«A Diana la mataron por travesti, por guerrera, por rebelde, por no callarse, por denunciar las mafias policiales, por luchadora, por siempre avanzar y poner el cuerpo. A Diana la mataron por militante, porque lo personal es político, y así lo vivió ella y así siempre la vamos a recordar. Porque las luchas no se olvidan y las convicciones no mueren», leyeron en la fría tarde del día viernes en el Paseo de la Diversidad en Rosario. Allí se recordó a la activista trans Diana Sacayan.
Soy cuerpo que se desvanece; alma trava que resiste mil dolores
Soy mariposa que reposa en tus nalgas
Y luego soy tosca expulsada al río.»Amancay Diana Sacayan
Por María Cruz Ciarniello
A Diana la mataron por travesti, por guerrera, por rebelde, por no callarse, por denunciar las mafias policiales, por luchadora, por siempre avanzar y poner el cuerpo. A Diana la mataron por militante, porque lo personal es político, y así lo vivió ella y así siempre la vamos a recordar. Porque las luchas no se olvidan y las convicciones no mueren.
En la tarde noche del día viernes, convocada por la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo, se realizó una concentración en el Paseo de la Diversidad para recordar a la militante trans asesinada, Diana Sacayan. A pesar del frío, el abrazo fue caluroso. De dolor y desconcierto, pero también, de una profunda necesidad para avanzar en un camino de lucha que aúne fuerzas y cierre filas para hacer efectivo el grito de Ni Unx Menos.
Porque invade un desconsuelo colectivo cada vez que una militante, una activista y defensora de derechos humanos es asesinada. Como si todo dejara de tener sentido repentinamente, o como si aquello que tanto cuesta alcanzar de pronto, se escapara en una bruma colmada de injusticia.
El aire es bronca y las palabras, apenas consuelos que intentan paliar el desamparo. Pero todo eso, junto y revuelto, también potencia el encuentro. La necesidad que nos empuja a la calle. A movilizarnos quizá para alivianar esa espantosa sensación de fragilidad que irrumpe toda vez que la muerte apuñala la esperanza.
Esto sucedió el pasado 3 de junio. Dijimos basta, Ni una Menos. Salimos a la calle, hartas de tanto femicidio. Allí estaba Amancay Diana Sacayan, poniendo el cuerpo como lo hizo siempre.
Eso mismo ocurrió cuando hace 11 años atrás, en Rosario, la militante Sandra Cabrera, referente de AMMAR Rosario, era asesinada de un tiro en la nuca. Salimos esa misma tarde a encontrarnos en una marcha que fue masiva. Reinaba el silencio, es cierto. Pero el reclamo de justicia transformó ese estupor en lucha.
Una vez más, el grito no es bastante. Ni siquiera las conquistas en materia de leyes y las luchas políticas a favor de la inclusión. Es como si con cada paso dado, la utopía se empeñara en alejarse. Dicen que para eso sirve, para caminar. Pero hay momentos, hay circunstancias, en que ni siquiera la poesía alcanza para sentirnos a salvo.
A Diana Sacayan la encontraron sin vida en su departamento del barrio de Flores, en Capital Federal. Falleció como consecuencia de una muerte violenta, según reveló la autopsia, provocada por heridas de arma blanca.
A Diana la mataron por ser trans. De eso no hay duda. Lo mismo ocurrió con Marcela Chocobar en Santa Cruz y Fernanda Coty Olmos en Santa Fe. Tres travesticidios en tan solo un mes. En julio, la víctima era Laura Moyano.
Exigir justicia y el pronto esclarecimiento del crimen es lo que convoca a tomar las calles.
El grito de resistencia y orgullo que el pasado 3 de octubre, a solo 4 meses del Ni Una Menos, tiñó de color y diversidad las calles rosarinas.
La homo-lesbo-trans-bi-fobia mata y es violencia machista. De la más extrema, de la que se ensaña contra los cuerpos trans, gays, lésbicos, feministas. La que escupe el odio y disciplina cuanto más organización y más poder popular se construye para enfrentar al patriarcado.
El activismo LGTB rosarino salió a las calles el 3 Octubre denunciando que la homo-lesbo-trans-bi fobia también es violencia de género y exigiendo el debate y sanción de los proyectos de ordenanzas locales y leyes provinciales sobre cupo laboral trans, para que el reconocimiento registral y derecho a la salud sancionados por la Ley de Identidad de Género, sean acompañados con políticas activas para la inclusión social y laboral de personas trans y travestis. En repudio de su asesinato y en pedido de justicia, convocamos a transformar el dolor en lucha, señalaba la Comisión Organizadora de la marcha del Orgullo de Rosario.
