal que pueda ser –frente a tanto desamparo- un aliciente para encontrar caminos posibles de continuidad.
El año pasado, la iniciativa fue presentada en el Concejo Municipal por los entonces ediles Norma Lopez y Roberto Sukerman. Pero en este 2016, el proyecto tuvo que tener un nuevo ingreso en el Concejo y así fue como los colectivos agrupados en diferentes medios culturales decidieron emprender la tarea legislativa. En la Comisión de Cultura que preside la concejala Marina Magnani, el proyecto ya comenzó a ser discutido. Las revistas lograron una primera reunión para delinear avances y presentar el estado de situación. El proyecto también deberá ser analizado en la comisión de Presupuesto ya que prevé la constitución de un fondo de fomento y al mismo tiempo, un porcentaje de la publicidad oficial destinado a estas producciones independientes.
“La situación actual es muy compleja para casi todas las expresiones culturales independientes, ya que asistimos nuevamente al desguace del Estado en sus ámbitos principales y por lo tanto este sector que requiere apoyos para la difusión, circulación, distribución y producción se ve más expuesto. Los costos de impresión por ejemplo se han duplicado, y no hay ayudas para el sector específico”, explica Verónica Rodriguez, integrante de la revista Inquieta, impulsora del proyecto de ordenanza.
Inquieta es un medio cultural que pertenece a la Asociación Civil Cobai. Con bastantes números en circulación, la publicación es la única en su tipo en la ciudad. Desde sus páginas pueden leerse notas de investigación sobre la danza, el cuerpo, la expresión corporal. Una profundidad y una poética indispensable para aportar nuevas miradas en el arte.
Qué Sapa es otra de las revistas que integra el Nodo Rosario, una publicación que nace de la cooperativa Communitas y que además de presentar notas culturales, es un espacio indispensable para la inclusión social. Lucía Greco, integrante del grupo editor, aporta su mirada: “La importancia de este proyecto de ordenanza radica para nosotros en saldar una demanda común, que decanta en la presencia del Estado para respaldar proyectos como los nuestros, que sin duda aportan y favorecen a una real pluralidad de voces en la ciudad. Esta pluralidad, que hoy en día existe parcialmente, es invisibilizada y muy difícil de sostener. Ahí es donde creemos fundamental el rol del Estado, que en este caso en particular se viabiliza por medio de la ordenanza.”
Por su parte, Lucas Paulinovich de la revista de literatura El Corán y el Termotanque, una publicación que sigue creciendo en el ámbito artístico-literario en Rosario, sostiene que la producción de revistas culturales independientes es marginal, y está sometida a una doble dependencia: “Por un lado, depende en buena medida de las imprentas, que les permiten cerrar la producción; y por el otro, de los proveedores de las mismas, sobretodo de las papeleras, que están altamente concentradas y varían sus precios arbitrariamente semana a semana. En ese marco, es imposible un mínimo de previsibilidad, lo que hace que cada número que se edita sea potencialmente el último. La equidad normativa supone una desventaja para la producción independiente, porque las condiciones en las que se da esa competencia no son igualitarias. Rosario es un lugar de referencia regional, por su profusión cultural y por su importancia política. Lograr una ordenanza acá sería un mojón muy significativo para impulsar proceso similares en los distintos pueblos y ciudades de la región, donde esas dependencias y desventajas se profundizan.”
«Es imposible un mínimo de previsibilidad, lo que hace que cada número que se edita sea potencialmente el último. La equidad normativa supone una desventaja para la producción independiente, porque las condiciones en las que se da esa competencia no son igualitarias.»
El sector, amenazado
Las revistas gráficas independientes se enfrentan a una concentración abismal del mercado editorial. Por ello reclaman la presencia del Estado para regular y acompañar el proceso de la edición autogestiva. “Si el Estado no facilita la protección a estos proyectos culturales, su subsistencia depende exclusivamente de la voluntad de los integrantes, y esa voluntad cada vez se ve más deteriorada por las condiciones sociales, porque los que hacen estas revistas tienen que buscar otras fuentes de ingreso, se reducen los tiempos para dedicarle a la producción y distribución, y los costos se incrementan hasta el punto de volver insostenibles a las revistas. Hoy el problema de las revistas culturales no entra en las grandes agendas, no son productos con alta demanda, no están generados los circuitos para que circulen, es un gran territorio despejado que necesita de una articulación institucional para que no lo absorban las grandes corporaciones de la industria cultural que tienen su eje en la rentabilidad”, explica Lucas Paulinovich.
