Este 25, 26 y 27 de febrero se celebró en Ludueña el decimoquinto Carnaval – Cumple de Pocho, que este año tuvo un festejo especial: Claudio Lepratti -asesinado en el 2001- cumpliría 50 años. Murgas, bandas en vivo, talleres entre mujeres, para niños y niñas y un mapeo colectivo del barrio se llevaron a cabo durante estos tres días en la Plaza Pocho Lepratti.
Por María Cruz Ciarniello
Este 27 de febrero, Claudio Pocho Lepratti hubiese cumplido 50 años. Pocho fue asesinado en diciembre de 2001. Las balas de la policía del entonces gobierno de Carlos Reuteman quemaron su garganta mientras pedía a gritos que no tirasen porque allí había pibes comiendo.
Creyeron que a Pocho lo mataban. Lo que hicieron, fue sembrarlo en miles de semillas que se multiplican en los jóvenes y niños que hoy siguen sus huellas. Caminos de hormigas que supieron construir, a pesar del dolor, espacios de encuentro y organización. Así nació, en aquel febrero de 2002, el primer carnaval en Ludueña.
En aquel tiempo, los vecinos y vecinas del barrio no entendían demasiado los motivos por los cuales se celebraba el cumpleaños de un militante que había sido asesinado. Lo que comenzaron a dimensionar con el correr de los años, es que la alegría es también una forma de resistir; de estar de pie, de aguantar “los trapos”, de denunciar y expandir ese dolor instransferible a otros y otras para que la lucha sea colectiva. Lo que el barrio Ludueña comenzó a sentir año tras año es que ese Carnaval era una fiesta para militar la memoria; para mantenerla viva. Para que la imagen de Pocho se haga carne no solo en pancartas o remeras, sino en espacios autónomos de construcción social.
“En ese entonces, estábamos en el rancho con los pibes del barrio y pensábamos qué hacer. A Pocho no le gustaba que le festejaramos los cumpleaños, se lo hacíamos sorpresa. Y en ese momento, pensamos en un lugar que nos identifique a todos y ese lugar era la plaza. Y la gente al principio no entendía porque festejabamos el cumple de alguien al que habían matado. Y en realidad, cuando hablamos de la multiplicación hablamos de seguir recordándolo, de seguir haciendo cosas. Y entonces, tomamos la plaza como lugar y la llenamos de color. Y hace ya varios años que los vecinos se organizan, esperan el carnaval y dan una mano”, narra Milton Halsouet, uno de los jóvenes que integraba el grupo La Vagancia que coordinaba Pocho. Hoy, Milton es parte del Bodegón Cultural, uno de los espacios que nació luego del asesinato de Lepratti. Es también, la voz que conduce y coordina sobre el escenario todo lo que va acontenciendo durante los tres días del carnaval que este año, cumple 15.
La consigna, en esta edición decimoquinta, habla de Pocho, del fuego que lo curtió y del barrio que lo parió. Habla también de los palos en el hormiguero. La metáfora es clara: hace referencia a la represión contra las murgas y las expresiones culturales. Habla también de la alegría, de la auténtica, de la honesta. De la que parió el dolor y se transformó en bandera. La alegría de quienes son pueblo y barrio y no aquella vaciada de contenido, inflada en globos amarillos que nada dicen del sentido político de una sonrisa cuando la injusticia escribe sus trazos en los rostros.
Es una consigna que además, advierte: este carnaval es atrevido.
“Parido en el barro, curtido en el fuego y vivo en nuestros cuerpos. En contra de los palos en el hormiguero, este carnaval atrevido sigue gritando ¡ésta es nuestra alegría!, es la frase que le dá marco y vida al carnaval.
“Desde el cuarto carnaval que venimos armando algunas frases, que enmarca todo lo que pasó durante el año anterior. Cuando se reprime a una murga eso significa que se está en contra de la alegría. Para nosotros uno se tiene que atrever a hacer cosas, salir a la calle, encontrarse con el otro, pensarse en lo que está pasando. Y decir “esta es nuestra alegría” significa poder defender todo este carnaval”, decía Miltón, a pocas horas de vivir los tres días en que la plaza Pocho Lepratti cobró vida propia. Porque a pesar de ser un lugar de encuentros, de ensayos de murgas y ferias, durante los días del carnaval, la plaza, ubicada en Liniers y Velez Sarsfield, adquiere otro sentido. Ella misma se viste con las levitas de las murgas que van a desfilar, y hasta arde con cada una de las míticas quemas del Rey Momo. El Carnaval es un momento esperado por todos y todas en Ludueña. Miltón subraya: “La gente se organiza, colabora, y esto significa que algo estamos haciendo bien y eso es muy importante, que lo tomen como propio.”
También la seguridad es comunitaria durante esos días. “Vamos a la comisaría y pedimos que no haya policías en la plaza. Pero se trata de hacer esto para decir que la seguridad también la podemos hacer entre todos”.
La organización del carnaval supone la articulación con muchísimas organizaciones sociales que se acercan de otros barrios para dar su aporte. “Eramos cerca de 120 personas en las reuniones”. Así también se fueron conformando las diferentes comisiones.
Las actividades fueron diversas: espectáculos musicales con bandas como Farolitos, Eternos Inquilinos, la Pocilga, la Semilla, Anahí, Marcelo Moyano, artista callejero, Sara Maidana –compañera de Mercedes Delgado en el Comedor San Cayetano-, y el tradicional desfile de murgas y los talleres que desde la mañana abarcaron diferentes temáticas.
El camino de las hormigas y el mapeo colectivo son dos de los nuevos espacios que este año tuvo el carnaval. El primero –que se realizó el jueves 25 las 11- tuvo que ver con un recorrido por lugares emblemáticos de Ludueña. “Arrancó de la plaza, y recorrimos diferentes espacios. Hay caminos que llevan al Bodegón, otro a la Escuela, a las diferentes comunidades como la Sagrada Familia y San Cayetano”, cuenta Milton quien destacó la importancia de poder establecer este camino por las calles de Ludueña: “Nos parecía interesante que la gente del barrio conozca las cosas que se fueron haciendo en el barrio, la historia de las comunidades, y también de quienes vienen de afuera. Y nos parecía interesante poder hacer este mapeo colectivo entre todos, con el comedor de Edgardo. Creo que una de las cosas que pudimos ver este año es esto, de poder hacer un mapeo colectivo.”
El carnaval tuvo además, un taller para mujeres que se llamó “El cuerpo dice ¡yo soy una fiesta! Y talleres especialmente para niños y niñas. La Biblioteca Popular Cachilo realizó el “Expreso Cachilo. Barro de carnaval” y hubo un torneo de fútbol desde el barro para “patearle a la tristeza”.
Celebrar la edición de un nuevo carnaval en Ludueña siempre tiene un significado especial. Una potencialidad que abre el sentido político de su esencia, de su cuerpo, de su fuego. De su alegría, una palabra que se vuelve imprescindible volver a rescatar.
“Hoy se utiliza la palabra alegria de una manera muy vacía. Y nosotros decimos que esta alegría nos pertenece”, asegura Miltón. “Nuestras raíces son nuestra alegría porque en ella nos reafirmamos año tras año y con ella nos plantamos a vencer la muerte y la injusticia. Somos la honesta alegría de imaginar y hacer juntos un vivir diferente”, rezaba la convocatoria para este 15 Carnaval Cumple de Pocho.
Como dice el Rey Momo “Con alegría, hasta vencer. Feliz cumple loco. Ya van cincuenta pirulos”.
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