Ludueña marchó para pedir Justicia por Gabriel y por tantos pibes asesinados en los barrios. La convocatoria partió de la escuela Luisa Mora de Olguin hasta llegar a la Comisaría 12, para luego finalizar con un emotivo acto en la Plaza Pocho Lepratti. «Buscamos un pacto para vivir, por vos Gaby, pero también por muchos otros».
Camino por las calles de Ludueña, a poquitos metros de donde se encuentra la escuela en la que cientos de pibes juegan, estudian y forman parte de una fenomenal orquesta juvenil. Allí, las ilusiones se pintan en las paredes y suenan junto al acorde de un violín o violonchelo. Allí también se respira la injusticia y el dolor que dejó el velatorio de uno de sus chicos.
Con el rebote de la resaca eleccionaria en la cabeza, siento el revés de la hipocresía.
Miro al frente y la veo a Ada desconsolada. No para de llorar, pero camina, y como puede, sostiene la bandera que pide Justicia por su hijo. Gabriel Aguirrez tenía 13 años y fue acribillado la tarde del domingo, después del clásico entre Nob y Central.
No me animo a robarles palabras. Es tanto el llanto, que solo atino a mirarla de lejos. A quedarme detenida en esos abrazos que la acompañan, en esas caricias que los suyos le acercan a modo de consuelo.
-¿Por qué a él, porque a vos Gaby? Trece años tenías. Tu sonrisa, tu alegría era la llave que abría corazones. Los que te conocíamos nos quedamos rotos, desmembrados, sin aliento, ante la ausencia de tu sonrisa, ante el absurdo de tu partida. Nos robaron tu alegría, nos arrebataron tu presencia, escucho entre un tremendo dolor.
Son las voces de quienes aman a Gaby: su familia. De quienes leen, como pueden, el documento central de la marcha.
Entre el sollozo de un barrio desolado, no dejo de pensar en las nefastas palabras del actual gobernador Bonfatti. Y enseguida levanto la vista y veo la bandera sostenida por sus amigos que dice: “Gabi no era un hecho menor”.
¿Quién entenderá del enorme dolor que se siente en Ludueña por estas horas? Gaby cursaba el séptimo grado en la Escuela Luisa Mora de Olguin y planeaba su viaje de estudios. Tenía sueños y proyectos, ganas de jugar, tocar música y divertirse con amigos. Eso que hacen, o deberían hacer, los pibes de su edad.
A Gaby lo mataron en las calles de su barrio. Por esas mismas calles, la policía le gatilló a Brian y los narcos le quitaron la vida a Mercedes.
-Hoy tu ausencia nos convoca y estamos acá por vos, y el mejor homenaje que podemos brindarte es decir basta, nunca más, en homenaje a tu ausencia buscamos un pacto para vivir. Nos duelen tantas lágrimas derramadas… nos duelen los sonidos de las balas… Nos duele el bastardeo que se le hace a la vida…
Las voces siguen girando. El patio de la escuela está llena de chicos de todas las edades preparándose para la marcha. La Murga de los Trapos murguea por Gaby y por todos los pibxs asesinados en nuestros barrios. “Buscamos un pacto para vivir”, dicen, como si en ese pacto quedara sellada alguna posible esperanza de cambiar el orden de la injusticia.
-Buscamos un pacto para vivir porque la vida se nos fue, morimos un poco cada día cuando nos quedamos sin sueños, porque con la panza vacía no podemos soñar, porque tenemos derecho a vivir dignamente…
La dignidad que le falta a muchos, está en los ojos inyectados de los militantes sociales quienes, en Ludueña y tantos barrios de Rosario, le ponen el cuerpo a las balas. Así murió Mercedes Delgado, presa de una balacera de bandas narcos que se disputan los territorios bajo la mirada cómplice del poder político y judicial.
…Nuestra vida no es digna si tenemos que esperar durante horas para ser atendidos por un médico, cuando vemos la carita de otros hijos o mujeres golpeadas, marcadas por el signo de la violencia, la vida se vuelve una carga cuando tenemos que embarrarnos hasta las piernas para salir de la casa tras una lluvia, cuando vivís amontonado bajo 4 chapas, cuando el único patio para jugar son las vías del tren, cuando la educación se vuelve el privilegio de unos pocos, cuando te gana el miedo de salir a la calle de noche y cuando la yuta te para solo por portación de cara. La vida ya no vale nada cuando buscamos el olvido de nuestro infierno en el infierno de la droga. La dignidad se vuelve imposible cuando es tan sencillo comprarla. ..Hoy estamos por vos Gaby, pero también por muchos otros… Ningún pibe nace choro…
Rodrigo Bichito Gauna, Lucas, el Bodegón de Pocho, Lili, Derna, los docentes de la Escuela Luisa Mora de Olguín, Néstor del Movimiento Padre Mugica, el Padre Montaldo, Varón, la Pocilga, Miltón, Mary, la mamá de Vanesa Celma, y tantos que no conozco, están allí, escuchando cada palabra que se pronuncia por el micrófono abierto de la plaza Pocho Lepratti. Algunos lloran, otros se aferran a la guitarra para cantar y redimir el dolor. Para abrir el pecho y abrazar la esperanza. Las madres con sus bebés en brazos se secan las lágrimas como pueden. De a ratos, sucumbe el silencio.
Y es en este instante, cuando esa misma voz que grita por Gabriel, empieza a gritar por todos. Nombre tras nombre. Cada vez más fuerte. Pibes y pibas que nos faltan. Un aplauso cerrado y doloroso… Basta de perder pibes bajo el absurdo de un plomo. Hoy cada barrio está marcado. Reclamamos a los políticos poder tener una vida digna: vivienda, luz, cloacas, tendido eléctrico para nuestros barrios… que no nos proporcionen subsidios, sino trabajo estable para que podamos comer en nuestras casas, con nuestros hijos, sin la necesidad de mandarlos a comedores ó a estar expectantes de un bolsón de comida…Que una vida digna, sin balas, sin drogas, sea una realidad, y no una utopía que nos empuja a reclamar por las calles…
Luego de escuchar propuestas políticas a destajo, habrá que tomar nota de las acciones de quienes fueron elegidos con el voto. De este gobierno provincial que nada hace por los pibes en los barrios, mientras las cifras de asesinatos aumentan en Rosario.
Mientras tanto, hoy la plaza duele como nunca, o quizá, como cuando las balas de la policía de Reuteman se llevaron al Pocho. De ese crimen, brotó una gigantesca fiesta popular.
Tantas veces estuvimos celebrando el cumple de Pocho, con la misma sensación de vacío pero con ese fuego que por dentro quema y renace. Pero hoy, sin embargo, creo que solo cabe el sufrimiento en el aire de esta plaza. Los pibitos ni siquiera corren. Caminan a paso lento, recordando a Gabriel.
La marcha partió desde la puerta de la Escuela, frente al comedor del Padre Montaldo, hasta la Comisaría 12 donde se hizo un alto para gritarle a la policía que Gaby está más presente que nunca. La misma policía que verduguea a los pibes, que se jacta de su gatillo fácil, que coimea y conoce cada uno de los búnkers que se apilan en los barrios, porque ella es parte del negocio. Esa misma es la que hoy investiga el asesinato de Gabriel.
-Venimos desde el año 95 perdiendo gente amiga. Es emocionante la cantidad de gente que hay, y lamentable a la vez. Me gustaría empezar a juntarnos cuando vamos ganando a los pibes, no cuando se van. El Estado está ausente en sus tres niveles. No tenemos una puta respuesta a nada. Y es lamentable pensar que el próximo pibe que enterremos no sabemos qué edad va a tener. Gaby tenía 13 años, toda una vida por vivir, – nos dice Bichito, un referente en Ludueña.
Más tarde, leerá frente a todos lo que escribió cuando asesinaron a Mercedes Delgado.
“No sé si quiero que Mercedes se encuentro con el Pocho en el cielo. No sé si quiero que Javier se encuentre con el Pocho en el cielo. No sé si quiero que el Bebo se encuentre con el Pocho en el cielo. No sé si quiero que el Garufa se encuentro con el Pocho en el cielo. No sé si quiero que El vieja se encuentre con el Pocho en el cielo. No sé si quiero que Joselo y el Gordo se encuentren con el Pocho en el cielo. No sé si quiero que el Tronqui se encuentre con el Pocho en el cielo. No sé si quiero que Caray se encuentro con el Pocho en el cielo. Lo que sí estoy seguro, con el permiso de familiares y amigos, que se junten por allá en el cielo, para hacer una asamblea para debatir qué mierda está pasando en la tierra. Espero que convoquen al maestro que perdió la vida en Neuquén, al estudiante de buenos aires, a los dos pibes que se fueron de Avellaneda, a los cumpas del Mocase, a los Qom, a los tres pibes del Moreno, Luciano Arruga, Julio López y también a muchos que no me acuerdo y a todos esos que se fueron el 19 y 20 de 2001, a los de Cromañon, a los muertos que no vemos y a los que se mueren por el gatillo fácil”.
Al finalizar, siguió apretando ese papel arrugado donde lleva sus escritos, y continuó: “Son inentendibles las caricias cuando ven a sus hermanos mayores llorando en el velorio, cuando los padres no deberían estar en el velorio de sus hijos. Es muy jodido tratar de entender por qué mierda matan tanto nuestros pibes con tanta mierda, como la falopa, discriminación, con la falta de todos los recursos, con el impedimento a soñar, jugar, reir, saltar, por que?. Es muy triste festejar un cumpleaños sin el cumpleañero. ¿Cuando vamos a terminar con todo esto? ¿Cuándo se van a hacer cargo de todo esto, los diferentes Estados.? ¿Nos vamos a hacer cargo alguna vez como sociedad y vamos a garantizar que la niñez vuelva a ser niñez, donde los pibes puedan volver a soñar y recuperar un poco su inocencia.? Es una puta mierda todo esto.
Qué vacías quedan las victorias y derrotas partidarias cuando la muerte parece resultar indiferente. Si cruzamos los boulevares, si nos adentramos en esas calles anchas donde diariamente se pelea la subsistencia en los barrios, cualquier balance se esfuma en el desconsuelo de la indiferencia o en la voz de la seguridad que clama por una selecta parte de esta sociedad.
La otra, se organiza como puede. Sin la presencia del Estado, o con su presencia corrupta a través de sus corruptas fuerzas de seguridad, los barrios en Rosario, intentan resistir.
Aunque tengan el alma destrozada.
1 comentario
Buenísima crónica, Cruz!
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