El derecho a decidir sobre nuestro cuerpo
«Yo aborto, tu abortas, todxs callamos» es un film que a través de siete testimonios de mujeres, incluido el de su directora, aborda la problemática del aborto clandestino. A través de los relatos y con una estética cálida y amorosa, la película que obtuvo el apoyo del INCAA, intenta derribar ciertos mitos en relación al aborto para así obtener una mirada renovada y desestigmatizante del tema. enREDando dialogó con Carolina Reynoso, directora del film y una de las primeras en romper el silencio para decir: Yo aborté.
Por María Cruz Ciarniello
La política pasa por el cuerpo.
Yo aborté, dicen siete mujeres en una película que cruza historias de vida personales con una historia política atravesada por cientos de muertes evitables y por el derecho a decidir sobre un territorio que es el nuestro.
Siete mujeres y siete testimonios diferentes. Siete geografías disímiles: un barrio humilde del Conurbano bonaerense, un territorio ocupado por empresas petroleras al sur del sur, las sierras de Córdoba y el mar. El Congreso Nacional y una cárcel de mujeres, Ezeiza.
Siete formas distintas de vivir el aborto. Un mandato: la maternidad. Una imposición: el silencio.
Una foto estenopeica tomada dentro de una cárcel revela lo que el espejo refleja, en un lugar donde ellos están prohibidos: el propio cuerpo. Como si la posibilidad de vernos en esa foto, de encontrarnos en esa imagen de nosotras mismas, fuese el delito que pagamos con la culpa; o el crimen que toda una sociedad silencia de un modo marginal, desigual y patriarcal.
Carolina Reynoso es cineasta, activista y feminista. Ella abortó y es una de las protagonistas de su propia película. Brinda testimonio como las restantes seis mujeres a quienes recurrió para hacer un film que brega por la despenalización del aborto y que busca visibilizar una problemática largamente silenciada. Alrededor de 500 mil mujeres interrumpen su embarazo por año en Argentina, muchas de ellas, en las peores condiciones. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito pelea por lograr la legalización del aborto bajo una bandera histórica: «Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir»
La calidez y la sororidad presente en la película, abriga el clima que hila cada relato; en la cercanía con esas historias que pueden ser la propia, encontramos la desmitificación de ciertas ideas impuestas acerca del aborto y el mandato de la maternidad. Mitos que se desvanecen cuando la realidad golpea nuestros cuerpos: que todas las mujeres que abortan son solteras, que la educación sexual aumenta los embarazos no deseados, que el aborto causa trastornos psicológicos a las mujeres que recurren a el, que las mujeres que abortan son irresponsables, entre tantos otros.
Así, cada historia va rompiendo esos imaginarios sociales que dejan sus huellas como marcas indiscutibles, selladas de por vida. A su vez, la voz de las organizaciones, de las feministas y de los varones antipatriarcales, sustentan un relato contundente: Yo aborto, tu abortas, todxs callamos, es un film esencialmente poderoso y estéticamente cuidado y amoroso.
Carolina es la primera en decir Yo aborté. La primera en romper con el estigma de la culpa. La primera en ganarle la batalla al miedo. La primera, pero no la única.
Madre e hija cuentan sus experiencias, ambas atravesadas por esa decisión que en algunas ocasiones se convierte, tiempo después, en un acto de autonomía.
Una joven mapuche cuenta de qué manera abordó su aborto junto a su pareja. Su testimonio nos ayuda a derribar el mito que dice que todas las mujeres que abortan son solteras. Su casa está enclavada en un territorio que defiende frente al avance de las empresas petroleras.
Una fotógrafa de nacionalidad boliviana, Ruth, relata en qué condiciones llevó a cabo la práctica: con información y contención. “La única manera en que yo creo que puede visibilizarse y dejar de silenciarse es haciendo cuerpo una misma”, dice para luego agregar: «Hay que decirlo y no tener miedo».
El relato de Verónica, por el contrario, nos sumerge en la realidad de las mujeres que viven en los barrios, allí donde el acceso a la información es escaso; donde la contención llega mediante el fundamental trabajo de las socorristas. Ella abortó con la ayuda de la consejería, mediante pastillas que posibilitan una interrupción segura y poco riesgosa. Sin esa necesaria contención, la suerte de Verónica hubiese sido otra, y su cuerpo sometido a una práctica en las peores condiciones.
“No tenemos la ley pero tenemos el poder”, afirman las activistas haciendo referencia al Misoprotol, medicamento que marcó un cambio de paradigma en relación al aborto. Su uso es ampliamente difundido y promovido por el Socorrismo.
