El carnaval de Ludueña
Cientos de personas participaron del nuevo Carnaval Cumple de Pocho en barrio Ludueña. Una fiesta atravesada por el compromiso para el cambio social. Allí estuvo enREDando.
Por Martín Stoianovich
“Brota una vez al año la semilla del Carnaval, Carnaval que nos convoca una vez más, de pies a cabeza y con la alegría como bandera, al encuentro con otros. Encuentro que entendemos como una forma de no olvidar, de hacer y tener memoria contra el olvido y la impunidad. Cuando se celebra un cumpleaños, siempre existe un festejado, alguien que recibe la alegría de los otros por el simple hecho de estar y existir. Hoy, a doce años de la ausencia física de Pocho, seguimos celebrando su vida. Muchos se preguntarán por qué celebrar la vida de alguien que ha muerto. Celebramos porque es necesario gritar, que después de la muerte y de los palos que nos pegan desde arriba, de la violencia sistémica, sentimos y decimos que Pocho vive en cada uno de nosotros. En nuestras ideas, en nuestras acciones. Celebramos que no pudieron y que no podrán. Ese “no pudieron”, tan cargado de denuncia, de bronca, de alegría y sueños, sentimientos encontrados que no podrán callar porque aquí estamos. Seguimos en movimiento como hormigas constructoras, de un lado a otro, multiplicándonos, generando nuevos hormigueros”.
Así, desde el escenario, se daba la bienvenida a un nuevo Carnaval Cumple de Pocho. Se trataba de la decimotercera edición de estas jornadas realizadas en la plaza Pocho Lepratti del barrio Ludueña con el fin de homenajear al militante social asesinado en las represiones policiales y políticas de diciembre de 2001.
Durante los días 25, 26 y 27 de febrero, centenares de personas entre niños y niñas, jóvenes y adultos de distintos puntos de la ciudad y el país se acercaron a compartir, entre mates y guisos, la alegría de un carnaval caracterizado por su lucha emprendida desde el compromiso social y político. Más de veinte grupos de artistas entre bandas musicales y murgas subieron al escenario para actuar y acompañar las diversas actividades y talleres que se brindaron a lo largo de estas intensas jornadas. Educación y comunicación popular, entretenimiento, acompañamiento y organización colectiva, fueron los condimentos esenciales para, a través de la alegría y compromiso que supone el carnaval, poder hacerle frente a la dura realidad que los barrios populares atraviesan actualmente. Distintos testimonios fueron brindados tanto en el escenario como en la transmisión de radio abierta realizada por la radio comunitaria Aire Libre y el equipo de comunicación de la organización del carnaval, para inmortalizar colectivamente las vivencias de un nuevo carnaval.
Débil es la muerte frente a una verdad tan fuerte defendida en vida.
“…No lo mataron, lo mulitplicaron. Porque al no querer exaltarse del resto, quedaron muchos como él. Como dicen, cuando la policía dispara el que apunta es el gobierno. El día que dejemos de apuntar al espejo, sólo hacia nuestros rostros. El día que olvidemos las banderas sin abandonarlas, el día que los partidos dejen de partirnos, ese disparo les saldrá por la culata. Irreversible, feliz, pariendo flores…” (Fragmento de poesía de Mauro Gentile)
La angustia y el dolor por la ausencia física de Pocho Lepratti parece mantenerse en carne viva y renovarse ante cada nueva pérdida sufrida o ante cada golpe recibido como consecuencia de este presente que cada tanto sacude a los barrios rosarinos. Hechos que provocan que actividades como estas no se enmarquen sólo en el recuerdo histórico de un militante social, sino que también se detengan en problemáticas actuales que lleven a la concientización y al reconocimiento de que hay una realidad por enfrentar, y un cambio sobre el cual trabajar. Que maten a un niño o una niña no es un hecho aislado, ni siquiera cuando sucede a largos kilómetros de distancia. No se trata de un número, aunque eso quieran hacer creer los que juegan y especulan con números y estadísticas. Por este motivo el decimotercer Carnaval Cumple de Pocho estuvo enmarcado en la consigna que pone a los jóvenes cómo actores capaces de poder construir su propio futuro. La denuncia y el reconocimiento de la situación acompañaron a la alegría siempre vigente de cada carnaval. Alegría que, ya se ha dicho, funciona como la principal arma para combatir el dolor.
