En la tarde noche de ayer, decenas de antorchas iluminaron la memoria de una ciudad enceguecida por el Dakar. La marcha organizada al cumplirse dos años de los asesinatos de Mono, Jere y Patóm, reiteró su exigencia de justicia y el reclamo de unificación de las causas vinculadas a la masacre.
Por Equipo de Comunicación CTA Rosario
Pleno enero. Día de sol, pero que supo cortar con el calor agobiante de las semanas anteriores. En Dorrego y Quintana el color rojo se expande en trapos y remeras. Mientras el sol baja, la movilización sube y las antorchas empiezan a repartirse.
Ya dos años. Difícil pensar en cómo han pasado año nuevo quienes conmemoran el aniversario del asesinato de sus compañeros, hijos, hermanos. Pero Jere, Mono y Patóm no son los únicos ausentes físicamente. Este año se fue Alejandra, mamá de Jere, envuelta en el dolor de la pérdida de su hijo.
La canchita se llena. Se descubre lo que hay tras el trapo pintado con la frase “será justicia”. En la canchita de fútbol donde los narcos les robaron la vida aquel 1° de enero de 2012, la imagen de los pibes del M26 se multiplica.
Arranca la marcha por la humilde Villa Moreno, con la mirada atenta de vecinos que contemplan sentados en sus sillas y reposeras, o salen por el ruido de la nutrida movilización. Son 25 las cuadras que separan el lugar donde Sergio “El Quemado” Rodríguez y su banda acribillaron a los tres jóvenes, de los Tribunales Provinciales. “Palacio de la injusticia”, lo bautizaron.“Fueron dos años de una lucha infatigable que, pese a tanto sufrimiento, balanceamos con orgullo porque la lucha que dimos a partir del triple crimen visibilizó el enredo de complicidades y la problemática estructural del narcotráfico y el vínculo con las pibadas de los barrios. Acallada aún en un 2011 con 145 homicidios de jóvenes en los entornos periféricos”, evaluó Pedro “Pitu” Salinas, referente del Movimiento 26 de Junio (M26), agrupación a la que pertenecían Mono, Jere y Patóm.
El joven dirigente, recordó que éste será el año del juicio. Por eso, destacó la necesidad de unificación de las causas que el Juez Julio Kesuani exhortó para que se tramiten separadas. Así, los autores materiales atravesarán un juicio oral y público, en tanto que los tres policías acusados por encubrimiento tramitarán la causa vía escrita. “Sin encubrimiento policial esos crímenes hubieran sido difíciles de cometer”, argumentó Salinas.
“Lo más doloroso es el hecho en sí, la edad de los pibes, la circunstancia, esto de volver a ver a padre despidiendo a sus hijos”, consideró Gustavo Martínez, Secretario Adjunto de la CTA Rosario, quien recordó que se está a pocos días de otro aniversario del asesinato de Mercedes Delgado, también a manos de narcotraficantes, pero en Ludueña.La pibada se seguía juntando, y los bombos agitaban para encolumnar. Tras descubrir una obra de arte que retrata a los tres militantes, empezó la marcha. Serían 25 cuadras en las que se multiplicarían las antorchas. Cada vez menos sol, cada vez más fuegos. Y así, paso a paso, la precariedad de Villa Moreno empezó a dar paso a la ciudad del Dakar. Casi como una burla del destino, al llegar a Avenida Pellegrini, unas camionetas del Rally aguardaban cruzar. Quedó la marcha encabezada por los nombres de los tres jóvenes y envuelta en fuegos yendo en dirección a tribunales y, las camionetas de competición, en sentido contrario. Una postal de una ciudad profundamente contradictoria, que recibe con los brazos abiertos a los de afuera y esconde la realidad violenta y precaria de la pibada de los barrios.Ya en Tribunales, Lita Gómez, la mamá de Claudio “Mono” Suárez, emocionó a todos: “no me cabe el corazón en el pecho de tanto orgullo de tener tan buenos compañeros y por estos dos años de lucha. Muchas veces he querido quedarme en mi casa porque no tenía fuerzas, pero pensando en mis compañeros, mi familia, mis hijos, mis nietos, tuve las fuerzas para levantarme y salir a la calle. Es un dolor sin comparación con nada perder un hijo y de esta manera. Ellos están presentes acá, en su canchita, en su lugar”. Y lanzó un deseo: “que nuestros jóvenes puedan salir a la calle y volver a sus casas”. Así de simple, profundo y doloroso. Lacerantemente real.
Ignacio, el papá de Adrián Rodríguez, apodado Killer, también agradeció a los presentes, especialmente porque “nos dieron fuerzas para andar por la calle». Además, hizo un reconocimiento especial a Pitu, quien encabezó la lucha como referente del Movimiento.Arriba, madre de Mono y padre de Patóm. Abajo, Eduardo, padre de Jeremías
«Esta es una noche de luz», gritó Eduardo Trasante, padre de Jeremías. Con un discurso profundamente religioso, el hombre arrancó mencionando la “doble ausencia” sufrida por su familia: la de Jeremías y la de su esposa a quien la muerte de Jere «afectó tanto la vida emocional que su salud se fue apagando». El hombre, de porte fuerte y voz clara, consideró que la movilización fue “ una luz en medio de una Rosario tan oscura: hoy hay una E de Esperanza, una luz que se vislumbra a través de la lucha, la esperanza y la fe».
