«Sí, pero desde el umbral del sueño
los ojos de otro gato
me buscan en las calles sin nombres» (1)
Por Jorge Cadús
Está su voz. Áspera y rápida. Cargada de agitaciones. Y dulce. Profundamente dulce. Como su letra apretada, pareja, curiosamente armónica en su fluidez. Como sus silencios largos en las discusiones que nuestra imprudencia y su confianza habilitaban. Como esas breves historias que soltaba al pasar, donde no faltaban colores inundando celdas y vientos esquivos silbando a través de ventanas ajenas. Dulces, como esos últimos abrazos que uno intuía demasiado frágiles para seguir aferrándolo a estas calles que sienten su ausencia como el primer día: el 3 de octubre de 2005, la ciudad se quedó sin Rubén Naranjo. Diez años después de su partida, nos sigue haciendo tanta falta. Tuvimos el enorme privilegio de escribir esta crónica para la revista del 13º aniversario de la Biblioteca Popular Pocho Lepratti, de Rosario, que será presentada el viernes 16 de octubre próximo, en la facultad de Ciencias Políticas de la UNR.
Su figura quijotesca ha dejado su huella en cada mapa: la denuncia de los crímenes de la dictadura y sus continuidades en democracia; la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, donde elaboró el escrito que expuso y documentó la represión de mayo de 1989; el Foro Memoria y Sociedad, y su registro de la violencia institucional contra los pibes pobres a través del gatillo fácil; la Comisión No Gubernamental por los Crímenes de diciembre de 2001; el trabajo cotidiano en la Asociación Chicos, motorizando la alegría por el arte; sus investigaciones sobre el maestro polaco Janusz Korczak, Olga y Leticia Cosettini o Rosita Ziperovich; sus ediciones de educación, cultura e historia regional, sus conversaciones en bares perdidos con Juan Gelman o Gary Vila Ortiz…
Había nacido en Buenos Aires, el 27 de noviembre de 1929. Pero era rosarino por identidad, elección y pertenencia. Amaba Rosario y sus plazas, conocía sus barrios y cada una de las historias escondidas en las esquinas torcidas por la humedad y la pólvora. Profesor de Pintura, docente, diseñador gráfico, artista plástico, editor lúcido, militante siempre, fue Rosario -ciudad a la que vio brillar portuaria, obrera y metalúrgica; y vio también temblar de miedo, secuestrada, desaparecida y desocupada- su mapa vital, luminoso y clandestino.
LA VIGIL
Desde 1958, el año en que egresó de la Universidad Nacional del Litoral, fue docente en la Escuela de Artes Visuales de Santa Fe y Paraná y en la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario; al tiempo que gestaba la Escuela de Artes Visuales de la Biblioteca Constancio C. Vigil, que llegó a dirigir junto a la Editorial Biblioteca.
La Vigil, con su edificio de nueve pisos alzados en la esquina de Alem y Gaboto, encarnó lo que muchos describen como la mayor experiencia de educación popular de Latinoamérica. Nacida de las necesidades del barrio, en los inicios de la década del ’70 ya contaba con Jardín de Infantes, escuela primaria y secundaria, y una Universidad Popular, que sumaban una matriculación cercana a los 3.000 alumnos. En el camino de garantizar el acceso público a la educación, la Biblioteca fundó una Editorial propia, donde publicó más de 100 títulos a precios reducidos; y al mismo tiempo editó una Colección de discos bajo el título de «Música Popular Argentina».
«En la Vigil, donde eran todos peronistas, me dieron cabida para que hiciese todo lo que pudiera hacer y nunca tuve una experiencia humana más importante en mi vida. En Biblioteca Vigil, no tenía afinidad política pero aprendí tanto…» recordaría Naranjo años después.
