La organización Movimiento Padre Mugica, cuyo referente es Néstor Ciarniello, denuncia públicamente un caso de gatillo fácil en barrio Ludueña. Se trata de Rodrigo Udi, un joven de 18 años que participaba de algunas actividades del Movimiento, quien falleció el pasado jueves 11 de diciembre, en un supuesto «tiroteo» según indica la versión policial. Desde la organización afirman que se trató de una ejecución sumaria.
Foto: Patria Grande
Por María Cruz Ciarniello
«Matalo que ya lo conocemos», dicen que fue lo que expresó un efectivo policial antes de tirar contra el cuerpo de Rodrigo Udi, de tan solo 18 años. El Movimiento Padre Mugica -del cual participaba Rodrigo- no duda en sentenciar que al joven lo mató la policía cuando estaba desarmado y sin oponer resistencia alguna. Minutos antes, habría protagonizado un robo a una fábrica metalúrgica de la zona.
Rodrigo Ezequiel Udi tenía 18 años y vivía en barrio Ludueña. El último jueves 11 de diciembre fue asesinado por efectivos policiales. La versión policial –publicada en los principales diarios de la ciudad- dice, como siempre señalan en estos casos, que Rodrigo Udi murió como consecuencia de un tiroteo con personal del Comando Radioeléctrico. La misma fuente oficial indica que 4 hombres asaltaron dicha fábrica y que Rodrigo escapó por uno de los pasillos de la villa, donde se produjo el supuesto enfrentamiento. Quien está a cargo de la investigación es el fiscal de Homicidios Dolosos, Miguel Moreno.
El Movimiento Padre Mugica que coordina Néstor Ciarniello, no duda en denunciar que Rodrigo murió como consecuencia de una ejecución policial. El joven de 18 años se había sumado este año a participar de algunas actividades que impulsa la organización. Su historia era similar a la de tantos otros pibes, atravesados por el poder punitivo y con muchísimas dificultades para encontrar un camino que pudiera ofrecerle otras alternativas. Un joven que había pasado por el mal llamado Instituto de Rehabilitación del Adolescente, el Irar, allí donde el encierro castiga a los jóvenes, dejándole las peores marcas.
Quienes salen del Irar muy pocas veces encuentran la contención de un Estado, ausente en políticas inclusivas que puedan ofrecer un proyecto de vida para los pibes que delinquen. Por el contrario, son las organizaciones sociales las que –como pueden y con tantísimas dificultades- intentan rescatarlos no solo del delito o la droga, sino también de las balas policiales que impunemente terminan con sus vidas, en muchísimos casos.
Ludueña guarda en su historial la muerte reciente de Brian Saucedo y de quien fuera testigo de su crimen, Emanuel Cichero. Las versiones oficiales, avaladas por investigaciones poco conducentes, señalan sistemáticamente lo mismo: que sus muertes son como consecuencia de supuestos enfrentamientos. Las organizaciones o las familias en los barrios, son las que visibilizan las historias de éstos pibes; cómo sucedieron los hechos, qué hacían y quienes eran. Rescatarlos del anonimato y las versiones que ofrece la policía, reproducida en primera instancia por los medios, es parte de una tarea necesaria para dar cuenta de esas otras voces que, casi siempre en soledad, denuncian el gatillo fácil de la policía santafesina.
“Rodrigo formaba parte del Movimiento Padre Mugica. La policía lo ejecutó en la zona de Felipe Moré y las vías. El venía de robar junto a un compañero una pequeña fábrica en la zona. Fueron descubiertos, y apenas empezaron la huida ya tenían al Comando Radioeléctrico y a personal policial de la Comisaría 12 tras sus pasos. Ellos no tenían infraestructura ni para planificar el robo ni para planear una huida sensata. Quedaron totalmente a merced de la policía, quedando desvalidos de cualquier oposición o resistencia que pudieran ofrecer. Rodrigo tenía un revólver con el cual habían ido a robar, un 32 sin balas, porque no tenían ni siquiera plata para comprar las balas. En la huida atrapan al compañero de Rodrigo. Él logra meterse en los pasillos de la villa que dá en las vías que cruza Humberto Primo, son dos vías. Agarraron a otras dos personas al boleo, no tenían nada que ver. Pequi, como le decían a Rodrigo, logra escapar pero estaba totalmente rodeado por la policia. Él ya había descartado el arma, como suelen hacer cuando son perseguidos. No hubo ninguna posibilidad de tiroteo ni resistencia. Cuando es acorralado, no se sabe si logra meterse en una casa o fue acribillado en el mismo pasillo a corta distancia, cuando un policía dice “matalo que ya lo conocemos”, relata Néstor Ciarniello, referente del Movimiento Padre Mugica y ex cura tercermundista.
