Era integrante del Centro Comunitario Comunidad Rebelde de Villa Banana y fue asesinado el 2 de febrero de 2015 por un transero del barrio. Sus familiares confrontan con la Fiscalía para poder constituirse como querellantes y exigen que se investigue el entramado de complicidades que hay detrás del hecho.
Por Martín Stoianovich
Javier Barquilla tenía 37 años y vivía en el barrio Villa Banana, en la zona oeste rosarina. Formaba parte del Centro Comunitario Comunidad Rebelde, que desde el año 2012 se construye en el barrio. El espacio, ubicado en un pasillo lindero a las vías del tren, se levanta donde antes funcionaba un bunker de drogas que fue derribado por los vecinos que hoy integran la organización. Pero el fin de aquel búnker no significó el fin del tráfico de drogas en el barrio. Desde Comunidad Rebelde sostienen que, a pesar de las reiteradas denuncias, la complicidad policial permitió distintas formas de menudeo que continuaron sosteniéndose en el barrio y sometiendo a los vecinos al peligro diario. El 2 de febrero de 2015, Nelson Aguirre, conocido como Pandu, líder de una de las bandas que controlan el negocio en zona oeste, asesinó a Barquilla en un violento episodio. A más de un año de aquel hecho, y a pesar de la negativa del fiscal Ademar Bianchini, sus familiares intentan constituirse como querellantes en la causa que investiga el hecho y tiene a Pandu como imputado. Pretenden que no se cierre en un abreviado y piden que además se investigue el entramado narco que va más allá del hecho.
Allá por el 2012, Noelia, hermana de Barquilla, comentaba a enREDando: “Con un centro comunitario no se va a terminar el narcotráfico, pero estamos más tranquilos. Nos cuidamos más entre los vecinos, tenemos un bien en común y estamos trabajando todos juntos». Unos años después la banda de Pandu entró a robar a su casa y amenazó con reiterar el hostigamiento si no le garantizaba a la banda un pago de 500 pesos mensuales. Fue aquel 2 de enero el día en que ingresaron por la fuerza a la casa y agredieron a Noelia, a su pareja y los niños que había allí. Querían apropiarse de la vivienda para lograr un espacio físico para la venta de drogas. Barquilla llegó a la casa para defender a su cuñado que estaba siendo golpeado. Al rato la banda volvió y, con Pandu a la cabeza, asesinó a Barquilla con cuatro disparos en el pecho.
A partir de aquel hecho, Comunidad Rebelde y los familiares de la víctima emprendieron el reclamo de justicia en la causa cuya investigación quedó en manos del fiscal de Homicidios Ademar Bianchini. Primero fueron patrocinados por el servicio del Centro de Asistencia Judicial de la provincia de Santa Fe, creado a partir de la última reforma del sistema procesal penal para asesorar a personas con pocos recursos. La causa avanzó poco y nada en este período, por lo cual a principio del 2016 solicitaron el acompañamiento jurídico del abogado Norberto Olivares.
Después de haber estado prófugo, Pandu se encuentra detenido e imputado por homicidio agravado por uso de arma de fuego, delito por el cual Bianchini solicitó 28 años de prisión, aunque nunca descartó la posibilidad de concretar un juicio abreviado. Ante esta situación, desde que se conformó el patrocinio de Olivares, la hermana de Barquilla busca constituirse como querellante. Por un lado para poder participar y seguir la investigación, y por otro lado para contraponerse al abreviado en caso de que Bianchini avance con este posibilidad. Este martes 5 de abril, fue suspendida la audiencia en la que se iba a tratar este asunto.
Cuando las víctimas de este tipo de hechos son vecinos de las barriadas populares de la ciudad, los obstáculos en el proceso judicial son más notorios. Así lo padece Noelia, quien se está topando con la negativa de la Fiscalía para poder ser querellante, un aspecto que cree clave para lograr el esclarecimiento verdadero y una condena justa. La explicación con la cual Bianchini argumenta la negativa es meramente técnica: la solicitud de querella debe hacerse previo a la audiencia preliminar y además Noelia es media hermana de Barquilla, por lo cual no se considera heredera forzosa, uno de los requisitos que plantea el Código Procesal Penal.
