Compartimos la vivencia y el relato en primera persona de una compañera de Nodo Tau y militante social que estuvo en la Plaza de Mayo el pasado 9 de diciembre, en el último acto de gobierno de la ex presidenta Cristina Fernandez de Kirchner. Sensaciones, miradas, reflexiones desde una Plaza colmada.
Foto: Martín Medina
Por María Victoria Escobar
Esta improvisada cronista/notera se mudó a la ciudad de Buenos Aires en el 2009. En Rosario, veníamos de compartir la enorme casa de Tucumán 3950 donde funcionábamos con el Nodo Tau, el Instituto de Género, y FARCO como orgas estables, y muchas otras orgas más que tenían pase libre. Una intensa sinergia (a veces no la supimos aprovechar al máximo) que nos permitió conocer las agendas y temas que nos llevaban a todos a la militancia.
Llegué a Buenos Aires en 2009 y empecé a participar en la “vida de la Plaza de Mayo”. La primera vez fue pura emoción de esa que te llena los ojos de lágrimas: acompañé en el envío de la Ley de Medios desde la Casa Rosada donde salió proyecto de Ley firmado por la presidenta Cristina Fernández, hasta el Congreso donde debían tratarla las cámaras. Fueron 10 cuadras por la imponente Av. De Mayo, junto a miles de personas, y organizaciones políticas y sociales, en una caravana alegre llena de murgas, redoblantes, banderas multicolores. Fue tan esperanzador ver la concreción de un punto crucial en la Agenda de las organizaciones que trabajábamos por un mundo más equitativo. Ese día asistí al nacimiento de la más hermosa Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual materializada después de años de lucha. Hoy, 6 años después, lamento profundamente que no hayamos tenido la fuerza suficiente para hacerla cumplir en su totalidad. No se supo, no se quiso, no se pudo. Y qué caro nos salió. Y qué caro nos va a salir.
Anoche volvimos de la que estimo, será nuestra última plaza del festejo y de la más maravillosa música, al menos por 4 años. Esa plaza que se llenó de alegría con cada punto cumplido de nuestra agenda social. Se perdieron las elecciones, algo que no reviste mayor gravedad en un sistema democrático, si no fuera porque la “alternancia” democrática esta vez nos depara un borrón y “cuenta nueva”, que de “nueva” no tiene nada. Un borrón y cuenta vieja, que pretende desarticular “por arte de magia” todo lo que supimos conseguir con sangre, sudor y lágrimas, nunca más literal la metáfora. Pero para qué adelantarse a los hechos. Esperemos a ver qué pasa, pero qué querés que te apueste…
La plaza de los empoderados
Este 9 de diciembre de 2015 fue ante todo, para los militantes y gente de a pie que en mansas afluentes desembocamos en la Plaza de Mayo, un fresco páramo ante la agresividad predominante de estos últimos tiempos. Los días previos al ballotage y a la posterior asunción del nuevo gobierno, la calle, el trabajo, la escuela, las redes sociales, se nos hicieron lugares bastante inhóspitos: “ahora van a tener que laburar”, “agarren las palas”, “que se vaya la yegua”, “se les acaba el curro (de los Derechos Humanos)”, amenizado de insultos y amenazas. El dolor del “sentido común” en la cola del súper, ante los aumentos de precios: “No hay que tener tanto miedo, el que trabajó toda la vida no va a tener problemas para seguir pagando”. El cagazo de los gritos de alguien que no viene de los 90 sino del 76: “¡¡Resistirse a qué, a qué se quieren resistir, montoneros, subversivos!!”
Las pintadas en la Mansión Seré, las agresiones a militantes en distintos lugares del país (con palizas que poco invitan a la “reconciliación y al diálogo” entre los argentinos), las editoriales de los diarios. La escalada de precios provocadas por los anuncios devaluatorios más la especulación que caracteriza a los formadores de precios, y por supuesto los horribles reveses de la “Justicia” que por un lado pusieron en jaque a las arcas de la Anses, y por el otro, determinaron el fin del mandato de Cristina 12 horas anticipado. Pareciera que a la derecha, ganar elecciones, le sabe a poco.