La ex diputada nacional Cecilia Merchán también se detiene frente a la cámara para decir con seguridad: Yo aborté. Su testimonio es un aporte que profundiza en el debate que resta dar en el Congreso Nacional. «Hay un ejemplo que a mí me marcó a fuego. La hija de una mujer que yo alfabetizaba, en el mismo momento en que yo me salvaba, ella se moría en un aborto clandestino. Seguramente no tuvo ni el dinero para el taxi para llegar del barrio al hospital público, ni tuvo el dinero para pagar por un aborto seguro, y que todo lo que implica esta desigualdad es la clandestinidad y lo que permite que exista el crimen que 100 mujeres se mueran por año por una causa absolutamente evitable», expresa Merchán en el Trailer del film. Más de 60 diputados y diputadas acompañan con su firma el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo presentado por la Campaña Nacional, sin embargo la discusión en el recinto aún sigue demorada. Pese a ello, el movimiento de mujeres redobla, una y otra vez, una apuesta que se sabe difícil pero no imposible.
Lo que sigue, es la entrevista que enREDando mantuvo con la directora de este film “Yo aborto, tu abortas, todxs callamos”, Carolina Reynoso y producida por Santiago Nasif Cabrebra. Ella fue capáz de resignificar su propia experiencia de vida, según nos cuenta; aquel aborto que vivió con culpa se transforma en un acto que la colma de valentía; en una decisión autónoma que toma una mujer decidida a interrumpir su embarazo.
Una película abordada ya no desde el drama; sino desde la mirada de mujeres capaces de decidir sobre ese territorio -su cuerpo- que lucha por ser despatriarcado.
– ¿Cómo surge la idea de la película?
-Cuando estaba estudiando cine, mi profesor mi dijo que busque una temática que me interpele de una manera profunda porque iba a estar mucho tiempo con el tema. Hace unos años me había hecho el aborto y lo venía pensando de diversas formas, de una manera personal y privada pero también de una manera política. Estaba descubriendo que no era la única mujer que abortaba, que no era la única que callaba, que no era la única a la que me violentaban. Y yo no tenía todavía una militancia orgánica en el feminismo. Entendí que el tema era el derecho al aborto, y luego me terminé de convencer cuando observé que no había una película así en la cinematografía nacional. Encontré cortos militantes, después, en el medio, salió una película con testimonios pero con una estructura más militante. Yo quería hacer una película que forme parte de la cinematografía nacional, de hecho, presenté el proyecto al Instituto de Cine, y obtuve un premio para la producción. Estuve 1 año escribiendo el guión y la presento para el concurso en el INCAA. A partir de ahí comienza el recorrido. Lo que nos permitió el concurso es poder viajar por todo el país, mostrar diferentes mujeres y lograr cierta riqueza audiovisual estética, ese era un objetivo primordial.
-¿De qué manera fuiste resignificando tu propio aborto, tu propia historia de vida, y de qué forma, influyó este cambio en la manera de abordar la película?
-Fue todo un aprendizaje y un proceso enriquecedor, en algunas parte doloroso pero muy gratificante al final. Me fui encontrando con militantes que desde hace mucho trabajan a favor de la legalización del aborto, de organizaciones que hacen un fuerte trabajo territorial, teóricas que piensan el aborto desde hace mucho, todo eso contribuyó. Pero lo que realmente contribuyó a esa resignificación fue encontrarme con otras mujeres y empezar a ver la multiplicidad de formas que se puede vivir un aborto. Hasta ahora lo habai vivido como un drama. En realidad, lo que nos hace vivirlo así es la culpa, la estigmatización, la mirada social sobre nosotras, y especialmente el mandato de la maternidad. Hoy entiendo que en ese momento no quería tener un hijo, es un mandato con el que estamos luchando, pero cuando empiezo a entender todo eso, pienso en lo valiente que fui, a pesar de los miedos. Mi peor miedo era el de morirme. Es muy difícil hacer algo que conlleva ese riesgo, atravesar el miedo, las miradas, las propias culpas con las que convivís. Entonces empezás a sentir orgullo y ahí pude transformar mi aborto como una decisión autónoma de una adulta consciente que se juega por lo que cree que tiene que hacer. Ahí pude hacer el cambio.