Para el abogado Olivares, el pedido de la familia de Barquilla es legítimo. Sucede que la audiencia preliminar, presidida por el juez Hernán Postma, fue suspendida a mediados de octubre pasado en dos ocasiones distintas por la ausencia de una imputada cómo cómplice de un robo en una serie de causas acumuladas al crimen de Barquilla. Y nunca más se retomó, es decir que quedó pendiente lo que en dicha audiencia se podría haber abordado. Olivares sostiene que la audiencia debe reanudarse y entonces el pedido de constitución de querella debería tener lugar. “El pedido que hacen los familiares es totalmente correcto por su tiempo y tiene que ser aceptado”, analizó Olivares en contacto con enREDando. Respecto de la cuestión de “heredero forzoso” que supone el Código, hay antecedentes en causas recientes que pueden servir de base para lograr que la hermana de la víctima se constituya como querellante.
¿Qué hay más allá del crimen de Barquilla?
“Hay un abreviado en camino, y la constitución de la querella puede ser un escollo para eso”, sostuvo Olivares. El juicio abreviado mediante acuerdo de las partes que intervienen es una herramienta del nuevo sistema utilizada para agilizar procesos que no requieren demasiada investigación. Pero el asesinato de Barquilla es la punta del iceberg de un entramado de narcocriminalidad que Comunidad Rebelde viene denunciando desde hace varios años. Por eso, pretenden que se investigue en profundidad la estructura que Pandu encabezaba en Villa Banana y que podría sostenerse con complicidad policial. Comunidad Rebelde apuntó en reiteradas ocasiones contra la Comisaría 19, por garantizarle a esta banda la libertad para actuar en el barrio a pesar de las denuncias.
Lo cierto es que la causa se ajusta a lo que le compete a la justicia provincial, que es el asesinato de Barquilla. Y hasta ahí llega la investigación del fiscal Bianchini: quién mató, cómo, dónde, cuándo y quizás un porqué ligeramente definido. Olivares cree que una investigación profunda podría permitirle a Bianchini obtener información para elevar a la justicia Federal y se pueda así avanzar sobre el entramado del narcotráfico en el barrio, una problemática que desencadena a diario la violencia en las barriadas rosarinas. “El fiscal tiene una visión restringida desde el punto de vista del Código Procesal Penal. Sólo ve un homicidio agravado. No hay ninguna señal de que el fiscal con todo lo que tiene de pruebas y testimonios, le dé a la justicia Federal información que indica que esto va más allá de un asesinato de una persona contra otra. Es un homicidio que provoca una banda que está metida dentro de una trama que es la narcocriminalidad”, explicó Olivares. En este sentido, agregó que una investigación realmente comprometida podría ventilar “todas las implicancias y dimensiones que tiene como consecuencia al hecho puntual, como puede ser la complicidad policial”. Sobre este punto, ejemplifica con un aspecto puntual, tan impactante como certero: la casa en donde mataron a Barquilla está siendo ocupada por la hermana de uno de los cómplices del hecho, apodado Wititi y condenado en un juicio abreviado cerrado en 2015.
Comunidad Rebelde se pregunta si el asesinato de una persona no es suficiente para avanzar sobre un tratamiento profundo de la problemática que, como a Villa Banana, afecta a toda la ciudad. En los pasillos del barrio y en el Centro Comunitario, del cual participan los pibes que hasta hace unos años eran sometidos por el narcotráfico para trabajar como soldaditos del búnker ya extinto, son conocidos los pormenores del narcotráfico. El asesinato de Barquilla no es casual, sino que es una de las tantas consecuencias de los oídos sordos y ojos ciegos ante tanto reclamo del barrio. Más allá de la condena que pueda recaer contra Pandu, la estructura que permitió su crecimiento y su accionar en el barrio puede seguir intacta. Porque en el barrio los nombres propios que manejan el último eslabón del narcotráfico son cambiados como piezas de ajedrez en un tablero que se maneja desde afuera y, lejos del ojo de la justicia, logra permanecer intacto.