Mar del Plata fue la sede del XXX Encuentro Nacional de Mujeres, un evento único, sin precedentes, que crece cada año. Los talleres, el intercambio en las calles, las actividades culturales, la marcha, las consignas y la lucha del amplio movimiento de mujeres. Una catedral convertida en comisaría y la sede para el año que viene: Rosario 2016.
Por Laura Charro para enREDando
El fin de semana largo de octubre, desde hace treinta años, no es uno más en las agendas de miles de mujeres que viajan desde todo el país para encontrarse. Este año, la cita fue en la ciudad de Mar del Plata, en la provincia con más femicidios registrados en el último año. En esta edición hubo un récord histórico: más de 60 mil mujeres asistieron al XXX Encuentro Nacional de Mujeres. Un espacio único de construcción, una experiencia intensa, un faro de lucha por los derechos postergados donde se reclama, entre otras cosas, por la despenalización del aborto, la no violencia hacia las mujeres, el fin de la trata con fines sexuales, justicia por los femicidios, mayor participación de las mujeres en los espacios de poder, equidad y derechos para todas.
Encuentros, talleres y abrazos
El sábado 10, por la mañana fue el Acto de Apertura donde la Comisión Organizadora abre las jornadas, da la bienvenida a las cientos de organizaciones sociales de mujeres de todo el país que llegan en colectivos que pululan por toda la ciudad. Entre ellas se encuentra la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que comienza a repartir sus pañuelos verdes que la mayoría lleva consigo, no importa la línea política que se tenga. La consigna de aborto legal es una de las más escuchadas y prioritaria en la agenda del amplio movimiento de mujeres.
Por la tarde comienzan los talleres en las escuelas públicas, que continuarán al día siguiente en doble jornada. Hay más de 60 talleres con diversas temáticas que suelen desdoblarse en dos o tres comisiones debido a la gran cantidad de asistentes. Los talleres no son dictados por nadie en particular, ni se monopoliza la palabra; por el contrario, tienen reglas concretas de autonomía, participación voluntaria, testimonios de vida, democracia en la circulación de la palabra y la elaboración de las conclusiones finales por consenso. Participan mujeres de todas las edades, sectores sociales, ideologías políticas, experiencias académicas y profesionales, amas de casa, militantes, independientes, algunas con la experiencia de haber participado en encuentros anteriores y otras que llegan por primera vez.
Simultáneamente, en las plazas céntricas hay un movimiento interminable. Mujeres que se encuentran, que tejen redes, que colocan su puesto para vender artesanías, libros y revistas feministas, remeras con consignas de lucha. Hay intervenciones artísticas, música, radios abiertas, mesas de debates al aire libre sobre Feminismos Latinoamericanos. El espacio público que se entiende político, se llena de encuentros, abrazos y trabajo colectivo.
Marcha y una Catedral devenida en comisaría
El domingo 11, se huele la efervescencia en el aire porque por la tarde llega una instancia tradicional y masiva: marchar por la ciudad. Con tres horas de duración por las calles, la marcha recorrió lugares emblemáticos, prostíbulos que fueros cerrados y organismos del Estado. Hubo cantos, saltos, sonido de bombos y platillos, banderas de todos los colores políticos, gritos de lucha, bengalas. La Comisión Organizadora planificó un recorrido que, esta vez, no pasó frente a la Catedral de la ciudad y fue respetado por la mayoría de las organizaciones.
Como se repite cada año en los Encuentros Nacionales, varias columnas se desviaron de la ruta trazada, desdoblando la marcha y finalizando en la Catedral, símbolo histórico del patriarcado. Por primera vez en la historia de los ENM hubo detenciones y represión policial contra las mujeres que allí se manifestaban.
Las esperaba una columna de católicos frente al templo al grito de “asesinas”. Según trascendió, entre los presentes estaba Carlos Pampillón, dirigente marplatense de ultraderecha, integrante del Foro Nacional Patriótico, procesado como autor intelectual del atentado contra el monumento que señaliza a la Base Naval de Mar del Plata como centro clandestino de detención y por pintadas xenófobas contra la comunidad boliviana. También había policía bonaerense uniformada, armada, con escudos y otros de civil, quienes dispararon balas de goma en tres oportunidades, gases lacrimógenos y detuvieron a tres mujeres militantes del Movimiento Evita e H.I.J.O.S Mar del Plata. Las militantes fueron detenidas dentro de la Catedral, que por unas horas se convirtió en comisaría, y fueron liberadas en pocas horas. Una de ellas fue trasladada al hospital debido a los golpes recibidos durante la represión.
Rosario, sede 2016
El feriado amaneció con sabor amargo por los hechos ocurridos, pero el Encuentro siguió su curso y por la mañana se realizó el acto de cierre y la designación esperada de la próxima sede del ENM 2016.
La ciudad de Rosario fue la más nombrada en los días previos como candidata segura y así fue. El año que viene las mujeres van a viajar, encontrarse, marchar, cantar en nuestra ciudad. Y las vamos a estar esperando, felices de tenerlas y de continuar este rito maravilloso de empoderamiento y construcción colectiva que se repite cada año, sin interrupciones, a pesar de tanto.
Algunos medios masivos sólo muestran una parte, la más “vendible”, la más oscura, la más injusta. Quieren despolitizar el Encuentro y reducirlo a una marcha en contra de la violencia y a la luz del “Ni Una Menos”. La realidad es que los Encuentros Nacionales de Mujeres están cargados de consignas profundamente políticas que no hacen más que interpelar al Estado, reclamar por justicia y no sólo para los casos de violencia y femicidios. Los Encuentros Nacionales de Mujeres también son de alegría, abrazos pendientes, sororidad, caminar juntas y sabernos protagonistas y constructoras del cambio y la revolución posible. Esa revolución sabemos que debe ser feminista, antipatriarcal, emancipadora de la opresión y violencias históricas que vivimos las mujeres; o no será revolución al fin.
Foto: Kaloian Santos Cabrera