El crimen de Rodrigo para muchos y principalmente para el Estado, es indiferente. “A Pequi ya lo tenían señalado desde hace tiempo, porque era un chico que salía a robar. Pero nunca nadie se interesó en saber que hacía dos meses que había estado rescatado, trabajando con nosotros en el Movimiento Padre Mugica y que lógicamente como son los caminos zigzagueantes de estos chicos hay que ir llevándolos de a poco. Yo siempre digo que es como cuando uno está pescando, pica, afloja, vuelve a picar, y afloja hasta que alguna vez engancha. Estos chicos hacen un camino así, y uno tiene que ir acompañándolo. Jamás había matado, él estuvo en el Irar y salió, logramos que se incorpore al Movimiento, sin ningún aporte positivo del Irar para su recuperación, todo lo contrario.”
Rodrigo Udi también era víctima de la droga. “Había dejado, había vuelto, y seguramente también la iba a volver a dejar”, cuenta Ciarniello quien tenía permanente contacto con Pequi, como le decían en Ludueña. “Nos veíamos siempre, y teníamos pendiente una charla como decía él, quien decía que era mi guardaespalda -recuerda con una sonrisa-porque estaba contento de participar en las actividades solidarias. Él participó también del rescate de un microondas valioso que pertenecía al Centro de Salud El Coulin”.
Con respecto a la versión policial, Ciarniello es contundente: “Es totalmente mentirosa. No se trató de ningún enfrentamiento, eso es lo que dicen para justificar la ejecución que hicieron. Estaba totalmente entregado y no tenía arma en su poder, la que había tenido era el revólver 32 que no tenía balas y que había descartado. Esta es la verdad y es lo que dice el barrio. Esto no es nuevo, hace poco ejecutaron a Cicchero que había sido testigo de otra ejecución, la de Brian Saucedo”.
Once ejecuciones sumarias en lo que va del año
En este 2014, de acuerdo a un estudio relevado por la Defensoría General de la Provincia, a cargo del Dr. Gabriel Ganón, se produjeron al menos 11 ejecuciones sumarias por parte de la policía, en hecho encubiertos como “enfrentamientos o tiroteos” en ejercicio legítimo de la fuerza.
“Decidimos efectuar un relevamiento sobre la información que llega a los medios de comunicación gráficos de Rosario sobre episodios que participan las fuerzas de seguridad en los que termina muerta una persona, y que se presentan periodísticamente o bien por la propia información de la fuerza, como un episodio de ejercicio legítimo de la fuerza. De todas maneras las características de los hechos los hace bastante sospechosos e incluso se encuentran testimonios de los propios familiares que alegan una ejecución sumaria, tal como el hecho denunciado hace tres días atrás en Ludueña o el caso de Emanuel Cichero», señaló Ganón, en declaraciones periodísticas al medio Rosario 12.
En esta misma nota, el Defensor General de la Provincia quien además representa a la familia de Franco Casco –el joven encontrado muerto en el río tras haber estado detenido en la Comisaría 7ma de Rosario- destaca la gravedad de estos hechos. “Hay que poner la vista sobre los mismos, aún más después de lo ocurrido con Franco Casco, y de las declaraciones del ex gendarme Gerardo Chaumont, que hace solo unos días dijo que la de Santa Fe es una policía respetuosa de los derechos humanos, en un contexto donde todo patentiza que la policía santafesina es como decía Rodolfo Walsh en los setenta, «la policía del gatillo alegre y la mano en la lata». Esto tiene que ver con las relaciones oscuras con grupos dedicados al delito, a la desconfianza que tiene la sociedad sobre la fuerza, y la política que se da sobre los grupos vulnerables, y que además está involucrada en la comisión de delitos.”
Para Ciarniello “estas son las situaciones donde no interviene el gobierno provincial. No tiene ningún poder sobre la policía, la policía hace lo que quiere en el barrio. Hasta ahora no está identificado al policía y seguramente nunca se lo identifique. El hecho no es solo castigar a quien mató alevosamente a Rodrigo, esgrimiendo la fuerza policial, lo que es necesario es controlar el desmadre de la policía. Ganón acaba de denunciar once ejecuciones sumarias, y me animaría a decir que seguramente son muchas más las que se esconden como enfrentamientos”.
Rodrigo Udi estuvo en la cárcel de menores que tiene la provincia de Santa Fe, el Irar. Facundo Peralta, militante social de la CTA Rosario y de la Asamblea por los Derechos de la Niñez y la Juventud -organización que impulsa la ordenanza para declarar la Emergencia en la ciudad- lo conoció allí dentro, cuando se desempeñaba como Acompañante Juvenil. El Pequi había estado acompañando en la última marcha a Ada, la mamá de Gabriel Aguirrez, el niño de 12 años que fue asesinado tras el clásico entre Newell´s y Central en el 2013.