Visitar la plaza Pocho Lepratti en los días del Carnaval implica encontrarse con un paisaje esperanzador. Casi la misma cantidad de niños y niñas que de adultos, vecinos trabajando, organizaciones sociales, agrupaciones estudiantiles, gremios, militantes independientes, artistas, todos reunidos bajo el mismo compromiso. El color de las banderas, que no sólo decoran sino que plasman las denuncias incansables o el recuerdo latente de los que ya no está físicamente, brindan el toque pintoresco que logran volver insulsas a las nubes grises y amenazantes, aunque muchas veces inofensivas, que suelen posarse sobre el cielo en las últimas semanas.
Son parte del paisaje también los sujetos, personalidades que caminan el territorio día a día y que están fuertemente ligados a la idiosincrasia barrial. Uno de ellos, y probablemente uno de los más referentes en Ludueña, es el padre Edgardo Montaldo, que a punto de llegar a los 84 años sigue transitando las calles del barrio superando ciertas dificultades físicas, un poco a pie y otro a bordo de su triciclo. Su trabajo social y barrial, siempre vinculado a la actividad religiosa, lleva ya 46 años en en el barrio, aspecto que automáticamente lo convierte en un observador privilegiado de cada proceso de cambio que haya atravesado el territorio. Durante este Carnaval Cumple de Pocho, como en la mayoría de ellos, se hizo presente y no tuvo percances ni pelos en la lengua a la hora de subir al escenario y hablar. En estos tres días de carnaval, el silencio no es moneda corriente, pero cuando habla Montaldo, sí que lo único que se escucha es su voz, por lo menos a varios metros a la redonda de su presencia.
“Hoy dan ganas de llorar pero de alegría, porque casi todos los días tenemos que llorar por lo que está pasando con nuestras niñas, niños y adolescentes, que es algo terrible”, remarcó el padre Edgardo en sus primeras palabras, ante la mirada atenta del público que ya había colmado la plaza en la primera tarde de carnaval. Subió al escenario a participar del carnaval, pero principalmente a visibilizar lo que se ve con cotidianidad en este barrio y en tantos otros. Hay tanta crueldad y desigualdad organizada como así también trabajo y compromiso para contraponerse al destino que se le intenta imponer a los sectores más desfavorecidos de la ciudad. “Encarnación, ecumenismo y vasos comunicantes”, reconoce el padre como características principales del trabajo social en Ludueña. La encarnación, explica, se refleja en que cada uno de los espacios que funcionan en el barrio son nacidos allí “de acuerdo a las necesidades y situaciones que se fueron viviendo”. Así, destaca la presencia de cinco escuelas, nueve comunidades, y otros espacios de militancia, contención y formación, como el Bodegón Cultural Casa de Pocho, el colectivo el Caleidoscopio, entre otros. El ecumenismo, teóricamente dentro del cristianismo, procura el acercamiento de las iglesias y la unidad entre ellas. Montaldo lo refleja en “buscar la aceptación, siendo católico o no, si hay ganas de trabajar, comunicar la vida y la alegría a tantos jóvenes que carecen de posibilidades”. Por su parte, aquellos vasos comunicantes de los que habla son el producto de estas relaciones. Así, tal como lo describe el propio Edgardo, “nuestras caricias son escuelas, comunidades, actividades, deportes, fiestas, amigos, orquestas, campamentos, viajes, oratorios”, son las herramientas que buscan encontrar en el barrio “el derecho a florecer de los niños, niñas y adolescentes”.
En el calor del carnaval, Edgardo recordó a Pocho Lepratti como compañero de trabajo y militancia, pero no dejó de ver en él la figura humana y su reconocimiento por “sacrificar la vida por los demás”. “Pocho tal vez no vivió todos estos momentos que hoy vivimos nosotros, no vio la muerte de tantos niños que hoy vemos, ¿qué haría Pocho en este momento?”, expresó y se preguntó a la vez, para inmediatamente responderse: “La mejor forma de honrarlo es buscar estos vasos comunicantes, para encontrarnos unos y otros y darnos fuerzas para seguir en esta lucha. Las golosinas y el dinero que les ofrecen a nuestros niños son veneno mortal. Gocen de las alegrías y de la vida, quienes los queremos somos muchos y estamos al lado de ustedes, esto le decimos a los niños”.
El poder te hace mierda con falopa
Siguiendo este eje que pone como protagonistas a los jóvenes de los barrios, la cuestión del narcotráfico y el consumo de drogas como consecuencia, así como los desmanes que de esta problemática surgen, aparece como uno de los temas principales abordados en las actividades de las jornadas. Uno de los espacios dedicado a talleres que tuvo lugar en el Carnaval fue por parte del Programa Andrés Rosario, que brindó el taller titulado “Acceso gratuito a tratamientos y derechos a usuarios de drogas”. La actividad se llevó a cabo durante el segundo día y una vez finalizado, Ignacio, uno de sus representantes, conversó en vivo con la radio abierta y reflejó los aspectos principales de esta iniciativa.