Verónica Rodriguez de Inquieta también comparte la misma mirada: es fundamental el fomento para la permanencia de esta cultura independiente que hoy genera contenido diverso y de calidad.
Lucía Greco es clara al respecto: sitúa el problema no solo en su aspecto económico, que es vital, sino además, en cómo influye el alto impacto de costos en la regularidad de cada número. “La coyuntura no sólo no nos es indiferente sino que nos atraviesa de lleno. Los costos son cada vez más elevados y se produce así una cadena de condiciones que hacen que la edición de un próximo número sea cada vez más difícil. Al ser los costos más elevados, cuesta imprimir el número con la periodicidad que cada proyecto pretende; esto hace que la cantidad de números anual sea menor, lo que a su vez genera que los auspiciantes publiciten más esporádicamente también.Pero por sobre todas las cosas, nos afecta en la producción y difusión de nuestro contenido: si una revista extiende sus plazos y, en consecuencia, edita menos números en el año, con quienes más nos afecta esto es con nuestro público, nuestros lectores.”
El informe 2015 realizado por Arecia a nivel nacional es contundente. Refleja con claridad la gravedad que atraviesa el sector de las revistas independientes. Y confirma las consecuencias de una situación alarmante: “la falta de legislación que promueva políticas públicas de fomento, protección y equidad frente a un mercado de prensa gráfica concentrado y desregulado en los dos extremos de la cadena: la producción de papel y la distribución y venta. Esto significa el incumplimiento por parte del Estado de los tratados internacionales en materia de Libertad de Expresión que ordenan “evitar o revertir los monopolios u oligopolios en la propiedad o control de los medios de comunicación”.
De las 213 revistas censadas en 2014; en 2015 continuaban en actividad 178. “Nuestra revista se dejo de imprimir hace 6 meses por los costos elevados del papel”, señaló el editor de En línea (Mar del Plata), mientras que uno de los editores de la publicación Ginasiá (La Plata) agregó: “Dejamos de editarla por el aumento en fotomecánica y papel en diciembre”. Según Arecia, este fue el tono general de las respuestas de los editores a los que la asociación decidió consultar para obtener un registro cualitativo de la situación.
El alto impacto inflacionario que se desató a partir de diciembre de 2015 agravó aún más, una realidad que ya venía siendo desatendida por el Estado.
Al mismo tiempo, según este informe, las ediciones gráficas alcanzan un total de 1,2 millones de lectores mensuales, mientras que las publicaciones exclusivamente digitales llegan a 2,8 millones de personas por mes. El 79 por ciento vende espacios publicitarios, que ocupan en promedio el 21,7 por ciento de la superficie de la publicación. “Un dato es relevante para romper el mito subsidiario de las revistas culturales: sólo el 17,4 por ciento de las publicaciones censadas recibió pauta oficial en 2015”, explica Arecia.
El monopolio del grupo Clarin no solo pisa fuerte en el plano de la comunicación audiovisual. También lo hace en la gráfica. 7 empresas periodísticas comercializan 68 títulos y sólo dos (Clarín y La Nación) controlan “el 50 por ciento de la distribución”, según el sindicato de canillitas Sivendia.
También la distribución es un enorme dolor de cabeza para los editores independientes. El censo 2015 reveló una gran disminución de estas revistas en kioskos de diarios con respecto al 2014. Lo que demuestra la expulsión paulatina de los editores independientes del circuito tradicional. Otro circuito tradicional en el que disminuyó la participación de las revistas culturales, aunque en menor medida, fue en librerías. En paralelo, aumentaron los canales alternativos: suscripción (54,5 por ciento), Centros Culturales (59,8 por ciento), otros puntos estratégicos (68,9 por ciento).
Claudia Acuña, al respecto, decía: “Clarín y La Nación se quieren quedar con el sistema de distribución y comercialización en Capital y lo están logrando, para poder hacer esa maniobra lo que hacen es: funden a quiosqueros endeudándolos, te dejan material, no te lo pasan a retirar, no te lo cobran, al año pasan; el quiosquero de cada ejemplar vendido tiene que devolver el 70% si no lo pasan a buscar te lo gastás y el 70% es mucha plata entonces logran endeudarlos y así se quedan con los quioscos. Logran endeudar a los recorridos, que son los camiones que llevan a los seis mil quioscos de Capital todos los días las publicaciones que salen, ya compraron tres. Mil quioscos cerraron por esto, porque prefieren cerrar a vendérselo a Clarín y la Nación.” Un dato no menor: hace cinco años ambos grupos no tenían ni una sola revista, sostiene Acuña. “Hoy tienen entre treinta y cinco y cuarenta títulos, ninguno los creó, ninguno se les ocurrió, todos los compraron a precio vil, fundiéndolos, como decir “a vos no te da la espalda, no podés vender porque tenés una asfixia a nivel distribución, te conviene que yo te reparta”
Las revistas culturales estamos en alerta, es una de las frases recurrentes que auna al sector en todo el país. La realidad se repite y lo que también demuestran los informes de Arecia es que gran parte de la producción cultural independiente se gesta en el mal llamado “interior del país”. Rosario es una de las ciudades donde estas publicaciones circulan, en su gran mayoría, por circuitos autogestivos, como las ferias del libro independiente.
