La Orquesta de niños de Barrio Triángulo cumplió 10 años y lo celebró con un maravilloso concierto en el Teatro el Círculo. Desde el año 2012, forma parte del Programa de Coros y Orquestas Infanto-Juveniles por el Bicentenario. El espacio creció a fuerza de empuje y militancia, realzando sus voces y reclamos a lo largo de estos 10 años. Hoy, 110 niños y niñas integran la Orquesta: un verdadero proyecto social a través del arte.
Por Malena Montenegro
“¡Vamos chicos!”; ¡una foto, dale!; ¡yo ya estoy profe!; “cuidado, no aplastemos las flores”; Hija, ¿vos te quedas con la profe?… alborotadas risas se corretean entre camarines. Los profesores afinan al unísono, rápido y con oficio.
En un rincón, los más chiquititos se concentran y se desconcentran con compromiso: gritan y hacen ronda en canastita para aflojar el cuerpo.
Últimas corridas. Todos toman sus instrumentos dejándolos empañados de ganas. Algún que otro niño espía por un agujero del telón la enormidad del teatro El Círculo. Toda la barriada acomodándose: los amigos de los amigos, compañeros, estudiantes de carrera, funcionarios, los que se la juegan de verdad. Todos estan allí: en la presentación de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil “El Triángulo” que sonó con gran emoción en el festejo de sus 10 años de vida.
“Nacimos en el 2004 por la inquietud de padres, alumnos, docentes, organizaciones sociales ligadas al barrio Triángulo y a la escuela 518 Fray Mamerto Esquiú”, empieza a contar Evangelina Gaido, directora musical de este proyecto. Se llaman como el barrio de donde son: barrio Triángulo, al sur de Rosario entre las vías, Avenida Uriburu y Avenida San Martín.
A los tres días de cumplir el sueño de tocar en la sala más imponente – y ya descansada -Evangelina recuerda: “Arrancamos de manera muy humilde, con muchos chicos (65) y poquitos instrumentos (15). Por lo tanto nuestro primer concierto lo hicimos tocando en 4 tandas de a 15 niños. El público fue súper bueno: escuchó 4 veces las mismas 2 canciones que aprendimos en 3 meses, y muy desafinadas como toda orquesta que inicia con niños”.
Triángulo pertenece desde el 2012 – y por una merecida excepción – al Programa de Coros y Orquestas Infanto-Juveniles por el Bicentenario, implementado por el Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe, en coordinación con la Dirección Nacional de Programas Socioeducativos del Ministerio de Educación de la Nación. Parece un trabalenguas, pero así lo aclara la directora musical: “Nosotros estábamos en otro programa y un día nos dijeron que no estábamos más, pertenecíamos al Programa Social de Orquestas Infantiles de la entonces Secretaría de Cultura de la Nación”. Este espacio otorgaba en préstamo instrumentos y una “pequeña remuneración” para los profesores.
“¡En abril de 2012, con la orquesta – que ya hacía 8 años que funcionaba – nos dicen que ya no nos iban a pagar más!” – con seriedad narra Evangelina. y continúa – “ahí estaba este programa de gestión mixta para el Bicentenario en el que insistimos mucho para poder incorporarnos, porque somos una de las orquestas más viejitas del país y este plan, en realidad, busca fundamentalmente crear orquestas nuevas; entonces para nosotros hicieron una justa excepción, por lo tanto lo valoramos mucho porque tenemos una historia, y con esto decidieron a su vez, valorar el trabajo de la gente y que el barrio tenga su orquesta”.
Desde entonces, en Triángulo dieron un gran salto en calidad y organización. Pudieron multiplicar la cantidad de días y pasaron a tener clases de lunes a viernes, más los sábados de ensayos. “Esto permite que los chicos tengan más contacto con los instrumentos, además de lograr incorporar más alumnos; porque en un momento llegamos a tener 200 en la lista de espera”, dice Evangelina Gaido, siempre con sus ojos emocionados y su incansable voz, tal como su manera de dirigir la batuta para los más de 110 niños, niñas y jóvenes que componen actualmente la orquesta.
Entre ellos, también están los que vienen de distintas instituciones: Escuela de Enseñanza Secundaria Orientada Nº 514 “Madres de la Plaza 25 de mayo”; Escuela de Enseñanza Primaria Nº 1276 “Martha Salotti” y de la barriada en general.
A partir de las 6 de la tarde, después de la finalización del horario escolar, al caminar por una calle u otra de la ochava donde se ubica la Escuela 518 (Garay 5401), se puede oír cómo “las tardecitas en la escuela” se asoman por las ventanas: “hay todo un folclore instalado porque, por ejemplo, los vecinos valoran mucho que esté la orquesta ya que hace un tiempo atrás en esta esquina se juntaba una barra ‘fea’, los chicos andaban solos, o encerrados, como era años atrás, en los cybers; ahora están los papas con sus hijos, los vecinos nos cuidan, dejan sus negocios prendidos, se preocupan cuando no vamos” – cuenta Evangelina – “esto hizo también que se arrimen chicos de otras zonas cercanas, cuando a veces cruzar una vía implicaba atravesar hasta otra cultura tal vez; el barrio en ese sentido está muy orgulloso”.
