El último miércoles 3 de junio, más de 400 personas dijeron en Alcorta no a la violencia contra las mujeres. Lo hicieron en el marco de la convocatoria nacional denominada Ni Una Menos, consigna bajo la cual se congregaron multitudes en distintos puntos del país. Aquella contundente convocatoria sigue viva, vigente y denunciando la urgencia de políticas públicas que aborden la violencia machista y sus consecuencias cotidianas. En Alcorta, además de una concentración masiva y regional, ese movimiento determinó el nacimiento de un grupo de trabajo que aborde el problema de la violencia contra las mujeres, que por estos días multiplica actividades.
Por Jorge Cadús
El miércoles 3 de junio, en el marco de la convocatoria nacional Ni Una Menos, más de 400 personas hicieron de Alcorta un centro regional para decir no a la violencia contra las mujeres. El lugar de encuentro fue la medialuna que bordea la Plazoleta del Centenario, a pocos metros de la vieja estación de trenes, hoy Casa de la Cultura, y aquella concentración fue la coronación de una serie de reuniones organizadas por la Asociación Civil Vecino y desarrolladas en la Biblioteca Popular, a las que concurrieron referentes de distintas entidades preocupados por la temática.
El periodista y docente Ariel Palacios, presidente de la Comisión Directiva de la Biblioteca, sintetizó aquella jornada: «la respuesta ciudadana del día 3 mostró la fuerza del trabajo en red, horizontal en su forma y político en su esencia, pero al mismo tiempo despojado de cualquier aprovechamiento partidario. Además, la jornada dejó mucho por analizar en relación a la toma de conciencia de una comunidad que sigue sacudiendo sus miedos y prejuicios, que recupera la calle como lugar de reclamo, que teje lazos a partir de demandas concretas e intereses comunes, que dibuja nuevas formas de participación, y que marca la agenda pública haciendo visible una realidad ninguneada por años».
El documento surgido de los primeros encuentros y leído en la concentración plantea: «Hablamos de la violencia de género en el país del Terrorismo de Estado. Los silencios y las complicidades siguen sepultando la violencia de género. La suprema consolidación de esta ancestral cultura del golpe y el abuso, que destierra palabras, es quizás la más pesada herencia de la última dictadura militar. Desaparecer las palabras y las rebeldías; desgarrar los argumentos y los cuerpos. Un relato histórico que tiene que ver con el amor, con el poder, y con la muerte».
«Porque es el patriarcalismo quien legitima la violencia familiar. Todo esto en un sistema de producción que toma a los seres humanos como cosas, que deshumaniza. Una cadena que comienza a nivel social como «ley del más fuerte», que se naturaliza en las escuelas, que estalla en los hogares sin perder la coherencia. Porque la violencia -las violencias- contra las mujeres es un ciclo que, en su punto más dramático, culmina en la muerte», sintetiza aquel documento fundacional, que determinó el nacimiento de un grupo de trabajo que aborde el problema de la violencia contra las mujeres en la localidad.
Un colectivo que por estos días multiplica actividades.
Una consigna en acto
«El 3 de junio de 2015 nos echamos a andar. Más de 400 personas dijimos en Alcorta ‘no a la violencia contra las mujeres’. Lo hicimos en el marco de la convocatoria nacional denominada Ni Una Menos, y tomamos ese nombre como bandera. Como expresión de una voz colectiva que reclama, desde la localidad, el fin de los abusos machistas y la implementación de políticas que aborden la cuestión de manera amplia, responsable y sostenida», sostiene un documento que -a manera de evaluación del tiempo transcurrido desde la marcha nacional- emitió el colectivo Ni Una Menos Alcorta.
«La respuesta ciudadana del pasado mes de junio mostró la fuerza del trabajo en red, y puso en evidencia la toma de conciencia de una comunidad que sigue sacudiendo sus miedos y prejuicios. Que recupera la calle como lugar de reclamo. Que teje lazos a partir de pedidos concretos e intereses comunes. Que dibuja nuevas formas de participación. Y que marca la agenda pública haciendo visible una realidad disimulada por años», enumera el escrito. Pero advierte que «sin embargo, la marcha no se detiene. La realidad así lo exige. La violencia contra las mujeres continúa. La cultura del sometimiento no da tregua. Los Estados apenas si brillan por sus parches, cuando no oscurecen por sus cómplices».
«Por eso volvemos a decir: Ni Una Menos. Y a fundir en acto la consigna. Es nuestra manera de reconocer lo que nos pasa y de comprometernos con lo que queremos», finaliza el documento firmado por Ni Una Menos Alcorta.
