La familia pide justicia
El asesinato de David Moreira generó un gran impacto en una sociedad saturada de violencia. Sus familiares y amigos piden justicia luego de que un numeroso grupo de vecinos decidiera terminar con la vida del joven de apenas dieciocho años.
Por Martín Stoianovich
No eran más que veinte personas reunidas en la esquina de Tribunales Provinciales de Montevideo y Balcarce. Algunas pancartas dejaban ver al transeúnte habitual de qué se trataba el pequeño tumulto que se iba amontonando sobre la vereda misma del edificio. El cielo permanecía cubierto cargando con las grises nubes que de a ratos cubrían la mañana de este viernes 28. El mismo clima se percibía en el rostro de cada uno de los integrantes de ese grupo de personas que resultaban ser los familiares, amigos y vecinos de David Moreira. Pedían justicia, pedían conocer qué fue lo que sucedió, por qué sucedió y quiénes lo hicieron.
La reconstrucción de los hechos a través de los medios de comunicación, de las redes sociales, las fuentes policiales y los propios vecinos, dice que el sábado 22 cerca de las cinco de la tarde, David Moreira, de barrio Empalme Graneros y de 18 años recientemente cumplidos, fue derribado de una moto por un automóvil luego de que intentara robarle la cartera a una mujer de 21 años que cargaba en sus brazos a su bebé en una calle de barrio Azcuénaga. Acto seguido, con David en el suelo y el otro presunto implicado ya dado a la fuga, un repentino acumulamiento de vecinos alrededor del joven terminó en una golpiza brutal. Patadas, trompadas y quemaduras con cigarrillos fueron algunos de los vejámenes a los que se sometió a David mientras yacía indefenso, desarmado y prácticamente inmovilizado. Los agresores eran vecinos del barrio que creyeron tener la potestad de decidir qué hacer con el supuesto ladrón de carteras. Aún, no hay datos certeros acerca de quiénes fueron los atacantes, tampoco hay acusados y mucho menos imputados.
El artículo 18 de la Constitución Nacional asegura: “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales”. Líneas después, en el mismo artículo, se establece que la pena de muerte queda abolida para siempre, como así también toda especie de tormentos y azotes. Claro que hablar hoy de la Constitución Nacional como material respetado a rajatabla sería un descuido, una hipocresía, pero de todos modos así permanece establecido lo que en horas de proceso regirá ante la ley. Por otro lado, lo que sí se asegura en el Código Penal de la Nación Argentina es que las agresiones físicas en las que toman parte más de dos personas, que devienen en muerte o lesiones, tendrán como autores a todos los que atacaron al ofendido y serán condenados en debido proceso, sobre todo cuando no se actúa en legítima defensa.
David no tenía antecedentes penales y estaba desarmado cuando fue atacado, enjuiciado y condenado a muerte en cuestión de segundos por la misma sociedad a la que pertenecía. No hubo un patrullero o representante de la ley hasta momentos después en que su cuerpo no era más que una masa inconsciente y agonizante. La ambulancia tardó en llegar, y el joven murió tres días después a causa de los terribles golpes que le ocasionaron ruptura de cráneo y pérdida de masa encefálica más lesiones graves en otras partes del cuerpo. Sus padres pudieron reconocerlo por un tatuaje con las iniciales de sus hermanos que David se había hecho hace poco tiempo en una de sus piernas.
Una polaridad como causa y consecuencia
En la mañana en que los familiares y amigos de David Moreira se hicieron presentes en Tribunales Provinciales, quienes encabezaban la movilización eran sus hermanos y su abuela materna. Sus padres, ni bien pudieron ingresaron al edificio a hablar con el fiscal de la causa Florentino Malaponte. “Estamos esperando justicia, no pueden matar así a un chico de 18 años. Queremos que se limpie su nombre porque no era un ladrón, y si así lo fuera nadie tiene derecho a matarlo”, decía su abuela Mónica en conversación con este cronista mientras buscaba consuelos que pudieran frenar sus lágrimas. La foto de David paseaba en las pancartas que sostenían sus amigos. Lucas, uno de ellos, expresó: “Era un pibito muy laburador para la familia. Su vida eran los hermanos, la madre y si le quedaba un tiempito sus amigos. Siempre se hizo querer en el barrio, en Santa Lucía o en Belgrano”.
Según cuenta su abuela, David era peón de albañil y en estos días se encontraba trabajando en una obra en Roldán. “Hasta su patrón va a venir a declarar si hace falta”, explicaba la señora convencida de que su nieto no necesitaba robar. Incluso, decía que David había decidido abandonar la escuela para poder ayudar a la familia trabajando. De todas formas, su abuela entiende que probablemente haya aspectos de David que no conocieran en el entorno familiar, pero asimismo cae en la cuenta de que ninguna acción o delito puede ser argumento o excusa para que se termine con la vida de una persona.
Mientras circulaban por las afueras de Tribunales, y cantaban el pedido de justicia, su tía, sus hermanas, sus amigos y sus abuelas se planteaban distintos interrogantes. “¿Cómo van a acariciar a sus hijos o mirarlos a los ojos las personas que mataron a David?”, “¿Cómo van a poder dormir tranquilos sabiendo que mataron a alguien?”, eran algunos de las preguntas que, lejos de ser ilógicas, surgían desde los familiares del joven asesinado.