“Intentamos sacar la imagen que se tiene de los barrios, de que todos los pibes son adictos y de que todo el que consume es adicto. Nosotros decimos que no todos los que consumen tienen que hacer un tratamiento, y que muchas veces la solución para los grandes poderes del Estado o del dinero es sacar del barrio a un pibe que es víctima del abuso de drogas y ponerlo en un tratamiento sin posibilidades de hacer otra cosa”, explicó el encargado del taller haciendo referencia a la estigmatización de la que son víctimas los pibes de los barrios, y de las puertas que por este motivo se les cierran a la hora de intentar esquivar los escollos impuestos por el narco en los tejidos de complicidad política, económica y cultural.
“Hay muchas formas de vincularse con las sustancias y en realidad lo peligroso es la pobreza, la marginalidad y los tipos de encuentro que los pibes tienen con la economía delictiva. Tampoco somos inconscientes de que en el transcurso del tiempo muchos chicos sí, lamentablemente, entablan un vínculo tóxico con la sustancia. En ese caso, son múltiples las opciones”, explicó Ignacio en la entrevista con Aire Libre. Por eso, desde Programa Andrés Rosario, tal como lo explican, buscan informar al usuario de drogas cuáles son los espacios del Estado en los cuales pueden exigir atención gratuita. “El taller se trató un poco de eso y de poner el acento en que no todos los usuarios de drogas son adictos, y todos tienen derechos, a no ser internados impulsivamente, a que reciban un trato justo, a que se les informe sobre la medicación que se está dando o cuánto va a durar el tratamiento”, sostuvo el joven.
Por otro lado, también se realizó un cuestionamiento a las conservadoras formas de realizar tratamientos de rehabilitación. Así, se motivó la idea de profundizar la búsqueda real de una solución al problema social del consumo de drogas no sólo con tratamientos sino también con opciones culturales o deportivas que pongan al sujeto como actor y constructor de su propio andar. “Nuestra institución es consciente de que muchos chicos se enganchan con la droga y realmente necesitan un tratamiento, pero siempre teniendo en cuenta que por más que un pibe haga el mejor tratamiento del mundo, si el tejido social del barrio continúa distendido, sigue roto, marginado, empobrecido y discriminado, no hay mucho que se pueda hacer. No es un problema intrapsíquico o subjetivo del chico, sino que es un problema de la sociedad y sobre eso hay que apuntar. Tiene que haber tratamientos, pero también debe explotar en los barrios la bomba cultural y ahí vamos a poder salir”, sentenció el tallerista que trabaja en la ONG sita en 3 de febrero 1265.
Hagan paso, que hay pibes construyendo primaveras. El arte como herramienta de transformación social.
Durante los tres días de carnaval se realizaron las más diversas actividades posibles para tener a los niños, niñas y jóvenes entretenidos entre el arte y el deporte. Así, se concretaron talleres de animación a la lectura y el arte; de memoria; de Hip Hop; de construcción y decoración colectiva de cajón peruano; de pintada de mascaras; de música; de percusión; y de armado de obra de títeres. Los más chicos fueron los principales partícipes entre esta grilla y los clásicos juegos de la plaza. También se apreciaron decenas de bandas y murgas, que aportaron con su mensaje a la consigna del carnaval. Se formó así, a puro arte y juego para chicos y grandes, un paisaje esperanzador y algo utópico, pero de la utopía de la que habla Galeano, esa que sirve para caminar.
Mucho se habla de la concientización de los chicos para que puedan vivir dignamente en su territorio, pero conscientes de la realidad cercana con el fin de reconocerla y trabajar sobre ella para transformarla. Y así, el presente parió dolor y alegría, muerte y vida. En estos días de carnaval inundados de cultura, se pudo apreciar que la resignación no es bienvenida por estos jóvenes que están dispuestos a enfrentarse a lo que en otros lugares es considerado como el simple resto minúsculo de una ecuación con resultados desiguales.