Facundo se enteró de la muerte de Rodrigo la misma tarde en que toda la Asamblea se encontraba reclamando el tratamiento del proyecto de Ordenanza en el Concejo Municipal. “Yo laburé con él cuando estuvo en el IRAR y lo más importante que puedo decir es que me dio mucha satisfacción verlo acompañando con el cuerpo y el corazón a la madre de Gabi y defendiendo lo que él era. Recibir esa noticia en el marco de un Concejo que de alguna manera nos relajó durante el día, que nos decía que primero tenían que arreglar cuestiones de ellos, fue realmente una cuchillada del destino, nos impactó fuertemente, estábamos desde la mañana movilizándonos por los pibes. No tengo muchas palabras para describir un sentimiento de mierda”, declaró a la Agencia CTA y agregó, con suma impotencia: “Siento tristeza porque ayer más allá de todo lo que hicimos, perdimos un pibe más y lamentablemente seguimos velando pibes y el Concejo y la Municipalidad, la Provincia y la Nación se siguen encargando de reprimir a esos pibes y de contradecir todas las propuestas que desde los movimientos sociales hacemos para mejorar la situación en Rosario y la Provincia”
¿Qué alternativas brinda el Irar para los pibes que pasan por allí?. “No hay ninguna respuesta, ni dentro ni fuera del Irar. No se puede intentar una recuperación de un chico que se lo tilda de delincuente y que está comprometido con las drogas desde una situación penal. Los chicos requieren educación que en el Irar no se le dá, el Irar tiene una lógica de castigo y de encierro que responde más a un pedido de la sociedad que a una demanda de los propios chicos”, señala Ciarniello.
El Colectivo de Investigación Militante –conformado por trabajadores de dispositivo de Justicia Penal – elaboró un informe en el que señalan que en los últimos 4 años, cuarenta y cinco jóvenes que pasaron por el Irar terminaron muertos. Allí mismo sostienen que un componente dramático de la violencia que observan son las muertes violencias de los jóvenes una vez que egresan del Irar “ya sea en manos de la policía (en confusos hechos) o en los denominados “ajustes de cuentas”. Ambos tipos de muertes entran en lo que Zaffaroni (2010) llama la: masacre por goteo”. “De un relevamiento que efectuó el CIMJPP entre febrero de 2010 y abril de 2014, la cantidad de jóvenes que transitaron por el IRAR y fueron muertos por causas violentas fue de 45. Dada la dificultad para consultar fuentes policiales, el registro se llevó a cabo sólo a través de los medios de comunicación – sección policiales -, por lo cual la cifra podría ser incluso mayor”, cita el mencionado informe, y continúa: “Una parte importante para la naturalización en la sociedad de la “masacre por goteo” la juegan los medios de comunicación. Del análisis de las noticias policiales aparecidas en ocasión de la muerte violenta de los jóvenes que pasaron por el IRAR se puede constatar: la utilización del lenguaje judicial para referirse a la víctima; la referencia a sus antecedentes penales; el uso exclusivo de fuentes policiales y la rápida clasificación como “ajuste de cuentas” para propiciar así la impunidad del caso y la transformación de la víctima (el joven fallecido) en victimario (portador de armas, antecedentes y, por consiguiente, de una muerte merecida).”
“Todos murieron violentamente, en el mal llamado ajuste de cuentas o en manos de la Policía. Y sabemos que allí también se esconden cifras de casos de gatillo fácil que son contados como enfrentamientos, ya que las noticias se basan en la versión policial”, señalaron desde el Colectivo al Diario El Ciudadano, en agosto de 2014.
“Desde el Movimiento Padre Mugica acompañamos a los chicos entramados con la droga y el delito, con mucho afecto y mucho compromiso, tratando de ayudar para que vean que existe otro camino que pasa por el trabajo. En este momento, estamos empeñados en un proyecto de salida laboral, para que ellos puedan encontrar un trabajo que no encuentran afuera, porque sus curriculum se componen de antecedentes policiales, han abandonado la escuela, el secundario y tampoco van a las capacitaciones de los Distritos. No hay ningún programa de gobierno que llegue a estos chicos. Son los excluidos y muchos de ellos son los actores de la inseguridad ciudadana. Estos son los chicos de la inseguridad y para los cuales no existe ningún derecho más que el derecho penal. En lugar de dar respuesta, se trae más policía y más gendarmería, con lo cual se acentúa el problema de la inseguridad”, señala Ciarniello, autor de dos libros que ahondan en estas duras realidades de los pibes: “El Taller del diablo” y “Los chicos “delincuentes”, reflexiones desde la pobreza”.
El Movimiento Padre Mugica es una Asociación Civil sin fines de lucro que trabaja en una de las zonas de barrio Ludueña. “Intentamos recuperar a los chicos a través del afecto y el compromiso, ante todo. Y después, a través de una salida laboral para que puedan incluirse en un proceso de educación formal.»
“Rodrigo Udi estaba participando de las actividades del club Inter que estamos recuperando y también de la Copa de Leche”, rememora Néstor, haciendo referencia al joven ultimado por la policía hace 4 días en Rosario.
Lo recuerda con amor y también con dolor. El crimen de Rodrigo, en manos de las fuerzas de seguridad provinciales, engrosa la dolorosa estadística que dá cuenta de la “masacre por goteo” de la que habla Raúl Zafaronni y que se denuncia –desde hace tiempo- en los barrios de Rosario.