Impactos del modelo de desarrollo en los «desastres naturales»
Las actuales crecidas de los ríos Iguazú, Uruguay y Paraguay ya afectaron a más de 15 mil personas en nuestro Litoral. Pescadores y pobladores costeros, una vez más, lo pierden todo. Zonas en emergencia y falta de políticas preventivas. ¿Cuáles son los impactos del actual modelo de desarrollo en estos desastres, que no son simplemente “naturales”?; ¿Cómo afectan las mega represas y la deforestación en el libre escurrimiento de las aguas?. Conversamos con Elba Stancich, activista de Los Verdes, quien durante años coordinó el área Agua y Humedales en Taller Ecologista.
Con el agua en la cintura, una señora carga bolsas de consorcio, una garrafa y un colchón en una desvencijada canoa. Dos nenitos la ayudan.
Arriba de un techo de chapa, una pareja joven con tres chicos, esperan ser evacuados. Su barrio quedó desdibujado con el paso del agua.
Unas detrás de otras las imágenes se superponen. Fotos aéreas, videos viralizados por miles. Las redes sociales y la amplificación del dolor. Falta de políticas de prevención, tragedias que se repiten.
En las provincias de Misiones, Formosa, Corrientes, Chaco y Entre Ríos son más de 15 mil las personas evacuadas y al menos tres fallecieron. En Santa Fe, desde la histórica inundación de 2003, cada 29 de abril, la Asamblea de Inundados continúa exigiendo juicio y castigo a los responsables políticos por las 158 vidas perdidas tras el desborde del río Salado.
Las grandes lluvias y fenómenos climáticos, sin embargo, no son simplemente “naturales” como en general se presentan, se encuentran estrechamente vinculados con el actual modelo de desarrollo extractivista y depredador que de norte a sur de la Argentina y del continente, cual topadora, arrasa con múltiples ecosistemas, sobre tierra firme, bosques, ríos, mares. Destruyendo nuestra casa grande y los bienes comunes, en función del “desarrollo”.
Un antes y un después
“En el mundo se estima que hay entre 40 y 80 millones de personas desplazadas a causa de las represas. Es muy grande la variabilidad de la cifra, ni siquiera es algo que está suficientemente estimado porque las represas afectan no sólo a las personas inundadas directamente, los impactos son aguas arriba y aguas abajo. Al interrumpir el escurrimiento natural del río se altera absolutamente la biodiversidad de lo que inunda, como dentro de las aguas. Los peces que migran ya no pueden hacer esas trayectorias, y eso altera el ecosistema acuático del río”, nos explica Elba Stancich, activista de Los Verdes, ingeniera y docente, quien durante años fuera coordinadora del área Agua y Humedales de la organización Taller Ecologista.
Dentro de este panorama, Elba menciona también los impactos sobre el tejido social de las comunidades ribereñas, las cuales, a partir de estas mega obras ven afectada su vida, su economía, los vínculos, el acceso a la pesca y todo el universo cultural alrededor al río.
“Durante todo el Siglo XX hubo 5 grandes crecidas, que algunos las consideran como extraordinarias, incluso superaron el caudal de 50 mil metros cúbicos en el río Paraná, esta vez el caudal fue menor. Lo que ahora es notorio es el aumento de la frecuencia y la intensidad. De estas grandes crecidas, la primera se dio en 1905 y las otras de 1980 en adelante. Además últimamente está costando predecir estos fenómenos”, referencia Stancich.
En relación a las altas lluvias ocurridas en toda la Cuenca del Iguazú, en la parte de Brasil, destaca que en un solo día llovió lo que generalmente llueve en tres meses, alteración que atribuye al cambio climático. “Imaginate toda esa cantidad de agua para ser evacuada y a eso sumale todo lo hay de deforestación y del manejo operativo de los embalses. Se da una conjunción de causas naturales que están intensificadas por cambios que nosotros hemos estado haciendo, fundamentalmente vinculados a la deforestación”, agrega.
La Selva Paranaense, antiguamente cubría y protegía la cuenca del Río Iguazú, la deforestación comenzó en tiempos de la colonia y continua hasta nuestros días, habiéndose intensificado hace décadas con la introducción del modelo extractivista y de los agronegocios. “La selva actúa como retención de las lluvias y permite una mayor infiltración. Al sacar toda esa masa vegetal, hay menos infiltración y el escurrimento además erosiona, arrastra suelos. El color de las cataratas -cuando se desbordaron- era rojo, eso es suelo, se sigue degradando el suelo y eso es producto de la deforestación”, observa Elba, agregando que se trata de impactos acumulativos, que afectan sobre todos a las comunidades que viven a la vera de los ríos.
