Vecinos, trabajadores, y organizaciones sociales de la zona sudoeste de Rosario se manifestaron en la puerta del Centro Municipal de Distrito Oeste para exigir mejores condiciones de vida. Carencias relacionadas a la vivienda digna, la salud, la educación y el esparcimiento, son las características principales de los barrios olvidados.
Por Martín Stoianovich
En la mañana de este viernes, vecinos, trabajadores estatales y organizaciones sociales nucleadas en una multisectorial de la zona sudoeste de la ciudad, se concentraron en la puerta del Centro Municipal de Distrito Oeste para volver a exigir antiguas demandas relacionadas a la calidad de vida de la zona. La falta de infraestructura en los barrios Toba y Libertad, con carencia de agua potable, cloacas, redes de luz y gas, sumado a la precarización laboral de los trabajadores de la municipalidad y la provincia en el territorio, los problemas para la entrada del transporte público y la complicada situación que atraviesa la juventud, conforman un contexto social en el cual se hace difícil pelearle al día a día. La movilización estuvo acompañada por docentes y alumnos de las distintas escuelas de la zona, que con pancartas y cantos dieron su muestra de apoyo.
La estampa de las calles del barrio Toba explican por sí solas las condiciones de vida que la comunidad padece. Barro, zanjas y basura, configuran un paisaje exclusivo de las barriadas populares y periféricas. Allí donde abundan terrenos libres y espacios verdes, faltan viviendas dignas y lugares para que los pibes puedan hacer deporte o expresar sus inquietudes artísticas. “Yo no entiendo mucho de política, pero sí de las necesidades que hay en el barrio”, dice Vilma, vecina del barrio Toba en las puertas del CMD Oeste Felipe Moré. “Cloacas, agua, luz, gas, colectivo”, enumera la doña entre las necesidades de su barrio eternamente postergadas. “Zanjas, agua podrida, basura”, menciona, en cambio, en referencia a lo que sobra por las calles que camina a diario. “No tenemos médicos en el dispensario, ni remedios. Se nos mueren las personas y parece que nosotros no somos escuchados por la gente del poder”, sentencia. Luego pide perdón por no poder expresar en totalidad las demandas del barrio, y exige, nuevamente, el compromiso de las autoridades municipales y provinciales.
Claudia, vecina del barrio Libertad, denuncia en la misma línea que Vilma. Hace hincapié en la precariedad del transporte público dentro del barrio. Sólo ingresa la línea 110, que desde hace algunos meses interrumpió su recorrido completo y deja a gran parte del barrio por fuera. Esta maniobra, que tiene explicación en el mal estado de las calles, afecta directamente a una de las escuelas del barrio. “Quedamos aislados, los chicos, los docentes y los médicos, los días de lluvia caminan varias cuadras a la parada embarrándose y mojándose”, relata Claudia. En este sentido, cree indispensable que se urbanice el barrio, con pavimentación y alumbrado. El enojo del barrio se vio en alza luego que finalizada las elecciones municipales y provinciales las autoridades volvieron a alejarse de los territorios. “Todos hablan, todos quieren el voto pero nadie hace nada. No nos escuchan”, señala la vecina.
Otra de las problemáticas que afecta al barrio es la ausencia de políticas destinadas al bienestar de las juventudes de estas comunidades. En la zona hay Centros de Convivencia Barrial, y otras instituciones del Estado, pero tal como expresaron los manifestantes, no alcanzan a cubrir las necesidades concretas de las aproximadamente 30 mil personas que viven allí. Para la juventud, las ganas de patear la pelota se contiene en los potreros del barrio, pero si algún pibe o alguna piba quiere practicar o aprender un deporte, no hay posibilidad. Lo mismo sucede en torno a la cultura y la falta de espacios que contengan a los jóvenes en este sentido. Para los docentes que se manifestaron, este aspecto es crucial. “Es fundamental que inviertan en los jóvenes. Se necesitan lugares para que los pibes puedan hacer algo cuando salen de la escuela”, expresaron docentes de la Escuela Secundaria 9240. Según relataron, la relación más firme que la pibada establece con el Estado, es a través de las fuerzas de seguridad. “Viven con el acoso de la policía, los gendarmes, que los persiguen y los paran por el solo hecho d tener una gorrita. Salen a la calle y son discriminados, porque está el estereotipo que son pibes chorros, y los chicos no tienen por qué constituirse como sujetos de esa manera”, argumentaron al respecto.
La exigencia de aplicación de políticas que contengan a los niños y jóvenes se refleja en la necesidad de fortalecer alternativas a los negocios clandestinos impuestos en las barriadas. “El narcotráfico y la trata de persona son los problemas que más sufren nuestros alumnos, queremos hacer visible que los chicos la están pasando muy mal”, agregaron las docentes. El narcotráfico impacta en la vida de los pibes no sólo a través del consumo, sino también como salida económica para quienes caen en sus redes de comercialización. Esto se traduce como el resultado de la falta de propuestas de trabajo digno para los jóvenes, que padecen las dificultades para la inserción laboral. Por otro lado, se habló de la trata de personas como un problema que en los últimos meses comenzó a ser moneda corriente en todos los barrios más carenciados. “Las chicas son perseguidas y sufren acoso, hemos tenido casos de chicas secuestradas para ser incluidas en las redes de trata”, indicaron las docentes.
La crítica de estas profesionales, agrupadas en el gremio Amsafé, apunta directamente hacia el Ministerio de Educación de la provincia. Desde el año 2008 el Ministerio cuenta con equipos socioeducativos, formados por psicólogos, trabajadores sociales, antropólogos, abogados, psicopedagogos y otros profesionales, dedicados a intervenir en situaciones extremas de deserción escolar y vulneración de derechos. Pero, según indican los docentes que a diario conviven en el territorio con estas problemáticas, el equipo socioeducativo no está bien organizado. “Lo único que hacemos es llevar papeles, no nos llevan el apunte ni son capaces de hacer un seguimiento, o acompañar a chicos en situaciones de vulnerabilidad extrema”, argumentaron.
Para Mónica Roberts, maestra y directora de la Escuela Primaria 1380 “Roberto Fontanarrosa”, esta situación viene creciendo con el paso del tiempo ante la ausencia de respuestas concretas. “Prácticamente nadie está escuchando los reclamos y las carencias que tenemos. Esta zona de Rosario parece ser que no existiera, que no se ve”, expresó la docente. “Venimos reuniéndonos con varias autoridades pero queda todo en conversaciones, y la respuesta que hace falta, que es la inversión en recursos, no está”.
Ante este escenario, las demandas de los trabajadores y los vecinos encuentran acompañamiento en las organizaciones sociales que construyen otras alternativas en el territorio. En la multisectorial que se manifestó este viernes participan los centros comunitarios Comunidad Rebelde, Catu I y la organización popular Causa, entre otras. “Nos llama la atención, y es algo que se repite en todos los barrios, la sordera de los que se olvidan de nosotros y se acuerdan sólo antes de las elecciones”, declaró Facundo Peralta, referente de Causa. “Queremos cambiar eso y vamos en buen camino con el protagonismo de los pibes y las pibas, los trabajadores de salud y educación, de las organizaciones sociales, que somos los que tenemos la responsabilidad de construir poder popular”, concluyó.