Con el apoyo de gremios y estudiantes secundarios, alumnos de distintas carreras terciarias de Rosario y la región se movilizaron para exigir la mejora de condiciones en espacios de estudio, la creación de edificios propios para cada instituto y el boleto gratuito para la comunidad educativa. Apuntan, con distintas responsabilidades, al gobierno provincial y al nacional.
Por Martín Stoianovich
“Si saber no es un derecho seguro será un izquierdo”, decía el cartel que una chica llevaba en sus manos. La frase la escribe Silvio Rodríguez en su poema El Escaramujo, publicado en 1994. Y se replica. Como lo hacen los estudiantes de los institutos terciarios de Rosario y la región que este miércoles, cuando el sol caía, se movilizaron cortando la esquina de Avenida Pellegrini y Entre Ríos. El corte de calle estuvo atravesado por denuncias y demandas en relación a las condiciones que atraviesan los estudiantes terciarios del sector público. La mira de los reclamos está dirigida al Ministerio de Educación de la provincia, pero también al gobierno nacional. La relación es inminente. Inevitable en un contexto nacional en el cual la educación pública no se asoma ni de lejos en los primeros planos de la agenda política.
–El IES Nº 29 “Galileo Galilei” no tiene edificio único. Hay baños que no están habilitados. La carrera “Gestión Gastronómica” no tiene cocina propia.
La base de la movilización fue la denuncia de las malas condiciones edilicias de los distintos lugares de cursado y a la vez el pedido de construcción de edificios propios para cada uno de los institutos. También se pidió por el aumento del presupuesto destinado a la educación pública y se volvió sobre una demanda histórica que también es deuda: el boleto gratuito del transporte público para los estudiantes. Es que no se puede hablar de educación pública por fuera del contexto de ajuste e inflación que va generando cimbronazos en cada sector de la sociedad.
–El IES Nº 28 “Olga Cossettini” no tiene edificio único.
La cuestión edilicia atraviesa a primarios, secundarios, terciarios y universitarios. Los terciarios cursan en los edificios de las escuelas primarias y secundarias, que en las últimas semanas ocuparon la agenda mediática por el peligro de derrumbe y las condiciones indignas en las que deben asistir estudiantes, docentes y demás trabajadores de la comunidad educativa. El boleto del transporte a ocho pesos afecta a cada uno de estos sectores y no sería de extrañar que la deserción estudiantil encuentre en esta problemática una de sus razones. Ya se puede cuestionar cuán pública es la educación cuando un estudiante debe pagar al menos 300 pesos por mes para cursar de lunes a viernes, suponiendo que sólo tenga que tomar dos colectivos al día. Y el presupuesto destinado a Educación también atraviesa a todos los ciclos. Y aquí se explica el apoyo y la relación entre la movilización de ayer con los estudiantes secundarios que se hicieron presentes, el gremio Amsafé y la pelea de los docentes universitarios que siguen organizando medidas de fuerza mientras escuchan ofertas que no conforman.
– El Normal 2 tiene agujeros en el piso, las paredes agrietadas, techos con riesgo de derrumbe, y estudiantes electrocutados.
En la movilización de este miércoles se percibió la necesaria unidad de distintos sectores políticos. “Los estudiantes terciarios, los docentes universitarios y el conjunto de la comunidad educativa está en lucha. Consideramos que nos tenemos que unir, porque tenemos enemigos muy grandes”, decía ante las cámaras de televisión una estudiante. Cuando hablaba de enemigos se refería al gobierno nacional y provincial, al primero por el ajuste generalizado a distintos ámbitos de la sociedad y al segundo por la magra partida presupuestaria destinada a los terciarios. Puede sonar duro que hablen de enemigos, pero qué sinónimo podría caber para un conjunto de líderes políticos que no escuchan reclamos y por el contrario avanzan por encima de ellos. En esta movilización había futuros docentes, reclamando por sus derechos a quienes no se cansan de hablar del futuro sin mirar al presente y, sobre todo, aplicando las nefastas políticas del pasado.
– El ISET 18 no tiene gas. La falta de presupuesto pone en altos gastos a los estudiantes para poder sostener las distintas carreras.
Otro estudiante remarcó sobre las responsabilidades nacionales y provinciales: “Hay responsabilidad del gobierno nacional en un escenario de tarifazos, inflación, y paritarias que no llegan a igualar los gastos. También hay responsabilidad del gobierno provincial, que tiene la obligación de dar un boleto educativo universal, becas y mejores presupuestos con el que los terciarios puedan afrontar el día a día”. Y volvió sobre una problemática que suele intentar explicarse culpabilizando a los estudiantes: “Nos vamos a encontrar con que cada día los estudiantes van a empezar a dejar las aulas y es algo que ya estamos viendo”.
– Cuando llueve, las aulas de la Escuela Provincial de Cine y Televisión se quedan sin luz y mojadas porque el agua también se cuela por los techos.
Los ítems enumerados entre cada párrafo corresponden a los reclamos difundidos en la movilización. Y hay otros. El ISEF Nº 11 denuncia peligro de derrumbe y mal estado en las canchas y el gimnasio donde realizan prácticas los estudiantes de Educación Física y carreras afines. El Instituto Superior del profesorado de Danzas “Isabel Taboga” también denuncia peligro de derrumbe en aulas que están clausuradas y malas condiciones de los salones donde se practican danzas. Y así en todos. El ISET Nº 58, el ISP Nº 22 “Maestro Adad”, El ISPM Nº 5932 “Carlos Guastavino”, el ISP Nº 16 “Bernardo Houssay”, se suman, entre otros aspectos particulares, al reclamo por el edificio propio.
Antes de que comenzara la actividad, mientras todavía iba llegando gente, dos pibas conversaban apoyadas en la vidriera de un bar por Pellegrini. Una de ellas miraba fijamente el celular mientras hablaba, retratando quizás una de las imágenes más cotidiana de las juventudes. Pero había algo particular en esa estampa: miraba el celular para leer, y leía política. En voz alta, mientras su compañera escuchaba. Después contó que se llama Cuyén, que tiene 17 años, que es integrante de la Coordinadora de Estudiantes Secundarios y militante del PTS. “La lucha es prácticamente en conjunto, la mayoría de los puntos por los que luchamos son los mismos, somos todos estudiantes, tenemos malas condiciones en las escuelas, necesitamos más salones, más presupuesto, queremos docentes con buenos sueldos”, dijo después en referencia a la unidad entre secundarios, terciarios y docentes.
Cuyén representaba ahí, en esa movilización, la juventud que la política de élite no quiere. Porque los jóvenes no deben votar, no deben pensar, no deben cuestionar. Deben obedecer. O tener su primer empleo en McDonalds. O así lo manda, al menos, el actual gobierno de Maurice McCree. “Es una empresa multinacional que no tiene por qué ser subsidiada. La propuesta para los jóvenes no es más estudiar para que crezcamos como personas, sino que trabajemos por poca plata, cada vez más chicos y encima para el imperio”, apuntó la piba. Y está convencida.
No son temas que no tienen que ver entre sí. La precarización laboral y la educación precarizada: sustraendos de una cuenta que resta y sigue restando. Así lo ve también Marilina, presidenta del Centro de Estudiantes del Olga Cossettini cuando dice: “Es una política de Estado que busca avasallar a la juventud y volver a lo que eran los noventa, donde los jóvenes no teníamos participación porque no íbamos a estudiar o no teníamos lugares donde reflexionar”. La juventud salió a las calles. Una vez más.