Familias agrupadas en el Consorcio de Pequeños Productores de la Verdecita de la ciudad de Santa Fe otra vez volvieron a inundarse. En muchos casos, perdieron la totalidad de su producción agroecológica y exigen una respuesta urgente del Estado. Denuncian «la inexistencia y/o incumplimiento por parte del Municipio de los planes de infraestructura hídrica y mantenimiento de obras preexistentes». El agua también afectó gravemente a las cincuenta familias que viven sobre el Callejón Roca. El modelo productivo en el centro de un debate silenciado.
Por María Cruz Ciarniello.
Otra vez indundados/as reza el comunicado que días atrás emitieron productores/as agrupados/as en la Granja La Verdecita, ubicada en la zona norte de la ciudad de Santa Fe, más precisamente en el Callejón Roca a la altura del 1800. La foto parece ser la misma que la de hace un año atrás. Barrios enteros bajo agua y uno de ellos, el que ocupa el cordón frutihortícola de la ciudad, con pérdidas totales de las cosechas de verduras y hortalizas.
La situación es dramática y las respuestas tardan en llegar. Miles de evacuados en una provincia que se encuentra en emergencia hídrica y eternos días sin sol durante las primeras semanas de abril. Lo que alerta es la falta de planificación e infraestructura en obras que podrían haber amortiguado las consecuencias de una nueva inundación en algunas zonas críticas de la ciudad. Es que para quienes allí viven y producen, la historia otra vez vuelve a repetirse.
Más de cincuenta familias habitan en la zona del Callejón Roca y otras cien forman parte de un Consorcio de Pequeñas Productoras y Productores de la Granja Agroecológica conocida como La Verdecita quienes desde hace tiempo reclaman políticas específicas para el sector. Son agricultores/as familiares y agroecológicos/as que en la mayoría de los casos, han perdido toda su producción como consecuencia de la abundante lluvia caída.
Pese a los reclamos y a su historia reciente, esta zona sigue siendo una de las últimas en ser alcanzadas por las políticas de Estado. “Se perdió todo lo que se había producido”, dice Virginia Lipovesky, productora agroecológica a quien además el agua le llegó a cubrir 30 centímetros de su casa. Y su situación, le confiesa a enREDando, no fue la más grave. “Mi vecino de enfrente tenía toda su casa bajo agua. Ellos tienen producción porcina y han perdido un montón de cerdos”. En febrero del año pasado el agua superó los 50 centímetros.
La problemática es doble: por un lado, la alarmante realidad en la que se encuentran productoras/ers de la Verdecita que reclaman al Municipio y la Provincia algún tipo de ayuda o subsidio para hacer frente a la pérdida que, en muchos casos, fue total. Son familias que defienden la economía a pequeña escala, otro modo de producción, de consumo y que a su vez, alquilan las tierras para poder trabajar.
Por otro parte, hay vecinos y vecinas del Callejón Roca que además de sus cosechas, sus cultivos, sus animales y sus producciones, tienen sus viviendas inundadas. Solo hubo 2 bombas extractoras para desagotar el caudal de agua del Reservorio del Canal Roca hacia la laguna Setúbal. “Solo funcionaron 2 chiquitas”, explica Virginia. “Siempre nos inundamos quienes vivimos entre la vía y el terraplen”, dice con un grado de resignación, bronca, impotencia.
El terraplen al que se refiere es la continuación de la General Paz que separa la zona de productores con los bajos de la laguna. “Cuando el río Paraná está más alto que el terraplen, hay un canal al lado de las vías del ferrocarril que es el canal Roca y que lleva toda el agua de lluvia de la zona norte y de Monte Vera y que desemboca en un reservorio que debería evacuar el agua hacia la laguna”. Dicho reservorio, al igual que en el 2015, tampoco estaba limpio a pesar de los insistentes pedidos a la Municipalidad.
Siete compartimentos fueron construidos con la idea de que allí se colocaran bombas extractoras, pero solo dos chicas se encontraban en funcionamiento y de forma intermitente, cuenta Virginia Lipovesky.
