El Frente para la Ciudad Futura presentó públicamente en el Distrito Siete un proyecto que pretende meterse de lleno en la discusión sobre la normativa de los espacios nocturnos, e ir más allá, poniendo sobre la mesa la dimensión cultural del debate.
Por Frente Ciudad Futura
Hace ya 2 años como movimiento y en plena conformación del Partido para la Ciudad Futura (y también en pleno desalojo del Tambo la Resistencia), decidimos apostar a la construcción del proyecto del Distrito Sie7e. Uniéndonos a la Sala Cultural Mano a Mano buscamos consolidar y profundizar un proyecto cultural, esta vez en el centro de la ciudad.
El D7 fue la forma de incursionar en un nuevo territorio que, como siempre dijimos, no se trata de un pedazo físico de tierra sino de lógicas de poder, de sentido, de tramas sociales. Y desde ahí, con los pies en territorio, es que fuimos descifrando ese mapa complejo de la cultura en Rosario.
Entre clausuras a locales, polémicas por habilitaciones y controles, reuniones en el concejo y notas en medios de comunicación, la discusión por “La noche rosarina” se pusó sobre la mesa. Se discuten horarios, capacidades máximas, si se baila o no se baila, las inspecciones, las quejas de los vecinos, etc, etc.
Como Frente para la Ciudad Futura creemos que hay una dimensión fundamental de la discusión que está quedando por fuera y que no incluye a los bolicheros ni dueños de bares que hasta ahora se ha convocado a debatir. Hablamos de los Espacios Culturales que abundan en la ciudad y generan día a día, noche a noche, un sin fin de actividades que, por la lógica misma de una ordenanza que regula el “entretenimiento”, quedan en un marco legalidad difusa, ya que deben acomodarse a figuras legales que poco tienen que ver con la diversidad de actividades que desarrollan.
Qué se discute
La ordenanza que hoy está en debate es la que regula los espectáculos públicos y parte del concepto de regular el “entretenimiento”. Bajo esta lógica las discusiones terminan por centrarse en si en un espacio “se baila o no se baila” o si este genera o no ruidos molestos. Discusión la cual, llevan adelante nucleamientos de diversos empresarios de la noche y el entretenimiento, con una preocupación ligada a mejorar sus ecuaciones económicas.
De esta manera el Estado sólo aparece en su rol de control, y se piensan figuras como los registros de oposición o adhesión para solucionar los problemas.
La discusión que falta
Somos muchos los espacios que, con diferentes características, trabajamos alrededor de la cultura. Con producciones musicales, teatrales, muestras, presentaciones, talleres, seminarios, etc. Un sin fin de actividades que nos ligan a la cultura.
La preocupación, la razón de ser de estos espacios, no está ligado a un buen negocio, o un interés netamente económico. Aquí lo artístico/cultural es la preocupación primera, inclusive por sobre la comercial. Evidenciado no solo en el tipo de actividad que allí se realiza, sino por el trato y las formas de trabajo que se ofrecen a aquellos que participan del espacio, como músicos, productores, talleristas y artistas en general.
Se trata de espacios autogestivos y no de empresas. Con una vida cotidiana y una preocupación, la promoción de la cultura, que poco tiene que ver con lo que comunmente te entiende por “la noche”, pero que sin embargo nos vemos regulados por la misma ordenanza.
La clave está en poder diferenciar entre aquellos que piensan la actividad recreativa y la noche como una forma de generar ganancias, y quienes pensamos y accionamos en la cultura para su promoción. Que proyectamos nuestros espacios en una lógica más parecida a una institución, abierta a su entorno, a generar identidad, que a un emprendimiento comercial que en el mejor de los casos no genere ruidos molestos.
Y es allí donde creemos que el Estado debe aparecer de otra manera. Para apoyarlos, para promoverlos.
El municipio, que históricamente hizo de la cultura una bandera, ha dejado a estos espacios solos ante un ambiente sumamente hostil: coimas, policía corrupta, narcotráfico, inspecciones discrecionales y una normativa caduca que pretende hacer cumplir a rajatabla. Y no casualmente, cada vez que aparece la discusión de la noche, estos espacios culturales nunca aparecen en ella.
Esa es la realidad que vive la cultura y los espacios culturales en Rosario y la que pretendemos transformar.
Lo que proponemos
Así es que impulsamos el proyecto de CLUB SOCIAL Y CULTURAL, para enmarcar la actividad de los Espacios Culturales. Un proyecto que ya está siendo debatido y puesto en consideración por casi una decena de espacios, y que pretende generar una discusión aún mayor en la ciudad.
Es de vital importancia generar una legislación clara al respecto ya que pretendemos que se multipliquen las experiencias y no que sea un lugar donde se escondan empresarios en busca de un mejor rédito económico.
En ese sentido promovemos algunos puntos a discutir y debatir en el camino:
Parámetros de producción: los Clubes Sociales y Culturales deben garantizar un mínimos de actividades que son las que justamente le dan identidad ya sean espectáculos en vivo, talleres, muestras, etc.
Cantidades máximas: analizar las escalas de trabajo que diferencian estos espacios de los grandes emprendimientos. En la ordenanza de los clubes de música (CABA y Santa Fe) que buscan objetivos similares, se habla de 300 personas. En la Ley MECA de unos 500 como tope.
Horarios de funcionamiento: para promover esa identidad y lógica integrada al barrio, no podemos pensar un espacio que solo funcione los fines de semana por la noche. Por ende es necesario debatir en torno a los horarios de funcionamiento, incluido el de cierre.
Figura legal de gestión: al tratarse escencialmente de espacios que no son una empresa con dueños y empleados, la figura de gestión (cooperativas, asociación civil, etc.) implica una formalización de ese tipo de funcionamiento que permita diferenciar de un emprendimiento comercial clásico.
Rol del Estado: es fundamental que estos espacios reciban un apoyo de parte del Estado. Hoy todo aquel que quiere formalizar una experiencia cultural se topa con miles de trámites y requisitos que más que una forma de regular la actividad se vuelven un impedimento a la hora de formalizarse. Asesoramiento técnico, exenciones impositivas, apoyos económicos entre muchos otros son mecanismos que el Estado puede implementar en la promoción de los Clubes Sociales y Culturales.