“En gran parte del colectivo se piensa que esto tiene que ver con la violencia eclesiástica, por una cuestión de fanatismo religioso o mensajes de odio que la sociedad absorbe y los medios reproducen. Son totalmente repudiables. Creo que hay una movida bastante grande para desactivar a militantes y activistas de género y diversidad sexual, pero la lucha se mantiene”, nos decía Julian Fernandez, del Movimiento Evita Diversidad, cuando todavía el asesinato de la activista Diana Sacayán no había ocurrido.
“Su asesinato nos tiene muy mal y triste, era una referente trans para todos y todas quienes militamos las cuestiones de género. Hacía semanas venía de celebrar un gran triunfo que tenía que ver con lograr el cupo laboral trans en Provincia de Buenos Aires y que no va a poder estar para ver cómo se materializa, por eso convocamos a esta movilización en sintonía con las distintas movilizaciones que se realizan en todo el país, para exigir justicia y Ni Unx Menos. En la última marcha decíamos que la homolesbotransbifobia también es violencia de género, y lamentablemente hoy esa consigna de denuncia se materializa con la partida de una de las nuestras y de las más queridas que es Diana”, expresó profundamente conmovida María José Gerez, militante de la CTA Autónoma, de la Colectiva Mala Junta y de la Multisectorial de Mujeres Rosario, al ser consultada por enREDando.
«Es una noticia muy triste para todos, todas y todes. La muerte de Diana es la de una activista del movimiento trans de nuestro país y de la región también, y realmente son cosas muy duras de recibir y hay que estar del lado de las compañeras. Mañana vamos a recordarla y queremos activar el repudio y exigir el esclarecimiento. Que no haya impunidad. Creo que hay una reacción, cuando hay un avance de calidad en lo que tiene que ver con adquisición de derechos para sectores que hemos estado peleándola durante tanto tiempo, en algún lado eso trae una reacción. Y tenemos que estar alertas pero sobretodo, poner el acento en pedir que nos digan quienes son los responsables», opinaba la militante, poeta, escritora rosarina y una de las fundadoras de la Red Informativa de Mujeres, Irene Ocampo, en diálogo con enREDando.
Desde la Federación Argentina LGBT emitieron un comunicado de repudio y además, exigen el urgente tratamiento de la Ley Antidiscriminatoria. Estos hechos muestran con enorme crudeza el efecto concreto que la discriminación y el odio tienen sobre las personas LGBT, y actualizan la necesidad de que el Congreso de la Nación apruebe urgentemente la ley de prevención y sanción de actos discriminatorios de 1988 que actualmente se debate en la Cámara de Diputados, señalaron.
Su presidente, Esteban Paulón, se mostró profundamente dolido: «la discriminación sigue matando, y no lo decimos figurativamente. Casos como el de Diana Sacayán, Marcela Chocobar y Coty Olmos muestran con crudeza el efecto que esa discriminación tiene sobre las personas. Ante esta realidad, la Comisión de legislación penal del Congreso ¿va a hacer algo?”.
La FALGBT impulsa desde hace 10 años en el Congreso de la Nación, un proyecto de ley para prevenir y sancionar los actos discriminatorios, proyecto que actualmente se encuentra frenado por la Presidenta de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados, Patricia Bullrich.
Hasta a la luchadora más empoderada pueden robarle la luz de sus ojos y apagar la fuerza de su lucha con un puñal cobarde, que acomete contra toda una sociedad sin justicia. El puñal contra Diana Sacayán nos sigue matando a todas, señalaron las integrantes del Bachillerato Popular Mocha Celis en un comunicado cargado de dolor, apenas conocida la noticia. A pesar del cansancio, de las tantas luchas y las pocas flores, no se rinden: seguimos persiguiendo la libertad, el empoderamiento y la Justicia… Hoy por vos, y por todas las Dianas Sacayán, seguimos, con lágrimas en el alma pero gritando, Presente, ahora y siempre.
También el colectivo Ni Una Menos difundió un comunicado de suma preocupación por los 9 femicidios ocurridos en la última semana y el travesticidio de Diana Sacayán. Diez fueron asesinadas en la última semana, nueve femicidios y el travesticidio de una dirigente visible, comprometida, sobreviviente a todo tipo de violencias, no son casualidad, son ensañamiento. Mujeres, lesbianas, trans y travestis nos organizamos, nos encontramos, debatimos y buscamos caminos comunes porque estamos hartxs de violencia machista y el patriarcado responde con violencia disciplinadora. La consigna Ni Una Menos no es un decir, es un grito. Un llamado a la resistencia. Una advertencia que imponemos porque nuestros cuerpos, nuestras voces, nuestras trayectorias cuentan. Porque vivas, libres y autónomas nos queremos.
Hasta la victoria, siempre
Su activismo trasciende fronteras, provincias, territorios. Amancay Diana Sacayan era una de las imprescindibles. Su nombre es referente para el movimiento trans argentino y más también. En la última marcha Ni Una Menos, levantó su cartel para hacer visible otra de las tantas formas de violencia patriarcal: “Basta de travesticidios”, decía.