“Lo que se destruyó, se destruyó para siempre, por más que después lo reconozcan o hagan un trabajo de reparación. Se estima que el 60% de los ríos del mundo están fragmentados a causa de las grandes represas”, nos dice Stancich.
La mayor parte de las empresas hidroeléctricas del mundo buscan generar represas para abastecer energéticamente sus industrias y emprendimientos mineros, no para satisfacer la necesidad de la población que no accede a la energía. “La energía es un derecho, todos necesitamos acceder a ella para vivir de manera confortable, pero ¿a qué costo? ¿Cómo nos planteamos programas de eficiencia energética, para no despilfarrar?. Hoy no tendría que haber programas de construcción que no contemplen aspectos bioenergéticos y bioclimáticos, así como paulatinamente aumentar las fuentes de energías renovables y dejar atrás las fuentes de energía a base de combustibles fósiles”.
En Brasil, sobre el río Iguazú hoy operan cinco hidroeléctricas de gran porte: Foz do Areia, Segredo, Salto Caxias, Salto Osório y Salto Santiago. Una sexta, “Baixo Iguazú”, se encuentra en construcción, está ubicada a 70 kilómetros aguas arriba de las Cataratas.
En el caso del río Paraná en esa región, Stancich rescata el trabajo de la represa Itaipú, que generalmente trabaja en articulación con Yacyretá en cuanto a las señales de alerta antes de erogar agua y que cuenta con Programas de restauración de la cuenca, como el llamado “Cultivando agua buena”, que llevan adelante con las comunidades de la región y “representa un trabajo inédito en todo el mundo”.
Movimientos sociales torciendo la historia
La cuestión de fondo sigue siendo cómo resolver el acceso al agua y a la energía en el largo plazo y en términos sostenibles. A nivel público aún no se vislumbran propuestas para cambiar la matriz energética, virando hacia la producción de energías limpias.
Como sucede con otros temas, sigue siendo la organización social la que logra frenar el avance de las corporaciones y de alguna manera empieza a torcer esta historia de permanente acumulación de riquezas y de daños irreparables. Recientemente en el sur chileno, el movimiento anti represas Patagonia Rios Libres, logró que el gobierno de Bachelet cancele el proyecto de la empresa Hidroaysén, mediante el cual se construirían 5 represas sobre ríos de la patagonia chilena.
“Chile nos acaba de dar un ejemplo. Este proyecto llevó 8 años de resistencia por parte de vecinos, de organizaciones. Esta es una victoria fantástica para el movimiento anti represas. Nosotros tenemos el caso del Paraná Medio, que fue una lucha exitosa, claro que hay grietas y más en nuestros países con un potencial para generar energía limpia a través del viento y del sol”, analiza Stancich.
“La gente de Misiones y de Corrientes también está dando una lucha sostenida en contra de las represas de Corpus y Garabí. El año pasado hizo en Misiones una marcha que duró una semana, donde participaron vecinos de Misiones, Corrientes, Brasil. No quieren más represas, ya tienen el ejemplo de Yacyretá con todos los impactos que ha ocasionado. Además tienen una propuesta de lo que quieren para su provincia, más bosques, el rio que corra, trabajar en su provincia con ríos libres”, dice Elba, esperanzada en los cambios posibles a partir de la participación social.
En este marco, del 20 al 26 de octubre próximos, la Mesa provincial del No a las Represas, realizará una Consulta Popular en toda la provincia de Misiones. A partir de esta iniciativa se ofrecerá información y materiales sobre las consecuencias de las represas, buscando abrir un debate serio y con fundamentos científicos sobre este tema impostergable.
Ley de humedales: a mitad de camino
Desde la Alianza Ecosistemas – Argentina, organización integrada por numerosas organizaciones ambientales, en este momento continúan reclamando el tratamiento del proyecto de Ley de Protección de Humedales, ingresado al Congreso de la Nación en noviembre pasado, que se encuentra parado en Diputados.
“Proteger los bosques y los humedales son temas sumamente importantes para la adaptación al cambio climático, es fundamental que se conserven estas áreas con todas las funciones. Los humedales actúan como esponjas y son grandes reguladores de las crecidas de agua. Es indispensable mantener estos sistemas con todos los servicios que ellos nos proveen. El proyecto de ley apunta a que no se pierdan más superficies de humedales en el país”, nos dice Elba Stancich sobre esta lucha también nacida al calor de organizaciones que trabajan en red abrazando a esta casa grande, múltiple y heterogénea llamada Tierra.