Con este panorama previo, la plaza fue un refugio, un lugar reconfortante, de encuentro, de amor, de compañerismo. Nos apretamos más que nunca, porque no cabía un alfiler, nos dimos el valor necesario, los abrazos, enjugamos las lágrimas, las palmadas en la espalda, los gritos en la voz. Nos dimos esperanzas, nos hicimos fuertes, nos inflamos el pecho de coraje para lo que se viene. ¡Fue tan necesario!
Esta Plaza inmensa me deja constancia y firma certificada, de que tenemos la memoria en la piel de lo que conseguimos con estos 12 años a favor del pueblo pero también tenemos la memoria en la piel de lo que éramos antes del 2003. Estuvimos presentes para decir “Gracias” pero también para defender lo conseguido, para volvernos visibles entre tanta oscuridad.
Pienso que los militantes del campo popular festejamos, merecemos y disfrutamos de las políticas redistributivas que nos dejó el kirchnerismo, los bienes materiales a los que, como nunca, tuvimos acceso: para algunos un auto, un viaje, un crédito hipotecario, las zapatillas nuevas, la compu… para otros el trabajo, la dignidad de un plato de comida en la mesa o una jubilación después de media vida de “negreo”. Pero también, y más que nada, levantamos las banderas de los Derechos, esos intangibles que la derecha y sus votantes muchas veces menosprecian o desconocen. Nosotros sabemos muy bien que de Derechos se trata la cosa. Porque son los que nos emponderan, los que nos hacen libres, fuertes, bien pensantes, esos derechos que militamos en las calles y en las organizaciones pero que sólo fueron escuchados y vehiculizados por Néstor y Cristina.
En la Plaza de los Emponderados, tenemos muy en claro qué es lo que tenemos que defender de los embates del neoliberalismo.
La plaza de las excepciones
Tres grandes excepciones se me hacen, a primera vista, en esta inmensa plaza:
Qué rara es esta maravillosa Argentina, donde la multitudinaria masa reunida en la plaza, y sin entrar en discusiones filosóficas o sociológicas sobre el término, es una masa formada de la individualidad de historias que cada uno levanta como bandera, que conoce y defiende sus derechos, porque sin ellos se imagina mutilada, herida, cercenada. Podría ser un poco exagerada, jugarme y decir: en cada uno de nosotros hay más argumento político que en muchos “políticos” que ocuparán cargos públicos en el nuevo gobierno. Pero bueno, quizás eso sería entrar en el juego que ellos proponen de la “desideologización”, que no es tal, mientras esconden al elefante detrás de las bambalinas. La derecha sabe lo que quiere pero no lo puede decir. Nosotros tenemos la obligación de ser una masa dispuesta a dar la batalla política, también sabemos lo que queremos y a través de qué mecanismos legítimos y legales nos organizaremos para conseguirlo.
Qué excepción en el país y en el mundo, esta plaza que despide a una presidenta luego de 12 años de gobierno, con aciertos, con errores pero sobre todo con un enorme desgaste en los medios y en el “sentido común” que construyen, y sin embargo Cristina se va con tanta mística, amor, reconocimiento y agradecimiento. Nunca antes visto, se escribirán largas páginas sobre este fenómeno, que sin lugar a dudas ya escribió su página en la Historia.
Y hablando de la Historia de este nuestro querido país: algunos compañeros (a veces cuando me da el pesimismo me incluyo) consideran que el kirchnerismo fue una excepción, una tregua de derechos y dignidades en medio de dos siglos de la Argentina “atendida por sus dueños”. Un páramo en el que vivimos, respiramos, crecimos, tuvimos hijos, pensando que era para siempre, que vamos por todo, que nunca iba a terminar. En cambio, otros compañeros (a veces cuando me da el optimismo me incluyo), consideran que este período será un paso atrás para tomar impulso, que la diferencia entre ambos proyectos fue un ínfima, que podemos seguir creciendo si empezamos ya mismo a militar la vuelta, a organizarnos en los barrios, el trabajo, la escuela (algo de esa praxis que teníamos dormida pero que despertamos sobresaltada en los últimos días previos a las elecciones). Que se nos haga pedagogía y resistencia: repitamos hasta el cansancio, abriendo el juego y la semántica y los sentidos: “No fue magia”: fue decisión política y coraje. Y así debemos seguir construyendo.
1 comentario
Emoción es todo lo que siente al leer este artículo.Ojalá tengamos el coraje suficiente para seguir construyendo.
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