Un nuevo libro de Revista Sudestada
«La Bolivia de Evo», el nuevo libro de Revista Sudestada, se presentó en Rosario, en el Centro Cultural La Toma. enREDando dialogó con su autor, el periodista y escritor Tomás Astelarra. Entrevistas con más de ochentas referentes sociales, intelectuales, funcionarios, activistas e incluso, dos reportajes con el propio Evo Morales, dan cuenta de una mirada ajena a la mera descripción turística y cada vez más cercana a ese lazo comprometido con el pulso de la historia y de sus pueblos; de la tierra y sus comunidades. Una perspectiva crítica de uno de los procesos de cambio más importantes de América Latina.
Por María Cruz Ciarniello
Tomás Astelarra es escritor, músico, economista, periodista y sobretodo, un viajero que hace de sus recorridos, un mapa bifurcado de su propia vida. Quizá en esos andares se anude la experiencia más vital de un ser humano: conocer y reconocerse junto a otros, y en esa otredad, a veces incómoda, que nos habita.
Su anterior libro consistió en una variada compilación de relatos de escritores viajeros quienes, a través de sus miradas, compartieron estremecedores textos sobre realidades tan dispares como similares; profundamente tensas y conmovedoras. Por los caminos del Ché, editado por Ediciones Continente, nos invita a trazar a través de la lectura, esas venas abiertas de América Latina por donde sangran sus injusticias, sus derroteros y también, sus inmensas historias de resistencia.
El nuevo libro de Tomás Astelarra nos sitúa en el país de las Mamitas, el del Evo y el Mas, la Bolivia que nos invita a volver una y otra vez, la que emprendió con la llegada de su primer presidente indígena en el año 2005, un profundo cambio en toda Latinoamérica y, fundamentalmente, en su propia tierra.
Sin embargo, la mirada de Tomás ahonda tanto en el proceso de cambio como en sus contradicciones en estos diez años bajo la presidencia de Evo Morales. “Es posible acompañar un proceso de cambio profundo desde una perspectiva crítica. En ese sentido, La Bolivia de Evo refleja la complejidad de una sociedad, su historia, su curiosa manera de crear instituciones políticas, jurídicas y económicas paralelas, las revueltas que a principios de siglo tumbaron a gobiernos neoliberales y llevaron al poder al MAS y un proceso que, después de casi diez años de gobierno, ha comenzado a mostrar contradicciones en su visión desarrollista”, describe Tomás como anticipo de su libro.
Entrevistas con más de ochentas referentes sociales, intelectuales, funcionarios, activistas e incluso, dos reportajes con el propio Evo Morales, dan cuenta de una mirada ajena a la mera descripción turística y cada vez más cercana a ese lazo comprometido con el pulso de la historia y de sus pueblos; de la tierra y sus comunidades.
enREDando dialogó con su autor, Tomás Astelarra.
-Tomás, ¿cuanto tiempo estuviste viajando por Bolivia y cuando iniciaste el viaje?
– Yo llego a Bolivia en el 2002 como parte una banda de música, en La Paz en ese año formamos el grupo de arte itinerante Domingo Quispe Ensamble y regenteamos el bar La Canchita. En paralelo yo hacía notas para Hecho en Buenos Aires (HBA), entre las cuales intente entrevistar a Evo Morales pero no fue posible. Evo había dado un batacazo en las elecciones sacando una votación histórica del 22%, incluso el 6% que saco Felipe Quispe fue el doble de lo que hasta ese entonces había podido obtener un partido de raíz indígena o campesina. Estuve alrededor de 9 meses y la cultura boliviana, aymara campesina cambió de cuajo buena parte de mi creencias acerca de las relaciones humanas, la sociedad, la economía, la definición de pobreza o estado. Vi una serie de comportamiento que en un principio podían leerse como caos o miseria, pero que finalmente mostraban una riqueza invalorable de recursos ancestrales y lógicas de vida que conformaban un estado paralelo y sobre todo, un estado de desobediencia civil que en mi, como muchos otros, generó una esperanza de un nuevo paradigma civilizatorio, paradójicamente desde las raíces de una cultura ancestral. El filosofo Javier Medina dice que la organización ancestral aymara, el ayllu, es lo más parecido que se puede encontrar a nivel político con la física cuántica. Es decir que si aplicamos lo más moderno de la ciencia positivista, la física cuántica, a la política, lo que sale sería parecido al ayllu boliviano, el estado paralelo de los bolivianos en ese entonces. Volví brevemente en 2004 y 2005, y finalmente tres o cuatro meses en 2007 donde pude entrevistar por primera vez a Evo Morales para la revista Rolling Stone.
