Por Jorge Castro Rubel*. Hasta mediados de año, cuando se identificó a Claudia Domínguez Castro, 2015 se perfilaba como un año adverso para la titánica tarea de recuperar nietos. Sin embargo, poco tiempo después, se logró ubicar a Martín Ogando Montesano, nieto de Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Y ahora, cuando todavía falta un mes para que termine el año, una nueva historia se resuelve gracias a la incansable voluntad de las Abuelas y al apoyo del Estado. Van 119 casos resueltos.
Fuente: Notas.org.ar
A diferencia de la mayoría de estas historias Mario, el nuevo nieto, podrá encontrarse con su madre. No es el primer caso, pero es uno de los pocos en que un hijo y una madre pueden encontrarse tantos años después. Seguramente para ninguno de ellos será sencillo.
En lo que respecta a Mario, él no comenzará su “verdadera vida”, como en ocasiones suele decirse. Pero sí continuará la suya con la muy valorable verdad sobre su origen. El tiempo permitirá que las piezas extraviadas de su historia vayan encontrando su lugar. No se tratará de una tarea sencilla, exenta de dolores.
Recuperar la identidad, como comúnmente se dice, o recuperar una parte esencial de la identidad, como creo que se debería llamar, es algo sumamente complejo. Es un desafío con enormes dificultades, pues implica revisar y repensar creencias fuertemente sedimentadas interiormente. A lo que se le agrega encontrar un origen plagado de tragedias.
Como puede verse, el cuadro es sumamente adverso, pero insoslayablemente necesario, porque pone verdad allí donde en la mayoría de los casos hubo silencio y mentira. De esta manera, se abre el camino para ser plenamente autónomos, realmente libres para elegir el propio sendero.
Pero lo valioso de la identificación de Mario, así como la del resto de los nietos recuperados, no finaliza allí. Una familia, en la que está una madre, puede poner fin a una incertidumbre y a una búsqueda de tantos años. Y, asimismo, puede ponerse también fin a una incertidumbre y a una búsqueda colectiva encabezada por las Abuelas y acompañada por millones personas más en la Argentina y en el mundo. En definitiva, trae alivio a tanto dolor.
No hay posibilidad de pensar que el genocidio que se perpetró en el marco de la última dictadura cívico-militar es “cosa del pasado”. Tampoco pueden minimizarse ni banalizarse los hechos. Las trágicas repercusiones siguen aquí, tan vivamente, cuarenta años más tarde. Entre otras cuestiones sumamente importantes, quedan por identificar aproximadamente 400 nietos.
En tiempos políticos sumamente adversos, nunca será suficiente reafirmar que no hay “curros” en la defensa de los derechos humanos, sino que lo que hay es la búsqueda de memoria, de verdad y de justicia.
Hoy un hijo y una madre se encontrarán 38 años después de haber sido separados por la fuerza del odio. Una fuerza de signo contrario los juntará para siempre, la fuerza del amor.
* nieto número 116 recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo