No se sabe nada de Pichón Escobar desde el viernes a la madrugada, cuando salió solo del boliche La Tienda. Se cuestiona al personal de seguridad privada del local y nuevamente aparece la policía en escena. Sus familiares exigen su aparición con vida y piden compromiso de los funcionarios.
Por Martín Stoianovich
Nuevamente familiares y amigos de un pibe exigen a través de pancartas su pronta aparición con vida. Otra vez en Rosario y otra vez con poco esclarecimiento sobre los hechos. Pichón fue a bailar y no volvió. Se llama Gerardo Ezequiel Escobar, tiene 23 años y es empleado de la municipalidad en el área de Parques y Paseos. El jueves pasado por la noche fue al casino con amigos, después a un bar y luego al conocido after céntrico La Tienda. A partir de la madrugada del viernes no hay novedades sobre su paradero. Por el momento la investigación desde Fiscalía aportó una videocámara donde se lo ve cerca de la puerta de La Tienda y algunos testimonios que por ahora no aportan mayores detalles. Por otro lado, un dato de relevancia despierta la sospecha contra los encargados de la seguridad en el establecimiento: el último rastreo del celular de Pichón coincide con la dirección de uno de los patovicas del lugar. Sus allegados convocan a una movilización para este miércoles a las 17 en Oroño y Pellegrini.
La denuncia por desaparición la hizo su madre el viernes pasadas las 22, y a partir de aquel momento fueron pocos los avances que se registraron. Se allanó la vivienda del patovica donde aparentemente se encontraba el celular del joven, no se hallaron pruebas suficientes y el empleado del local fue liberado al cabo de 24 horas. La investigación hasta el momento está a cargo del fiscal Lucas Altare, quien tomó algunas medidas a partir de la denuncia. Según el informe de la Fiscalía el sábado se realizaron tres allanamientos más en la zona de la casa del patovica, con rastrillaje de perros y secuestro de doce celulares, entre los que no estaba el del joven. También se contactó al dueño del bar, quien entregó el material de las cámaras de seguridad y se realizaron otras medidas, a través del 911 y la Policía de Investigaciones, que no tuvieron éxito. También hubo allanamientos por parte de los fiscales y el área de Asuntos Internos de la Unidad Regional II sobre la Comisaría 8º, a raíz de un dato que indicaba que el joven podía haber estado detenido allí. Se recorrió el lugar para identificar a los detenidos, se secuestró el libro de guardia pero sin novedades sobre el caso.
Así, en estos pocos días la investigación transcurre entre algunas medidas tomadas y sus inmediatos resultados negativos. En la mañana de este martes sobre la puerta de Fiscalía se manifestaron sus familiares y compañeros de trabajo y el disgusto por la falta de novedades fue evidente.
Por la tarde, desde su hogar, Rubén, su tío y padre de crianza conversó con enREDando y dejó en claro sus dudas. Cuestiona la “casualidad” de que el teléfono de Pichón haya sido rastreado en cercanía de la vivienda de un patovica y agrega: “Está comprometida toda la fuerza, desde el patovica hasta la policía que está adentro”. Vale destacar que el bar La Tienda realiza sus operativos de seguridad en conjunto con empleados privados y personal de la policía santafesina. También pide “que la intendenta se haga cargo” y cuenta que recibió visitas de funcionarios provinciales y del un alto cargo de la policía en Rosario. “Hay que darle difusión y moverse porque si no, no pasa nada” agrega y dice que es “el compromiso y la responsabilidad” lo que lo lleva a tomar el liderazgo de las medidas de reclamo que se realizaron hasta el momento, reconociendo el fundamental apoyo de los compañeros de Pichón.
Hasta el momento, la familia del joven transcurre los días entre la esperanza y la desesperación. Rubén manifiesta su temor a que la policía tenga algo que ver en el hecho y recuerda el reciente caso Franco Casco: “Lo veía por la tele y pensaba en el dolor de su gente y ahora lo estoy sufriendo yo”. Pero mientras tanto el ministro de Seguridad Raúl Lamberto asegura a los medios de comunicación no tener “el dato de que la policía esté involucrada”.
Asimismo, lo que se desprende del caso hasta ahora no permite descartar ninguna hipótesis. Datos que involucran al personal de la seguridad privada del local, una comisaría allanada sin aparentes novedades, funcionarios provinciales intentando descartar algún involucramiento policial, y la misma policía autoinvestigándose con Asuntos Internos. A su vez, se destaca el relato de algunos medios de comunicación mencionando detalles sobre posible estado de ebriedad del joven y algún “comportamiento raro”. Mientras se pone en tela de juicio lo que el pibe estaba haciendo, su familia hace más de cinco días que no sabe nada de él y las respuestas que aparecen no alcanzan. Las coincidencias con el caso Casco y otros hechos similares son notorias, y sólo se espera que su desenlace esta vez no se ajuste a la desgarradora realidad de pibes desaparecidos en democracia.
Violencia en boliches, moneda corriente
La agresión ejercida por los patovicas en distintos locales de la ciudad es una realidad que se pone a la par de la violencia cotidiana que reparten las distintas fuerzas de seguridad, públicas o privadas. A raíz del caso Escobar, que puede esconder detrás de tantas incógnitas un nuevo caso de abuso de poder, enREDando tuvo acceso a un ejemplar de una reciente denuncia realizada contra la seguridad conjunta del bar La Tienda. La denuncia, realizada en abril de este año en el Ministerio Público de la Acusación, describe que un joven fue golpeado por permanecer sentado en la vereda del local. “Le respondí que no estaba haciendo nada. Sin embargo, el agente me levantó de un brazo, me lo torció fuertemente, hasta sentir un ruido en el hombro, y me comenzó a aplicar golpes de puño en la zona dorsal y costal. Al mismo tiempo otro de los agentes me apuntaba con la escopeta y me agredía verbalmente”, relata la denuncia hecha contra el Comando Radioeléctrico que presta servicio de seguridad en La Tienda.
“Tengo las peores sospechas, por las circunstancias como se fueron dando los hechos. No son hechos excepcionales que los patovicas le peguen a los pibes”, dice Gabriel Ganón, defensor general de la Provincia de Santa Fe. Como ejemplo, aportó una denuncia llegada a la Defensoría por parte de dos jóvenes que fueron agredidos en complicidad con la policía y patovicas del boliche Bogart. Según el defensor, los chicos fueron golpeados dentro del lugar, y cuando salieron en busca de ayuda llamaron al 911. Desde la fuerza, mandaron un patrullero en el que se encontraban los mismos patovicas del boliche. La golpiza continuó hasta dejarlos tirados en la calle.