Es en Rosario donde una entrerriana llamada Liliana Herrero -que había llegado a la ciudad en 1966 y formaba parte de CantoLibre, dirigido por el Gordo Bollea- garabateaba un puñado de canciones luminosas: «Quien te amaba ya se va», «Zamba del lino», y ese tema que Patricio Manns dedicó a un guerrillero chileno, «El cautivo de Til Til», que la editorial de la Vigil incluye en un disco de música popular hoy inconseguible. Para Liliana Herrero -que ingresó en la institución hacia 1973, apenas finalizada su carrera en la Facultad de Filosofía y Letras- la Vigil «fue un intento magnífico, un sueño educativo, político, cultural y social. Ese sueño duró desde marzo del ’73 hasta abril del ’77 en la que directamente nos aplicaron la Ley de Seguridad Nacional, y nos echaron a todos, incluido Rubén Naranjo, mi gran compañero…»
LA FORESTAL ARDE
La ciudad abre sus paredes a Naranjo, y él graba en telas y murales sus rebeldías y sus sueños. Hacia 1967, junto a otros artistas plásticos de Rosario, dan forman al Grupo Taller, que se acerca a la CGT de los Argentinos, e integra el Grupo de Artistas de Vanguardia que en noviembre de 1968 genera un hecho artístico-político clave: la experiencia Tucumán Arde.
Intelectuales y artistas de Rosario y Buenos Aires en una obra de concepción y realización colectiva y multidisciplinaria, con centro en las sedes de la CGTA en ambas ciudades. Un fenómeno cultural pero con indisoluble acento político: Tucumán, los problemas sufridos por cañeros y obreros de los ingenios, la pobreza planificada de la mano de la explotación y la represión, y el silencio cómplice son la base del trabajo artístico desarrollado en la propia geografía tucumana.
«¿Cómo haremos los artistas para no seguir siendo servidores de la burguesía?», plantean los propios gestores de la idea. Y contestan: «los artistas deberemos contribuir a crear una verdadera red de información y comunicación por abajo que se oponga a la red de difusión del sistema. En este proceso nos iremos descubriendo y decidiéndonos por los medios más eficaces: el cine clandestino, los afiches y volantes, los folletos, los discos y cintas grabadas, las canciones y consignas, el teatro de agitación, las nuevas formas de acción y propaganda. Serán obras que al régimen le costará reprimir porque se fundirán con el pueblo. Serán obras hermosas y útiles. Señalarán al verdadero enemigo, infundirán odio y energía para combatirlo. Nunca más los artistas sentiremos que nuestra capacidad sirve a nuestros enemigos».
Esa confluencia de caminos lo lleva a trabajar junto al grupo CantoLibre en la puesta original de la obra «Crónica cantada sobre la Forestal».
En junio de 1973, en Corchos y Corcheas (el espacio creado por Juan Picolini y Oscar Costa en un sótano de Mitre al 700), CantoLibre estrena las primeras versiones de la historia del saqueo de la empresa británica en el norte santafesino. «La ‘Crónica cantada sobre la Forestal’, con letra de Rafael Ielpi, música de José Luis Bollea, montaje audiovisual y material fotográfico de Rubén Naranjo, y Carlos Jorge en los parlamentos, se estrena allí, en Corchos y Corcheas», recuerda el cantante Mito Sparn, quien junto a Bollea y Horacio Sturam formaban parte de la banda.
«Ya vienen los mercenarios, de dónde salen, de dónde, / el máuser siempre adelante, qué vientre los ha parido, / ya vienen matando gente esos gendarmes volantes / la maldición del quebracho les alcance hasta los hijos…» relataba la obra esa historia de despojo y balacera.
En Tucumán, en el norte profundo santafesino o a la vuelta de la esquina, la mirada del Rubén Naranjo artista, exponiendo las imágenes de cada sitio del país donde el saqueo se hace pan cotidiano: como en aquella cartografía elaborada para Tucumán Arde, llamada «Prontuario», que trazaba los vínculos entre los ingenios azucareros, la dictadura del general Juan Carlos Onganía, los empresarios notables como Martínez de Hoz y Anchorena y las entonces flamantes multinacionales, como Monsanto. Una historia abierta en el presente, tal y como lo marcaba el propio Naranjo, años después: «gente que buscaba comida, que revolvía basura. Para ver eso en el año 68, hicimos mil kilómetros, fuimos a Tucumán. Ahora hago ocho metros de la puerta de mi casa al cordón de la vereda. Para ver lo mismo: la gente buscando comida en la basura. Mientras se mantenga el estado de impunidad actual, no se correrán los velos que cubren el pasado».
EL ARTISTA QUE AGITA
«Se dirá que lo que proponemos no es arte. ¿Pero qué es arte? ¿Lo son acaso esas formas elitistas de la experimentación pura? ¿Lo son acaso las creaciones pretendidamente corrosivas, pero que en realidad satisfacen a los burgueses que las consumen? ¿Son arte acaso las palabras en sus libros y éstos en las bibliotecas? ¿Las acciones dramáticas en el celuloide y la escena y éstos en los cines teatros? ¿Las imágenes en los cuadros y éstos en las galerías de arte? Todo quieto, en orden, en un orden burgués y conformista; todo inútil.