Por otro lado, en el infinito mundo de las redes sociales, los comentarios de las noticias en los portales de internet muestran otro panorama y dejan ver las diferencias que a veces son difíciles de admitir, pero que existen. “Fue a las 17 hs de un día soleado; a las 20 hs vino la ambulancia, retrasada porque una desubicada la llamó pero por suerte otro vecino llamó para cancelarla. Igualmente una hora más tarde cuando llegó la policía la volvieron a llamar pero por suerte había pasado demasiado tiempo como para ayudarlo”, describe en su muro de Facebook el administrador de un usuario de la red social bajo el seudónimo “Indignados Barrio Azcuénaga”. En el mismo sitio, incluso, se dejan ver fotos del joven en el suelo con personas alrededor contemplando su agonía. Además en otra publicación, y dejando en evidencia una posible presencia en el hecho, sostiene: “Lo más cómico del tema fue cuando tuvo que retirarse el patrullero y lo tuvimos que empujar entre otros vecinos porque no arrancaba”.
Los comentarios en las redes sociales y los portales de noticia no son un material ajeno a este contexto de violencia que acecha a Rosario y parte del país desde hace ya un tiempo. Es evidente que la marginalidad social y económica se trasladó también a los planos de convivencia. El ciudadano que reclama por el cese inmediato de hechos delictivos, dentro de su ira como víctimas, termina convirtiéndose en victimario al atacar ante la falta de respuestas a personas que no son más que otras víctimas pero en planos diferentes. Lo único que mantiene una línea, dentro de todo formal y concreta, son los reclamos que apuntan a los sectores políticos nacionales, provinciales y municipales, aunque estén fundados en necesidades ampliamente diferenciadas. Mientras tanto, la polaridad se engrosa y así logra verse una sociedad cada vez más dividida. Sin embargo, no hay contexto que justifique el asesinato de David, ni los intentos de linchamiento que se dieron a conocer en las últimas horas.
David, en su corta vida, fue víctima de delitos de los que ningún ciudadano común se preocupó en defender con vehemencia. Tuvo que abandonar la escuela y renunciar así a su derecho a la educación. Añoraba, reconociéndose ya como mayor de edad, que lo blanquearan en su trabajo quizás sin estar al tanto de todos sus derechos. La vida y su condición de humilde obligaron a David a renunciar a su rol de joven, y a situarse en el escenario de la cruda realidad que lo encontraría culpable de algo fugaz e impreciso. En el mundo quedan muchos David, como así también quedan muchos agresores. Será cuestión de mover las fichas de modo que algo así no se vuelva a repetir.
Lo que esperan de la Justicia
Los familiares de David muestran incertidumbre por no saber cómo seguir, y desazón por no contar por ahora con un abogado que afronte la causa. Luego de encontrarse con el fiscal Malaponte, Lorena Torres, madre de la víctima, explicó que la investigación recién está en sus primeros pasos. Todo lo que se sabe es lo que los familiares pudieron rescatar a través de algún que otro testimonio, y de los rumores que ya empiezan a recorrer los pasillos de Tribunales.
Un vecino de David cree estar seguro de que el vehículo que atropelló a la moto y dio por comenzada las reacciones siguientes es una camioneta Fiat Fiorino color blanca. “Estuvo demorada en la comisaría 14, pero cuando fuimos no estaba más y además nadie sabía nada del titular del vehículo o de quién la manejaba”, explicaba en la movilización el vecino, que también se reconoce como amigo. Su madre asegura que no quiere venganza y no pone a la violencia entre sus planes. “No queremos plata, queremos justicia”, sostiene.
La flamante Nueva Justicia Penal de la provincia de Santa Fe tiene por delante un hecho que puede marcar un antes y un después en su temprana existencia. “Accesible, ágil y transparente. Se busca que la respuesta frente al delito sea más rápida; Igualdad ante la ley. Es más inclusivo e igualitario porque asegura un fácil acceso a la Justicia para toda la ciudadanía. En especial a los sectores más vulnerables que no pueden contratar un abogado; Menos expedientes y papeleo. Lo oral reemplaza a lo escrito, hay menos burocracia; Mas humano. La víctima, gran olvidada del sistema anterior, ocupa el centro de la escena; Descongestiona los Tribunales. Con el viejo sistema, los tribunales estaban atestados, se producían demoras y muchas causas terminaban prescribiendo; Una reforma integral. El gobierno de la provincia trabajó intensamente para que la Justicia de la provincia se pusiera a tono con las exigencias de la Constitución Nacional”. Estos son algunos de los avances que la Nueva Justicia Penal dice tener. Que así sea.
1 comentario
es una investigacion muy rara. en juicio sumario fue muerto…el juez de la causa debe investigar de donde salio la moto del hecho..a quien se la robaron..quien era el que escapo y la manejaba… si realmente se llevo el bolso con pañales…. en ROSARIO todo suena raro.- si alguien se pone a gritar en la calle y nos señala a una persona vamos y lo matamos? dicen aparecio un video de la golpiza que propinaban dos uno con la cara tapada… parece raro no ???..cuando uno esta en una situacion de esas no se da cuenta de taparse la cara…los que asesinaron al supuesto ladron….sabian lo que hacian…. deben atraparlos porque por alli salta la liebre y el caso gira 180 grados…. que dios ilumine al juez para dar justicia…y no matar con saña por mano propia.- ya lo habian golpeado..estaba indefenso… los que lo mataron son peor que el que murio..uno podria haber robado.los otros mataron…no existe balance.-
Comentarios no permitidos.