En diálogo con el programa radial Falta Envido, Isabel Zanutig, otra de las referentes de la Verdecita, señala: “Era totalmente previsible lo que podía suceder en Santa Fe. Fue una lluvia constante desde hace 15 días, estaban extrayendo con dos bombas pequeñas cientos de miles de litros de agua que viene también de Monte Vera, y un nuevo canal que hicieron que vuelve a desembocar allí, y eso es imposible”.
Una vez más las cincuenta familias que habitan la zona y productoras de la granja agroecológica padecen las consecuencias de estar bajo agua. “No se ven limpiezas y el canal debería estar entubado”, subraya Virginia quien no duda en responsabilizar a la actual gestión municipal a cargo de José Corral. “Fueron ellos mismos quienes en el 2007 conformaron una Comisión Investigadora que determinó que lo que hoy sucede no debería haber ocurrido. Ellos dan el fundamento para que nosotros reclamemos ahora. Se llenaron la boca en el año 2007 que llovió el triple de lo que llovió ahora”, apunta con indignación.
“El año pasado hicimos un relevamiento con un técnico, de todos los canales de desemboque de agua de lluvia en la zona norte, se lo presentamos al Secretario de Hídrica de la provincia y nos dijeron que iban a terminar el Canal de las Mandarinas, no se terminó, no se limpió un solo canal ni el Reservorio del Roca por lo cual ese sector esta todo inundado. Y eso genera una especie de impotencia donde nadie te escucha”, explica Isabel. “El Estado no está defendiendo la producción de alimentos que no es la producción de soja”.
Lo que señala Virginia, por su parte, está notificado en un informe que fue elaborado por el Concejo Municipal tras la inundación del 2007. Allí especifican que “la inundación de Marzo del 2007 vino a desmentir rotundamente esa creencia: la ciudad de Santa Fe sigue siendo tan vulnerable como lo era en el 2003 y, lo que es peor, la imprevisión y la improvisación aparecen como las únicas respuestas de la Municipalidad de Santa Fe ante fenómenos hídricos o pluviales extraordinarios”.
En este mismo documento se destaca la falta de obras de infraestructura en lo relativo al sistema de desagües pluviales y a la capacidad de reservorios así como a su falta de mantenimiento, la ausencia de un plan de ordenamiento territorial y de un plan de contingencia por parte del gobierno de la ciudad, en ese entonces, a cargo de Martín Balbarrey.
Sin embargo, en este 2016 el escenario es el mismo que el del año 2015 y 2007 para las familias productoras del cinturón hortícola de la ciudad. “Estamos juntándonos en Asambleas Ciudadanas con los vecinos porque acá no hay nadie que se acerque, de ningún partido. Y queremos pedirle al Concejo que exija respuestas al municipio”, vuelve a decir Virginia frente a un estado de desamparo visible y preocupante.
Muchas de estas familias temen que exista otro interés que justifique el abandono de la zona. “No tenemos pruebas, pero creemos que lo que se intenta es que los productores dejen estas tierras, que se venden por muy poca plata porque son terrenos inundables y una vez que eso se venda, van a hacer los canales y la idea es que ese terraplen termine siendo una continuación o especie de costanera. De hecho hay algo que nos llama la atención: hay una constructora que va ganando de forma ilegal espacio en la laguna tirando escombros. Está haciendo una especie de dique. Esto lo denunciamos porque esa laguna nos pertenece a todos”.
El rumor que comienza a cobrar fuerza entre las familias y productores/as no es un hecho aislado ni disparatado. En Rosario, la situación que atraviesa la zona rural de Nuevo Alberdi es un ejemplo de que este tipo de negocios inmobiliarios existen y son frecuentes. Es que para Virginia no hay un plan de ordenamiento territorial que incluya a las familias productoras del cordón frotihortícula y eso es lo que desde hace años vienen reclamando, sin suerte alguna.
