Por más igualdad real y Estado Laico
Con el lema «Por más igualdad real: Ley antidiscriminatoria y Estado Laico», se realizó en la Ciudad de Buenos Aires el sábado 15 de noviembre la XXIII Marcha del Orgullo LGBTIQ —Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, Intersex y Queer.
Por Loreley Flores (Locutora nacional y periodista del programa radial Bichos Raros, Radio Universidad de Rosario, sábados de 21 a 22). Especial para enREDando.
Miles de personas fueron llegando a la Feria del Orgullo en la Plaza de Mayo alrededor de las dos de la tarde. A eso de de las seis, comenzó a armarse el tradicional desfile inundado de colores arcoiris que terminó en la Plaza de los Dos Congresos con manifiestos, mucha alegría y bandas como las Viudas e hija de Roque Enroll que se sumaron a los festejos.
En otras partes del país, también se marchó. Por el Orgullo. Por los Derechos. Por una igualdad Real.
En Rafaela, sin pensarlo, sin organizarlo y en medio del «1° Encuentro de Diversidad Afectivo Sexual, por las sexualidades libres y alegres» las Organizaciones sociales, las y los artistas y el público en general decidieron movilizarse hasta la Municipalidad , en una marcha improvisada pero necesaria para exigir lo que exigimos siempre: que se respeten nuestros derechos como los de cualquier ciudadano o ciudadana, como los de cualquier ser humano.Es que un miembro de la Guardia Urbana de Rafaela se acercó a dos chicas que se estaban besando —activistas de Las Safinas— a comunicarles que «ese acto» estaba prohíbido.
Hacía pocos días que en la misma ciudad había sido agredida una chica Trans al retirarse de un boliche: «A vos te pego porque no sos una mujer, sos un hombre» dijo el individuo antes de golpearla y desmayarla. Al recobrar el conocimiento y acercarse a la Comisaría Nº15 para efectuar la denuncia, la maltrataron y no le tomaron los testimonios por ser un»putito de mierda», desconociendo la Ley de Identidad de Género y ejerciendo violencia institucional.
Un poco de historia
El 28 de Junio de 1969, en el mítico Bar Stonewall, se produjeron una serie de enfrentamientos entre la policía y un grupo de personas Gays, Lesbianas y Trans, en lo que se conoció como «Los disturbios de Stonewall». Esa noche, un grupo de policías entró al local y anunció que detendrían a todos aquellos que no tuvieran identificación o estuvieran vestidxs con ropa del sexo opuesto y a algunos empleados. Cuenta la historia, que cuando uno de los agentes golpeó a una de las chicas trans, la gente comenzó a protestar y a defenderse de los abusos que se cometían en ese momento, y de tantos años de indefensión, aprietes, coimas y malos tratos.
Esa noche, los gays, las lesbianas y trans que estaban en el lugar no corrieron. Esa noche, plantaron la Bandera del Orgullo que hoy sigue movilizando nuestras marchas.
Cada 28 de junio posterior a este, en distintas ciudades, más personas se sumaban a la lucha por el reconocimiento de los derechos, derechos que nos atañen como personas. Derechos que nadie puede otorgar o quitar porque nos pertenecen.
En 1992, en la ciudad de Buenos Aires se realizó la primera Marcha del Orgullo Gay-Lésbico. Alrededor de 250 personas marcharon desde la Catedral hasta el congreso de la Nación. Ellos y ellas eran los primerxs, lxs que comenzarían a hacer que la rueda se moviera; lxs gestantes de todo lo conseguido y de lo que vendrá. Era difícil marchar con Orgullo en medio de una sociedad hostil que miraba con desconfianza y repudio, en medio de una sociedad que negaba nuestros derechos. Pero lo hicieron, marcharon, algunxs con caretas de cartón para no perder su trabajo, pero sin detenerse.
La marcha siguió, año a año, incansable como la lucha. Y cada vez fueron más. Y cada vez fuimos más.
En 1997, en conmemoración de los treinta años de la fundación «Nuevo Mundo» —primer grupo homosexual de Argentina y Latinoamérica— la Marcha comenzó a hacerse en Noviembre.
En 2010, después de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, la Marcha explotó de alegría. Habían sido años de sueños, de trabajo arduo, de desear, de esperar, de creer que un día sería realidad, pero el día había llegado y parecía irreal.
Fue una victoria maravillosamente real.
En 2012, después de la Ley de Identidad de Género, nos parábamos distinto. Ante la posibilidad de ser reconocidas y reconocidos por nuestro género autopercibido y de ser llamadas y llamados por nuestros verdaderos nombres, marchábamos más firmes.
Hoy, seguimos marchando como lo hicieron hace veintitres años un puñado de personas valientes y comprometidos.
Y usted preguntará por qué marchamos.
Marchamos por:
· La reglamentación del art 11 de la Ley de Identidad de Género de parte del Ministerio de Salud.
· La inclusión social y laboral para personas Trans por medio de políticas públicas.
· El derecho a decidir: Aborto legal seguro y gratuito: Misopostrol gratis.
· Por una Ley Antidiscriminatoria que condene el racismo, la xenofobia y la discriminación por orientación sexual o identidad o expresión de género.
· Por el Respeto a la diversidad sexual y de género en todos los medios de comunicación.
· Por la Derogación de los códigos de faltas: basta de violencia institucional.
· Por una reforma del Código Civil inclusiva e igualitaria.
· Por la Inclusión y reconocimiento de la diversidad sexual y de género en el deporte.
· Por un Estado Laico.
· Porque nadie pueda decirles a nuestras hijas e hijos que la suya no es una familia.
· Por una igualdad real.
· Por todas aquellas personas —LGBTIQ— que habitan en países donde somos perseguidos por nuestra orientación sexual o identidad de género y condenados a prisión y hasta la pena de muerte.
Y usted preguntará por qué marchamos más de doscientas mil personas, en un día caluroso de noviembre, por qué recorremos tal vez muchos, tal vez pocos kilómetros para llegar hasta allí; por qué marchamos llenos de colores y de risas; por qué marchamos con nuestras familias compuestas de diversas maneras —dos mamás o dos papás o unx solx— y nuestros hijos e hijas; por qué marchamos orgullosos y la verdad es que hay muchas y diversas respuestas, tan diversas como nosotrxs mismxs.
«En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política». Carlos Jauregui
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