– ¿ Cómo nace la idea de hacer este libro? ¿Qué inquietudes personales te llevaron a iniciar estos viajes?
– En 2013 los compañeros de Sudestada me ofrecen escribir una biografía de Evo Morales. Yo opine que creía que ese era un objetivo cubierto ampliamente por varios autores, incluyendo a Martin Sivak en su libro Jefazo, con un componente de familiaridad con el personaje que para mi iba a ser imposible de alcanzar. Les dije que prefería enmarcar la figura de Evo Morales en el proceso histórico y social boliviano, describir el “proceso de cambio” del MAS pero dentro de una estructura social muy compleja que si bien nunca podemos decir que entendí, al menos tenía algunas pistas. Para eso viaje a Bolivia con algunos recursos de la revista y otros personales, incluyendo la posibilidad de parar en casa de amigos o ganarme la vida con mis libros y músicas, además de algunas ayudas como las de mi primo Mario o el embajador argentino en La Paz, Ariel Basteiro, el Pollo Matías Pujol, un compañero del Movimiento Cajonardi e Indymedia Rosario que me acompañó el primer mes de investigación sin cobrarme un mango. Estuve tres meses y medio, hice unas ochentas entrevistas, entre ellas una segunda con Evo Morales.
– En líneas generales, ¿qué es lo que contás y trasmitís a través del libro?
– El libro cuenta con tres ejes temporales. El 2002 y mi fascinación por la compleja sociedad boliviana, inmerso en los procesos sociales y políticos que incluyen la Guerra del Gas, del Agua, de la Coca, aquella votación histórica de Evo Morales y estados de autodeterminación de muchos pueblos del altiplano (principalmente los pueblos de Omasuyos, Achacahi).
Luego salta al 2007, la esperanza del primer gobierno indígena y los conflictos con la llamada Media Luna que pusieron al país al borde de una guerra civil, y marcaron la cancha de las condiciones para el desarrollo del “proceso de cambio” en el futuro. Porque si, a pesar de muchos muertos y gracias al apoyo de los movimientos sociales, el gobierno salió vencedor, la oposición, la antigua oligarquía cruceña, el perdedor, digamos, pudo poner ciertas condiciones que marcaron un límite a muchas políticas del MAS. Entre ellas la participación directa de los movimientos sociales en el gobierno, el proceso de reforma de tierras y un giro hasta un proyecto desarrollista de estado fuerte que entró en contradicción con el discurso de la Madre Tierra o el Vivir Bien.
Esa es la perspectiva que toma el libro que cierra en el 2013 planteando estos interrogantes a diversos intelectuales, políticos, dirigentes sociales y gente de a pie, sobre todo en la contraparte del modelo de desarrollo. Por un lado, el avance del extractivismo, la industrialización y la agroindustria para exportación con un sustento en grupos corporativos de raíz indígena campesina, desde los sindicatos cocaleros o de colonizadores, o de campesinos del altiplano que actualmente están asociados con la oligarquía cruceña en, por ejemplo, la expansión de la frontera agrícola hacía la amazonía en el monocultivo de coca o soja, o la quinua en el altiplano, desplazando formas tradicionales de agricultura. Esto obviamente asociado a mayores niveles de consumo interno y la posibilidad de una importante inversión en infraestructura estatal en carreteras, hospitales, escuelas y estadios de fútbol, pero a la vez también a los planes de extracción de nuevas potencias imperialistas (China) o como diría Raúl Zibechi, subimperialistas (Brasil).