Nosotros queremos restituir las palabras, las acciones dramáticas, las imágenes a los lugares donde puedan cumplir un papel revolucionario, donde sean útiles, donde se conviertan en ‘armas para la lucha’. Arte es todo lo que moviliza y agita. Arte es lo que niega radicalmente este modo de vida y dice: hagamos algo para cambiarlo». (2)
CLANDESTINO
El terrorismo de Estado lo persiguió a rajatabla. En 1975, la intervención en la Biblioteca Vigil le arrancó su cargo de Rector del Instituto Secundario; después del Golpe del 24 de marzo del 76, fue cesanteado como profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario. Escapó muchas veces del cerco de los grupos de tareas, caminó calles sin nombres y durmió bajo techos ajenos y amigos, donde el viento y el río silbaban bajo para calmar el dolor. Trabajó entonces como diseñador gráfico para editoriales porteñas, y buscó siempre los lugares de encuentro en la ciudad sitiada.
Profundizando los caminos hacia esos espacios, la misma Liliana Herrero detalla que hacia 1979 «me vinculo profundamente con Chacho Müller. Vivía a media cuadra de mi casa, y nos juntábamos siempre. Creo que era un modo de darnos ánimo, para seguir. La familia Naranjo vivía a la vuelta de mi casa, entonces nos juntábamos siempre en la casa de Chacho, sobre todo. A veces venía también Rubén Naranjo, que estaba escondido e iba y venía de Buenos Aires como podía…».
Su profundo conocimiento sobre los mecanismos del terror, su lúcido trabajo de desmantelamiento de la maquinaria del olvido, la búsqueda implacable de belleza en el mar de tragedias, lo llevaron a la Plaza 25 de Mayo. Allí, cada jueves, a lo largo de más de 20 años, acompañó a las Madres de los pañuelos. De ellas solía explicar: «hace, calculo, 20 años que las acompaño en sus marchas de los jueves. Con un renovado fervor porque yo sé que estando en la plaza con las Madres estoy en un espacio de dignidad absoluta, donde ninguna impostura es posible, donde todo lo que se dice es verdad, donde nadie especula con nada porque el dolor une a todos».
Cuando en noviembre de 2013 se impuso su nombre a la Escuela Secundaria Orientada Nº 513, de avenida Presidente Perón 5470, las Madres de la Plaza estuvieron allí, en primera fila.
«Rubén siempre decía que si buscabas dignidad viniera a la Plaza. Esa frase la llevo siempre conmigo. Recordamos a Rubén como un amigo y compañero inseparable, y tan cercano a nuestra obra, que fue parte de la obra, y era vida de él», recordó entonces Elsa Chiche Massa; al tiempo que nuestra querida Norma Vermeüllen expresó: «me hizo muy feliz cuando me enteré que una escuela secundaria la bautizaban con el nombre de Rubén Naranjo. Lo menos que se merecía ese compañero que siempre estuvo junto a nosotras es que a una escuela le pongan su nombre».
Largos años atrás, el propio Naranjo supo escribir: «Llegás los jueves con paso breve, con pañuelo blanco, con colores que inquietan a la Plaza, con collares generosos, con sonrisa tierna, con voz muy leve, apenas un susurro, apenas una caricia. Llegás de un tiempo de amores serenos y profundos, de arcillas modeladas, de palabras tejedoras de poemas festejantes de la vida. De versos arrancados al dolor de las ausencias. También de ese tiempo… pero llegás siempre».
MEMORIA Y PRESENTE
«¿Sabés qué pasa? Nuestra experiencia dice que aunque parezca mentira hay que instalar el pasado en el presente. Porque sino la gente no sabe qué pedimos cuando pedimos justicia. Cuando uno pide justicia tiene que tener claro que ha habido un comportamiento injusto, y hay víctimas de ese comportamiento injusto. Cuando hay un discurso social que está posicionado, donde no se hacen cargo a quienes cometieron los crímenes cometidos, primero hay que instalar aquel pasado. No se puede pedir justicia en abstracto: se pide justicia realmente como castigo por tal y tal crimen, no se puede pedir como una generalidad. Ante el hecho que Lo Fiego, que Moore, que Ibarra, que participaron de los grupos de choque de la dictadura militar, que secuestraron, torturaron y mataron, sigan hoy formando parte de la Policía provincia, podemos clamar por justicia y porque sean castigados, pero la gente no sabe ni siquiera que estas personas existen», explicaba Naranjo hace tiempo, cuando todavía el abrazo no era esta ausencia prolongada en el costado, estas ganas del encuentro, este rencor que seca la garganta.