-Y ese cambio personal modificó el abordaje de la película…
-Claro. Tarde cuatro años en hacerla, cuando podría haberla hecho en dos. Pero hubiese sido una película totalmente diferente. Me tomé mi tiempo, y en ese proceso de aprendizaje empezé a ver que tenía que hacer otra película de la que había pensado en un comienzo, que era mucho más dramática. Empezé a sentir la necesidad de hablar en primera persona y de vincularme con las otras mujeres. La idea de participar de la película estaba pensada desde un comienzo. Sabía que no teníamos que tener vergüenza o decir que habíamos abortado a modo de confesión, y fue ahí cuando me dí cuenta que le iba a pedir a todas que den la cara, entonces dije, bueno, yo también tenía que hacerlo. Creo que la operación política de esta película es que yo pudiera resignificar mi propio aborto y afirmar Yo aborté, haciendo también honor a toda la militancia feminista.
-¿De qué manera fuiste seleccionando los testimonios y las protagonistas de este film?
Primero hicimos una convocatoria por las redes militantes, y fuimos armando el universo heterogéneo que queríamos mostrar. Una vez, hicimos una convocatoria de fotos. Un fin de semana invitamos a quienes quisiesen venir para dar su rostro para la película, y se acercaron un montón de mujeres. Fue maravilloso. Y estaba Ruth que era la fotógrafa, y se quedó y nos dijo que ella quería dar su testimonio. La idea siempre fue poder mostrar esa complejidad que tenemos. Somos mujeres complejas y completas, y una de nuestras características es que en un momento de nuestras vidas decidimos abortar. Pero también hacemos muchas otras cosas. El aborto es un hecho importante, significativo que para muchas marca un antes y después, pero hacemos un montón de cosas, y las mujeres que abortamos nos somos de otro planeta. Somos tu amiga, tu vecina, tu novia, tu mama, tu hermana, tu tía. Eso es importante, somos todas nosotras.
–La historia de Verónica muestra también de qué manera el aborto se vive en los barrios, en los sectores más vulnerados y cómo allí también, entra en juego el mandato de la maternidad…
–Sí, Hay una hipótesis que tenemos que el mandato de la maternidad es mucho y más en las clases populares. Hay que ser cuidadosa con esto, porque también puede suceder que muchas de esas mujeres tengan otro proyecto de vida, y que nosotras, como mujeres burguesas intentemos oponer otra visión. Sí creo que los abortos suceden en las clases populares, que son las más indefensas a todo nivel, las más desprotegidas desde el Estado, desde su compañero, desde su comunidad, son las mas juzgadas, entonces hay más silencio, y más inseguridad, entonces, más muertes. Pero también creo que el día en que se legalice el aborto vamos a poder indagar algunas cuestiones más abiertamente, y ver que sucede con la maternidad, si estamos teniendo una mirada sesgada, las mujeres de clase media. Por ahora, instrumentalmente, y como táctica para la legalización del aborto, lo que puedo decir es que hay un mandato de la maternidad mucho más fuerte y un menor acceso a ciertas herramientas teóricas, simbólicas que hace que todo sea mas oscuro, más cerrado, más vergonzoso. El derecho al aborto es fundamental, porque se trata de un derecho humano integral. Verónica sin la ayuda del socorrismo, o hubiera incurrido en un aborto súper peligroso con un final terrible, o hubiera tenido otro bebe, el sexto hijo, viviendo en condiciones muy difíciles. Salir a militar el aborto en los barrios es fundamental y es necesario que las mujeres de los barrios puedan ir emponderándose. Por eso, es muy importante multiplicar el socorrismo en los barrios.
–La película está atravesada por la imposición del silencio a la hora de hablar de un aborto, en todos los testimonios…
–El silencio nos atraviesa a todas de diferentes maneras, pero no solo en relación al aborto. A las mujeres nos cuesta hablar de sexualidad, nos cuesta decir que nos masturbamos, que nos gusta tener sexo. Es interesante que las mujeres salgamos a decir que nos gusta éste cuerpo o éste otro. A veces también hay una falta de sororidad entre nosotras, no hablamos. Es importante que podamos construir otras relaciones, más allá de las diferencias. Entonces, me parece que las mujeres están silenciadas en un monton de aspectos, de la sexualidad en general, de lo que ambicionamos. El aborto es el emergente por definición. Muchas veces interviene la vergüenza y el deber ser.
–¿Por qué decidiste estructurar la película en relación a los mitos?
–Creo que los mitos son la columna vertebral del problema. Y es interesante ver cómo cada historia los vá derribando. El mito fundante para mí es aquel que dice que la ilegalidad del aborto frena los abortos. Y es ese mito el que hace que en Argentina haya 500 mil mujeres abortando en la clandestinidad, cuando el Estado debería hacerse cargo.
-¿De qué hablamos cuando nos referimos al aborto?