La flamante organización realizó, a principios de octubre, la charla abierta «Reflexiones sobre la cosificación de las mujeres», junto a Gabriela Sosa, coordinadora honoraria de Mumalá Santa Fe. La cita fue en el local de la Sociedad Española de Alcorta, al cumplirse cuatro meses de la movilización nacional. La actividad fue una buena excusa para el intercambio sobre la violencia de género; la cuestión cultural; la responsabilidad del Estado y el rol de los medios de comunicación; y la importancia de una comunidad alerta y movilizada.
En forma paralela, el grupo trabaja junto a la Escuela de Música y otras artes de la localidad, Artmonía, en la grabación integral de un trabajo musical, bajo la dirección de Liliana Laurentis y Guillermo Morales. Con la participación de músicos y cantantes de la localidad, la iniciativa intenta reflexionar, a partir de un puñado de canciones, sobre las raíces de la violencia de género, y la dura pelea de las mujeres por librarse de la violencia machista.
Luces y sombras
Después de las movilizaciones convocadas bajo la consigna Ni Una Menos, la violencia contra las mujeres no se detuvo, aunque pueden contabilizarse valiosos adelantos. Gabriela Sosa, coordinadora honoraria de Mumalá Santa Fe, sostuvo ante este medio que «más allá del impacto concreto en las políticas públicas en todos los niveles del Estado, lo que sí se logró con la movilización del 3 de junio fue que surgieron muchísimos espacios dispuestos a llevar adelante en sus lugares, en sus comunidades -como sucede en Alcorta- la reflexión sobre cómo está la situación de las mujeres en cada lugar: en la casa, en la Comuna, en la ciudad. Me parece que ese es un logro concreto, y lo tenemos a la vista: se multiplicaron los espacios que promueven los derechos de las mujeres, y hoy espacios que no tomaban esas reivindicaciones se sensibilizan ante la situación de la violencia». Al mismo tiempo, la referente social advierte que «debemos seguir exigiendo el cumplimiento de la Ley de Violencia y la declaración de emergencia a nivel nacional, que implica mayor inversión para una cantidad de cuestiones necesarias a la hora de abordar este tema».
En ese marco, las cifras de la violencia de género siguen demostrando la necesaria y urgente intervención: siete femicidios en la provincia de Santa Fe en los últimos tres meses; 300 denuncias mensuales que ingresan a la oficina de violencia familiar de la Fiscalía provincial; 246 denuncias por violencia familiar y 548 denuncias por violencia de género de acuerdo a las cifras otorgadas por el Ministerio Público de la Acusación correspondiente a la 2° circunscripción en los primeros seis meses del 2015. «Estos números -señala en un comunicado de prensa Mumalá- «muestran a las claras dos cuestiones: por un lado, el inicio de un camino de fortalecimiento de las mujeres que comienzan a defender el derecho a vivir sin violencias, logrando salir del miedo, la vergüenza y el silencio; por otro, las evidentes consecuencias de un modelo cultural que aún naturaliza el sometimiento de las mujeres expresado en diversas situaciones de violencia llegando en algunos casos al femicidio».
Y un tema que no es menor a la hora de repasar los bordes profundos del tema es el acceso a la Justicia, y la respuesta que ese Poder brinda a las víctimas: «El Juez Prunotto, en un decepcionante fallo, revocó la prisión preventiva de los ocho detenidos por la desaparición de Paula Perassi, concediéndoles la libertad bajo fianza. La Cámara Penal de la localidad de Venado Tuerto, por medio de una resolución firmada por el camarista Fernando Vidal, decidió liberar a dos de los acusados por el femicidio de Chiara Páez. Estos son sólo dos ejemplos donde la Justicia no dimensiona el impacto, para víctimas y victimarios, de sus decisiones», sintetiza la entidad.
Para Gabriela Sosa, «tenemos una Ley en el orden nacional que es del año 2009, que debe prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres. Esa Ley hoy no se está cumpliendo. Es una Ley que tiene un contenido interesante, que incorpora nuevas formas de violencia, nuevas modalidades de la misma, enorme y hermosa por su contenido, por cómo protege los derechos de las mujeres, pero no hay presupuesto para ejecutarla. Y la responsabilidad concreta de ejecutar esa Ley es el Consejo Nacional de las Mujeres, a quien no se le ha otorgado un presupuesto para el cumplimiento de sus objetivos. Por estas cuestiones, entre otras, es que estamos marcando la necesidad de que se declare la emergencia por la violencia contras las mujeres en el orden nacional».
Como lo señaló el documento compartido aquel 3 de junio, en Alcorta, Ni Una Menos «es al mismo tiempo una consigna que nos moviliza y nos compromete; y una demanda al Estado, en todas sus representaciones. Existe el asesinato de mujeres porque existe violencia machista. Y en este campo, hay una ausencia marcada de políticas públicas. La soledad de una mujer golpeada se reproduce en el desinterés, la ineficiencia y el olvido de los Estados comunales, provincial y nacional».
Está en nosotros cambiar esa historia.
Foto: Romi Debiasi