De esta forma, las familias no dudaron en organizarse para impulsar un proyecto que contemple la creación de una Comisión Investigadora, amparadas en la facultad que otorga el Reglamento Interno del Concejo Municipal de la ciudad de Santa Fe que posibilita a los ciudadanos/as ser parte de la gestación de los proyectos de ordenanza. La presentación se realizó este viernes 22 de abril. Allí sostienen: “el desastre causado por la inundación de 2016 no fue natural. Pese a haber estado previsto el fenómeno climático de “El Niño” con la suficiente anterioridad, desde el año 2015, el exceso de agua generada por las copiosas lluvias de abril ingresó a nuestras viviendas y emprendimientos productivos por la inexistencia y/o incumplimiento por parte del Municipio de los planes de infraestructura hídrica y mantenimiento de obras preexistentes, necesarios para el normal desarrollo de la vida de los vecinos de la ciudad”. En este proyecto, solicitan que a través de la sanción de esta norma “se determine mediante los mecanismos institucionales establecidos legalmente si fehacientemente el Ejecutivo Municipal incurrió en las siguientes figuras penales: estrago (artículo 186 del Código Penal Argentino y subsiguientes); abandono de persona (artículo 106 del Código Penal Argentino), e incumplimiento de los deberes de funcionario público (artículo 248 del Código Penal Argentino)”.
El inclumplimiento en la realización de obras como el Canal Las Mandarinas y la falta de limpieza del Reservorio del Callejón Roca son dos aspectos denunciados por los/as vecinos/as. Así como también la colocación de las bombas necesarias para garantizar el desagote. “Nada de esto parece haberse realizado por los funcionarios municipales encargados de dicha responsabilidad”.
Modelo productivo, inundaciones, soja y agricultura familiar
En el centro del debate se instala el interrogante: ¿qué interés tiene el Estado en sostener y fomentar el desarrollo de la producción de alimentos agroecológicos? Santa Fe es una de las pocas ciudades que aún conserva el cinturón hortícola. En Rosario ya desapareció. “Que desaparezca y que se uniformice la producción de verduras es terrible porque eso afecta no solo la vida de quienes vivimos ahí sino que nos preguntamos ¿cuál es el plan de ordenamiento territorial que tienen y que no nos incluye?, se pregunta Virginia.
“Es muy preocupante, no solo para el sector productor, sino también para la gente de la ciudad”, dicen desde la Verdecita, un lugar de resistencia en Santa Fe; un espacio que no solo promueve otro vínculo con la naturaleza, con los territorios, con la ruralidad, sino que además, constituye un colectivo, en su gran mayoría integrado por mujeres, que defienden una vida libre, soberana, digna.
Esta preocupación se enmarca en un contexto de ajuste laboral a nivel nacional que afecta, entre otras áreas, a la Secretaría de Agricultura Familiar. 260 trabajadores de todos el país fueron despedidos bajo la orden del Ministerio de Agroindustria de la Nación. En algunos de los casos, eran empleados/as con 20 años de antigüedad. El vaciamiento de la Secretaría y en consecuencia, de las políticas de apoyo y fomento a la agricultura familiar, está en marcha y Santa Fe no es ajena a este proceso. En la delegación local redujeron en un 10% el personal –con una planta de 80 personas- que atiende las demandas de más de 25 mil familias campesinas e indígenas, las que a su vez son las destinatarias de estas políticas que tras la decisión deliberada del gobierno nacional, están desapareciendo.
Por otra parte, la producción de un monocultivo de soja que avanza y se profundiza complejiza la situación. “Esto va a ser cada vez peor. Los montes funcionan como termostato y al quitar ese contenedor de humedad, las tormentas son mucho más intempestivas. Pero también, el paquete tecnológico de siembra directa está acompañado de una semilla patentada que es resistente al glifosato y en donde se hace siembra sobre siembra. Se homogeiniza el cultivo y el suelo se transforma en un asfalto. Si no cambiamos nuestra matriz productiva realmente es muy difícil que esto cambie”, apunta Virginia quien junto a su compañero producen huevos, siembran aromáticas y tienen algunas colmenas de abejas. Así llevan sus días en la Granja Agroecológica, defendiendo otras formas de vincularse, y de producir alimentos.
