Presentación de la Revista Apología Nº 10.
-La palabra es un insecto de palabras: lectura de textos a cargo de Juan Rodriguez, Petula, Marcos Mizzi y Joaquín Galeano.
ENTRADA GRATIS. Bar Lucuma, Zeballos 1165. 20.30 hs
En este número de Apología:
*Inaugurar la intensidad; nota editorial.
*El Portón gris: crónica sobre Refenería. Un retrato de la era de la segregación.
*Los pibes en la ciudad del matadero: la vida en las calles de los desamparados. El encierro y de nuevo el desamapro: Los chicos del IRAR, Instituto de Recuperación del Adolescente Rosarino, y el antes y después de su pasó por cárcel de menores.
*Los Okupas en la dictadura inmobiliaria: reflexiones de la actualidd okupa. Historia del movimiento en Rosario. Derivas y lucha política.
*La mirada de la espera: entrevista con el fotógrafo Hernán Maestrutti.
* Las paredes del Irar son las paredes de la sociedad: fotorreportaje sobre la cárcel de menores.
Cárceles, derechos. Fugas y sociedad. ¿De qué estamos hablando?: apuntes sobre la cárcel, la libertad y las luchas en el contexto de la propiedad privada.
*Dolor de las calles hazme brillar: recorrido por barrio Hospitales; las preguntas por la muerte. Villa La Lata y los legendarios correntinos que décadas atrás fundaron el lugar.
*Un puerto Desahuciado: La Plaza Sarmiento y un mundo naúfrago.
*Las inmundas telarañas del poder: la cárcel como depósito de pobres.
*»Elige tu propia aventura»: reflexiones sobre el devenir de las luchas de la micropolítica, la real politik. y la revolución.
NOTA EDITORIAL de este número: Inaugurar la intensidad
Aún teniendo en cuenta los cambios ideológicos y estéticos a los que invita el paso del tiempo, el núcleo vital de la revista sigue siendo el mismo: inaugurar terrenos discursivos cuyas lecturas aventuren, propongan, interroguen y hasta reclamen nuevos espacios existenciales.
El recorrido por un barrio, la charla con dos chicos presos, el entusiasmo por un músico que vibra de misterios con su guitarra y hasta las charlas con algún intelectualón son posibilidades de agujerear la dura y fría pared de palabras que con se viste al mundo para hacerle olvidar su capacidad de conmoverse.
Si publicamos un ensayo, en el mejor de los casos, será para buscar nuevas preguntas tanto políticas como existenciales (sabemos la difusa frontera que existe entre ambas expresiones). Si hacemos una nota sobre los marginados que pasan sus días bajo un puente, trataremos de no hablar de ellos y, nunca jamás, por ellos. La búsqueda, la intensidad, es la posibilidad de un diálogo.
Si la problemática es la cárcel, podemos entrevistarnos con un juez, un sociólogo o un trabajador social – tal como ocurre en una de las notas de esta edición – pero vana será toda profundización teórica si no hablamos con los presos mismos.
En épocas de creciente institucionalización de los distintos ámbitos de la vida, quizás la potencia de estas páginas resida en la charla callejera, en el rumbo que se permite a sí mismo extraviarse y en la posibilidad de perder el tiempo. En días donde la palabra muchas veces solo tiene un valor informativo, la apuesta es entonces por inaugurar conversaciones que permitan encender las pasiones que nos habitan. En contextos donde el dinero y la propiedad se erigen como única posibilidad de futuro, la tentación es mostrar aquellas experiencias vitales que, aún en medio de un mundo segregado, crean mundos solidarios que proponen futuros diferentes pero también presentes diferentes.
Agilizar la crítica e inaugurar en intensidades el mundo en que vivimos. Esa es la acción – o debería serlo- de lo que en definitiva somos: un medio de comunicación.
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