Un libro y un premio: voces de Mujeres tras las rejas
Durante el mes de noviembre, las chicas detenidas en la Unidad 5 que participan del programa Mujeres tras las rejas, y las cuales fueron premiadas por Argentores, salieron del penal para hacer una radio abierta en la sede de ATE. Además, presentaron una obra de teatro y producciones del taller de arte y costura. En esta tarde de mucha emoción, enREDando dialogó con Graciela Rojas quien recientemente acaba de publicar el libro «Nadie las visita» junto a Raquel Miño. Una ardua y profunda investigación sobre la realidad invisibilizada de las mujeres presas. Un libro que habla de ellas, y en el que ellas hablan. «Una investigación que angustia», apunta en el prólogo el Dr. Eugenio Zaffaroni.
Por María Cruz Ciarniello
Una imagen que punza: entre sus manos, atesoran el libro donde sus voces vuelan; una esposa sujeta sus muñecas. La mirada que, entre dolor y ternura, despide a la familia detrás de un blindex. Afuera, en la calle, el camión del Servicio Penitenciario esperando por ellas. Una por una van saliendo, custodiadas por dos mujeres policías. Saludan, sonríen, se entristecen. Disfrutan de esa tarde como si fuera única; como si en ese instante pleno de libertad, el cuerpo se hiciera más liviano y más fuerte al mismo tiempo.
Una imagen que perfora la memoria. Que es postal recurrente de lo que sucede entre muros, y más allá también; de la vida de mujeres presas que salen por un día a mostrar aquello que por dentro las hace sentir libres. El teatro, la costura, el arte, la radio. Intentar echar luz en esa vieja casona de la Unidad N 5, en esa jaula de patio donde el sol se cuela por las hendijas para iluminarlas, o en los recovecos de una cárcel en la que la injusticia riega el aire.
Mujeres presas que toman la palabra; que hacen radio dentro del penal, y amplifican sus voces urgentes en otros espacios. Estamos en el salón de ATE. Es jueves, y esta vez, salieron del penal para hacer radio abierta. Para contar cómo se sienten, qué piensan.
Para actuar. Para crear presencia. Dice Roberto Juarroz, el poeta: «… El oficio de la palabra, mas allá de la pequeña ternura de designar esto o aquello, es un acto de amor: crear presencia.»
El teatro
“El espacio de radio es algo que te lleva a desenchufarte un ratito de lo que pasa ahí dentro. Es un medio de comunicarte, de que nos escuchen por las situaciones que pasamos distintas internas, las necesidades que tenemos, las emociones que sentimos, las carencias y nuestras alegrías y nuestros llantos. Y el equipo de radio nos hace compañía para poder estar en contacto con el afuera”, dice Chela quien desde hace dos años se encuentra detenida en la Unidad 5.
Joana dice estar “muy contenta de estar acá”. Tati anticipa que “la obra de teatro va a estar buena”. Lucía agrega: “todo lo que hicimos lo hicimos con mucho esfuerzo y esmero y acompañándonos unas a otras”. En un ratito estarán presentando la obra de teatro que habla de la trata de mujeres. Las chicas se muestran ansiosas y nerviosas, y al mismo tiempo, felices de estar tres horas junto a sus familias. Muchas de ellas, es la primera vez que salen a hacer radio o teatro.
“La resistencia más grande que hay es aquella que tiene que ver con el propio encierro.”, dice, Raúl, coordinador del taller de teatro. La obra nació de una idea original de las propias chicas detenidas. Ellas propusieron la temática sobre la trata y explotación de mujeres. “Lo que está bueno es que ellas decidieron hacerlo y ellas lo prepararon”, señala. “ Un día le dije a las chicas, vamos a hacer una obra y demostrarle al profe que nosotras podemos. En la radio trabajamos con Mujeres de Negro sobre el tema, y es fuerte, y entonces, dijimos de hacer esta obra: el 8.40 y sus mujeres. Armamos un equipo y acá estamos, con todas las pilas”, expresa Gladys y remata:“Buscamos lo mejor para nuestra vida”.
Marina coordina el espacio de costura, al que Chela concurre con ganas y pasión. Ese es su espacio de libertad. “Yo aprendí mucho yendo al penal. Es un trabajo de ida y vuelta. Con Chela trabajamos juntas”. “Mi fuerte son las manualidades”, dice Chela. Botellas, papeles, telas son algunos de los tantos materiales reciclados con los que trabajan. “A muchas de mis compañeras les he enseñado, porque a mí me ha ayudado mucho. Curso que había cuando estaba en la calle, curso que hacía. Hoy me ayudó para poder subsistir todo este tiempo lejos de mi familia.”