En paralelo hay un fuerte avance del comercio aymara, con un complejo esquema de capitalismo andino, con, por ejemplo, el monopolio de la venta de informática importada de China, con pequeñas estructuras de acumulación capitalista pero basada en antiguos códigos ancestrales como por ejemplo la casería (la relación personal entre clientes y proveedores), sistema de créditos familiares o comunitarios basado en la confianza, asesoramiento por parte de yatiris (sabios, curanderos) en los negocios y una forma de acumular que no es piramidal ni voraz como en el capitalismo tradicional europeo norteamericano, sino que tiende a expandirse de forma horizontal y con menor riesgo. Pero es capitalismo al fin y está incidiendo en la cultura, las formas ancestrales de organización de la vida, la familia, el consumo, la alimentación, el comercio, y la fiesta, que es un factor muy importante de la sociedad y economía boliviana, ya que la fiesta, o el preste, la financiación de la fiesta a través de un personaje distinguido y exitoso económicamente de la sociedad, es una forma de distribución de la riqueza en el esquema andino aymara. Frente a esto se alzan algunas voces de alerta, principalmente entre intelectuales de clase media, pero también en organizaciones del Pacto de Unidad, que fue la alianza de movimientos sociales que permitió el triunfo del gobierno en las elecciones y la crisis del 2008. En particular la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB) y el Consejo de Ayllus y Markas del Kollasuyo (Conamaq). La primera conformada por etnias minoritarias, digamos amazónicas, de Bolivia, como los guaraníes, los yuracares o los moxeños, y de importante participación en el reclamo de la posesión de los territorios originarios o el llamado a una nueva Asamblea Constituyente. Y la segunda ligada a pueblos de occidente, quechua-aymara, pero más ligadas al ayllu y las formas ancestrales de organización política. Las dos denunciadas por el gobierno de estar infiltradas por los Estados Unidos y las ongs gringas.
Dentro de las denuncias de estos intelectuales y organizaciones se halla la represión de la VIII Marcha por el Territorio, la Vida y la Dignidad que reclamaba por la suspensión de la carretera que el gobierno tiene planeado construir en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure (un conflicto vital para entender la geopolítica amazónica y que está plenamente desarrollado en el libro o en la entrevista que pude realizarle a la antropóloga boliviana Sarela Paz y puede leerse en www.astelarra.blogspot.com) o la nueva Ley de Minería, que plantea muchas facilidades para el extractivismo en manos de la cooperativas mineras (pequeños empresarios nacionales) y la represión de los pueblos.
En este sentido vale preguntarse cual es el interés del gobierno indígena de Evo Morales de firmar un acuerdo de asesoramiento en seguridad interior con el gobierno de Juan Manuel Santos, evidentemente un continuador de las políticas de Álvaro Uribe Velez, uno de los mayores genocidas y etnocidas de la historia reciente de Latino América y actualmente exportador de la tecnología capitalista de narcoparamilitarismo para la apropiación de territorios ricos en recursos estratégicos en manos de pueblos originarios organizados y en resistencia.
– ¿Qué aspectos estructurales cambiaron en Bolivia a partir de la llegada de Evo Morales al gobierno’? ¿Cuales han sido los avances más significativos de este proceso de cambio?
– Hay un evidente cambio simbólico marcado por la posibilidad de que un indígena campesino, que son mayoría en Bolivia, han sido históricamente postergados, pueda llegar a ser presidente, diputado, ministro de la Corte Suprema o exitoso empresario en cuatro por cuatro. Hay una reivindicación simbólica y cultural del ser indígena pero también una apertura de la economía y la sociedad,y la cultura boliviana con un claro sesgo modernizador, con una fuerte redistribución de la riqueza a través de un estado moderno omnipresente de raíz occidental que evidentemente ha mejorado las condiciones de vida de la población y solucionado la pobreza, según la definición del PNUD (por decirlo de alguna manera, porque por ahora el Vivir Bien, la Madre Tierra, la pobreza, el analfabetismo y tantas otras variables no son medibles según las formas de vidas milenarias y ligadas a la tierra y la organización local del ayllu). Esto ha marcado lo que el comunicador social de la radio Wayna Tambo de El Alto, Santos Callejas llama “una borrachera del poder”. ¿Podemos nosotros los gringos, causantes de este sangrante presente globalizado culpar a los bolivianos por entrar en una tendencia de lógicas de consumo que implican acceder a servicios y tecnologías que indefectiblemente tienen que ver con el extractivismo, el usufructo de materias primas, es decir, las venas abiertas de la Madre Tierra? Por supuesto que no. Pero nosotros sabemos en que termina este delirio. Entonces es buena la advertencia. No se si para los bolivianos. De alguna forma mi libro es de un gringo para gringos, con el debido respeto al pueblo boliviano, también reflexionando acerca de cierta esperanza que muchos de nosotros pusimos en ese pueblo con un estado paralelo de desobediencia civil que fue modelo de muchas iniciativas que hoy están creciendo en suelos argentinos o europeos, comunidades autosustentables, cooperativas de producción horizontales, formas de vidas más austeras y ligadas a la tierra. Yo mismo, siendo intelectual de clase alta, estoy intentando construir una casa y una huerta en las sierras de Córdoba. Eso quizás jamás hubiera sucedido, o fue francamente motivado, por mi experiencia boliviana. No creo que sea justo depositar en un país, un presidente o un pueblo (que al final somos todos originarios) la esperanza de un mundo tan desvastado. Hay notables mejoras en Bolivia producto de un esfuerzo innegable, respetable y admirable del gobierno de los movimientos sociales, el MAS y Evo Morales (porque por mas que quizás no podamos decir que todos los movimientos sociales están en el gobierno, si es claro que son mayoría dentro de el en este momento).
