Desde hace 15 años, integrantes de la organización Manos a la Obra trabajan por la defensa de los derechos de los obreros. Gestionan una Bolsa de Trabajo que les permite generar sus propios recursos, realizan campañas de prevención y denuncian las irregularidades que ponen en riesgo la vida de sus compañeros. El mayor objetivo –este año- es lograr que la Legislatura Provincial le dé tratamiento a un postergado proyecto de ley que obliga a las empresas constructoras a utilizar las redes de contención para evitar caídas en altura.
Por María Cruz Ciarniello
En Rosario, el boom inmobiliario no ha frenado su convulsionado ritmo que desde hace ya varios años tiene a la ciudad entre uno de sus escenarios predilectos. Hay más casas vacías que familias sin casa lo cual evidencia no solo el déficit habitacional existente, sino y, sobretodo, la demanda de un negocio que tiene estrecha vinculación con el flujo de dinero proveniente del modelo sojero. La urgencia lo impone: levantar un edificio en tiempo récord y con unidades habitacionales que muy probablemente sean inaccesibles para la gran mayoría de la población.
Así, la ciudad va cobrando una nueva fisonomía con las torres de alta gama, edificios vacíos y los cientos de permisos de edificación que año tras año le dan el visto bueno a la construcción de moles de cemento a costa, muchas veces, de demoler viejos patrimonios o lo que es todavía más grave, poniendo en riesgo la vida de los trabajadores.
Aunque la UOCRA sea el gremio que legalmente los represente, existe desde hace 15 años una organización social conformada por un grupo de albañiles que decidieron unirse para denunciar las sucesivas irregularidades cometidas por las empresas constructoras. Así nació la agrupación Manos a la Obra, la otra cara del boom inmobiliario.
Su historia fue contada por enREDando en el año 2007 (ver noticia relacionada) y durante todos estos años, la organización continuó con su tarea buscando, sobretodo, poder incidir en políticas de Estado que permitan proteger la vida del trabajador.
Narciso Canteros, uno de sus referentes, en el año 2007 nos decía: “Nunca una empresa me enseñó qué es la autoestima, los valores que tiene una persona para que cada uno se cree una responsabilidad propia y valore su vida. No hay un interés generalizado de cuidar al trabajador, principalmente cuando en la actualidad quieren terminar las obras cuanto antes. En la medida que el trabajador sepa valorar su vida, vamos a aprender que la seguridad debe ser una forma de vida”. Sus palabras, lejos de perder vigencia, parecen reflejar la situación persistente, a siete años de aquella entrevista.
A comienzo de 2015, los medios daban cuenta de la muerte de un obrero en Rosario, la primera del año. Maximiliano Alfonso fallecía al caer por el hueco de un ascensor en la obra ubicada en Presidente Roca 560, la cual ya contaba con denuncias previas. Maximiliano desde hacía 10 años se había radicado en Rosario, era oriundo de Paraguay e inmigrante como muchos de los obreros que trabajan en el rubro. Así lo señaló la organización a mediados de este año cuando detalló que más de 100 trabajadores se ven obligados a vivir en las inhóspitas obras en construcción. Padecen frío, hambre, y no cuentan con las mínimas condiciones para garantizar una estadía digna. Cantero lo denuncia sin tapujos: “son extorsionados para trabajar de esa forma porque si no, los envían a sus países”.
Este año, Manos a la Obra presentó una denuncia ante el Ministerio de Trabajo de la Provincia cuando detectó que cinco obreros vivían hacinados en una obra ubicada en Maipú y Pasco, además de otras irregularidades que presentaba el lugar como, por ejemplo, la ausencia del cartel de obra: “en la iniciación de todo trabajo ya empiezan los incumplimientos. Por ejemplo, en los carteles no se detalla toda la información que debe tener: la existencia de una ART, que la contratista esté registrada como constructora en el Registro de la Cámara de la Construcción. El suceso de estos incumplimientos no hace más que traducirse en el cuerpo de los trabajadores donde por ejemplo, realizan excavaciones sin los más mínimos resguardos y donde en el cartel de esa obra no se indica quien es el coordinador de Higiene y Seguridad Laboral que esté monitoreando ese trabajo riesgoso”.
La denuncia, señala Canteros, visibilizó la situación. “Hemos podido evidenciar el problema y hacer un seguimiento para que los trabajadores puedan volver a trabajar pero en condiciones dignas. Nuestra denuncia es para garantizar el trabajo y la salud psicofísica del trabajador y que actúen los órganos de control para que ejecuten medidas ejemplificadoras”, señaló en una nueva charla que mantuvo con enREDando.
La agrupación lleva realizada 38 denuncias en este año; en el 2014 fueron 116. “Y todas no hacen más que ratificar el incumplimiento de las normativas provinciales y municipales, y esto lo ratificó el Ministerio de Trabajo en el mes de marzo, donde los riesgos potenciales son los riesgos en altura, donde no se prevé los sistemas colectivos de seguridad como son las redes que proponemos, y los riesgos eléctricos que existen en las obras de construcción. Esos son los riesgos potenciales de muerte”, subrayó Canteros.
En abril, el Ministerio de Trabajo de Santa Fe dio a conocer un informe elaborado a partir de las inspecciones realizadas durante el 2014 en el sur de la provincia. Los resultados dieron cuenta de la precariedad laboral en la que se encuentran casi la mitad de los trabajadores que fueron inspeccionados. Además, detectó que las principales fallas en las obras tienen que ver con los sistemas eléctricos y con los sistemas de protección contra caídas en altura y objetos al vacío. El informe indica que fueron realizadas 1364 inspecciones a obras en construcción ubicadas en el Gran Rosario, incluyendo -en esta ocasión- countries y barrios abiertos. El 34% fueron suspendidas parcialmente. Con respecto a la fiscalización laboral, se realizaron 265 inspecciones en obras. De 1769 trabajadores, el 48%91 no estaba registrado. Según informaron desde la cartera laboral, las inspecciones en la provincia crecieron entre 2007 y 2014 un 300%, al tiempo que los accidentes laborales fueron disminuyendo de manera pronunciada desde el año 2009.
Sin embargo, para Narciso Cantero, “los inspectores nunca llegan a tiempo. Sostenemos que hacen lo posible pero falta una decisión política para implementar más recursos humanos para el control”, y reitera con énfasis: “no hay decisión política para intervenir en un rubro donde hay muchos intereses”.
Un proyecto demorado
Actualmente Manos a la Obra persigue un objetivo primordial: lograr que las empresas utilicen de manera obligatoria las redes de contención perimetrales. Desde el año 2010 luchan porque este reclamo se transforme en una realidad tangible. El año pasado presentaron un anteproyecto de ley en la Legislatura Provincial que obliga a las empresas constructoras a utilizar redes de protección en reemplazo de las actuales bandejas metálicas. Estas redes ya fueron probadas, tienen dos años de duración y evitarían el riesgo de caídas en altura. Sin embargo, y a pesar de las reuniones mantenidas en la Comisión de Asuntos Laborales, el proyecto aun no ha sido tratado. A partir del accidente de Maximiliano Alfonso, Canteros denunció un relajamiento en los controles durante los últimos meses de 2014 y volvió a insistir en la importancia de sancionar la ley.
“Falta una decisión política para instalar las redes de protección perimetrales en lugar de las bandejas de protección que tampoco hacen de contención cuando el compañero cae. Nosotros probamos la red junto a la Universidad, la red dura por lo menos, hasta dos años. Y eso lo reflejamos en la comisión de asuntos laborales. Queremos que la implementación de las redes sea una ley para que los trabajadores tenga el salvoconducto de la vida a través de estos dispositivos de seguridad que están perfectamente avalados en el mundo de que reduce la siniestralidad casi un 95 % y esta probado”, remarca Canteros.
Al ser consultado sobre las demoras en el tratamiento del anteproyecto de ley, el referente responsabilizó, por un lado, a las empresas que no tienen interés en resguardar la vida de los trabajadores. Por otra parte, remarcó la falta de voluntad política para responder a esta demanda. “Apelan a la pérdida de tiempo, producto del desconocimiento de cómo se debe implementar este tipo de sistemas. La realidad es que muchos empresarios lo que menos quieren es perder tiempo para implementar un sistema que resguarde la vida del obrero. Prefieren pagar una vida en cuotas que generar las condiciones necesarias que requiere la vida de un trabajador. No hay una responsabilidad social empresaria que se traduzca en el cuidado del trabajador, y tampoco existe una responsabilidad política acorde a la problemática porque lamentablemente el trabajador hoy no tiene representatividad, así lo sentimos. Porque en ese caso, estas redes ya serían una realidad.”.