«Nadie las visita», el libro
Graciela Rojas, coordinadora de la ONG Mujeres tras las rejas, le dice a enREDando: “Me emociono mucho en las presentaciones, me parece que el poder salir al afuera es vital. Nadie puede enseñar de libertad en el encierro. Desde la ONG propendemos hacer el puente hacia el afuera y es dificultoso pero todos los años intentamos hacer las muestras afuera de la cárcel, más allá de la presencia de control y policial. Hoy es un día especial, porque pudimos regalarle el libro “Nadie las visita”, que Graciela acaba de publicar junto a la Lic. Raquel Miño.
Hacerlo les llevó más de 4 años de investigación y producción. Un ida y vuelta constante entre la teoría y la praxis. Una investigación profunda y emotiva. Voces y testimonios de vida. Un recorrido por la tremenda injusticia que padecen las mujeres privadas de su libertad: la invisibilidad. “Nos costó más de un año tratar de conseguir que la UNR se decidiera a editarlo, porque muchas veces no hay recursos para las mujeres, y mucho menos, para las mujeres presas. Tuvimos una lucha encendida durante largo tiempo, y ahora está en la calle”, explica Graciela.
En el prólogo, el Dr. Raúl Zafaroni escribe: “”Nadie las visita es una investigación que angustia porque los problemas y crueldades que muestra son diferentes a muchos otros, quizá mayores a veces, pero siempre visibles, en tanto que todo lo que el trabajo pone de manifiesto esta marcado –o atravesado- por la invisibilidad”.
“El libro tiene un nombre muy especial, porque realmente las mujeres son olvidadas, no solo por las familias, sino también por el Estado, por la ciencia social. Cuando se habla de presos, se habla de hombres. Nos pareció un hito importante regalarles a cada una de ellas el libro porque ellas fueron las gestoras. Hemos tomado sus palabras, sus pensamientos, hemos enriquecido la investigación desde ese lugar”, afirma Rojas.
En sus primeras páginas, las investigadoras aseguran que el “aspecto criminológico de las mujeres que delinquen no ha sido lo suficientemente investigado. La falta de material alusivo es una muestra más de la mirada discriminatoria y excluyente que ellas sufren en nuestra sociedad certificando que, aún en el aspecto delictivo, prevalece la construcción androcéntrica”.
El libro recorre diferentes problemáticas, situaciones, realidades: la institucionalización, la legislación, la sexualidad, la educación, la salud, el estigma y la soberanía del cuerpo; la maternidad atrapada: ¿qué significa ser madre entre rejas?, la infancia encarcelada y por último, las estrategias de libertad: el arte, la radio, y la salida una vez que termina la condena.
“La legislación penal adolece del estudio en profundidad del contexto en que viven las mujeres encarceladas, desconociendo sus necesidades y demandas, cuestión ineludible para la construcción de una política penitenciaria que responda a las características propias de su género”. Al mismo tiempo, la mirada hace foco también en otras realidades latinoamericanas donde se observa “la gravosa similitud en las condiciones precarias y discriminatorias del encierro de la mujer que delinque, lo cual exhibe una matriz patriarcal en la construcción del Derecho”.
Muchos son los testimonios que podemos encontrar en este interesante aporte para visibilizar la realidad de las mujeres privadas de su libertad: Vivir con desidia es uno de los capítulos del libro que ahonda en la situación edilicia y en las duras condiciones de vida que padecen las internas en la Unidad 5. “La Marisol tenía diarrea y lloraba por los dolores de panza, yo pedí muchas veces que la doctora me la atienda. Al final, cuando ya ni se podía levantar, me la llevaron al hospital y ahí se dieron cuenta que era un problema por el agua…”
En una oportunidad, en el tanque de agua de la Unidad 5, se encontraron 10 ratas muertas, cuentan las autoras. “Las mismas fueron descubiertas porque estaba obstruida la cañería de agua caliente”.
Con respecto a la sexualidad, en este extenso apartado, diferentes voces de mujeres cuentan y exponen abiertamente su realidad y sus vivencias. De qué manera soportan el encierro y expresan su vida sexual. Mujeres de aquí, de Ecuador, de Nicaragua. Cada vida marca una forma diferente de vivenciar la experiencia. Historias de amor que también suceden. “Nosotras nos queremos desde que nos conocimos y nunca hubo otra mujer ni para la Chiche ni para mi…”
La soberanía del cuerpo es otro de las intensos capítulos del libro. “Al ingresar al penal, las internas son minuciosamente requisadas y despojadas de todo aquello que haga referencia a su individualidad. Solamente un atado de ropa las une al afuera, la ruptura con los vínculos, con los afectos, con las posesiones hace que el encierro las despersonalice al punto tal que solo les queda como lugar propio y soberano el cuerpo, desde el cual y con el cual hablan”. Las escrituras en la piel, los tatuajes, son una huella inscripta en la geografía de la piel. “Son confesiones, testimonios del alma”. “Tengo escrita la palabra Antonio en la espalda a la altura del hombro derecho, no lo veo, pero sé que está y me da mucha rabia porque él me abandonó cuando caí presa. Me lo voy a sacar con una cuchara caliente”.