Hay dos grandes cuentas pendientes del gobierno de Evo Morales: un cambio en el paradigma productivo y de consumo en pos del respeto de la Madre Tierra y de la organización política de una estado moderno omnipresente de raíz occidental, a un estado ancestral (fisicacuanticamentemoderno) omnipresente de raíz comunitaria y local. Ahora, después de la aplastante victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales que confirma el apoyo popular a este proceso y la hegemonía institucional del MAS, la inquietud es si el “proceso de cambio” va a avanzar en este sentido o quedarse entrampado en lógicas extractivistas, industrialistas, de partido único, consumo popular y agricultura a gran escala, condiciones que seguramente lleven a un estado cada vez más represivo y contrario a la salud popular. Al menos esa es la experiencia en el resto del mundo. Al menos esa es la experiencia que Evo Morales denuncia en los foros internacionales. Mi libro plantea que la experiencia boliviana demuestra que esta revolución, este cambio de paradigma, no es posible a través del estado. Ojala me equivoque, y el pueblo boliviano demuestre que hay maneras diferentes de hacer las cosas, que los gringos no entendemos ni vamos a entender nunca nada.
En principio creo que la descomposición de las estructuras estatales y paraestatales continentales y mundiales es tal, que la crisis humana es tal, que el esfuerzo debe enfocarse en la relaciones personales, comunitarias, de pequeñas organizaciones sociales, locales. Obviamente para esta construcción de largo plazo, mucho mejor que gobierne Evo Morales o Cristina Kirchner, con todos sus defectos, que Uribe, Santos, Peña Nieto, Macri, Massa o el embajador de Estados Unidos en Bolivia. Ahora si la diferencia es entre que los segundos se saquen la foto con Uribe y alaben abiertamente sus políticas y los primeros no se saquen la foto pero lo nombren asesor en temas de seguridad, la verdad que estamos sonados. Hay que estar alerta, organizarse, y obviamente, seguir resistiendo con mucho amor y alegría, indios, vascos, campesinos, estudiantes, intelectuales, empresarios y todo aquel que crea que como dice Carlos Vicente es mucho más fácil pensar que es posible cambiar este paradigma civilizatorio que creer que con el actual la vida humana es posible y perdurable.
– ¿Has podido analizar cuál es el rol de la mujer boliviana a partir de la llegada del Mas al poder?
– Asi como no soy indio ni boliviano, no soy mujer. No es casual sin embargo, y muestra claramente una señal de respeto y mi intención de entendimiento, que el libro se subtitule Diez Años en el país de las Mamitas. Bolivia es evidentemente una sociedad matriarcal, la presencia de la mujer es impresionante y esto se refleja obviamente en los movimientos sociales. Uno de las organizaciones sociales más importantes es la Confederación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa, la candidatura a gobernadora de La Paz de Felipa Huanca, histórica dirigente de este movimiento lo demuestra. O la fuerte presencia de Leonilda Zurita en el MAS, o la presidencia de Silvia Lazarte en la constituyente, o el hecho que se nombrara ministra de Justicia a mujeres campesinas o amas de casa como Casimira Rodríguez o Celina Torrico. El Evo alguna vez dijo que nunca iba a crear un ministerio de la mujer porque lo que había que hacer era directamente poner mujeres en los ministerios. Y hasta lo hizo con una joven de clase media como fue María Cecilia Chacón, primera ministra de Defensa de Bolivia (renunció después de la represión de la VII marcha). Eso contrasta con sus expresiones machistas que son comunes en sus discursos. Pero el feminismo no cuadra mucho entre las mujeres campesinas. Cuando le preguntas por el aborto te dicen que no están de acuerdo. Cuando le preguntamos a Juanita Ancieta, dirigente de las Bartolinas acerca de la ley de aborto, nos dijo que estaban en contra.
– Entrevistaste al propio Evo Morales, ¿qué impresión te llevás de él?
