Nacidos como una experiencia de rebeldía, mantienen su esencia de denuncia desde hace doce años. El sábado 14 de marzo desde las 18 realizaron un nuevo corso en la Lucio Fontana, territorio que a fuerza de construcción colectiva ya es parte de su historia.
Por Martín Stoianovich
Boulevard 27 de Febrero entre Maipú y Laprida. Plaza Lucio Fontana. Punto geográfico de la ciudad decorado con los colores rojo, verde, amarillo y negro, y musicalizado por el insistente ritmo de bombos, platillos, zurdos y redoblantes. Es el territorio de Okupando Levitas, una murga que ha sabido apropiarse de un espacio público y es considerada por quienes la llevan a cabo como una herramienta de denuncia. Hace doce años vienen recorriendo los barrios de la ciudad con su impronta carnavalesca forjando, a fuerza de autogestión, la militancia social desde la cultura y la alegría. Este sábado, desde las 18 la plaza volverá a ser el escenario de un nuevo corso.
Okupando Levitas nació en el año 2003, en un caldeado contexto social y político a nivel nacional. Un grupo de tres murgueros que venían de formarse en “Caídos del Puente”, le dieron vida a un nuevo proyecto parido en el interior de una de las tantas casas ocupadas por aquellos años. De allí su nombre, mezclado con el anecdótico recuerdo de las levitas prestadas por otras murgas para las primeras actuaciones. Okupando Levitas, desde sus inicios, llegó para ser parte de las infinitas experiencias que a través de la expresión cultural denotaban la rebeldía de una juventud que no se resignaba a caer en las miserias del neoliberalismo. Ensayaron los primeros años en el Centro Cultural La Toma, una experiencia hermana de dichas expresiones, nacida a partir de la apropiación del espacio de un ex supermercado por sus propios trabajadores desempleados.
El paso de los años mantuvo la herencia de la murga: “Es crítica, es lucha, es rebeldía”. Así lo consideran sus actuales integrantes. Además de priorizar en la estética, la calidad musical y el baile, el mensaje que brinda Okupando Levitas es uno de los pilares de sus funciones. “Denunciamos y criticamos desde una faceta artística”, explican. “Es bronca y alegría al mismo tiempo”.
Cada año, la murga trabaja sobre “la crítica”, fragmento de la actuación que ofrece un mensaje relacionado siempre al contexto social, cultural y político que se vive a nivel local o nacional. “Hacemos reuniones en asamblea donde se decide de qué se va a hablar. Para hacer la crítica nos juntamos a charlar los problemas. Somos muchachos y chicas de diferentes barrios de la ciudad y muchas veces compartimos la misa mirada”, cuentan haciendo referencia a la manera de trabajar el contenido del grupo.
Para el 2015, la crítica está dirigida a un tema que no pudo escindirse de la agenda de la militancia: la policía como institución violenta, corrupta y cómplice de negocios clandestinos. “Cuando hablamos de la policía no decimos nada nuevo, sólo que abran los ojos, miren para el costado y se den cuenta que es un sistema represivo. Hace más de diez años que tiene plena convivencia con el tráfico de drogas”, remarcan.
Así lo denuncia la letra:
“Son los mismos que ayer mataron a 30.000, y hoy están tirando tiros en los barrios.
Qué es lo que pasa, que hay mas milicos en la plaza,
están rodeando nuestra casa.
La cana te golpea. Yo sé lo que te digo.
La villa llena de sangre, están matando pibes
La cana te golpea, no mires al costado”
Pero Okupando Levitas no es discurso, sino que su mensaje es el resultado de un trabajo que comprende militancia social en los sectores populares de la ciudad. La relación con distintas agrupaciones sociales y políticas que realizan trabajo territorial permitió con el tiempo la construcción de lazos que permitieron el desarrollo de talleres de murga y dejar la herencia de la actividad para generaciones futuras. “Nuestra idea es contagiarlo, que se ramifique, que disfruten como nosotros. Cuando vamos a un barrio no queremos ser nosotros los únicos murgueros, sino que ellos se copen y se suban a este caballo de locura”, cuentan. El andar cotidiano los llevó por barrios como Empalme Graneros, Cristalería, Las Flores, La Sexta, Nuevo Alberdi y Tablada, entre otros.
La murga como género y expresión artística, estuvo históricamente vinculada al carnaval, celebración que incluye feriado nacional y que estuvo ausente en el territorio argentino durante 35 años después de haber sido prohibido por la dictadura militar. De allí también surge la esencia del grupo: “Buscamos recuperar el carnaval que nos fue robado en la dictadura, que fue desaparecido junto a 30 mil personas. Queremos devolverle al pueblo la fiesta popular”. En la Lucio Fontana, el carnaval ha dejado de ser sólo un salpicón de agua. Hoy es una herramienta de transformación consolidada como experiencia que se replica en distintos puntos de la geografía popular argentina.
El sábado 14 de marzo realizaron una nueva edición del corso de Okupando Levitas, acompañados por Payasos Autoconvocados con una de sus funciones, la murga de estilo uruguayo “Ojo al piojo”, las murgas estilo rioplatense “Cachengue y Sudor” y “Piantados por la alegría” de Buenos Aires, “Colgados de la Luna” de Córdoba y la rosarina “Los Chapitas de La República”. Además hubo guerra de espumas y buffet a precios populares.
Entendiendo que la militancia desde la cultura y la expresión artística es una pieza fundamental en la perseverante tarea de construir una realidad con menos desigualdades, Okupando Levitas seguirá caminando los barrios rosarinos con su rebelde postura: “Algunos te pueden ver bailando y decir que estamos haciendo ruido, pero nosotros estamos laburando para poder contagiar la alegría y lograr que un pibe cambie lo que la estructura de esta sociedad le impuso”. Que suene la murga a todo ritmo, son los dueños de la plaza.