La tarde del segundo día de Carnaval se vio atravesada por la impecable actuación de un dúo de hip hop nacido en Empalme Graneros a través de los talleres de música de la Biblioteca Popular Liliana Angelozzi. Almi y Mauro son los Artesanos de la Verdad, los constructores de su propio grito de denuncia y protesta. “Hechos diarios en tu barrio y el mío, cómo quieren resolver el odio con más odio”, expresan en una de sus obras. “Nuestros temas son de concientización, hacemos trabajo consciente. Denunciamos, reclamamos, para que la gente escuche y se dé cuenta de lo que pasa. El hip hop nos salvó, gracias a eso estamos acá y tratamos de transmitir que lo que nos rescató a nosotros, a otras personas los puede ayudar a salir del entorno difícil. Seguimos en el barrio, y siguen estando los mismos bardos, pero a diferencia de que nosotros ya no formamos parte de eso y queremos que nuestros compañeros nos sigan en este camino”, remarcó Mauro, en vivo para Aire Libre. Artesanos de la verdad lleva poco más de un año como grupo de hip hop y ya es su segunda actuación en el Carnaval Cumple de Pocho. “Estamos contentos de que todos los barrios puedan venir, acercarse a compartir su música, su expresión, su lucha, sus motivos para seguir adelante. Más allá de las problemáticas de los barrios, que estamos invadidos por los narcos, la droga, la delincuencia. Este es un lugar en donde Pocho nos hace recordar y nos anima a luchar por las cosas que queremos”, sintetizó contundentemente Mauro.
Siguiendo este concepto de arte como herramienta de transformación social, uno de los principales artistas que subió al escenario con esta idea fue el músico popular Jorge Fandermole. Luego de actuar en la apertura del carnaval, charlo con la radio abierta y expresó su gusto por poder compartir la experiencia y brindar “el necesario apoyo al trabajo que se hace en el barrio, por tratarse de algo sostenido que lleva tantos años, y que es muy distinto a los factores que rompen los lazos sociales”. En relación a su rol como artista, Fandermole expresó: “El arte en sí es otra forma de mirar al mundo, de sensibilizar los espíritus para poder observar que hay otra manera de entender las cosas, y otras formas de acción frente a una cotidianeidad que es muy dura”. “Cualquier forma del arte que haga que la gente esté más sensible y un poquito más cerca del mundo, si además genera claridad, convicción y aclara ideológicamente, tiene ya su función social”, explicó.
Asimismo, otro actor importante del Carnaval Cumple Pocho en lo que respecta tanto al arte como a la organización, es la banda de rock barrial Farolitos. En cada Carnaval se hacen presentes aportando su cuota de música, pero además participando en el montado del escenario y en la producción de sonido e instrumentos. Siempre sentando su postura, la banda construyó un comunicado en el que destacaba al Carnaval como la “importante y necesaria lucha contra lo establecido, contrario a lo que nos propone el sistema, un espacio donde el arte, la cultura y lo político se unen para brindar un contenido único y genuino, que nos permite encontrarnos con este tipo de actividades, olvidadas y ninguneadas por la sociedad actual”.
Con las cenizas del Rey Momo se va un nuevo carnaval, y de las mismas resurgirá el próximo
Cada Carnaval Cumple de Pocho, fiel a la costumbre carnavalera, culmina con la quema del Momo, que a veces es Moma, o simplemente Momx. En este decimotercer carnaval, se lo pudo ver arriba del escenario durante los tres días, luciendo su doble rostro. De un lado, los colores y la alegría del carnaval, y del otro la oscuridad de esa realidad del barrio sobre la cual se labora para cambiarla. En sus manos, reposa una caja que recibe los deseos que se irán a cumplir cuando el fuego llegue para que arda hasta que las cenizas sean casi invisibles y se camuflen con la tierra.
La quema del Rey Momo implica el final del Carnaval y la aproximación al que vendrá, las batucadas resuenan, los murgueros bailan, y el vecino y la vecina del barrio se arrima a observar, a esperar que el deseo depositado se cumpla. El escrito dedicado al Momo este año dice: “Se supone que el fuego quema y transforma todo, así es como, con la lucha y la alegría, hemos podido transformar la muerte en vida. Encontrándonos y vivenciando un carnaval que nos emociona y nos impacta, diciendo Basta, el fuego somos nosotrxs.
En tiempos en donde es difícil dejar el dolor, las angustias y las impotencias, luchar con alegría nos potencia, mirando más allá de donde estamos, cocinando lo crudo, cocinando el encuentro y celebrando la vida. Es por eso que una vez más te traemos al barrio Momo, para que con tu quema renazcamos y nos incorporemos a la vida con otrxs.
De tu fuego sale magia transformadora, donde quemamos muchas cosas que queremos cambiar para bien, denunciando lo malo y anunciando lo bueno, ya que de tu fuego desprendés cenizas que se esparcen por todos lados, multiplicando e invitándonos a caminar juntos, paso a paso, en este trabajo de hormiga”.