-Hablamos de una multiplicidad de cuestiones: de autonomía de los cuerpos de las mujeres, del poder de las mujeres sobre la reproducción, si no podés decidir sobre la cantidad de hijos que queres tener, probablemente no puedas decidir sobre otras cosas. Y por otro lado, está el poder de la Iglesia y la religión y el gran negocio de la corporación médica, ellos deciden si te vas a realizar un aborto, dónde y cómo. Por eso, yo recomiendo que toda mujer vaya acompañada por alguna organización o que consulten a las Socorristas en Red. Para que se legalice el aborto, son muchas cosas contra las que hay que luchar, pero eso no nos desanima, sino que alienta a seguir militando en la calle.
-En este sentido, ¿cuál crees que es el aporte que hace la película?
-Creo que la película aporta a que las mujeres entendamos que abortar es nuestro derecho, que no nos tiene que dar vergüenza, y que puede ser un orgullo incluso en relación al cambio positivo que puede generar en tu vida. Aporta a romper el silencio, y cuando dicen que la película no es expulsiva, siento que hay un objetivo político que está cumplido, para motorizar que es nuestro derecho.
-¿Por qué decidiste incluir el testimonio de la entonces diputada Cecilia Merchan?
–Creo que su testimonio fue muy importante para reforzar la idea que dónde falta discutir y debatir es en el Congreso. Por eso creemos que es importante que quien fue diputada hable en esos términos.
-¿Qué te llevó a incorporar la charla con tu mamá?
-Cuando estaba haciendo la película pensé que tenía que decirle a mi familia que yo había abortado. Ellos no lo sabían. La verdad que cuando finalizo la entrevista con mi mamá no pensé que podía ser un relato valioso para la película. Pensé que el relato no tenía estructura. El momento fue super emocionante. Esa fue la única escena que yo no edité sino que lo hizo la montajista. Realmente me dá mucho orgullo haber podido decírselo mientras rodaba la película. El vínculo entre una hija y una madre es conflictivo, lo importante es hablar, no dar por supuesto cosas. Es necesario resignificar la relación con nuestras madres, con todas nuestras dificultades.
– ¿Qué recorrido está haciendo la película?
-El recorrido es fabuloso. Por un lado se proyecta en los espacios Incaa, donde es importante porque es un logro político. Pero es interesante lo que surgen en las proyecciones organizadas por organizaciones de base o ir a centros culturales en los barrios, ver cómo las mujeres se enojan, discuten, se emocionan, se abrazan. Realmente recibo muchísimo amor y reconocimiento. Muchas mujeres se acercan para contar que ellas abortaron y que nunca antes lo habían podido decir, o que se sentían con culpa por haber sentido un alivio cuando lo hicieron y que gracias a la película se daban cuenta de que no eran malas por sentir eso. Y eso no te lo paga nadie, ni con ningún premio, ni con ninguna plata. Eso es algo que te queda.
-¿Qué significa decir YO ABORTE?
-Yo aborte significa decir soy una mujer que lucha por sus derechos, que se enorgullece de sus prácticas, soy una mujer que no quiere que se silencia a una mujer más como me silenciaron a mi al momento del aborto, y soy una mujer que no los va a dejar tranquilos hasta que legalicen el aborto.
Contacto: Facebook Yo aborto, tu abortas, todxs callamos
Sitio web http://yoabortotuabortastodxscallamos.blogspot.com.ar/
3 comentario
¿Para que callar? si ya vimos que a los desgraciados les da igual nuestras muertes, nos usan de máquinas de parir, nos mienten con que nos quieren, nos desprecian, nos bastardean, NOS TOCA HACER LA NUESTRA.
pareciera que se sienten orgullosas de haber abortado su tendencia a normalizar una situación tan triste como abortar me da a pensar que son masoquistas matar un ser vivo en nuestro interior no es para enorgullecerse es preciso evitar que las mujerres y se conviertan en asesinas de sus propios hijos. prevenir embarazos no deseados debería ser su bandera y no tendrían oposición alguna se confunden.-
PERDÓN POR SER SINCERA Y NO MODERADA COMO DICEN EL ABORTO ES UN CRIMEN SEGÚN ENTIENDO HAY VIDA EN EL FETO AUNQUE DIGAN QUE NO SI NO HAY FETO NO HABRÁ PERSONA.ME GUSTARÍA ENCONTRAR A ALGUIEN CON QUIEN PODER INTERCAMBIAR IDEAS PERO DE MANERA RESPETUOSA LO QUE VI EN EL ENCUENTRO DE MUJERES REALMENTE ME DA VERGUENZA AJENA Y NINGUNA PERSONA QUE ESTA A FAVOR DEL ABORTO PUEDE DEFENDER SU POSTURA INTELIGENTEMENTE SERA PORQUE NO HAY FUNDAMENTOS?
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