Diana trascendía por su militancia incansable, por su lucidez política, por ser un cuadro, de los más necesarios. Supo ganar batallas difíciles junto a muhas compañerxs; victorias que parecían imposibles de alcanzar. La Ley Nacional de Identidad de género fue una de ellas. Fundamental conquista para reconocer legalmente la identidad de las personas trans y travestis. Su foto junto a Cristina Kirchner dá cuenta del logro histórico: fue una de las cuatro dirigentes en recibir su documento nacional de identidad de manos de la presidenta.
En el año 2012 se postuló para ocupar un cargo como Defensora del Pueblo de la Matanza. “Tenemos que organizarnos travestis, cartoneros, feministas, bolivianos, ambientalistas, paraguayos y personas con VIH, porque la lucha de los excluidos es una sola”, expresaba en ese entonces, en una nota periodística a Página 12. En ese juego de alianzas, Diana apostaba a la transformación social, la única posible para hacer un mundo más vivible.
Otra gran victoria a la que le puso el cuerpo, la pasión, la convicción, fue lograr el Cupo Laboral Trans en la administración pública bonaerense. Mejorar las condiciones y las expectativas de vida de sus compañeras, la que no supera los 36 años, era parte de su desvelo, su militancia en el territorio al que pertenecía: La Matanza, el conurbano bonaerense, Laferrere, el lugar de su infancia. Su despedida se realizó en la Asociación Boliviana de esta localidad, organización con la que hermanó luchas. “Haber vivido entre quince hermanos en un barrio de Laferrere con un padre alcohólico y comiendo polenta con chicharrón como mucho -decia-haber pasado por la exclusión desde los 17 años, cuando asumí mi identidad y tuve que prostituirme por más de doce años, me compromete mucho más a luchar por los excluidos. Siempre, desde que empezábamos a luchar contra los códigos de faltas y contravenciones, reglas anacrónicas por las que se nos detenía por ser nosotras en la vía pública, hasta cuando militamos por la Ley de Identidad de Género, lo hicimos entendiendo que la lucha por la igualdad de género es también la lucha por la igualdad de clase.”
Quienes compartieron vida, noches, risas, llantos, comisarías, movilizaciones y militancia con ella la recordaron con dolor y conmoción a través de las redes sociales. Allí se conjuró una especie de duelo colectivo. Por un lado, sus hermanxs de la vida, «las travas, las sudacas, su barrio lumpen», compañerxs de la lucha. Por el otro, quienes sin conocerla personalmente, dibujamos sus trazos a través de relatos, notas, videos, reportajes, poesías.
Tucumana y matancera, Diana Sacayán no dejaba un margen, un borde, un hueco. La última charla con MU fue hace meses (de allí esta cita), y sus palabras eran duras, filosas, claras y dulces a la vez. Ese día estaba radiante: llegaba del salón Ramón Carrillo del Ministerio de Salud de la Nación, que presentaba la Guía de Atención de la Salud de Personas Trans, luego de que el movimiento empujara con una militancia única en el mundo la reglamentación del artículo 11 de la Ley de Identidad de Género, que protocoliza el acceso a la salud integral. Diana se reía y bromeaba en plena conquista, pero al segundo se ponía seria y entre festejos planeaba ya el próximo paso: la ley de cupo laboral trans para la provincia de Buenos Aires. Así. Con la batalla aún hirviendo de victoria Diana ya planificaba la próxima. Siempre hasta la victoria, hasta la victoria siempre. Lo mejor: la consiguió, la hizo ley, la hizo carne, la hizo Historia, señaló en su nota la Cooperativa de Periodistas La Vaca.
Lejos de anhelar a Pocahontas, y ungida por la Pacha, decidió parirse Diana: Diosa de la caza, guerrera de la furia travesti que estalló sobre el pomposo terreno de la moral y las buenas costumbres. Muxe de plata y cara cuadrada. Espíritu sabio que molió a golpes los despachos cuando fueron tiranos, y supo abrazarlos cuando fueron trincheras, escribieron dos comunicadores rosarinos, José Male y Martín Paoltroni, integrantes del programa de radio Pasa en las Mejores Familias.
Era secretaria de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), integrante del programa de Diversidad Sexual de INADI, y coordinadora del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación. Fue una de las fundadoras de la revista travesti El Teje y colaboradora en el Suplemento Soy de Página 12.
Su conciencia política también se debe –como alguna vez dijo- a la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. Con ellas caminó, con ellas se abrazó, con ellas se formó. Con ellas supo defender también, el derecho a la identidad. A la propia y a la ajena. Es que Diana no concebía la construcción del poder popular sin una lucha colectiva. “No hay construcción posible en soledad”, expresó.