La red, diseñada por la propia organización y construida con la ayuda de pescadores de la Isla El Espinillo, cuenta además, con la certificación del Instituto de Mecánica Aplicada y Estructuras (IMAE) de la UNR. Para su confección totalmente artesanal se utilizó un material denominando “cabo de barco”. Tiene 7,2 milímetros de espesor y soportaría 105 kilos. En el año 2013 la presentaron públicamente en el Monumento a la Bandera y en noviembre de 2014 expusieron la propuesta en la Comisión de Asuntos Laborales que preside el diputado Marcelo Picardi. En Rosario, a su vez, existe una ordenanza que es la 6.605 y que establece la utilización de redes de contención como medida de seguridad colectiva, sin embargo la misma nunca fue reglamentada.
Campañas
Desde la organización también sostienen la importancia de realizar campañas de concientización. En Roldán, Manos a la Obra promueve una campaña de prevención de accidentes destinada a vecinos que están implementando la autoconstrucción de sus viviendas. El lema es “que tu inversión no se vaya en un juicio” y apunta fundamentalmente a brindar asesoramiento a quienes deciden construir su casa por cuenta propia y que puedan conocer los riesgos y los cuidados que deben tener en cuenta al iniciar la obra.
Otro de los reclamos que realizan apunta directamente a los órganos de control. Por un lado, los policías del trabajo deben estar identificados, enfatiza Canteros. “La ausencia de policía de trabajo desalienta a los obreros a realizar denuncias”. “Queremos que los inspectores se identifiquen. Yo he estado trabajando en obras y nunca me enteré que fue un inspector”. Por otra parte, desde la organización también critican los bajos montos establecidos en las multas. “El proyecto de aumento de las multas en la construcción lo presentamos nosotros, y solo aumentaron el 15% cuando nosotros pedíamos un 50% de aumento. Se sigue discriminando al trabajador incluso en los impuestos que cobra el Estado. Y algo de lo que no se habla, y es sobre el rol que cumplen las instituciones intermediarias y las distintas asociaciones empresariales que deberían concientizar a los profesionales y sancionarlos mínimamente para que no vuelvan a cometer las faltas.”
Manos a la Obra es una organización que no tiene antecedentes de su tipo en el resto del país. “La legitimidad de la representación la tiene el sindicato”, dice Narciso y agrega: “pero estamos lejos de eso y nosotros con nuestro pequeño granito de arena, intentamos remarla”.
Autogestión y el dolor de perder a un compañero
Narciso jamás imaginó que ese jueves 2 de abril sería el último día en que vería con vida su amigo y compañero Cristian Aquino. Habían estado trabajando juntos aquella tarde arreglando una vereda en Ituzaingó y España. Desde hace tiempo eran compañeros en la organización y el proyecto de cooperativa que estaban impulsando. Cristian era como “un hermano”, dice Narciso y agrega: “mi mano derecha”. Era además, un referente en muchas luchas que Aquino abrazó, entre ellas, la de Manos a la Obra.
Cuando Narciso recuerda a su compañero, el tono de su voz se entrecorta. Es que él fue también uno de los primeros en recibir la noticia de su muerte. “Era un amigo, un militante, una persona que como yo valoraba al trabajador en todo su contexto. Y encontró en nosotros un buen caudal de información, de militancia para expresar lo que el sentía”. Con respecto al móvil de su asesinato, Narciso duda al igual que otros compañeros de militancia que tenía Cristian y que en estos días se movilizaron frente a los Tribunales. “Quizá nunca sepamos que pasó realmente”, dice. “Nosotros caminamos con un ojo atrás y otro adelante, porque hay amenazas que no son evidentes pero están y hay que ser precavidos”, confiesa Canteros. Sabe que su militancia es poner el ojo y alzar la voz contra muchos intereses económicos. “La construcción mueve 62 rubros”, dice.
Actualmente Manos a la Obra está integrada por más de 15 trabajadores autogestivos. Aunque no figuran legalmente como una cooperativa, los valores están presentes. Desde hace 15 años gestionan una Bolsa de Trabajo que les permite generar sus propios recursos. “Nunca hemos tenido un solo accidente y hemos tenido mucho trabajo. Porque se trabaja a conciencia. Nosotros gestionamos este trabajo, de forma colectiva, repartiendo los recursos para que cads auno pueda llevarse el sustento a su casa.”
A mediano plazo, prevén desarrollar talleres de concientización con futuros profesionales de Arquitectura e Ingeniería Civil “para que haya una convivencia más saludable entre el obrero y el profesional”. Acompañan las movilizaciones y el pedido de justicia por el crimen del arquitecto Sandro Procopio, y están a la espera de una audiencia en el Concejo Municipal para seguir instalando en la agenda política, la necesidad del cumplimiento de las normativas vigentes.
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