“Dos años atrás sembré a mi hijo Jeremías con la convicción de que iba a cosechar muchos hijos, y camino la ciudad con ese deseo. Como hombre de Dios me paro en el palacio de la injusticia para decir con ustedes que en esta marcha, todas las lágrimas que junto a Lita, Killer y nuestra familia hemos derramado por nuestros hijos que tenían una vida por delante, que no eran soldaditos de nadie –citando el nombre del libro publicado en 2013— y derramaron su sangre injustamente. Pero si vale la pena la sangre de nuestros hijos para que cambie la realidad de Rosario, que viva la sangre y la memoria de nuestros hijos, Claudio, Adrián y Jeremías, siempre», vociferó Trasante frente a los cientos de militantes presentes.Efecto bisagra
Los pibes de Villa Moreno tenían 17, 19 y 21 años. Estaban en la canchita del barrio, esperando ir a una fiesta de año nuevo. Ahí fueron acorralados por Sergio “el Quemado” Rodríguez y su banda, que buscaba vengar un ataque a su hijo perpetrado horas antes. Los acribillaron sin mas.
Ese episodio podría haber sido “un ajuste de cuentas” más, como los que las crónicas policiales reflejan a diario. Pero fue la movilización de el campo popular rosarino, encabezado por el M26, el que dio una batalla en la calle, generando un antes y un después. Desde Villa Moreno, el narcotráfico se instaló en el debate y, aunque se lo quiso relativizar y segmentar, no pudo seguir siendo ocultado.
“No hay que olvidar que tenían 17 19 y 21 años y fueron asesinados en la canchita del Club Oroño. Los que gobiernan proponen soja y merca como única forma de desarrollo social. Ellos querían romper con esa realidad”, aseguró Norberto Olivares, abogado de las familias.La lucha no fue fácil. La valentía de quienes dieron testimonio tras la masacre, fue repelida con más asesinatos, amenazas y tensión por parte de los narcos.
“El 2012 fue realmente muy tenso. Hubo demasiadas situaciones tensas producto de parte de la banda narco que seguía enquistada en el territorio. Hubo numerosos homicidios, que se combinaban por períodos de calma de dos o tres meses. El 2013 estuvo relativamente más tranquilo, aun con homicidios y amenazas a los familiares. Esperamos que eso se mantenga porque hay varios vecinos que deberán refrendar su testimonio en el juicio. Hoy por hoy el barrio está relativamente tranquilo”, relató Salinas.
Maldita policía
La masacre de Villa Moreno alumbró el complejo entramado de complicidades en las redes delictivas. Quizá la principal consecuencia que generó fue la clarificación de que la policía no solo no combate el narcotráfico, sino que lo regula y hasta lo promueve.
Carlos Del Frade, periodista que hace una década denuncia la expansión narco en la región y miembro de Comisión Investigadora Independiente, recordó que en la desgravación escuchas telefónicas, se comprobaba que “la banda del Quemado Rodríguez era una sub banda de Los Monos y tenía la protección de la Comisaría 19°”.Del Frade, junto a Gustavo Martínez
No obstante, subrayó que el narcotráfico es un problema que excede al simple desgobierno de la fuerza policial. “El narcotráfico es la etapa superior del imperialismo, un flujo de dinero permanente que cooptaba corrupción policial, empresarial, contadores, abogados, sin poder hablar de narcotráfico sin hablar de narcopolicía. Lo que mata a los pibes es el mirar para otro lado de los sectores políticos que gobernaron la provincia durante estos 30 años de democracia”, apuntó el periodista.
Analizando posibles medidas para combatir seriamente a los narcos, Pitu señaló dos pilares: la reforma estructural de la fuerza policial y el seguimiento de la ruta del dinero. “Nos gustaría ver las mismas topadoras que traen al barrio en las oficinas céntricas de desarrolladores inmobiliarios o las concesionarias de autos”, ironizó.
Además, el referente del M26 recordó que hace dos días el gobernador Bonfatti vetó la ley que reglamentaba y estructuraba la policía judicial, que buscaba poder hacer las diligencias investigativas de delitos complejos. “Bonfatti además arreglar con la policía el aumento de sueldos, arregló impunidad y complicidad para que la cúpula policial siga manejando los ascensos”, denunció.
Este 2014 es el año en que todos los acusados deberán responder ante el poder judicial. Sin dudas, el triple crimen no fue “uno más en la estadística” por la movilización popular unificada. Resta aún lograr que la investigación aúne las causas vinculadas a la masacre: la que irá a juicio oral con Sergio «El quemado» Rodríguez juzgado como supuesto autor instigador de la matanza; Damián «Teletubi» Delgado, Brian «Pescadito» Spiro, Ezequiel Palavecino y Brian Romero como autores materiales; y la que investigará el encubrimiento policial, y sentará en el banquillo al comisario inspector Eduardo Ismael Carrillo, el suboficial Norberto Claudino Centurrión y el agente Lisandro Jesús Martín.
“Para que la justicia de un paso hay que hacer 20 marchas y 200 entrevistas. Uno imagina que detrás de esta causa hay cientos que quedan en el olvido. Y estos padres, hermanos, familiares, pueden ver, más allá de lo doloroso y de lo terrible del asesinato, quiénes eran sus hijos. Es terrible cómo se va desgarrando este pueblo, pero es importante decir que junto a ese dolor infinito va creciendo la esperanza en nuestros pares, compañeros y compañeras para construir justicia. Independientemente de lo que pase en los tribunales ya hay acá una condena pública”, concluyó Martínez.
Equipo de Comunicación CTA Rosario