El proyecto en Rosario
El proyecto de ordenanza local en Rosario estipula por un lado, el fomento a la producción independiente mediante la promoción y el financiamiento. Se prevé la creación de un Fondo que promueva subsidios, facilidades impositivas y un porcentaje de la publicidad oficial destinado a estas publicaciones. También se contempla un apoyo a la distribución a través de la Secretaría de Cultural de la Municipalidad,
El proyecto también establece la creación de un registro de revistas gráficas y digitales ya existentes. El objetivo: crear un mapa que permita conocer cuántas publicaciones culturales autogestivas y con producción y contenidos propios aportan al acervo cultural de la ciudad. En Rosario, se estiman que más de 15 publicaciones circulan por diferentes circuitos, muchos de ellos en los barrios. También algunos medios digitales que por diferentes motivos –sobretodo económicos- no editan en papel, integran el Nodo Rosario de Arecia, entre ellos, nuestro medio digital, el Boletín enREDando con 14 años de trayectoria.
Una primera reunión en la Comisión de Cultura generó expectativas para que avance la propuesta. Así por lo menos, lo observan desde el Corán y el Termotanque: “La recepción de los concejales, en una primera instancia, fue muy positiva. Todos entendieron de la importancia de brindar un respaldo y fomentar estas iniciativas. Sabemos que las urgencias sociales y económicas imponen otras prioridades, pero eso no disminuye el valor de las producciones culturales, en donde los que sufren las consecuencias más drásticas de esas medidas económicas pueden denunciar, hablar, contarse, recrearse. Estas revistas van desde lo periodístico hasta lo artístico, son lugares donde hay vida, y cuidar la expresión de esas vidas, la posibilidad de comunicarse, intercambiar saberes y experiencias, dialogar, producir en conjunto, es fundamental para pensar en nuevas formas de habitar los barrios, de vivir la ciudad, de desplegar nuestras propias vidas en Rosario.”
Lucía Greco comparte: “nos fuimos con la sensación de haber podido incluir en la agenda política local la necesidad que tenemos las Revistas Culturales Independientes de la ciudad de que el Estado municipal nos brinde respaldo.”
La situación ya fue planteada ante los ediles y se espera que avance la discusión en la Comisión de Cultura y luego Presupuesto, imprescindible para sostener una producción cultural independiente y necesaria para defender la pluralidad de voces y contenidos.
Cada una de estas revistas construyen otras miradas, y su existencia es un aire fresco indispensable ante tanta concentración mediática.
“En el caso de El Corán y el Termotanque, apostamos por generar un espacio para que pueda difundirse la producción de literatura y arte local, revalorizar las expresiones que nos interpelan directamente, que hacen con los elementos de nuestra vida común, que están inventando acá mismo, ahora, y que nos permiten encontrarnos con imágenes inesperadas, zonas de lo que vivimos que de otra manera no podríamos explorar. Lo que constituye la materia viva del patrimonio cultural, en definitiva”, dice Lucas.
“Somos una revista cultural independiente especializada en lenguajes contemporáneos del movimiento (un recorte del recorte), y ese es nuestro gran sentido, ponerle voz a distintas expresiones de la danza en el marco del arte contemporáneo. Y aunque alguien pueda pensar que no es de interés masivo o general, las personas y las prácticas artísticas que promovemos son parte del campo cultural y merecen su lugar y sus debates”, suma Verónica.
“Para nosotros una necesidad; la necesidad de tener un medio, de producir contenido, de hablar de cosas que los grandes medios no hablan. Es una necesidad sobre todo entendiendo la (complejísima) realidad social, política y cultural de la ciudad de Rosario. Desde Qué Sapa leemos esto, y entendemos que la mejor manera de vincularnos para saldar esta necesidad es mediante la inclusión laboral y el trabajo cooperativo”, cierra Lucía.