Así, el recorrido es largamente doloroso. Un trazo constante por diferentes situaciones de vulnerabilidad de derechos, de despojos y de violencia de género.
Sobre el final, llega el respiro, aunque el afuera sea aún más despótico. “Lejos de ser un Instituto de Recuperación de Mujeres para que puedan reincorporarse a la sociedad en mejores condiciones de las que ingresaron, al concluir la pena que las privó de la libertad, salen en absoluto estado de desamparo, de discriminación y con el agregado de una violencia instituída”.
En este contexto, el arte se vuelve vital. Permite “aflorar la autoestima, la solidaridad, el uso de la palabra, la integración”.
La radio es otro de los pulmones de aire que se cuelan por los muros. Mujeres tras las rejas se emite por la FM Aire Libre Radio Comunitaria. “La radio como eje de intervención socio-educativa saca las voces de las mujeres fuera del penal permitiéndoles tener acceso al mundo real del cual están excluidas”. ¿Por qué la radio? “Este es un espacio de libertad para poder hablar, comunicarnos, ser escuchadas” dice Mariela. “Si no estuviéramos presas nunca hubiéramos tenido la oportunidad de estar aquí, haciendo un programa”, apunta Joana.
El premio y la radio
El programa de radio Mujeres tras las rejas, que se emite los días jueves por FM Aire Libre Radio Comunitaria, fue recientemente premiado por Argentores. “Premió a las chicas como guionistas y fue muy emotivo y muy importante porque se hizo el teatro Maipo”, relata Graciela Rojas. Sin embargo, no fueron autorizadas a viajar para recibir su premio. “El Director general del servicio penitenciario dijo que no había seguridad para trasladar a dos de ellas que fueron autorizadas por los jueces. Seguimos en esta línea de la vulneración de mujeres. Siempre decimos, ellas están también excluídas por que la sociedad no las acompaña. Es muy difícil el camino de vuelta a casa. La prisión no las acompaña con capacitación ni posibilidades. La prisión solo produce control, dolor y angustia.. Muchas de ellas, han logrado capacitaciones que no se imaginaban. Una de ellas actualmente está becada, haciendo un taller de escritura con Hernán Lopez Echague. Igualmente seguimos caminando, seguimos marcando distintos hitos”, señala con angustia Graciela.
Ella sabe que la injusticia es doble: la prisión encierra a los pobres y si son mujeres, la vulnerabilidad es aún más dolorosa. Dos meses antes, presos varones de la Unidad 3 fueron autorizados a viajar al Hotel Faena de Bs.As.. “Entonces estamos hablando de una discriminación de género. Hay pocos recursos, y esos pocos recursos se ponen para los varones. Fue muy emocionante recibir el premio por las chicas. Tuvo una gran repercusión. La radio las muestra en toda su humanidad», decía Graciela durante la radio abierta en la que también participo Mariana Alonso y Eva Dominguez, cuñada de Vanesa Celma, víctima de feminicidio, e integrante del Colectivo Mujeres de Negro.
“Estaba re emocionada por poder viajar, mi familia estaba contenta. Y los últimos tres últimos días, nos dicen que por cuestiones de seguridad no podíamos viajar. Son barreras difíciles que hay que tratar de superar. Estoy re orgullosa de este espacio”, cuenta Emilse.
La palabra como valor. Nos detenemos en este último apartado del libro, y con la historia de Susana que intenta ser la de muchas. Con la valoración de un espacio de expresión que más allá de los premios, se fortalece en la militancia de quienes impulsan la organización. Con la posibilidad de recuperar la voz propia, la voz acallada.
Susana está becada y ahora escribe en el Taller del periodista Hernán López Echagüe. No fue la cárcel la que le dio esta posibilidad. Fue ella misma junto a una organización social que promueve derechos, aún en los lugares donde sistemáticamente se les vulneran, porque así funciona intrínsicamente el sistema carcelario. “Su participación y permanencia en el espacio de radio colaboró en la construcción de una autoestima que la colocó en un lugar diferente, no de presa, sino en un sitio en donde sus decires son escuchados, su palabra tiene valor y significancia”.
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