Y decía: «Entonces, la memoria tiene que actualizar los hechos de este pasado, en toda su magnitud, no para que se clame por una venganza por esos hechos, sino para que la gente sepa exactamente que no todos los seres humanos que transitamos por estas calles, tenemos la misma responsabilidad por los hechos de ese pasado». (3)
LA BELLEZA Y EL OLVIDO
Una de sus hijas, la querida Ada Naranjo, cuenta que dos meses antes de morir, Rubén «nos reunió a mi hermana Marina y a mí. Sentados los tres alrededor de la mesa redonda del living, esa mesa redonda que reunió a cientos de personas a lo largo de sus apenas 75 años, nos dijo: ‘Chicas, el cuerpo no me está respondiendo gratamente’. Luego hizo un recorrido, preciso, descriptivo, secuencial de cómo había empezado y transcurrido esos años, los de su enfermedad. Con la crudeza que tiene la verdad, nos estaba anunciando lo que se vendría. Esa misma tarde, entre mates y mimos, tomó un libro de Raúl González Tuñón y nos leyó sólo un verso, fueron sólo 8 palabras: ‘Quiso morir para saber qué era el olvido’. Jamás olvidaré esa tarde, que igual transcurrió cálida y con mucho afecto. El viejo estaba haciendo lo mismo que Korczak con sus chicos, nos estaba preparando para su muerte».
Hacia 1998, Elena Lucas Belmont, una de las Madres de la Plaza 25 de Mayo, docente y poeta, preparó -a pedido de integrantes del Concejo Deliberante de Rosario- la edición de su libro, «Todo te sobrevive». Postergado luego una y mil veces, el poemario vio la luz pública casi diez años después, en 2007, de la mano de la Editorial Municipal de Rosario. En el camino quedaron poemas, correcciones y prólogos que Elena pidió a varios compañeros, entre ellos el propio Rubén.
Elenita murió en mayo de aquel terrible 2005. Como sucedió con Rubén, pocos meses después, nuestros frágiles abrazos tampoco pudieron retenerla en nuestras calles.
En aquel prólogo olvidado, nuestro querido Naranjo señalaba: «tu voz, apenas un susurro, apenas una caricia, a veces crece, crece, invade y como un torrente inunda, se hace alarido. Entonces dice historias de proscriptos, de quimeras rotas, de fundadores de utopías, de soles en manos fraternas, de sueños acribillados, de mutilaciones, de asesinos y de cómplices».
«Cuando finalmente el silencio nos atrape y otros ojos reconozcan el paisaje que hoy miramos, tu voz, apenas un susurro, apenas una caricia -pero torrente y beso- permanecerá aquí, entre los altos árboles de la Plaza, reclamando por tu hijo, por todos los hijos y por todos los seres humanos que querían -y aún quieren- construir un mundo justo», escribe Naranjo.
Habla de Elena, habla de nuestras Madres de la Plaza.
Y también señala su historia de dignidades y esperanzas.
La larga crónica de la búsqueda de la belleza en un país cercado por la tragedia y el olvido.
Como él mismo escribió: «elegiste habitar los espacios de la protesta, y del enfrentamiento. Anidas en el grito».
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NOTAS:
(1) Rubén Naranjo. Poema inédito, Bs As, 1978
(2) Declaración de los Plásticos De Vanguardia De La Comisión De Acción Artística De La CGTA, BsAs, 1968
(3) Rubén Naranjo. Entrevista inédita. Rosario, 2002.
Imagen: Carina Barbuscia sobre fotos de Fundación Rubén Naranjo / www.rubennaranjo.com.ar
1 comentario
Excelente articulo, muy buena todas tus palabras sobre este inmenso hacedor de futuros que fue y es Ruben, cada jueves lo vemos entrar a la plaza y esperar el paso delas Madres por la ochava de cordoba y buenos aires. Gracias Jorge
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