El Tribunal Constitucional emite la sentencia No. 168-13 que establece la desnacionalización de miles de dominicanos de ascendencia haitiana cuyos padres al momento de nacer se encontraban en situación irregular.
*Por Hugo Ramírez (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica -ALER)
Agosto, 1991. En Tamayo, un pueblito cercano a la frontera con Haití, un hombre de mediana estatura apostado en la carretera, estira el brazo para que la “guagua” se detenga, pero el transporte público que no estaba con muchos pasajeros lo ignora y sigue su marcha. Por la ventana posterior sólo se ven los ojos y los dientes blancos del hombre que se queda con la mano estirada. Era un haitiano que había logrado cruzar la frontera escapando de la dictadura del general Raúl Cedras.
Año 1983. En Santo Domingo, la capital de República Dominicana, un grupo de niños trepa muy despacito una pequeña colina para observar desde allí a una familia de negritos haitianos que habían instalado una pequeña carpa muy vieja en un parque público. Los niños, también negritos, observaban con atención y con admiración todo lo que hacían los integrantes de la familia. En casa les habían dicho que los haitianos no eran personas. Eran tiempos del presidente Joaquín Balaguer el hombre fiel del general Rafael López Trujillo, “El Chivo”.
Año 2005. Montreal, Canadá. Un grupo de haitianos, prietos, del color de la aceituna, hablan, bailan, se entusiasman en la cabina de radio Centre Ville. Tienen dos programas el fin de semana y allí se relajan de lo pesado que fue la semana. Algunos con suerte, otros sin ella. Algunos lograron trabajar en un “cachuelito” ocasional y otros…para la siguiente semana será. Es la habitualidad de miles de haitianos y haitianas que viajaron al primer mundo en busca de un futuro mejor.
Ecuador, febrero 2012. Enmanuel Pierre, sociólogo, con estudios en Francia vigila, de noche, con mirada atenta que todo marche bien en el centro comercial donde trabaja. No tiene la documentación para estar en el país y con mucho esfuerzo ha logrado conseguir ese puesto donde permanece desde los últimos minutos de la tarde hasta que amanece. Tiene mujer y dos hijos y, lo que gana, apenas alcanza para sobrevivir.
Río Branco, Brasil. Abril 2013. Varios jóvenes deambulan por la terminal de buses. Pasan el tiempo conversando en créole, su idioma natal. Esperan que algún ganadero de la zona los contrate para un trabajito puntual. Cruzaron la frontera por Puerto Maldonado, en Perú huyendo del terremoto del 2010 que azotó su país. Allí sufrieron lo indecible por culpa de las autoridades brasileñas que no les dejaron pasar. Los peruanos de la zona les ayudaron hasta donde pudieron, porque igual comparten su misma pobreza.
República Dominicana. Octubre 2013. El Tribunal Constitucional emite la sentencia No. 168-13 que establece la desnacionalización de miles de dominicanos de ascendencia haitiana cuyos padres al momento de nacer se encontraban en situación irregular. La sentencia despoja de su nacionalidad a cuatro generaciones de personas que durante más de 80 años fueron registradas como dominicanas al amparo de la Constitución y de las leyes vigentes.
De la noche a la mañana personas declaradas legalmente, con acta de nacimiento, pasaron a la condición de apátridas a pesar de haber nacido y vivido en República Dominicana. Muchas han obtenido sus cédulas de identidad y electoral, han ejercido el derecho al voto, han viajado con su pasaporte dominicano, se han casado y tienen actas de matrimonio.
Hoy son los haitianos. Mañana puedo ser yo.