Era una militante de varios frentes y no solo por la defensa de los derechos LGBTI. Sus raíces de pachachama la llevaron a defender reivindicaciones indígenas. Luchas que abrazaba desde la Madre Tierra. En ese origen ancestral diaguita parecía cobrar más fuerza todavía. La rebeldía necesaria y justa para denunciar a la Metropolitana, a la Federal y a la Gendarmería. Así lo hizo cada vez que fue golpeada y detenida de forma ilegal. Dos meses atrás, le apuntaba a policías de la Ciudad de Buenos Aires. “Había contado que tras ser agredida por un hombre en la calle, llegó la Policía y se la llevaron presa junto a otro activista. Fue cuando viajaba a La Plata para estar presente en el tratamiento de la ley de cupo trans. La maltrataron, amenazaron y denunciaron por resistencia a la autoridad con lesiones. Una semana después, la Procuraduría de Violencia Institucional (PROCUVIN) denunció a la policía de la Ciudad de Buenos Aires por la agresión”, detalla la nota publicada en InfoJus Noticias.
Diana era tucumana y matancera. Peleaba porque los desposeídos, los villeros, los pibes de los barrios populares del conurbano y las mujeres en situación de prostitución tuvieran un futuro y un presente digno.
“Yo no peleo por mi derecho solo de travesti, por supuesto que lo hago en el marco de una mirada más amplia de transformar la realidad. Mi sueño de transformar el mundo es que no se siga asesinando y golpeando a los qom, que no se les siga negando el derecho a las tierras, que no se siga contaminando a los vecinos de González Catán y Laferrere con el Ceamse, que fue instalado en la dictadura y tiene más de 35 metros de altura y contamina y enferma. Nosotras, en esta ocasión, y por todo el daño que nos han hecho, con garras, con fuerza, con entusiasmo y con compromiso adherimos y somos parte de esta lucha. Pero no es nuestra única lucha. Nuestra lucha es para que, los olvidados, los desposeídos, los marginados, todos los que sufren lo mismo que nosotras, puedan ser considerados sujetos y sujetas de derecho, y puedan tener una vida más digna”, expresó en el programa Sonidos Agitadóricos que conduce la periodista feminista Liliana Daunes.
«En el cuerpo de Diana se escribió un mensaje, y aunque esos mensajes lo entendemos, no vamos acatar ninguno de estos mandatos del patriarcado que pretende que seamos cuerpos dóciles. Como comunidad, entendemos que éste es un crimen político», remarcó en diálogo con Radio Nacional Rosario, la periodista y amiga de Diana, Marta Dillón.
Loahana Berkins, también amiga y reconocida militante trans, expresó: “Diana tenía muchas ganas de vivir. Por eso decimos que fue un travesticidio. No hay otra razón por la que ella haya muerto. Es el odio que la sociedad siente por nosotras, abonado por algunos candidatos y los fundamentalismos religiosos. Falta mucho por cambiar.”
Su militancia data de hace años muchos. Pasó por todos los contextos sociales, políticos. Palos, botas, pobreza, ollas populares, detenciones, persecución, criminalización, golpizas. Poner el cuerpo, literalmente, para defender derechos. En cada uno de esos escenarios hostiles, Diana estaba presente. Decir La Matanza es decir Sacayán, decía en un reportaje realizado en Canal Encuentro. Y en esos territorios, Diana hacía la revolución.
El suyo fue un crimen transfóbico y político. Su voz no era una más entre tanto universo lleno de odio. Sus palabras punzaban porque sembraban semillas, porque contagiaban luchas, porque era rebelde y su boca no callaba, porque con ella, nos decía que este mundo, así como esta, también se puede cambiar. Y eso es liberación.
En un texto de profunda belleza escribió: Cuando yo me vaya sé que en algunas cuantas conciencias habré dejado la humilde enseñanza de la resistencia trava, sudaca, originaria, escribió Diana. Cuando yo me vaya; espero haber echo un pequeño aporte a la lucha por un mundo sin desigualdad de genero, ni de clase.
Su familia, mucho más amplia que la que establece los lazos sanguíneos, la llora y la reivindica. No será igual el tiempo que viene sin una referente que la violencia machista, la peor de todas, nos vuelve a quitar. Habrá que seguir organizándose, encontrándose, por la defensa de la diversidad, la que ella defendía. Habrá que continuar fortaleciendo esos Encuentros de Mujeres que tanto le jode al patriarcado. Habrá que desterrar las «cruces y a los machos fachos». Habrá que sembrar rebeldías de colores y amores. Una montaña de flores habrá que seguir regalando, aunque el dolor nos parezca letal.
Fuentes: Enredando / Cosecha Roja / Infojus / Página 12
Foto principal: Franco Trovato