Desde hace 10 años la orquesta funciona, también, porque hay una comisión de padres: “desde el primer día dijimos que tenemos que trabajar palmo a palmo los profes con los papas, ya que cuando empezamos no había ni siquiera alguien para que nos abriera la puerta. La directora de la escuela me dio en su momento con mucha confianza y riesgos a la vez, las llaves y el código de la alarma porque los porteros se iban a las 6 de la tarde y nosotros arrancábamos a esa hora, es decir, era complejo estar en una escuela tan grande en esos inicios con 60 niños y nosotros siendo 7 profesores” – cuanta Gaido y agrega – “Los chicos eligieron los instrumentos, los padres se fueron a la cocinita y se empezó a armar un germen muy importante porque todos juntos entendimos la idea de que había que ser protagonistas para defender la educación de los niños”.
Este grupo de padres se centró en la necesidad de brindarles una merienda a los chicos y durante la presentación que hicieron en El Círculo todos trabajaban y disfrutaban sin parar; “veíamos que si un niño había entrado a la una y media del medio día a la escuela y se iba a ir a las 8 y media de la noche, por más que en la escuela tomara una leche, más tarde, tipo 6 y media tenían que tomar otra; entonces eso nos fortaleció para pensar en equipo, y más adelante ellos mismos se preocupaban en armar reuniones o luchar por más instrumentos”.
Triángulo no funciona con la verticalidad de lo que sería, tal vez, una orquesta tradicional. Al contrario, se percibe el trabajo solidario y organizado para comprar alimentos, ir negocio por negocio del barrio para presentarse y generar lazos u obtener donaciones.
Juancito
“Se acercó un día Juancito, ya jubilado para dar una mano y justo nos habían donado una trompeta que estaba muy pero muy viejita – siempre decimos que esa trompeta había estado en la batalla de San Lorenzo por el estado que tenía – si bien él se había ofrecido para ayudar (no por una necesidad laboral) pero para nosotros todo trabajo tiene que ser remunerado. Peleamos y peleamos para que Juan sea incorporado hasta que hoy al menos cobra algo aunque sea muy poquito” – explica Evangelina y agrega –“todos cobramos muy poquito. Fueron muchos años, desde el inicio, duros, peleando por la estabilidad, uno la sigue remando siempre porque el Estado debe hacerse cargo de estos proyectos que hacen bien, sanan, lo hacen, pero hay que luchar por mejores condiciones, no por nosotros, sino por la continuidad del proyecto en el barrio.” Los chicos a través de esta educación no sólo pueden aprender un instrumento, sino que es una alternativa pedagógica para que estén en la escuela, transformen la realidad violenta en días de diversión al ritmo de la música.
“Para nosotros lo más importante es que pudimos afianzarnos en la idea de pensar acciones concretas” destaca Gaído orgullosa por los 10 años que llevan con la orquesta barrial. “El año pasado fuimos a San Martín de los Andes a un encuentro de orquestas al que nos venían invitando todos los años y nunca podíamos ir. Para llegar hasta allá todos hicieron muchísimas movidas autogestionadas: “vendimos bonitos, tocamos en la peatonal, hicimos la campaña ‘Del kilómetro’ donde cada bono de $10 nos acercaba 1 kilómetros a cumplir nuestros sueño”. Y en el pensar metas concretas fue que surgió la idea de festejar a lo grande sus 10 años. “Ahora el próximo paso es, para el año que viene, construir nuestro propio salón de ensayo porque estamos muy apretados.”
Cómo se organizan
“Los chicos tienen clases de instrumento, de lenguaje musical (ahí aprenden a decodificar las partituras), de cámara (que son ensayos más chiquitos), ensayos de orquestas, talleres grupales por instrumento y así nos presentamos en la función en el teatro” detalla Evangelina. Por otro lado, dada la cantidad de chicos que constantemente se arriman para empezar a tocar un instrumento y por cuestiones complementarias y pedagógicas también está el taller de expresión corporal.
“Es un acuerdo pedagógico que hicimos con la escuela Isabel Taboga: los futuros docentes de 4to año hacen la residencia en la orquesta y una vez por semana dan estas clases para los que empiezan el primer año en la orquesta” – y sigue – “ los chicos disfrutan y se divierten muchísimo de esto también, los desinhibe, los afloja porque el cuerpo es para crear, para jugar, para comunicarse y no para golpearse o competir; en la orquesta todo el tiempo hay que coordinar el cuerpo de uno con el del otro: los movimientos, los brazos, los arcos de los violines, compartir el atril…”
Origen
Esta idea de trabajar mediante la música está basada en un modelo pedagógico de Venezuela al que Derna Isla (también directora de orquesta) accedió a través de una beca. Luego la empezó a compartir en Rosario para distintas escuelas de barrios vulnerados. Derna también formó parte del proyecto de escuela orquesta en Ludueña pero desde hace 4 meses aceptó un cargo en el Programa de Orquestas y Coros de la provincia.
“Era una reivindicación, una prioridad, que estos niños tan humildes pudieran acceder a tocar estos instrumentos. No porque pensemos que la formación orquestal centroeuropea sea más valiosa que otras agrupaciones orquestales; uno puede armar una murga y armar un proyecto; la música es una herramienta, un camino, un fin. Y por eso nosotros nos definimos como un proyecto social a través del arte” cerró con alegría y seguridad, Evangelina Gaido.