– Es algo curioso, yo tuve dos experiencias, las dos estaban pautadas para 20 minutos. En la primera mis preguntas y mi forma de estar le agradaron al presidente, al final duro 40 y hasta termino diciéndome que andaba demasiado preocupado y tenía que tranquilizarme (con respecto al conflicto con la Media Luna). En la segunda las preguntas eran diferentes, pero no creo haber cambiado mi forma, ni mi esencia. Pero las preguntas no le gustaron, me acusó de imperialista y se levantó ofuscado a los 20 minutos. Es un personaje muy particular, un líder como hay pocos, creo que aun confío en su honestidad, y su esfuerzo es innegable. No creo poder juzgar a alguien por haber estado con el 60 minutos en una vida. Si puedo intentar analizar sus políticas, su trayectoria política y la de su pueblo. Es igual de atrevido, pero menos comprometido.
– ¿Qué significa Evo en Bolivia y cuán importante crees que ha sido el proceso de cambio en Bolivia para América Latina?
– El principio de siglo evidentemente marco un antes y un después en América Latina, se vivieron procesos de fervor popular en todo el continente, de una revalorización de los movimientos sociales, de la participación ciudadana, de la desobediencia civil. Todo estos rasgos son evidentemente más fuertes en Bolivia, y por eso evidentemente la esperanza que trajo el gobierno de Evo Morales fue muy fuerte. Pero creo que al final se queda en lo simbólico, no solo por lo que el gobierno de Evo Morales haya hecho o no para cambiar ese paradigma de estado, construcción social y económica tan evidentemente fracasado en los noventas latinoamericanos (y que aún no ha cambiado). Sino también porque evidentemente ese paradigma tiene que ver con una homogeneización cultural, esa tan mentada globalización, que incluye a los movimientos sociales. Y es evidente que el pueblo boliviano y por ende sus movimientos sociales, en su particularidad, pueden ser un buen espejo, pero quizás no un ejemplo, porque cada pueblo, cada organización tiene que encontrar su propia solución, porque evidentemente en esta nueva revolución, este cambio de paradigma, lo local, pero sobre todo la creatividad, juegan un papel muy importante. Quizás esa debilidad que veíamos antes de que en la Argentina era imposible generar la construcción política para acceder al poder institucional con un candidato popular, hoy sea una ventaja. Porque quizás estamos más cerca de encontrar otras soluciones, porque insisto, puedo equivocarme, pero a mi entender la experiencia boliviana es una vez más ejemplo que la revolución que necesitamos no se hace tomando las estructuras añejas, corruptas, como el estado. No al menos en esa gran escala. Por darte una ejemplo, las fábricas recuperadas. Eso es imposible en Bolivia. Porque no hay fábricas, primera tienen que crearlas, que ya no se si vale la pena. Acá por lo menos se da un procesos de apropiarse del capital ya instalado para generar formar mas sanas y autónomas de producción. Es evidente que ya estamos saturados de capital físico, autos, fábricas, viviendas. El tema es como distribuirlos equitativamente, con una modesta abundancia, con una organización social donde prime el respeto a la vida sobre la comodidad. Pero para vivir esa experiencia tenes que sabes que la comodidad puede ir en contra del respeto a la vida. Los bolivianos están muy lejos de esa experiencia. Nunca tuvieron comodidad. Entonces nunca tuvieron que enfrentarse al dilema comodidad versus respeto a la vida.
— En lo personal, ¿qué te llevas de aprendizaje en estos viajes por Bolivia?
– Casi todo. Un eterno y mágico aprendizaje al que estoy atentamente agradecido y siempre esperando que mi trabajo no le falte el respeto a eso pueblo hermoso y tan generoso, que sea parte de la reciprocidad, la abundancia, el esfuerzo, la simpleza, el respeto a la vida y la madre tierra que tanto aprendi de ellos. Siempre serán recibidos en mi rancho de Yacanto Abajo y en mis presentaciones de la Bolivia de Evo donde afortunadamente el pueblo boliviano, o al menos sus migrantes en tierras Argentinas se vienen acercando y dando sus devoluciones, por lo general, por suerte, favorables, dialogantes, de mutuo crecimiento.
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El libro se presentó el jueves 4 de diciembre en el Centro Cultural La Toma a las 19.30 hs, y contó con la presencia de Marisa Armida docente de la UNR y compiladora del libro: Bolivia Conflicto y cambio social (1985-2009).