Entender las múltiples causas de las constantes inundaciones en toda la zona del Litoral es ahondar en la matriz productiva, como bien destaca Virginia. Desde el Centro de Protección a la Naturaleza lo vienen anunciando desde hace tiempo. “Las imágenes de los arroyos y ríos desbordados, las rutas cortadas o con circulación limitada, cientos de viviendas inundadas, campos bajo agua donde apenas asoman los postes del alambrado y la población durmiendo en lugares precarios, resultan cada vez más recurrentes y lo seguirán siendo en el futuro mientras no se tomen las medidas de adaptación y mitigación del cambio climático. En este marco, las obras hidráulicas son necesarias pero no constituyen la solución: cuando el suelo no absorbe lo que debe, esa agua escurre hacia las cuencas inferiores. Y es el estado del suelo el que determina que se agraven o no las inundaciones”.
Desde el Cepronat destacan varios elementos a tener en cuenta: la deforestación incontrolada es uno de los factores pero no el único. También es importante entender cuál es el daño producido al suelo como consecuencia de su uso: ya sea para urbanizaciones sin control sobre humedales como son los barrios privados, o para el tipo de actividad agrícola desarrollada. La aplicación del paquete tecnológico de transgénicos, agrotóxicos y siembra directa significó la subida de las capas freáticas, la uniformidad de la granulometría superficial del suelo y la muerte directa de los micro y macro organismos edáficos. Para los especialistas, la certeza es que el modelo agrobiotecnológico agrava las inundaciones. Y explican con precisión: Estudios realizados por universidades públicas ratifican, entre otros, que los cultivos de raíces pequeñas como la soja transgénica no permiten la infiltración profunda o la evaporación; la eliminación de la actividad pecuaria provoca la subida de las capas freáticas tal como se verifica en el Departamento Las Colonias en Santa Fe; la inexistencia de roturación -condición intrínseca de la siembra directa-, asociado con la desaparición de la fauna y flora edáfica por la aplicación de mas de 300 millones de litros de agrotóxicos en cada campaña, compacta los suelos y los convierte en un vidrio en el que rebota el agua.»
Esto ocurre en Buenos Aires, Córdoba y en Santa Fe, «con suelos frágiles o con distintos grados de erosión luego de 100 años de prácticas agrícolas, intensificado en las últimas dos décadas por los monocultivos de exportación», apunta el Cepronat.
En este sentido, en La Verdecita, que también impulsa la Escuela Agroecológica E.V.A, defienden los procesos organizativos de las comunidades. “No va a depender del Estado sino de la organización de los vecinos para que cambien las cosas. A través de las ferias intentamos concientizar a la población de que la ruralidad y lo urbano no son lugares estancos. Es imprescindible que los ciudadanos urbanos reclamen por otro consumo y por la protección de los productores de alimentos. Y nosotros también lo decimos desde la escuela EVA: es necesario que se hable de la propiedad de la tierra y del uso social del suelo. Casi ningún productor es dueño de la tierra, y se hace muy difícil pensar en un diseño agroecológico, tenemos que incorporar esa variable en nuestros discursos sino hacemos una agroecologia elitista”.
Virginia remarca además, la importancia de poner en relieve un aspecto que no se discute: qué uso tiene el suelo y quiénes son los dueños de las tierras en Argentina. “No podemos seguir hablando de agroecología sino hablamos de un problema clave que es la tenencia de la tierra”, sentencia.
Sus palabras van al fondo del hueso. Es fundamental discutir tierra para qué y tierra para quiénes. Y más todavía: qué modelo de producción es necesario sostener y fomentar para evitar lo que ya no se trata de una catástrofe natural, sino de una consecuencia directa de un determinado modelo de desarrollo que no solo contamina el suelo, el agua y el aire que respiramos, sino que además avanza sobre áreas vitales como los humedales, favoreciendo el meganegocio inmobiliario. Ejes centrales de un debate silenciado.
1 comentario
Gracias Cruz ! Gracias EnRedando! Exelente y bella nota.
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