La convocatoria contra los feminicidios y la violencia machista también tuvo lugar en la vecina localidad de Alcorta. Cerca de 400 personas se acercaron a la Plazoleta para manifestarse, leer el documento elaborado por la Asociación Vecino y un conjunto de organizaciones y participar de actividades artísticas. Compartimos el documento central.
Sólo en los cuatro primeros meses de este año, 2015, en la provincia de Santa Fe hubo 9 mujeres asesinadas por la violencia de género. A esa trágica lista se suma el nombre de Chiara Páez, de sólo 14 años de edad. Esa cifra es la misma cantidad de mujeres asesinadas durante todo el año 2014. Nuestra provincia, Santa Fe, sigue ocupando el segundo lugar en casos de femicidios en la República Argentina.
Escribe la antropóloga mexicana Marcela Lagarde que el femicidio «es el genocidio contra mujeres, y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales que permiten atentados violentos contra la integridad, la salud, las libertades y la vida de niñas y mujeres. No todos los crímenes son concertados o realizados por asesinos seriales: los hay seriales e individuales, algunos son cometidos por conocidos: parejas, ex parejas parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y compañeros de trabajo; también, por desconocidos y anónimos, y por grupos mafiosos ligados a modos de vida violentos y criminales. Sin embargo, todos tienen en común que las mujeres son usables, prescindibles, mal tratables y desechables».
Buena parte de los sistemas de comunicación social (a través de la publicidad, el comentario irónico, el sketch supuestamente «inocente», la noticia en apariencia «neutral») refuerzan esta lógica. Como la refuerzan desde las convocatorias a estereotipados concursos de belleza y la elección de «reinas y princesas», hasta la actuación de «cómicos» que basan su espectáculo en la denigración machista de la mujer; desde la circulación en redes sociales (como Facebook o WhatsApp) de fotos de niñas y adolescentes hasta el secuestro de jóvenes con fines de sometimiento sexual.
Ejemplos, todos, que suceden aquí y ahora, en Alcorta y la región.
Es en este marco, que se hace necesario recordar, una vez más, que detrás de esas cifras, hay una historia. Crónica histórica, social y cultural que va mucho más allá de la página policial.
Hablamos de la violencia de género en el país del Terrorismo de Estado. Los silencios y las complicidades siguen sepultando la violencia de género. La suprema consolidación de esta ancestral cultura del golpe y el abuso, que destierra palabras, es quizás la más pesada herencia de la última dictadura militar. Desaparecer las palabras y las rebeldías; desgarrar los argumentos y los cuerpos.
Un relato histórico que tiene que ver con el amor, con el poder, y con la muerte.
Porque es el patriarcalismo quien legitima la violencia familiar. Todo esto en un sistema de producción que toma a los seres humanos como cosas, que deshumaniza. Una cadena que comienza a nivel social como «ley del más fuerte», que se naturaliza en las escuelas, que estalla en los hogares sin perder la coherencia. Porque la violencia -las violencias- contra las mujeres es un ciclo que, en su punto más dramático, culmina en la muerte.
La violencia contra niñas y mujeres en todo el mundo causa más defunciones y discapacidades que el cáncer, los accidentes de tránsito, e incluso las guerras, según datos del Banco Mundial.
Por eso, desde Alcorta, sur santafesino, hacemos nuestro el petitorio de la iniciativa Ni Una Menos:
- Implementar con todos los recursos necesarios y monitorear el Plan Nacional de Acción para la Prevención, la Asistencia y la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, tal como lo establece la ley 26.485, de Protección Integral a la Mujeres.
- Garantizar que las víctimas puedan acceder a la Justicia; que en cada fiscalía y cada comisaría haya personal capacitado e idóneo para recibir las denuncias. Las causas de los fueros civil y penal deben unificarse; las víctimas deben tener acceso a patrocinio jurídico gratuito durante todo el proceso judicial.
- Elaborar un Registro Oficial Único de Víctimas de la violencia contra las mujeres. Realizar estadísticas oficiales y actualizadas sobre los femicidios. Solo dimensionar lo que sucede permitirá el diseño de políticas públicas efectivas.
- Garantizar y profundizar la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos, para formar en la igualdad y para una vida libre de discriminación y violencia machista. Sensibilizar y capacitar a docentes y directivos.
- Garantizar la protección de las víctimas de violencia. Implementar los mecanismos necesarios para asegurar que los victimarios no violen las restricciones de acercamiento que les impone la Justicia.
Por esto, decimos: Ni una menos. Y exigimos: Basta de muertes de mujeres.
Es al mismo tiempo una consigna que nos moviliza y nos compromete; y una demanda al Estado, en todas sus representaciones. Existe el asesinato de mujeres porque existe violencia machista. Y en este campo, hay una ausencia marcada de políticas públicas.
La soledad de una mujer golpeada se reproduce en el desinterés, la ineficiencia y el olvido de los Estados comunales, provincial y nacional.
Repetimos: es un sistema consolidado a lo largo de la historia: como cuenta la investigadora Susana Velázquez: «durante años se sumergió en el agua, maniatadas, a las sospechosas de brujería: si la mujer se ahogaba, era inocente; si flotaba era bruja, y moría en la hoguera».
Chiara, Ana, Joana, Nancy, Yésica, Silvia, son, hoy, tan sólo algunos de los nombres que en nuestra región denuncian las formas más brutales de esta violencia.
Para que no haya más víctimas de la violencia machista.
Para no descontar más mujeres en esta historia.
Es obligatorio el abordaje urgente, porque ante esta situación, la indiferencia es asesina y el silencio es cómplice.
Basta de violencia machista.
Basta de muertes de mujeres.
Ni una menos.
Está en nosotros.
Firma: Ni Una Menos Alcorta.