En la ciudad de las torres millonarias, casas de lujo, desalojos y familias sin hogar, surgen experiencias que intentan construir una posibilidad ante la prepotencia de la especulación inmobiliaria y la propiedad privada. La Cooperativa La Creciente se planta como una alternativa concreta.
Por Martín Stoianovich
La vivienda digna es una necesidad imprescriptible y como tal está comprendida dentro de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, las vueltas de tuerca del sistema capitalista con el paso de los años fueron ajustando dicha necesidad a una lógica de mercado que terminó de convertirla en una propiedad privada al alcance de determinados sectores de la sociedad. Entre el deseo al legítimo derecho a la vivienda y el acceso al mismo, fueron fortaleciéndose el mercado inmobiliario y las empresas constructoras como obstáculos a lidiar con grandes inversiones de dinero de por medio. La especulación inmobiliaria al servicio de los sectores más poderosos se convirtió así en una estructura sólida alejada de las demandas de aquellos otros sectores que sobreviven entre el ahorro eterno, el alquiler perpetuo y la precariedad total de viviendas indignas. En Rosario, los números hablan por sí solos: hay aproximadamente ochenta mil viviendas vacías y cincuenta mil familias sin un espacio propio en el que vivir. En la misma ciudad donde crecen las multimillonarias torres a la vera del río Parana, cientos de familias son desalojadas de sus precarias viviendas bajo el argumento de estar ocupando terrenos privados.
En esta escena aparecen distintas alternativas para intentar concretar el acceso a la vivienda propia. Algunas de ellas son las que surgen de la mano de iniciativas de gobiernos, nacional o provinciales, que al fin y al cabo terminan limitándose desde la clase media hacia arriba. Pero también, con la idea de desterrar la creencia de que sólo a través del sector privado o de políticas de gobierno se puede concretar el deseo de la vivienda digna y segura, en los últimos años fueron creciendo otras experiencias. Una de ellas es la de la Cooperativa La Creciente de Rosario, que en pocos años pudo interpelar al rol del Estado y ponerlo a disposición de las necesidades humanas por fuera de intereses empresariales.
La Creciente integra la Federación de Cooperativas de Viviendas Autogestionarias en el Movimiento de Ocupantes Inquilinos (MOI), que comprende experiencias similares en distintas provincias del país. En Rosario se comenzó a trabajar en 2012 con jornadas de debate e intercambios de conocimientos sobre construcción de viviendas en cooperativas. “Autogestión, ayuda mutua y propiedad colectiva” son los tres ejes con los que se viene trabajando, y así el paso del tiempo permitió la consolidación a través un proyecto presentado en el Presupuesto Participativo que continuó tomando forma. En este camino se pudo avanzar con gestiones a nivel municipal (Servicio Público de Vivienda, para espacio físico) y provincial (Dirección de Vivienda y Urbanismo, para financiamiento), para concretar un convenio que finalmente deberá tener acuerdo en el Concejo Municipal.
“Nos hace ruido la relación con el Estado, pero acá se resignifica el concepto de autogestión”, aclaró en diálogo con enREDando Laura Toledo, integrante de La Creciente. En este sentido, la autogestión está vista como la organización de los sectores populares para administrar los recursos que corresponden como ciudadanos, y ponerlos a disposición de las necesidades básicas y no de las estructuras privadas. “Los recursos públicos de vivienda no deben ir a las grandes empresas constructoras, sino a grupos organizados y fortalecidos. Queremos administrar los fondos públicos que al fin y al cabo son de todos, pero generalmente benefician a empresas constructoras y en Rosario eso se ve de manera hiriente”, explicó Toledo.
Desde La Creciente consideran que autogestionar el derecho a la vivienda en una cooperativa hoy es posible, y es una realidad que se da en un marco general de búsqueda de alternativas a las ofertas del mercado. “Vamos teniendo más conciencia de lo que se puede lograr organizándose y cada vez hay más grupos organizados con eje en la autogestión, no sólo de la vivienda sino en el trabajo y la educación”, expresó Toledo. Respecto de lo recorrido en este camino, cuenta: “Nos encontramos con otras cooperativas con ejes que están exactamente en la vereda opuesta a la lógica de mercado, del individualismo y del sálvese quien pueda”.
En este proceso, lo que se llama “ayuda mutua” como otro de los ejes, refiere a la distribución de trabajo de cada familia, ya sea en la construcción de las obras como en el fortalecimiento de lazos para no perder el fin colectivo y cooperativo de la organización, que también verá sus frutos en el ahorro generado por la autogestión. Por su parte, la “propiedad colectiva” es el eje que comprende a la vivienda como un bien de uso y no de cambio, plantándose como base para el reconocimiento pleno del derecho a la ciudad. Estos ejes serán puestos en práctica cuando pueda concretarse el convenio y dar marcha a lo que desde La Creciente llaman “la construcción con ladrillos”, entendiendo a las etapas anteriores como parte del mismo proceso de construcción. En este sentido, el espacio físico conseguido podría ser otorgado en la zona sur de la ciudad. La etapa de construcción material será abordada a través de una cooperativa de trabajo en obras que se está conformando de forma paralela mientras se espera el avance del proyecto.
La Creciente busca que su trabajo se replique en el resto de la ciudad y el país, y por este motivo continúan realizándose encuentros a fin de visibilizar y generar reconocimiento y apropiación de los derechos de los ciudadanos. En esta línea, el viernes 17 a las 18 horas en el Salón de Usos Múltiples de la sede rosarina de Gobernación (Santa Fe 1950), se realizará una jornada de visibilización del proyecto e incentivación del mismo para “promover políticas de vivienda como ejercicio pleno de nuestra propia capacidad para gestionar recursos y administrarlos en beneficio de los intereses del conjunto”. De la jornada, por cuestiones de agenda y otros motivos, no participarán funcionarios municipales ni provinciales, pero sí referentes de otras cooperativas a nivel nacional que darán a conocer sus experiencias. “Rosario se está tornando expulsiva. Lo que es el planeamiento urbano no nos incluye. Hay que pararse ante los representantes del gobierno de turno con un reclamo y una propuesta”, planteó Toledo como crítica después de explicar la alternativa que surge desde la cooperativa que integra. “Tenemos formateado al individualismo, hay que hacer un desaprendizaje y volver a aprender. La propiedad colectiva es un dedo en la llaga al sistema, cuyo lema es la propiedad privada”, concluyó.
Notas relacionadas: