Por Carlos del Frade para Pelota de Trapo
Las gambetas increíbles, las carreras inverosímiles, los quiebres de cintura y las salidas en contra de las leyes de gravedad e inercia forman parte del repertorio de cada vez menos jugadores de fútbol. El negocio fue matando esas habilidades que parecían venir de míticos potreros hoy solamente existentes en los mapas de la melancolía de los viejos hinchas.
Una tierra pródiga en parir este tipo de cracks es Rosario. Desde allí surgieron los últimos angelitos que iluminaron el cielo de la alegría popular cuando se vistieron la camiseta de la selección nacional. Ángel Di María y Ángel Correa, dos increíbles y atrevidos referentes de ese juego exiliado de las canchas. Detrás de ambos, como marca de la época, aparecen negocios vinculados al narcotráfico y al lavado de dinero. Dos pibes que aprendieron, antes que nada, a gambetear las patadas alevosas de las urgencias cotidianas y que luego fueron usados por los que acumulan demasiado con la explotación de estos pibes por más que ahora se hayan acomodado económicamente.
El 9 de noviembre de 2013, se informaba que “en el marco de las investigaciones que lleva adelante el juzgado de Instrucción Juan Carlos Vienna sobre la llamada banda de Los Monos, este sábado se filtró una escucha telefónica que vincula al jugador de San Lorenzo, Angel Correa, con su representante Francisco Lapiana y con Ramón «Monchi» Machuca, líder prófugo de Los Monos. Tras detectar que en la propiedad del pase de Correa había una participación de la familia Cantero, el juez Vienna trabó embargo al club de Boedo sobre todo dinero que provenga del uso de los derechos federativos del futbolista. Bajo advertencia que, en caso de ser desoída, generará acciones penales contra los responsables de la entidad azulgrana. Se sospecha que el pase del jugador pudo ser objeto de lavado de dinero de actividades criminales, aunque esta causa no le impedirá al jugador desempeñarse en el torneo local”, decían las noticias.
Las escuchas telefónicas que trascendieron forman parte del expediente en el que se investiga a la banda de Los Monos. Allí figura un diálogo entre el representante del jugador, Francisco Lapiana, y Ramón «Monchi» Machuca, uno de los líderes del clan liderado por la familia Cantero.
Francisco Lapiana: —Me llamó Tinelli, que quiere hablar conmigo. Dice que me quiere comprar el diez, viste, que me quiere dar un millón de pesos o de dólares pero al precio oficial. Ah, dejá. Dice que te conviene, bola. Te conviene, dice. Yo tengo contacto con él. Pero para qué lo quiero [vender], si al pibe lo tengo yo. Después me llama uno, me llama el otro, y me dicen fijate si lo querés vender. Yo digo: hacé la oferta, yo te escucho, le digo. Yo para aguantarlo a Ángel cinco años tuve que poner mis cosas. Ahora que está subiendo se aparecen todos los vivos.
Machuca: —Te tengo que mostrar una foto de la mamá del Ángel, Marce. Estábamos ahí en la puerta del vestuario, salió Tinelli. No le daba cabida. Hasta que yo le dije que era la madre de Correa, y le dije que se sacara una foto.
En otro tramo, Machuca habla con el propio Correa”, apuntaban las crónicas periodísticas. Después vino el pase del pibe Correa a Atlético Madrid, su operación del corazón y su fenomenal actuación en el reciente Sudamericano de Uruguay donde dedicó el título y la actuación consagratoria a su mamá, aquella que lo bancó cuando nadie lo hacía.
El otro angelito de la historia futbolera reciente, Di María, “tuvo un crecimiento constante durante los últimos años y su llegada al Manchester United terminó de consagrarlo como uno de los mejores jugadores argentinos de todos los tiempos. Además los 75 millones de euros que pagará el equipo inglés (que pueden convertirse en 90) lo convirtieron en el pase más caro de un jugador argentino y la venta más importante en la historia del Real Madrid. Algo inpensado para los dirigentes de Central que lo ficharon cuando tenía 6 años por apenas 26 pelotas de fútbol. Su llegada a Central fue más que particular, jugando para El Torito Di María deslumbró en dos duelos ante el Canalla y con apenas seis años el entrenador de la categoría lo fue a buscar. «Por entonces, la dirigencia de El Torito conocía poco de fútbol. Era ilógico que Central viniera a buscar a un chico del club de sólo 6 años. Inofensivamente, esos dirigentes pidieron por su pase 26 pelotas profesionales que nunca llegaron», cuentan desde el club en la nota del diario La Nación que recapituló toda la vida de Di María. «Fue por 26 pelotas, pero nada de eso quedó documentado, porque no hay registros de aquella época. Durante mi presidencia, intentamos hacerle un reclamo a Rosario Central, pero no había manera, porque no teníamos ningún papel. Desde hace un tiempo, acá están todas las fichas», explicó Jorge Cornejo ex presidente de la institución.
La venta al Real Madrid dejó en el camino 6 millones de euros que nunca llegaron a Central y hoy se investigan como potencial lavado de dinero en la justicia rosarina.
Detrás de los últimos dos angelitos del fútbol argentino, no solamente están los orígenes humildes, la manipulación de esas necesidades, sino también los permanentes negocios de bandas narcos y dedicadas al lavado de dinero, signos de los tiempos que quieren devorarse, definitivamente, la alegría de los de abajo.