Los jóvenes que integran el Colectivo Bella Vista llevan producidos dos cortos audiovisuales a través de los cuales expresan sus experiencias cotidianas. Arte y organización colectiva como respuesta a la estigmatización.
Por Martín Stoianovich
La mirada del chico, desde el suelo, transmite miedo y dolor. Enfoca un tramo del pasillo de tierra y mira fijo. Lo que se oye, es el latido de un corazón expectante. Lo que siente él es un borcego sobre su cabeza. Lo que sucede después es el punto suspensivo abierto a la imaginación y algunos interrogantes que se desprenden de la poesía de Camilo Blajaquis: “¿Y si mi presencia inquieta todos tus planes?, ¿Y si te devuelvo con abrazos todas tus piñas?, ¿Y qué onda si estoy orgulloso de tu desprecio?”. Después suena un cover en cumbia que afirma: “La unión hace la fuerza”, lo que significa el lema principal del Colectivo Bella Vista y en esta ocasión también la canción elegida para concluir el primer corto audiovisual producido y actuado por los propios pibes de aquel barrio de la zona oeste rosarina. Se tituló “No somos peligrosos, estamos en peligro”, y se presentó durante 2014, en época de pleno desembarco de las fuerzas federales. Los chicos, los mismos que venían siendo detenidos y apuntados, salieron al barrio para transformar la bronca en un trabajo colectivo que hoy tiene más de mil reproducciones en YouTube. A mitad de 2015 presentaron el segundo corto, también haciendo foco en otro problema que afecta tanto a ellos como a miles de otros pibes en la ciudad.
El origen del Colectivo Bella Vista tiene fecha en el año 2009, cuando todavía no había un nombre pensado para la organización. “Se fue gestando con el andar”, dicen hoy los más grandes. “Tenemos perspectiva de transformación y en el barrio hay cosas que deben ser transformadas”, comenta Ana Clara y agrega que actualmente las principales actividades del Colectivo tiene anclaje en lo artístico: taller de danzas, de guitarra, de folclore, las producciones audiovisuales y la experiencia de la banda de cumbia “Los pibes del BBV”, que hoy transita un parate pero que hasta el momento fue uno de los principales lazos con organizaciones sociales de otros barrios. Desde hace un tiempo, el lugar físico que ocupa el Colectivo Bella Vista es el Centro Comunitario San José Obrero. “Este espacio tiene historia de lucha de la comunidad organizada y es fundamental para los vecinos. Nosotros buscamos darle impulso a esa historia y que la gente empiece a participar más, volver a los valores de la solidaridad y la igualdad que dan los espacios comunitarios”, remarca Lisandro, otro integrante de la organización.
Bella Vista es un barrio que, como tantos otros, está atravesado por distintos problemas a nivel social que afectan a sus habitantes. El Colectivo está integrado principalmente por adolescentes y jóvenes, y son ellos quienes padecen muchos de esos conflictos, que no tienen su raíz en el barrio pero sí hacen foco en él. “Uno de los grandes problemas que atraviesa a los pibes es el tema del laburo, siempre precario, en negro o tercerizado. Les cuesta mucho conseguir laburo”, dice Lisandro. “Identificamos eso como una problemática y estamos trabajando en cuestiones productivas, para ir en contra de los que nos impone el sistema que es la lógica del patrón, la jerarquía y la competencia por quién se lleva la ganancia”, agrega. En este sentido, en los planes a largo plazo de la organización está la conformación de una cooperativa “con idea de trabajador protagónico, que piensa su trabajo y lo hace en forma colectiva”.
El barrio también sufre el legado que las grandes ciudades fueron dejando sobre sus periferias y zonas más humildes. Aunque en menor medida respectos de otras zonas, los pibes de Bella Vista también conviven con la tensión que genera el narcotráfico y su capacidad de expansión, y todos los problemas que dicho negocio acarrea: temor entre vecinos, presencia policial, y armas y drogas muchas veces más al alcance que cualquier derecho básico. Así, la vida de los pibes transcurre entre obstáculos a sortear, pero también en la posibilidad de forjar otros caminos. En eso anda el Colectivo Bella Vista: “No sólo hablamos de resistencia, sino de construcción. Hay muchas problemáticas pero también jóvenes que construyen y transforman contando su realidad y su historia desde otro lugar”.
Así es que nacen, por ejemplo, los cortos audiovisuales producidos y actuados por los propios pibes.
“No somos peligrosos, estamos en peligro”
“Los compañeros muestran cómo se puede hacer un ensayo a través del arte, en donde se pueden desarrollar cuestiones sociales que tienen que ver con el compromiso y la solidaridad. Tenemos lenguaje para decir lo que nos pasa”, dice Ana Clara. El primer corto es el que trata sobre el abuso de autoridad de las fuerzas de seguridad. Lo que sucede previo a la escena relatada líneas arriba es una reunión de pibes en la que se recrea una escena cotidiana de los integrantes del Colectivo, hablando de algunas actividades de la organización. Luego se desata la violencia y son escenas cotidianas: insultos, patadas y la incertidumbre de no saber qué pasará con el chico. “Surge de experiencias nuestras, nos juntábamos a hablar y contábamos cómo varías veces nos pararon”, dice Carlos, de 17 años, uno de los principales impulsores de las producciones audiovisuales.
La experiencia de este primer corto comenzó a tomar forma luego de la visita a Rosario del poeta y cineasta César González, alias Camilo Blajaquis. Cuando conocieron el trabajo de este joven, que desde el interior de las villas del conurbano bonaerense pudo volcar en palabras e imágenes la realidad muchas veces cruda de los sectores excluidos, llegó la inspiración que daría lugar a la materialización de tanta experiencia por contar.
“A simple vista”
El último corto producido por los chicos que integran el Colectivo, es un golpe duro sobre las estigmatizaciones y prejuicios sostenidos por una sociedad que se empeña en seguir a rajatabla los estereotipos construidos por discursos oficiales y medios de comunicación. En los siete minutos que dura, el corto se nutre de sensibilidad para percibir una realidad en la que pocas veces se hace foco. Carlos lo vuelca en una anécdota de las tantas que inspiraron esta última producción: “Íbamos a un taller de panadería, y una señora nos miró y salió corriendo”.
“Nos negamos al destino que nos quieren imponer quienes no esperan nada de nosotros”, es la frase con la que cierra este último corto, que además se da el lujo de contar con un adelanto inédito de la próxima producción discográfica de la banda Farolitos. “La frase final apunta a la sociedad y a los gobiernos que nos estigmatizan, mientras nosotros prefiguramos la sociedad que queremos, desde el día a día, con transformación individual y colectiva”, afirman desde la organización.